FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Hace 21 años.



Este sábado pasado celebramos en casa el 21 aniversario de las llamadas “cenas jueveras”, aunque era sábado. Podía haber sido otro día, pues el día exacto en que empezamos se pierde en “la noche de los tiempos”, pero el año sí fue el 1991.
Así pues, alguna noche del año 1991 empezamos un amigo, una amiga y yo a cenar juntos y después a jugar al póquer a lo “far west” pero con dólares falsos, claro. Muy pronto vino también “la amiga más que amiga” del amigo. Hoy, veintiún años después la amiga es mi mujer y “la amiga más que amiga de mi amigo” es su mujer.
Y  hoy veintiún años después seguimos quedando todos los jueves del año a cenar en casa, aunque ahora ya no jugamos al póquer. Hablamos, nos reímos,  compartimos…es bonito.
A lo largo de todo este tiempo ha ido pasando mucha gente. A algunos el devenir de la vida les ha llevado por otros caminos y ya no les vemos el pelo, otros vienen de vez en cuando, y otros nos vemos casi todos los jueves. Así, hay veces que somos seis o siete, otras doce, trece, a veces dieciocho o veinte. Poco tiempo fuimos solo cuatro.
Diferentes en edad, en profesión, en… estado civil (hay de todo), nos lo pasamos muy bien juntos. Disfrutamos de los amigos. Y disfrutamos de ver que el paso del tiempo no disuelve los lazos que se han ido creando; y sabemos que no los disuelve porque, como dice la famosa frase, “recorremos con frecuencia la senda de la amistad para que no crezca la vegetación en ella y la haga intransitable”. No se quien lo dice pero tiene razón. La recorremos cada jueves, por lo menos.
Los pitufillos, que poco a poco han ido viniendo, nos recuerdan, por si se nos olvida, que ya han pasado muchos años desde que empezamos, allá en el piso de la plaza.
Y es que justamente, uno de los placeres de la vida, es disfrutar de los amigos, días, meses, años. Ir así creciendo, madurando, envejeciendo. Y si es alrededor de una mesa, mejor que mejor. Así al placer de la amistad se le une el placer del buen comer. Ambos placeres son muy sanos y se complementan de maravilla.
Recientemente leí un libro titulado El frío modifica la trayectoria de los peces, que recomiendo muy vivamente, que me hizo caer en la cuenta de algo muy importante, y que no solemos tener en cuenta. La trayectoria vital, la vida de las personas que nos rodean, modifican la nuestra, aunque no nos demos cuenta de ello.
Años y años de nadar juntos. Y el deseo de seguir haciéndolo. Es bonito saber que la gente a la que quieres y que te quiere, modifica sin saberlo tu trayectoria en la vida y tú la de ellos. Es bonito.
 ¿Y lo del frío? Leed el libro. Es agradable, tierno, optimista, vital. Además se lee pronto. Es de Pierre Szalowski.


                                                                  Saludos, jueveros.

lunes, 29 de octubre de 2012

Receta.Muslillos yogurín.


Ingredientes para dos o tres personas. Fácil y muy sabroso.

6 muslitos de pollo
Aceite de oliva.
1 yogur natural
1 vaso de vino tinto
2 pastillas de caldo de carne
1 cebolla.
2 zanahorias.
2 tomates.
Tomillo.

            Sofríase la cebolla, las zanahorias y los tomates. Cuando estén ya doraditos, añádanse los muslillos, el yogur, el vino, las pastillas de caldo y dos vasos de agua. Déjese cocer añadiendo el tomillo, mejor en rama. Redúzcase el caldo, según  el gusto de los consumidores.

            …y que aproveche.

Para vivir no quiero...



Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
                                                                                 "yo te quiero, soy yo" 
 
                                                                                                                     Pedro salinas

Es este uno de los poemas de amor que más me gustan. Y me gusta por dos motivos. Uno por la forma, por cómo lo dice; lo encuentro perfecto. Otro por el fondo, por lo que dice.

Es el amor con mayúsculas, al que se refiere. El amor que surge y nos lanza a un camino de encuentro con la persona amada. El camino entre conocer a una persona y sentirnos atraídos por ella y llegar después paso a paso a lo más profundo, al encuentro total.

Primero el flechazo súbito o el acercamiento progresivo. Nos  puede gustar su aspecto físico, su forma de hablar, de moverse, de pensar, quizá de vestir, pero eso no es amor. Ahí no está el amor. Además eso, después de todo, es caduco, pasajero.

