FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

lunes, 28 de enero de 2013

El niño chico, de Vicente Aleixandre.

...ve la montaña lejana, los picachos al cántico de los vientos...
            Este poema de nuestro gran poeta, y premio Nobel, Vicente Aleixandre, pertenece a su libro Historias del Corazón, obra publicada en 1954.
            Es un poema sencillo, claro, directo. Se lee y se entiende. Pero entremos, entremos en él y buceemos un poco, llevados por la sensibilidad del autor, en el corazón del niño, ¿sólo del niño?, que quiere entrar y no puede, que lo intenta y no llega. “Al balón apenas si puede darle con su bota pequeña” .Y no es oposición o agresividad lo que encuentra. Nadie se mete con él. Simplemente lo ignoran, para ellos ni está. “Todos pasan gritando, sofocados, enormes, y casi nunca le ven”. Y él sigue insistiendo, pero “al balón no lo toca”. Lo han olvidado, lo olvidan estando presente. Y al fin, el niño chico, el último, el callado, el diferente, se retira. Lo vemos retirarse en silencio.
            “Y desde el quieto valle, desde el margen del río”, “el niño chico no los contempla”. Ya no los contempla. Mira más alto, más lejos y ve “la montaña lejana, los picachos al cántico de los vientos”. ¿Huye vencido, en estéril fantasía que le lleva a la soledad y al olvido, o más bien salta más allá de esta soledad y este olvido, e irguiéndose sobre sí mismo, se hace fuerte y avanza “con sus propios pasos gigantes por las rocas bravías” al encuentro de los otros?
            Son las opciones. No hay más. Y cada niño, cada hombre que en la vida ha sido, es o será un niño chico, debe elegir. Y ojalá que pueda elegir, que elija siempre el camino que le lleve a los otros. Ojalá que escuche al poeta cuando le dice en el hermosísimo poema En la Plaza, “…entra con pies desnudos. Entra en el hervor, en la plaza. Entra en el torrente que te reclama y allí sé tú mismo”.
              Disfrutad del poema.

Es el más pequeño de todos, el último.
Pero no le digáis nada; dejadle que juegue.
Es más chico que los demás, y es un niño callado.
Al balón apenas si puede darle con su bota pequeña.
Juega un rato y luego pronto lo olvidan.
Todos pasan gritando, sofocados, enormes,
y casi nunca le ven. Él golpea una vez,
y después de mucho rato otra vez,
y los otros se afanan, brincan, lucen, vocean.
La masa inmensa de los muchachos, agolpada, rojiza.
Y pálidamente el niño chico los mira
y mete diminuto su pie pequeño,
y al balón no lo toca.
Y se retira. Y los ve. Son jadeantes,
son desprendidos quizá de arriba, de una montaña,
son quizá un montón de roquedos que llegó ruidosísimo
de allá, de la cumbre.
Y desde el quieto valle, desde el margen del río
el niño chico no los contempla.
Ve la montaña lejana. Los picachos, al cántico de los vientos.
Y cierra los ojos, y oye
el enorme resonar de sus propios pasos gigantes por las rocas bravías.

domingo, 27 de enero de 2013

Receta.Albóndigas piñoneras.

Ingredientes para 12 personas. "Güenísimo y ligero"

3 bandejas de albóndigas de pavo.
Medio repollo.
1 bandeja de champiñones.
1 bolsita de piñones.
Dos pastillas de caldo de carne.
½  litro de vino blanco.
Un poquito de harina.
Aceite, pimienta y sal.

            Incrústense, con amor, cuatro o cinco piñones en cada albóndiga, espolvoréense con pimienta y sofríanse después levemente. Resérvense.
           Introdúzcase el aceite en el que se han sofrito las albóndigas en una cazuela, y sofríanse también, sin parar de remover, el repollo cortado a trozos medianos y los champiñones igualmente cortados a trocitos no muy pequeños. Cuando esté todo bien “pocho”, añádase el vino y un vaso de agua.
            Llévese a ebullición y, delicadamente, sumérjanse entonces las albóndigas y las dos pastillas de caldo. Que cueza a fuego medio.
       Cuando ya haya reducido bastante, añádase una cucharadita de harina disuelta previamente en agua. Siga cociéndose hasta que el caldo se vaya convirtiendo en salsa.
               Un buen vino, y el pan a mano, acompañan bien al plato.

               Y buen provecho. 

Series de fotos. Caminos 1.

