FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 31 de diciembre de 2013

Aigualluts, diciembre de 1987.Feliz 2014.

Fue la Nochevieja de 1987 una de las más especiales que he pasado en mi vida. No digo que fuera ni mejor ni peor que otras, pero fue toda una experiencia.
Estaba en el valle de Benasque con un amigo que se volvió el 31 de diciembre a Valencia. El 1 de enero subía otra vez gente, pero yo me quedaba solo en el valle la noche en cuestión, así que entre estar haciendo el pato con sombreritos y matasuegras e irme a la montaña, opté por lo segundo.
José Mari, que esa noche iba a estar muy ocupado en su fonda, me subió con mi coche hasta los llanos del Hospital donde me dejó, y luego se bajó con él por si nevaba y se me quedaba atascado. Hay que decir que entonces allí solo había unas ruinas.
Al principio caminando y luego esquiando llegué a Aigualluts, a los pies del Aneto, donde acampé. No había nadie, claro. Soledad absoluta y frío intenso. Me sentía feliz.
Cené una sopa de sobre, unas chuletas a la brasa regadas con buen vino y acabé con un carajillito que en el termo aún conservaba algo de calor, pero que tuve que recalentar con el cocigás. De postre, unos mazapanes.
Luego, al caer la noche, me metí en la tienda y envuelto por el calor confortable que me procuraba el saco de plumas me dormí enseguida. El silencio era absoluto, no se oía ni el agua que, mansa, pasaba junto a la tienda entre hielo y nieve.
Pero previendo esta contingencia me había  puesto el despertador cinco minutos antes de las doce, y cuando las agujas marcaron la media noche, me comí pausadamente doce pasas, las uvas se habrían congelado, y di un trago de pacharán que llevaba en una petaca. Nevaba suavemente.
Y abrí la cremallera de la tienda; lo primero que vieron mis ojos fue una mansa nevada sobre el Pla de Aigualluts sumido en la oscuridad. Las montañas quedaban ocultas. Hacia mucho frío.
De nuevo en el saco, escuchando ahora el suave sonido de la nieve sobre la tienda, salí de mí mismo con las alas de mi imaginación, como hago a veces, y me vi, solo, perdido en medio de aquella inmensidad helada, oscura, soberbia, pero que sentía muy, muy acogedora. Me acordé de la gente a quien quería y que sabía que me quería. Sobrevolé juergas, fiestas, canciones, luces, campanadas, desmadres…
Yo estaba allí en la soledad más absoluta, en el silencio, solo, solo del todo (no había móviles entonces) porque yo lo había elegido. Y muy calentito en el saco, al arrullo de la nevada sin viento, me sentí feliz. Y me dormí hasta que me despertó la luz, la primera luz de 1988.
A la mañana siguiente, tras saludar al Aneto que resplandecía blanco en un cielo azul profundo cargado aún de nubes, desmonté y esquiando bajé hasta los llanos del Hospital. Luego, andando, llegué a Benasque, donde fui afectuosamente recibido por la familia Ciria, que había preparado una exquisita y abundante comida de Año Nuevo que disfruté, como bien podéis imaginar. ¡Vamos, que no hay palabras!
Pues sí, esta es una de las nocheviejas más especiales que recuerdo. He vivido otras en la montaña; en tienda, en hoteles, en albergues, en refugios, en pajares, en parideras, pero siempre que he recibido al año nuevo en la montaña ha sido inolvidable.

Con el recuerdo que os he narrado hoy y con las fotos que hay a continuación, os deseamos Isabel y yo un feliz y venturoso 2014.

El hielo recuerda que estamos siempre bajo cero.
Los llanos del Hospital,antes de que se construyeran las actuales instalaciones.
El Aneto sobre el Pla de Aigualluts. Allí acampé.
La tienda montada junto al río. Al fondo la Forcanada.
Desde dentro de la tienda.
La sopa tarda en calentarse. Hace mucho frío.
La luz va yéndose poco a poco.
A la mañana siguiente. Ha nevado muy poco.
El cielo va poco a poco aclarándose.
No hay un alma. El día ha quedado perfecto.
Fue un bonito descenso por el fondo del valle.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Ribarroja-Villamarchante. Montaña y río.