Pedro Salinas, se lanza a la tarea de desnudar radicalmente a la persona amada y de desnudarse a sí mismo, ante ella. “Quítate ya los trajes, las señas, los retratos”. Y va más allá. “…enterraré los nombres, los rótulos, la historia”. Y sigue. “Iré rompiendo todo lo que encima me echaron desde antes de nacer”. Es el camino del amor. Un camino de despojo y liberación.

Y al fin llega al centro. A lo esencial. Y allí solo encuentra una palabra, corta, contundente. Soy yo quien te quiere a ti. No ha quedado ni el nombre. Solo y yo. ¡Me encanta!

Muchas veces pienso, cuando la gente dice “se me acabó el amor”, que lo que realmente pasa es que nunca hubo amor. Nunca recorrieron el camino que les hubiera llevado a él.

El amor del que nos habla aquí Pedro Salinas es ese amor que va más allá de la apariencia física, más allá del tener y del saber, más allá del deseo o la pasión. Sin embargo no los excluye; los asume, los integra y los supera. Lo que hace es lanzarnos hacia la plenitud que está al final del camino.

Y es entonces cuando entendemos cómo en verdad, el amor es incluso más fuerte que la muerte. Evangelio puro.

viernes, 26 de octubre de 2012

Psicólogos.

Psicólogos, pedagogos y psicopedagogos de despacho y conferencia. ¡Cuánto daño le habéis hecho a la educación, y cuánto daño le seguís haciendo!

Hartito, hartito me tenéis hace ya mucho tiempo. Vuestra prepotencia va pareja a vuestro desconocimiento de la realidad escolar, y a menudo a vuestro desprecio por el trabajo que maestros y profesores hacemos en los centros.

¡Qué fácil es, desde vuestro despacho, y viendo niños de uno en uno, decirle al “profe” que tiene veinte, treinta alumnos, hora tras hora, día tras día, qué debe hacer!

¡Que fácil es decir a los papás a los que no les ha gustado lo que les han dicho en el “cole”, que tienen razón! Que es el “profe” el que lo hace mal. El “profe” que está con el niño más tiempo cada semana que papá y mamá juntos, y por supuesto que tú, que lo has visto tan solo unas horitas. Será que quien paga manda, ¿no? Los papás son los clientes a fin de cuentas y, por supuesto, el cliente siempre tiene razón. Claro, claro, no había caído…

No es ese el camino. No podéis decirnos desde fuera, sin conocer el día a día del niño y el “profe” en el colegio, qué debemos hacer. No podéis decirnos blanco y tras hablar con los papás decirnos negro, porque ellos os han dicho negro. No. Eso no es. No podéis escuchar sólo la versión de quien paga. Flaco favor les hacéis.

Nosotros, en los colegios, os necesitamos, pero junto a nosotros, no frente a nosotros, ni por encima de nosotros. Como necesitamos a los papás, también junto a nosotros. Necesitamos, por el bien de nuestros alumnos, trabajar todos en equipo. Con honestidad, con humildad, con lealtad.

Porque nos equivocamos como humanos que somos. Los docentes nos equivocamos, igual que vosotros os equivocáis, que los papás se equivocan, porque la educación es difícil, a menudo conflictiva. Y además, los errores se pagan, muchas veces muy caros. Y los pagan casi siempre quienes no tienen ninguna culpa: los niños. Y esto no debemos consentirlo.

Hartito. Hartito me tenéis. Sin embargo no sería justo acabar este escrito sin reconocer, que a lo largo de mis más de treinta años de ejercicio profesional en un colegio, he conocido y disfrutado algunos psicólogos, algunos pedagogos, como la copa de un pino. Honestos, humildes, comprometidos de verdad con la educación. De los que sientes a tu lado y conocen, escuchan, preguntan se informan antes de hablar. De los que respetan de verdad a esa “seño” o ese maestro de infantil o primaria que llega reventado a casa todos los días, después de bregar con veinticinco o treinta alumnos un montón de horas. De los que respetan al “profe” de secundaria que, día a día, intenta poner orden en las cabecitas adolescentes, y además enseñarles matemáticas, lengua o historia.