              Para quien muchas veces ha deseado encontrar el camino, o ha andado con mucho tiento para no perderlo, sabe lo que significa el camino. Pero es que además, siendo una realidad muy concreta, necesaria y tantas veces deseada, trasciende a esta realidad, llenándose de profundos significados, elevándose así a la categoría de símbolo. Me gusta fotografiar caminos. Sí, cada foto es un símbolo, una realidad que señala otra más alta y más lejana, más honda y más íntima.

El camino pasa junto a una sabina en la Navas de Abejuela. Sierra de Javalambre. Teruel.
El camino discurre entre pinos, envueltos por las nieblas de la mañana. Aras de los Olmos. Valencia.
El camino bordea las paredes del pico Hierbas en la Sierra de de Chiva. Valencia.
El camino, pequeña carreterita, llega a Canales., en las estribaciones orientales del Javalambre. Castellón.
El pico del Buitre, de 1956 metros, cierra por el oeste el paisaje sereno de las Navas de Abejuela. Javalambre. Teruel.
En la fosa tectónica de Chera, el camino bordea el río que se remansará en el embalse del Buseo. Chera. Valencia.
El camino cruza los campos manchados de amapolas, en  Sácaras, junto a la Muela de Cortes. Jalance. Valencia.
Las flores del almendro vigilan el camino de Siete Aguas a la Sierra de Chiva. Siete Aguas. Valencia.

NOTA.
Si quieres ver más fotos, hay 100, pulsa el siguiente enlace Caminos 1.

jueves, 24 de enero de 2013

¡Qué regalo esta mañana!



¡Qué regalo esta mañana! Hacia las nueve, una tormenta breve, pero espectacular nos ha recordado que en estas tierras a veces también llueve, y mucho. El cielo negro, el viento recio, la lluvia intensa, algunos rayos y truenos…una mañana de enero, y por sorpresa.
Estaba en el colegio y nos hemos dejado llevar, mis alumnos y yo por el magnífico espectáculo. Hemos interrumpido la clase y apagado las luces del aula. Desde la penumbra que nos ha envuelto, a través de los ventanales, hemos admirado las furias desatadas de la naturaleza.
Veía la tormenta, y los veía a ellos disfrutando de la tormenta. Y yo he disfrutado de ambos espectáculos. Han sido no más de diez minutos, pero han valido la pena.
Reanudada la clase, aún con el cielo oscuro y lloviznando, alguien ha dicho: ¡mirad, ya viene el azul!, y otro, ¡qué cielo! Me ha parecido pura poesía, y... estábamos en clase de lengua y literatura.
Conserven siempre mis alumnos y yo mismo, esa capacidad de asombro y admiración ante la naturaleza poderosa y salvaje. Y ojalá se asombren y admiren también, y si no lo hacen aprendan a hacerlo, las pequeñas flores del campo, la brisa suave, el color malva del cielo del este al atardecer…

martes, 22 de enero de 2013

Me puse malito.

Aspecto aproximado del  virus que me atacó el  domingo por la noche.
Resulta que el domingo pasado por la noche me puse malito. Casi de repente, poco después de cenar, un virus venenoso de esos que hay por ahí sueltos, me dejó en "un tres y no res" hecho polvo. Hoy martes, ya voy remontando, aunque estoy hecho una piltrafilla. 
Y como estoy algo mejor, puedo pensar, y pienso, ¡qué negativos somos los humanos! ¿Por qué no disfrutamos y gozamos de la salud, de lo bueno, de lo hermoso en la misma medida que nos quejamos de la enfermedad, de lo malo y de lo feo?
Estamos bien, pero podemos enfermar; hoy me ha ido muy bien la faena, pero puede irme mal; un bosque es hermoso, pero pueden quemarlo.
Creo que deberíamos aprender a gozar y celebrar lo bueno, al menos, en la misma medida que sufrimos y lamentamos lo malo. Viviríamos mejor.

domingo, 20 de enero de 2013

Ética y deporte.

Puede ser bueno, muy bueno, pero hemos de hacer que sea bueno.