Propongo a quien tenga ganas de darse un buen “pateo”, una ruta circular que con cuatro amigos he hecho hoy. Para disfrutarla vale la pena emplear el día entero e incluir en ella dos momentos gastronómicos.
Salimos de Ribarroja. Empezamos a las 9 y pico de la mañana almorzando, muy bien por cierto, en La Masía. Después, más calentitos, hacía frío, tomamos el camino de Cheste desde el que subimos a “Les Mamelles”. Bajamos a Porchinos y por umbríos senderos subimos a la Rodana. Desde allí descendimos hacia el corral de Barretes y sin llegar a él subimos por ruda trocha a la Rodana de las antenas. Luego bajamos por bien trazado sendero hasta la carretera que en 2 km. nos dejó en Villamarchante donde Isabel había encargado una paella en el restaurante Aragó I. Allí nos reunimos con los que no habían venido a la marcha que acudieron en coche. Muy buena y agradable comida. Aperitivo, exquisita paella, postre, café, chupitos…Eso sí, vocerío “made in Spain”.
Después de comer, bajamos hasta el río y por el camino del Parque Natural llegamos, ya de noche, a Ribarroja. Atardecer frío y precioso entre cañas y árboles desnudos. El río, limpio, lleno de vida. Las luces del pueblo que se acercan, y al fin, por el puente viejo a casa.
La excursión te deja bien. En unos 28 km. y  700 metros de desnivel, disfrutamos de senderos tranquilos por frondosos pinares, panoramas amplísimos en las cimas, y del delicioso camino que cruzando el río varias veces y bordeándolo siempre, nos muestra otro mundo diferente a la montaña, pero no menos hermoso. De verdad que vale la pena. Y lo tenemos tan cerca.

           Si quieres el track de la ruta pulsa Ribarroja-Villamarchante. Montaña y río.

Subiendo a "Les Mamelles" Ribarroja queda pronto allá abajo.
Enseguida se ven hacia el sur otras montañas. Destaca el Montdúver.
Y hacia el norte, la sierra Calderona en toda su extensión.
Mientras nosotros nos movemos por esta increíble isla verde tan próxima a casa.
Villamarchante se va acercando. Allí nos espera la familia...y una paella.
Después de comer regreso por el río.
El sol se pone tras la iglesia de Villamarchante.
Y desaparece al fin entre las cañas.
Cruzamos bajo el antiguo puente del tren. 
Árboles desnudos, muchos pájaros, el cielo malva y rosa. Se nota el frío.
Recorrer a esta hora el camino solitario es puro placer.
Y por fin, ya de noche cerrada, cruzamos una vez más el río camino de casa.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Cumpleaños en La Albufera.

Con ocasión de un grato evento familiar hemos pasado hoy un día muy, muy valenciano. Un paseo en barca por la Albufera y una buena comida en un restaurante de El Palmar que ha tenido como plato fuerte un “arròs del senyoret” que estaba muy bueno.
El día, como ya viene siendo habitual, era desagradable a causa de un fuerte y persistente viento de poniente. Olas en la Albufera y, eso sí, un cielo azul, surcado por nubes altas, precioso. Es lo único bonito que tiene el odioso poniente, los cielos, los altos cielos de poniente.
El paseo, pese al viento, ha sido agradable, y la comida, en el restaurante no hacia viento, ¡faltaba más! muy buena y bien servida.
Y he pensado que hay que ir de vez en cuando a la Albufera, navegar por ella, meterse por sus caminos y canales, conocer sus puertos, verla con cielo azul o gris, con levante y con poniente, y sobre todo disfrutar, aunque sea de tarde en tarde, de sus espectaculares atardeceres.

Lo tenemos tan cerca, y al menos nosotros, vamos tan poco. ¡Bueno, pues ahí van algunas fotos!