Es muy importante la educación. Y está mal. Y no me refiero a las notas y esas cosas, no. Me refiero a la EDUCACIÓN con mayúsculas. Al proceso por el cual debemos construir el futuro. Los que trabajamos en ella, en “el frente”, ya tenemos bastantes enemigos acosando; bastante gente que nos desprecia; bastante gente a la que lo único que le preocupa es que, según dicen, tenemos “demasiadas vacaciones”; bastantes políticos que juegan con nosotros asfixiándonos con papeles inútiles, o con órdenes absurdas y arbitrarias, en un permanente y torpe intento de manipulación; bastantes familias que cargan sobre nosotros las consecuencias de sus propios errores, por no tener el coraje o la clarividencia suficientes de hacerles frente. Nos faltabais vosotros.

jueves, 25 de octubre de 2012

Receta.Langostinos verduleros.

            Ingredientes para 2 personas.Un puntito laborioso pero compensa. 

1 puerro.
1 bandeja o bote de setas.
1/4 de repollo.
1 litro de vino blanco.
1 docena de langostinos.
Sal y pimienta.
1 pastilla de caldo de pescado.

Llévese a ebullición el vino con sal y pimienta. Cuando rompa a hervir, añádanse los langostinos. Cuando estén cocidos sáquense con pinzas (con los dedos quema), y pélense. Mientras tanto métase el puerro, las setas y el repollo, a trozos medianos, a cocer con el caldo.Cuando estén ya cociditos y se haya reducido el caldo, deposítense con ternura en la cazuela los langostinos y ténganse cociendo unos 5 o 10 minutos. Debe quedar con poco caldo, melosito.

Acompañado con una buena cerveza o un buen vino blanco está exquisito.

                    
                                   ¡ Hala, que aproveche !


Series de fotos. Siluetas 1.

          Las siluetas nos hacen perder el detalle, pero destacan el conjunto. Ocultan el volumen pero recortan la forma contra la luz distante. Una forma de belleza simple, esquemática, que nos acerca a lo esencial.

Ruinas de un corral en los montes de Alcublas. Valencia. Diciembre de 2005.

Base militar de El Toro. Abandonada. Castellón. Mayo de 2003.

En los montes de Liria. Atardecer. Valencia. Mayo de 2006.

En el Cerro del Lobo. Entre Alcublas y Casinos. Valencia. Febrero de 2006.

Atadecer cerca de Montemayor. Alcublas. Valencia. Diciembre de 2005.

Cipreses en los campos de Liria. Valencia. Septiembre de 2007.

Atardecer en los montes de Alcublas. Valencia. Julio de 2005.

En el Alto Palancia, cerca de Bejís. Castellón. Junio de 2004.

NOTA
Si quieres ver más fotos, hay 100, pulsa el siguiente enlace Siluetas 1.


martes, 23 de octubre de 2012

Cerdos.



            Estábamos el domingo pasado en el nacimiento del río Arcos, en Arcos de las Salinas, provincia de Teruel.

            Este pequeño río nace en el corazón de la sierra de Javalambre, en un hermoso rincón, lleno de recuerdos para muchos amigos y para mí mismo. Del suelo, entre la hierba y las piedras, brota un agua limpia y fresquísima que  pronto coge fuerza y caudal. El otro día bajaba entre un precioso bosque de ribera, ya dorado por el otoño, para tras bordear el pueblo y excavar un soberbio cañón, desembocar en el Turia.

            Pues bien. Allí, justo en la zona donde brota el agua, encontramos una huella de cerdo. No nos sorprendió. Estas huellas de cerdo son bastante frecuentes por nuestras tierras. Sin embargo no me acostumbro a ellas. Me irritan y me cabrean. Y ojo, a mí me gusta mucho el cerdo. Las longanizas, las morcillas, el jamón, las chuletas, el morro, la oreja, el rabo…bueno, como dicen, del cerdo me gustan hasta los andares.

            Pero no, no es este el cerdo al que me refiero. No me cabrea e irrita el cerdo de las chuletas y el jamón. No. Ese es bueno y está bueno. Me cabrean los cerdos con código genético humano, que van dejando huella allá por donde pasan. Y a menudo la huella es, ni más ni menos, que su propio nombre; ¡qué, qué¡. Se sentirán orgullosos de dejar su huella en la historia.

            Estoy hasta las narices de estos cerdos. Y me preocupa y me molesta, que después de tanta campaña de concienciación, tanto programa educativo y tanta mandanga, eso sí, políticamente correcta, no se vea el más mínimo avance. Bueno, al menos yo no lo veo.

            Hace poco subí al Garbí. Todas las indicaciones propias del parque natural pintarrajeadas, y entre las rocas de la montaña, cuando te acercas a ver el mar, hay tal cantidad de basura, que se podría llenar un camión. Contemplas el mar y la llanura litoral, desde el Bartolo hasta el Montgó, sobre rocas que emergen de una ingente y variada cantidad de huellas de cerdo.

            Y claro, uno se pregunta si hay solución. Soy pesimista. Trabajo en educación. Me he pasado la vida “comiéndoles el coco a los niños” sobre estas y otras cosas, que entiendo necesarias para su crecimiento personal y el avance de la sociedad. No veo resultados, aunque tengo claro que hay que seguir peleando.

            Así pues, creo que de momento, seguiremos siendo uno de los países de Europa más rico en ganado porcino. Lástima que éste no se pueda exportar.



Variadas huellas de cerdo en el Garbí

Cartas a Nuria II

Més lluny, heu d'anar més lluny
dels arbres caiguts
que ara us empresonen,
i quan els haureu guanyat
tingueu ben present no aturar-vos.

Més lluny, sempre aneu més lluny,
més lluny de l'avui
que ara us encadena.
I quan sereu deslliurats
torneu a començar els nous passos.
Més lluny, sempre molt més lluny,
més lluny del demà
que ara ja s'acosta.
I quan creieu que arribeu,
sapigueu trobar noves sendes

                                                               Lluis Llach

Hola Nuria:

           ¿Cómo va eso! Deseamos de verdad, de verdad, de verdad de la “güena” que te vaya muy bien. Estamos enterados de que las primeras impresiones han sido buenas.

            Seguimos con “Viatge a Ítaca”, ¿vale? Segunda parte de la canción. “Mes lluny, dels arbres caiguts, del avui, inclús del demá”. ¡Cuántas veces me ha venido estas palabras a la cabeza a lo largo de mi vida! Aparte de que me parecen muy bonitas, poéticas, hay ocasiones en que son necesarias. Sí, a veces es necesario escucharlas y dejarse arrastrar por la fuerza que encierran.

            Más lejos de los árboles caídos que ahora nos aprisionan, más lejos del hoy que nos encadena…, más lejos del mañana que ya se acerca.

            Son palabras que nos dicen, que te dicen, que adelante, que no te pares, ni cuando estés mal, ni cuando estés bien; y ¡ojo!, es en este segundo caso cuando más difícil es seguir caminando. ¡Qué peligroso es pararse, conformarse, decir, hasta aquí hemos llegado! Lo sé todo, lo he hecho todo, nada me sorprende, nada me ilusiona, no hay nada nuevo… Tú nunca has hecho eso. Ni cuando lo has pasado bien, ni cuando lo has pasado mal. No lo hagas nunca.

            Pienso que en la vida hay estaciones, pero todas deben ser de paso. No es bueno pararse en ninguna antes de tiempo. Es renunciar a lo que queda de viaje. Y eso es una lástima.

            Bueno chica, pues a seguir viajando. Sin prisa pero sin pausa.


                                Hasta pronto. Sé feliz.


                                                    Isabel y Jesús.

viernes, 19 de octubre de 2012

Ideas para educar. 1.1 ¿Qué es realmente un niño?

1.-CONOCER:
1.1 ¿Qué es realmente un niño?

2.-PREVENIR:
2.1 Desde la cuna.

3.-INTERVENIR:
3.1 Acuerdo total papás.
3.2 Control de la familia extensa.
3.3 Control de otros agentes educativos.
3.4 Coherencia en nosotros. Hacer lo que decimos.
3.5 Normas claras y concretas. Las precisas.
3.6 Hablar poco. “No comerle el coco”.
3.7 Ignorar conductas no deseadas. Reforzar las deseadas.
3.8 No mostrar que controla nuestro estado de ánimo.
3.9 No exigirle lo que no somos capaces de hacer nosotros.
3.10 Valorar si vale la pena “entrar en combate”.