Canal contiguo al restaurante.
Barcas con el aparejo para la vela latina. ¡Mediterráneo!
Barraca valenciana de "toda la vida".
La proa de nuestra barca enfila un canal.
Se abren canales a derecha e izquierda. Es un laberinto lleno de vida.
El viento mueve las cañas con fuerza.
El cielo es de un azul profundo.
Una barca aparece entre la vegetación.
Las montañas del sur, donde sí llueve, emergen al fondo.
Hay mil instantáneas como ésta.
Los "plumeros" agitados por el viento e iluminados por el sol. Es bonito.
Otra barca nos precede. Volvemos al embarcadero.
La barca de nuestro paseo. Bonito nombre.
Y luego a comer. Estaba muy buena, como el aperitivo.
Con su permiso publico la foto del "cumpleañero". Felicidades Jesús Fernando.

viernes, 27 de diciembre de 2013

¡Qué desagradable! ¡Qué miedo!

No es el camino, no. Ese no es el camino. Ofender, avasallar, insultar, pisotear, despreciar no es nunca el camino.
La individua en cuestión que en la catedral de Colonia, en la Misa del gallo, semidesnuda y con un tatuaje donde se leía “Soy Dios”, saltó sobre el altar mayor, estaba con sus hechos haciendo exactamente lo contrario que reivindicaba con sus palabras. En nombre del respeto a la libertad de las mujeres estaba faltando el respeto y atentando contra la libertad de millones de mujeres… y de hombres. ¡Hartito estoy de tanta mandanga con el sexo! Personas, somos todos personas y punto.
Además ahora, en unos momentos en que la Iglesia está haciendo verdaderos esfuerzos de renovación en muchos frentes, entre ellos el sexual y el de la mujer, resulta especialmente absurdo semejante numerito. Aún queda mucho, pero la Iglesia está en marcha.
Me da miedo, de verdad me da miedo el que haya gente que crea que de ese modo van a cambiar las cosas. Por esos oscuros caminos ya han transitado otros “héroes de la historia” que lo único que consiguieron, además de generar mucho dolor, es dar la vuelta a la tortilla, hasta que vinieron otros que volvieron a darla en sentido inverso… y volvimos donde empezamos.
Y es que así no se avanza. Se avanza con el diálogo, con el consenso, con la coherencia, con el respeto. Se avanza siendo fieles a la propia conciencia y reconociendo que los otros que no piensan como yo también tienen derecho a ser fieles a la suya.
“Tu verdad no, la verdad y ven conmigo a buscarla”, nos dice Antonio Machado. Ese sí es el camino.
           ¡Qué triste e irritante noticia ésta! ¿verdad?

No seré yo quien reproduzca la desagradable imagen. Prefiero este niñito con borreguito y estrellitas. ¿Y José y María? Pues hablando con la individua y explicándole que en muchas cosas puede tener razón, pero que eso no son formas, y que Dios, el verdadero Dios, la sigue queriendo, y la querrá siempre, haga lo que haga, porque Él "no sabe hacer otra cosa" Eso deben estar hablando con ella. Y le llamarán por su nombre, no como yo que le llamo individua. Es que tachar de intolerantes desde la intolerancia me da una rabia.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Receta. Gazpacho manchego.




Es una propuesta gastronómica nada desdeñable el degustar, un día de estas fiestas, un buen gazpacho manchego. No es tradición por aquí, pero…¿por qué no? Toda tradición empieza sin ser tradición.
El gazpacho manchego se hace con carne de caza y fuego de leña, pero bueno, como eso no siempre es posible, escribo aquí la receta que sigo cuando no dispongo de caza, aunque eso sí, siempre la hago con leña. No obstante, con gas también se puede hacer y sale bueno.

Ingredientes para diez o doce personas.

Aceite de oliva.
1 pollo.
2 codornices.
1 conejo.
1 bote de tomate triturado.
½ Kg. de rebollones o champiñones.
2 docenas de caracoles precocinados (optativo).
8 pastillas de caldo de carne.
1 docena de almendras.
2 cabezas de ajos.
1 bote de pebrella.
Perejil.
3 paquetes de torta de gazpacho.