En muchas ocasiones nos pasa que lo que tenemos más cerca es lo que más borroso vemos, lo más cotidiano lo que menos conocemos, y lo que es peor, como lo tenemos tan cerca y es tan cotidiano, creemos que lo vemos perfectamente y que lo conocemos mejor aún. Y claro, como todos actuamos sobre las personas y las cosas según el conocimiento previo que de ellas tenemos, así nos luce el pelo.
           ¡Y qué más cotidiano que un niño, que nuestro niño! ¡Ojo, mucho ojo! Porque actuaremos sobre el niño según lo que pensemos que son los niños en general y el nuestro en particular que, aunque nos lo parezca, no será tan diferente. Por eso, esta pregunta no es una tontería. Pienso que papás y “profes” tendrían que hacérsela antes de ser papás y “profes”, y luego, de vez en cuando, revisar la respuesta que en su día dieron.
Por si a alguien le sirve, voy a dibujar aquí un boceto de lo que pienso que es un niño, de los muchos que podrían dibujarse. Es un retrato pobre, pero igual vale para algo, ¿no?
Vamos por partes.
Primer trazo del boceto, el principal: es un hijo de Dios, con la misma dignidad y derecho a la felicidad que todo hijo de Dios. Y si el amable lector no es creyente, que ponga, en vez de hijo de Dios, un ser humano. Es lo mismo.
Otro rasgo que a menudo se nos olvida: un ser inteligente. Inteligente ya desde la cuna. Y cuidado, sucede a menudo que es más inteligente que nosotros. Aunque no sepa más que nosotros; aunque no tenga nuestra experiencia. Puede ser más inteligente el hijo que el padre, o el alumno que el “profe”. Y de hecho muchas veces lo es. Y actúa en consecuencia.
Un tercer rasgo que, combinado con el segundo, es una bomba. No es ni bueno, ni malo. Se es bueno o malo cuando se actúa o no de acuerdo a un código moral. Y el niño con uno, dos, tres, cuatro años no lo tiene. Lo va a ir adquiriendo (o no) a lo largo de su infancia y lo madurará en la adolescencia y juventud.
Conclusión. Un ser inteligente sin código moral… ¡Qué miedo! Sí, sí, miedo porque si no es debidamente acompañado, si no va paso a paso haciendo suya una moral, una ética, si no va viviendo unos valores, será egoísta, egocéntrico, manipulador, tramposo… y una larga lista de horrores que demasiada gente conoce y sufre a diario. La inteligencia sin moral nos conduce al infierno.
            Y ya está. Un boceto bien simple, pero con tremendas consecuencias. Un niño es capaz de traer a un hogar la alegría, la concordia, la consolidación de la familia, la vida, porque el niño es vida en estado puro; pero también puede traer la tristeza, la división, la destrucción de su propio entorno, la muerte en definitiva, dejando a su paso amargura y desolación.
Y en cualquier caso, el niño será inocente, al menos en un principio, porque en realidad y casi siempre (hay excepciones) nos devuelve lo que le damos. Si nuestra vida con él se basa en el amor, la entrega, el respeto, la honestidad, el esfuerzo, la alegría, el diálogo, nos lo devolverá, poco a poco nos lo devolverá. Crecerá aprendiendo a querer, a ayudar, a respetar, a ser honesto, a esforzarse, a ser alegre, a dialogar. Y, pese a todas las dificultades que tiene educar, nuestra vida con él tendrá un presente feliz y estará preñada de esperanza.
Pero si por el contrario no crece envuelto en estos principios, estos valores, nos encontraremos con el horror que hemos sembrado nosotros mismos. De aquellos polvos vinieron estos lodos, dice el refrán.
Demasiadas sandeces se han dicho sobre los niños. Que son buenos por naturaleza: mentira. Que son crueles y egoístas, también por naturaleza: mentira. Que hay que dejarles crecer libremente y cuando sean mayores ya elegirán: mentira y gorda. Que hay que adoctrinarles haciéndoles fotocopia de nosotros mismos: mentira también.
¿Qué es un niño? Un hijo de Dios, un ser humano, que no ha pedido venir al mundo, pero está en él. Inteligente y expuesto desde la cuna al bien, a la belleza, a la vida; pero también al mal, al horror y a la muerte. Y durante un tiempo, está en nuestras manos. Y tiene el derecho a ser feliz.
Pero, ¿cómo lograr que sea feliz? Desde luego dejándole hacer lo que le dé la gana, satisfaciendo todos sus deseos, riendo todas sus monadas, no. Rotundamente ¡no! Ése es el camino del infierno. Hablaremos de todo esto y más en próximas entregas.

Hay que ir al monte quemado.


 Entre Altura y Alcublas.

Entre Alcublas y Sacañet.




Entre Alcublas y Andilla.

Entre Alcublas y Gátova


         Ya decía en la entrada titulada “el otoño triste” que hay que ir a al monte quemado. Hay que ir. Su gente nos necesita, la tierra nos necesita.

         Ya sé que es desagradable, feo de ver, muy triste. Que indigna, que cabrea y que duele. Pero si de verdad quisimos aquellos montes verdes, gozamos viéndolos nevados, nos pilló la noche o el amanecer en ellos; si almorzamos, comimos o cenamos en sus pueblos rodeados de una naturaleza viva, no podemos abandonarlos ahora.

         Hace ya muchos años, un alumno enamorado de un compañera, me dijo en plan confidencia: “la quiero tanto, que si por un accidente, Dios no lo quiera, se quedara calva, fea y deformada la seguiría queriendo igual, o más”. Es textual. La frase se me quedó grabada. Ahora, en este contexto tiene también un gran significado. Ahí la tenéis: calva, fea y deformada. Son las palabras exactas de mi alumno.

          Sí, hemos de ir nosotros y hemos de llevar a los niños. Sé de gente que, con muy buen criterio, ha llevado a sus hijos a ver el monte quemado. Y los niños han dicho: “Vámonos, aquí no se está bien, es feo”. Pero hay que hacerlo. Es la forma de que conozcan, valoren y, en cuanto puedan, actúen en la línea de la vida. Y hay que enseñarles también las higueras rebrotando, las hierbas nuevas asomando en la tierra negra, los olivos y los pinos que se agarran a la vida con unas pocas ramas verdes. Y alegrarse con este renacer lento de la naturaleza. ¡Qué bonito ir de vez en cuando a ver con los niños cómo la muerte no tiene la última palabra! Y luego, almorzar en un bar del pueblo, como cuando era bonita la carretera hasta él.

          Alcublas ha sido una de las grandes víctimas (hay más) de esta catástrofe. Todo su término municipal está calcinado. Todo. Era muy hermoso, estaba muy cuidado. Caminos y senderos muy bien señalizados nos llevaban a rincones encantadores, y desde sus altos, los días claros se veían, se ven (esto no nos la han quitado) inmensos panoramas; pueblos, ciudades, sierras, campos, el mar…

          Hay en Alcublas un lugar al que quiero nombrar en este blog, al que como a tantos otros, le tengo un gran cariño. Es “El collao de la Seca”, situado en el collado del mismo nombre. Está, yendo desde Liria o Casinos, al acabar las curvas, a la derecha. Está bien señalizado. Pequeña casa rural (6 habitaciones) construida y decorada con muy buen gusto y restaurante con una excelente cocina. Trato amable y familiar. Desde el comedor el panorama es soberbio.  Por la noche, un manto de luz se pierde hasta el mar, donde brillan intermitentemente los faros de la costa y si os quedáis a dormir, desayunar una mañana de invierno en la estancia acristalada que hay junto al comedor, no tiene precio.

          El esfuerzo, el trabajo y la ilusión de una familia. Ahora “El collao de la Seca” es una pequeña isla verde (los pinos más próximos no se quemaron) en medio de la desolación. No es justo. No podemos permitir que el mal se lo lleve todo por delante. Ya se ha llevado millones de árboles, de plantas, de animales. Que no se lleve el trabajo, el esfuerzo y la ilusión de tanta gente.

          Hay que ir a Alcublas, y a Oset, y a Venta Gaeta, y a Chulilla, y a Bugarra… aunque nos duela. Es lo primero que hay que hacer.

          Y ojo, que ahora está más feo todavía que antes. Las recientes lluvias, arrastrando tierra y ceniza, han cubierto caminos, hondonadas y campos de un manto negro, semejante al alquitrán, semejante a un  extraño chapapote. Pero de éste no habla nadie...

          NOTA: Ahí van los teléfonos de “El collao de la Seca” por si alguien quiere ya pasar a la acción:
96 2704242 / 96 2118336.

Receta.Espárragos con queso.

Una forma rápida de comer espárragos. Fácil, barato, rápido y ya se sabe, facilita el tránsito.

Ingredientes.

1 bote de espárragos blancos medianos.
Queso rallado.
Vino blanco.
Aceite de oliva.
Sal y pimienta.