            Utilícese un caldero amplio para trabajar a gusto. Caliéntese bien el aceite y sofríase la carne debidamente troceada hasta que esté bien fritita. El tomate y los rebollones se habrán añadido poco antes de este momento.
            Extráigase el hígado del conejo y resérvese. Añádase después el agua, las pastillas de caldo y los caracoles hasta cubrir completamente la carne y unos cuatro dedos más y déjese cocer hasta que reduzca sensiblemente. Unas dos horas según la fuerza del fuego.
            En este momento, añádanse los trozos de torta y remuévase todo bien. ¡Ojo a partir de ahora! Si se reduce demasiado el caldo, añádase más agua y en cualquier caso remuévase con frecuencia para que no se pegue.
            Después de unos cinco minutos espárzase por encima del hervor una salsa hecha con el hígado del conejo, dos o tres ajos, las almendras y el perejil todo bien picadito y disuelto en dos o tres cucharadas de caldo. Sígase removiendo y cuézase unos diez minutos más como máximo y ya está.
            La pebrella yo la pongo en dos momentos. Primero al echar el agua, dos cucharadas soperas, y luego al echar la torta otras dos.
            El que salga caldoso o espesito va con gustos. A mi me gusta espesito, pero con algo de caldo. Esto se controla vigilando y rectificando, si es menester, la cantidad de agua al echar la torta, que absorbe mucho caldo, aunque es mejor no tener que hacerlo.

              Un buen vino y agua a mano y a disfrutar de un plato potente y exquisito.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Reflexión una mañana gris de Navidad.



¿Y qué hacemos con los soberbios dispersados? Nos quedamos con el hombre que malvivía atrapado en su soberbia.
¿Y qué hacemos con los poderosos derribados? Nos quedamos con el hombre que malvivía esclavo del poder.
¿Y qué hacemos con los ricos despedidos? Nos quedamos con el hombre que malvivía asfixiado por su riqueza.

Y al hombre lo acogemos, lo perdonamos, lo amamos. Porque dice el Señor:

Derramaré sobre vosotros un agua pura
que os purificará:
de todas vuestras inmundicias e idolatrías
os he de purificar;
y os daré un corazón nuevo,
y os infundiré un espíritu nuevo;
arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra,
y os daré un corazón de carne.

Ezequiel 36,25-26.
 ¡¡Esto es Navidad!!

martes, 24 de diciembre de 2013

Feliz Navidad.



       Con este olivo de Alcublas nevado, hoy quemado, y este texto del libro de Florentino Ulibarri, Al viento del Espíritu, os deseamos Isabel y yo Feliz Navidad.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Feliz invierno.


En 11 minutos entra el invierno astronómico. El solsticio de invierno. La fiesta romana del sol invencible. La entrañable fiesta cristiana de la Navidad muy cerca. Y el invierno, tres meses de invierno por delante.
Atrás quedó un otoño asfixiantemente seco por estas tierras. Con lo que llovió ayer jueves, 5 litros, suman un total de 16 en todo el otoño. Dieciséis litros en todo el otoño. ¡Increíble! y malo, muy malo. Así está el monte.
Un otoño para olvidar. ¡Ojalá el invierno nos traiga agua, y frío, como debe ser, y nieve incluso, si no es mucho pedir, aunque sea en las montañas.
Para recibirlo os invito a leer este bonito capítulo de Platero y yo titulado precisamente “El invierno” y en el que Juan Ramón Jiménez se alegra de que llueva. Nos pasa como a él. Isabel y yo tenemos ganas de un día gris, de lluvia, larga, pausada, abundante, de un “día de contemplaciones”.

Dios está en su palacio de cristal. Quiero decir que llueve, Platero. Llueve. Y las últimas flores que el otoño dejó obstinadamente prendidas a sus ramas exangües, se cargan de diamantes. En cada diamante, un cielo, un palacio de cristal, un Dios. Mira esta rosa; tiene dentro otra rosa de agua, y al sacudirla, ¿ves?, se le cae la nueva flor brillante, como su alma, y se queda mustia y triste, igual que la mía.

El agua debe de ser tan alegre como el sol. Mira, si no, cuál corren, felices, los niños bajo ella, recios v colorados, al aire las piernas. Ve cómo los gorriones se entran todos, en bullanguero bando súbito, en la yedra, en la escuela, Platero, como dice Darbón, tu médico.