            Deposítense los espárragos en una fuente de tal modo que la cubran toda, sin amontonarlos. Rocíense con el vino (un vasito de café) y con un buen chorro de aceite. Cúbranse con el queso, sin excesos, pero bien cubiertos. Espolvoréese todo con sal y pimienta e introdúzcase en el horno a 250º durante  15 o 20 minutos.

            Listo para comer. "Güenísimo".

miércoles, 17 de octubre de 2012

Cartas a Nuria I



Quan surts per fer
el viatge cap a Ítaca,
has de pregar que el camí sigui llarg,
ple d'aventures, ple de coneixences.
Has de pregar que el camí sigui llarg,
que siguin moltes les matinades
que entraràs en un port
que els teus ulls ignoraven,
i vagis a ciutats
per aprendre dels que saben.

Tingues sempre al cor la idea d'Ítaca.
Has d'arribar-hi, és el teu destí,
però no forcis gens la travessia.
És preferible que duri molts anys,
que siguis vell quan fondegis l'illa,
ric de tot el que hauràs guanyat fent el camí,
sense esperar que et doni més riqueses.

Ítaca t'ha donat el bell viatge,
sense ella no hauries sortit.
I si la trobes pobra, no és que Ítaca
t'hagi enganyat.
Savi, com bé t'has fet,
sabràs el que volen dir les Itaques

                                                                                           Lluis Llach
Hola Nuria:

            ¡“Bienllegada” a Dublín!
Hoy has llegado a un puerto (aeropuerto) "que els teus ulls ignoraven" y a una ciudad "per aprendre dels que saben". No solo inglés. Seguro que hay más cosas que aprender. Apréndelas y disfrútalas.
            Y ten siempre en tu corazón la idea de Ítaca, aunque a veces parezca difuminarse, escurrirse como el agua entre las manos. Ítaca te lanza a la travesía; que sea una hermosa y larga travesía y que en ella vayas enriqueciéndote y creciendo de tal manera, que cuando seas mayor, muy mayor, viejecita, sabia como te habrás hecho, no encuentres pobre a Ítaca, porque ya tengas muy claro entonces qué son las Ítacas.
            De tal modo que que en el otoño de tu vida, al volver la vista atrás, veas el camino que gracias a Ítaca has recorrido, y lo veas bello, digno de haber sido recorrido. No fácil, no cómodo. Bello y digno de haber sido recorrido.
            Nuria, te deseamos que en estos dos meses seas feliz. Sabemos que te gusta el sol del mediterráneo, el cielo azul, la luz de estas tierras. Sabemos que desde el otoño irlandés, verde, gris, lluvioso, echarás de menos tu tierra, tu gente, gente mediterránea como tú.
           Piensa entonces en Ítaca y goza de ser joven, de abrirte al mundo, de conocer y entender otras gentes, otras tierras. Goza de Irlanda. Tú ya has viajado más que nosotros en toda nuestra vida. Sigue, sigue adelante…Es el camino.
            Estás haciendo lo que debes.