Llueve. Hoy no vamos al campo. Es día de contemplaciones. Mira cómo corren las canales del tejado. Mira cómo se limpian las acacias, negras ya y un poco doradas todavía; cómo torna a navegar por la cuneta el barquito de los niños, parado ayer entre la hierba. Mira ahora, en este sol instantáneo y débil, cuán bello el arco iris que sale de la iglesia y muere, en una vaga irisación, a nuestro lado.


Feliz invierno.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Que nadie añada dolor al dolor.


Esta semana, está en boca de todos, ha sucedido en Ribarroja algo que nunca debía haber sucedido, ni en Ribarroja ni en ninguna parte. Y si dolorosos han sido los hechos, no menos doloroso ha sido ver ciertas reacciones a estos hechos.
En primer lugar, la prensa ha tratado, una vez más, el tema de un modo vergonzoso. No hacía falta poner fotos de nadie ni de nada; no hacía falta contarnos “la película entera “ con un relato plagado de inexactitudes cuando no de falsedades; no hacía falta llegar a conclusiones al margen de la investigación que la autoridad competente ha puesto en marcha. Se da la noticia breve, objetiva, cierta y punto. Dejad actuar a la justicia, proteged a los niños. Pero no. Directos a la herida, aireándola bien, buscando el morbo. No sé si eso será legal, pero desde luego no es ético. Y me da rabia y vergüenza.
En segundo lugar, los graciosos, ocurrentes y simpáticos de turno, haciendo gala de su infame ingenio ya han llenado la red y lo que no es la red, de comentarios jocosos, de “gracietas” estúpidas…como ellos, a propósito de lo acontecido.
Ni a unos ni a otros les importa que haya gente sufriendo, que haya tres niños sufriendo que no tienen ninguna, ¡por Dios bendito! ninguna culpa de nada. Y que tienen que seguir viviendo, y saliendo a la calle y yendo al “cole”… y que tienen derecho a ser felices.
No sé muy bien hacia dónde nos dirigimos, hacia dónde se dirige esta sociedad nuestra. Esa insensibilidad ante el dolor, ese desprecio a los más débiles contrastan demasiado con la tan cacareada solidaridad, hoy en día en boca de todos. Ahora quiero ver yo la solidaridad de la prensa con esos tres niños, dando la noticia con respeto y honestidad. Ahora quiero ver yo la solidaridad de tanta “gente solidaria” con las focas de Madagascar y que se descojonan cuando les llega la ”gracieta” por el móvil o peor aún, cuando se la inventan ellos mismos.
De verdad que no sé hacia dónde vamos. Si ante el dolor y el sufrimiento atroz de una familia rota no somos capaces de mostrar humanidad, ¿en qué nos estamos convirtiendo?
Un respetuoso silencio y, quien crea, una oración. Ningún juicio; no es nuestro papel. Y punto. A Dios gracias, también hay gente que está haciendo esto. Todo lo demás está de sobra. No es más que añadir dolor al dolor. 

martes, 17 de diciembre de 2013

Es una irresponsabilidad y una cabronada.


Hay una cosa que nunca me ha gustado: el ver en una clase una silla sobre la mesa, cuando están todos los demás alumnos en sus pupitres.
Me resulta hiriente la visión de esas cuatro patas desnudas hacia arriba. Me parece la denuncia excesivamente brutal de una ausencia. Por eso, siempre que veo alguna en esta posición, si los alumnos no la han bajado, cosa que suelen hacer, la bajo yo.
Hoy había una silla así, con un regalito del amigo invisible esperando a su dueño. Y el dueño hoy no ha llegado. El hecho, y el conocer la causa de la ausencia, me han producido una profunda tristeza. Era muy triste esa silla así, con el regalito, esperando…La ausencia, aunque de un día, dolía, dolía mucho.
En jornadas duras como la de este martes, siempre pienso que se nos olvida demasiadas veces que los niños no han pedido venir al mundo, que ese niño que no ha venido hoy al “cole” no había pedido venir al mundo.
Los traemos nosotros, y eso es una inmensa, una infinita responsabilidad, porque ellos están aquí por nosotros y nadie, nadie tiene derecho a traerlos a un infierno; tienen derecho, por el puro hecho de nacer, a que quienes les han regalado la vida, se la procuren plena y feliz. Aún negándose a sí mismos. Lo contrario, dicho en plata, aparte de una irresponsabilidad es una cabronada.
Esa silla del revés, con su regalito sin dueño, estará presente en mí esta Navidad. Lo sé. Como estuvo presente el año pasado aquel niño que el último día de clase antes de las fiestas, me vio por el cole y me dijo con una carita que no olvidaré, “señor, puedes decir a mi mamá que me deje ver a mi papá”.

lunes, 16 de diciembre de 2013

La doctrina Parot.


Hay noticias que me provocan una rápida respuesta, que me alegran, o me cabrean, o me indignan de modo inmediato. Hay otras que me dejan fuera de juego, ante las que no tengo respuesta, noticias que me llevan al borde de un abismo que no veo pero que sé que está, y éstas me desazonan, me dan miedo. Esto es lo que me ha sucedido con la anulación de la llamada doctrina Parot.
Por eso no he escrito antes, y si escribo ahora no es porque tenga ninguna respuesta, sino porque escribiendo, a veces me aclaro y siempre me desahogo. Me resulta terapéutico.
Veo que confluyen chocando violentamente entre sí poderosas corrientes, a modo de ríos desbordados. Los derechos humanos de los verdugos y los derechos humanos de sus víctimas, pues todos son humanos. Por otra parte la necesidad de que se haga justicia, y de que ésta no se confunda con la venganza. También se contraponen la importancia de la memoria y la liberación que supone el perdón con olvido, el auténtico perdón.
Demasiado conflicto. Demasiadas verdades encontradas. Demasiado dolor, demasiado sufrimiento… Haría falta un paso de gigante, un paso cualitativo que el mundo en el que estamos no ha dado ni dará, me temo, en mucho tiempo para encontrar una salida, un camino, una luz.
Dándole vueltas a todo esto vino en mi ayuda, una vez más, la literatura. En su obra “Poeta en Nueva York”, escrita entre 1929 y 1930 y publicada en 1940, cuatro años después de su asesinato, Federico García Lorca escribe:

La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas.
La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Los primeros que salen comprenden con sus huesos
que no habrá paraíso ni amores deshojados:
saben que van al cieno de números y leyes,
a los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.

En estos versos, escritos hace ya 83 años, encontré una certera descripción de lo que creo que está ocurriendo ahora. Un mundo dominado despóticamente por sistemas económicos sin alma que generan constantemente terribles injusticias y atropellos, “a veces las monedas en enjambres furiosos taladran y devoran abandonados niños”.
 Por esto, principios ciertos, fruto de largos años de lucha, como la libertad individual, la igualdad esencial entre todos los seres humanos, el derecho a la vida y a la justicia, a causa de las profundas contradicciones de estos sistemas, tanto del capitalista como del comunista, han sido sepultados en el “cieno de números y leyes” convirtiéndose en “ciencia sin raíces” que nos lleva a un mundo de “juegos sin arte, sudores sin fruto”. A un mundo absurdo hasta la náusea.
Entre el ojo por ojo y diente por diente y las consecuencias de la anulación de la doctrina Parot hay un término medio que defiende y dignifica a las víctimas y pone en su sitio a los culpables. Es lo único que tengo claro.
No es bueno que el ciudadano sueñe con la llegada de un justiciero porque se sienta desprotegido por la ley. El ciudadano renuncia a tomar la justicia por su mano porque la ley lo hace en su nombre. Pero si él no puede hacerlo y la ley no lo hace, ¿quién hará justicia, quién defenderá al honesto a quien han arruinado, al sencillo de quien han abusado, al débil a quien han machacado…? ¿Batman, el Zorro, el Llanero solitario? ¿O uno de estos salvadores de la patria que aparecen de vez en cuando y tanto miedo dan?
No. No sé cuál es el camino pero sí sé que éste no es. Lorca lo advertía hace más de 80 años. Hemos caído en un lodazal, nos movemos en un “cieno de números y leyes” y el resultado de todo esto está magníficamente descrito en ese final terrible del poema que  de un modo sobrecogedor nos acerca a lo que tantas personas habrán sentido al escuchar la sentencia de Estrasburgo:

Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como recién salidas de un naufragio de sangre.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Curioso descubrimiento de la NASA.