                                                               Isabel y Jesús

Me gustan las "pelis" del oeste

Atardecer desde el Pico Hierbas en la Sierra de Chiva.
Como a mucha gente de mi generación, me gusta el cine del oeste. Sí, me gusta mucho, y haciendo memoria me gusta desde que era muy pequeñito, desde chiquitín. Me gusta el cine del oeste igual que me gustan los trenes. De hecho, muchas veces, salen juntos en el cine trenes y vaqueros.
Pasar una tarde parda y mustia de invierno, como diría Machado, ante una buena película del oeste es para mí un exquisito placer.
Hace ya algún tiempo me pregunté el por qué me siguen gustando tanto, ahora que la infancia va quedando tan lejos. No me costó mucho encontrar la respuesta.
Hay dos causas. La primera, aunque creo que no es la más importante, son los paisajes, los amplios horizontes, los crepúsculos, el pueblo o el rancho perdidos en medio de ninguna parte. Montañas nevadas, desiertos inmensos, bosques y ríos, la silueta del jinete contra el ocaso, el tren, el “saloon” con sus puertas de toda la vida, la oficina del sheriff… Disfruto dejándome envolver por este mítico y cinematográfico entorno.
La otra causa de mi afición, más profunda, menos romántica, creo que más importante, es que los buenos casi siempre ganan. Hay algunas en que no, pero pocas, y aún en éstas hay una victoria más allá de la aparente derrota. Además no hay relativismo, no hay confusión: el bueno es bueno y el malo es malo. Y el bueno gana, aunque le cueste la vida o, tras jugársela, se pierda, solitario, en el desierto sin esperar recompensa. Sin más. Sin palabras. El bueno gana.
Caciques pulcramente vestidos, matones de dos pistolas, autoridades corruptas… Y está tan claro quiénes son los malos… Y el bien, lo bueno, lo bello está tan bien delimitado, tan bien dibujado y se distingue con tanta claridad del mal, la injusticia, el horror…
Se me dirá: eso es maniqueísmo. Pues sí, y ¡qué pasa! El maniqueísmo, a veces puede ser terapéutico. Me quedo a gusto cuando matan al malo. Admiro y venero a quien enfrentándose, a veces solo, a todo y a todos, vence, y luego se va, se pierde en el horizonte sin fin.
No quiero matar a nadie, no. Ni a buenos, ni a malos, ni a “combinados”, como somos casi todos. Pero sí quiero, si quisiera, como “el chico” de una “peli” del oeste, desenmascarar al tramposo y demagogo, defender al débil del matón de turno, desmontarle el “cañaret” al corrupto. Y como el tramposo, el matón y el corrupto, después de todo también son hijos de Dios, trabajar, si ello es posible, para que dejen, que dejemos de hacer daño, para que un afortunado día, más allá de confusiones, relativismos y componendas, seamos capaces de enfrentarnos a esa parte oscura que al fin y al cabo todos llevamos dentro. Yo el primero.
Mientras tanto, la muerte cinematográfica del malo, me alegra y me relaja. Por fin “se lo han cepillao”. Sí; es la imagen virtual del triunfo del bien y la justicia.
Y como en las “pelis”, después, sin mirar atrás, cabalgar, cabalgar… vivir sabiendo que el poblado que dejamos atrás, ya es mejor que cuando un buen día, más o menos lejano, llegamos a él.

martes, 16 de octubre de 2012

Receta.Fabada berberisca.

             Ingredientes para dos o tres comensales; según el hambre. Barato y muy fácil.

1 bote de alubias blancas o rojas.
2 latas de berberechos.
1/2 litro de vino blanco.
1 pastilla de caldo de pescado.
1 cebolla.

             Sofríase la cebolla picada y los berberechos (resérvese el caldo). Cuando dore la cebolla, añádase el caldo de los berberechos, el vino blanco, 2 vasos de agua y la pastilla de caldo. Déjese hervir hasta que reduzca un poco. Añádanse entonces las alubias y cuézanse unos 5 o 10 minutos. Rectifíquese de caldo y sal si fuere menester, para quedar al gusto de los comensales.

                                        ...y que aproveche.

Ideas para educar. Vamos a hacerlo bien.

Voy a ir exponiendo a lo largo de sucesivas entregas, cuyo guión expongo a continuación, todo lo que a lo largo de  muchos años he ido aprendiendo de mamás, papás, alumnos  y compañeros, en mi trabajo de “profe” y orientador escolar. Por si a alguien le es útil.
Todo está sacado de la experiencia diaria; de aciertos y errores, de alegrías y tristezas, de gratitudes y desengaños.
No son recetas. Para educar no hay recetas. Son reflexiones, ideas, sugerencias, propuestas, con el objetivo de ayudar a hacer bien algo tan difícil como educar. Y tan importante.
Está en juego la felicidad de mucha gente. A menudo de quienes más queremos. Y el futuro. Está en juego el futuro.
 Ahí va el guión

1.-CONOCER:
1.1 ¿Qué es realmente un niño?

2.-PREVENIR:
2.1 Desde la cuna.

3.-INTERVENIR:
3.1 Acuerdo total papás.
3.2 Control de la familia extensa.
3.3 Control de otros agentes educativos.
3.4 Coherencia en nosotros. Hacer lo que decimos.
3.5 Normas claras y concretas. Las precisas.
3.6 Hablar poco. “No comerle el coco”.
3.7 Ignorar conductas no deseadas. Reforzar las deseadas.
3.8 No mostrar que controla nuestro estado de ánimo.
3.9 No exigirle lo que no somos capaces de hacer nosotros.
3.10 Valorar si vale la pena “entrar en combate”.