La Consellería de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente, junto a la Agencia Estatal de Meteorología encargaron hace algún tiempo a la DMS Division of Meteorological Studies, División de Estudios Meteorológicos, de la NASA, una investigación para aclarar las causas de la sequía salvaje y pertinaz que asola  las comarcas del Golfo de Valencia.
El resultado de la investigación ha sido sorprendente y se ha publicado hoy mismo en distintos medios de comunicación.
Los científicos explican que la constante circulación de poniente, está produciendo el llamado efecto Föehn que aunque afecta normalmente a gran parte del área mediterránea, en este caso, y a causa del Niño, ¡claro! ha tenido como consecuencia la aparición de un fenómeno meteorológico nuevo, derivado del citado efecto Föenh, que afecta de modo muy local pero muy intenso y al que han llamado efecto Dodotis.
Este nuevo fenómeno se identifica fácilmente porque cuando se produce llueve al norte, al sur, al este y al oeste de la zona afectada y en ella, aunque haya nubes, aunque sople levante, aunque todo bicho viviente diga que va a llover, incluidas las agencias meteorológicas, “ni gota, ni gota, no cala ni gota”.
Y así estamos. Han tenido que ser los americanos los que nos expliquen el motivo por el que desde agosto sólo hemos recogido por estas tierras, en los pobrecitos pluviómetros, 11 litros, y estamos a 15 de diciembre.
En fin, lo dicho. “Ni gota, ni gota, no cala ni gota”, el efecto Dodotis.



miércoles, 11 de diciembre de 2013

Día internacional de las montañas.

Hoy se celebra el día internacional de las montañas. Yo no lo sabía, me lo ha dicho Isabel que está, como siempre, al tanto de todo. Y porque este día nos toca particularmente, queremos celebrarlo compartiendo diez montañas y un texto con el que me siento totalmente identificado, de mi querido y respetado Conde Henry Russell.

Ahí van las fotos. Luego el texto.

Bisaurín, de 2669 metros, una cima en la que he estado en las cuatro las estaciones del año y muchas veces.
El Monte Perdido, en el centro, de 3353 metros. Pasé un día de octubre totalmente solo en  su cima.
La Pica Carlit, gigante de la Cerdaña, de 2921 metros. Subimos Isabel y yo. Su conquistador, el Conde Russell.
Pico Petretxema, de 2360 metros. Subimos J.Luis, Isabel y yo en medio de la niebla. Un mundo de roca y abismos.
Pico Secús, de 2353, pico tan extraño como solitario. Me tiene atrapado desde que lo subí por primera vez.
Macizo del Vignemale, de 3298 en su cota máxima. Subimos Isabel y yo en una travesía inolvidable, con buenos amigos.
El Midi d´Ossau, de 2884 metros, la montaña que enamoró a Isabel y que ascendió el 5 de agosto de 1992.
El Maupas, de 3109 metros. Una espléndida y exigente montaña que te pone aprueba. Compensa el esfuerzo.
El Aneto, de 3404 metros se recorta contra el cielo del amanecer. El rey de los Pirineos. La primera cima de Isabel.  
El  Mont Blanc, de 4807 metros. El techo de los Alpes. Subí el 28 de agosto de 1991.
Isabel y yo compartiendo nuestra vocación montañera. Atardecer en el valle de Arán.

Era una vocación; la he seguido. No me arrepiento. Es con la mano en la conciencia y en el corazón, que yo puedo gritar, ¡que sean tres veces bendecidas las horas y los años que he pasado en estas regiones serenas y luminosas de donde siempre se vuelve más puro y más feliz! Han sido las más tranquilas y las más inocentes de mi vida. Por mucho que se les crea perdidas, ¿cómo podría yo lamentarme, si he aprendido en la soledad de las montañas a temblar delante de Dios, a olvidar a los que me han hecho daño y a calmar un alma demasiado tormentosa como para vivir entre los hombres?

Conde Henry K. Russell