Voy a plantear un tema que a la vista de mucha gente, no haría falta plantear, lo sé, porque se presupone que es bueno, muy bueno para la educación: el deporte.
Pero es que resulta que puede no ser tan bueno, incluso puede ser absolutamente contraproducente para nuestros niños y adolescentes.
          Ahora bien, antes de entrar en materia, dejemos bien clara una cosa. El deporte  en sí mismo, es bueno y más aún, necesario para la educación de nuestros hijos. El problema no está en el deporte, está en cómo lo utilicemos; sucede algo así como cuando con un buen cuchillo de cocina, ideal para cortar jamón, uno se lía a dar cuchillazos a diestro y siniestro. La “culpa” no es del cuchillo.
En esta ocasión nos centraremos en uno de los muchos aspectos a considerar: el de la destrucción de la ética a través del deporte. Veamos un posible ejemplo.
           Rodolfín Buscapinos, de seis, ocho, doce, quince años, da igual, vive en Villaranas del Rey Sancho y pertenece a un equipo de fútbol, aunque bien podría ser otro deporte. Entrena dos veces a la semana y los sábados juega una liga de verdad, con espectadores, con árbitro (con tarjetas y todo), en un campo grandote…
         Rodolfín, Rodol para los amigos, hizo el sábado pasado una cosa… ¿buena, mala? Como iban a meterles un gol,  antes de entrar el contrario en el área, le sacudió, con discreción, una patadita que lo tumbó. Le sacaron tarjeta amarilla, pero no pasa nada. Gracias a Rodol, se evitó el gol, y al final pudieron acabar al menos con empate. Él sabía que eso, según el reglamento, no debía hacerse, pero... también sabía que era lo que tocaba hacer en ese momento, y que el “mister” después le diría, bien chaval, menos mal que cortaste la jugada, y que los compañeros aprobarían su acción, y que incluso su padre le diría: ¡que macho eres...!
Sé que no siempre pasa esto, pero pasa. Y cuando pasa digo yo, ¿sabéis vosotros lo que Rodolfín está aprendiendo? Está aprendiendo del modo mas eficaz de aprender, viviéndolo, que el fin justifica los medios, que más allá de la ley, está lo que a mí y los míos conviene, que incluso más allá del lo bueno y lo malo, está lo que a mí me interesa, lo que a los míos les interesa.
            Rodol, (para los amigos), está aprendiendo que en esta vida “o siegas o te siegan”. ¿Y sabéis lo que os digo?, pues... que lo que está aprendiendo es cierto, tan cierto como triste. Pero también os digo que no es el camino de la felicidad, ni de la madurez personal; no es el camino, desde luego, hacia la dignidad humana y una sociedad mejor. Y además, es exactamente lo contrario de lo que anuncia el Evangelio.
            En este momento alguien estará pensando: ¡venga hombre, no es para tanto, eso es sólo un juego!
            Sí, es sólo un juego, por eso me asusta, porque si por un juego hacen eso y queda justificado, cuando crezcan, cuando vivan la vida, cuando lo que esté en juego sea algo más que un triste gol, en un perdido campo de fútbol, ¿no harán lo mismo? Perdonad que no me crea eso de que sabrán diferenciar. Entonces, en la vida en serio, serán peores, porque habrá más en juego, porque habiendo mamado desde pequeñitos que el bien y el mal son mi bien y mi mal, y que la ley, la ética, la moral, pueden ser violadas por mil motivos personales y con la conciencia bien tranquila, no tendrán escrúpulos en tomar determinadas decisiones, que nunca deberían tomar.
            Y a lo mejor hasta les va bien... Pero, ¿es eso lo que queréis de vuestros hijos? Ahora, eso sí, no los volváis locos utilizando una medida en el deporte, otra en la escuela y otra en la calle. Si el fin justifica los medios, lo justifica en todas partes. No os engañéis. No les engañéis.
            Con lo bueno y útil que sería, que es el deporte, para enseñar a niños y jóvenes a ser personas honradas, limpias y honestas, no “figuritas”, campeones, y otras zarandajas de igual calaña... Pero claro, probablemente, tal como anda el mundo, quienes actúen así serán los últimos de la clasificación. Y eso, claro está, no “mola”, ni a los chavales, ni a los entrenadores, ni a los papás.
            Y ¡ojo!, sé que hay excepciones. Conozco excepciones. Pero mucho me temo que no hayan “bastantes excepciones” como para que, esta forma de vivir el deporte, no nos traiga a la larga, tristes consecuencias.
             ¡Bien por las excepciones!

Fueron ellos, mis padres.

Son fotos antiguas, pero es que hace tiempo de esto, y el tiempo deja su huella, también en las fotos.

En el valle de Hecho.
En la Artiga de Lin. Arán.
En el valle de Tena.
En el valle de Benasque.

Fueron ellos, mis padres, los que desde muy pequeño, nos indicaron a mis hermanos y a mí, el camino de las montañas. La Cañada y Fuente la Higuera, los lugares del primer encuentro.
Después, el paso del tiempo fue conduciéndonos por otras montañas: la sierra Calderona, el Javalambre, Sierra Nevada. El Pirineo, entrevisto desde viajes a Lourdes, a Andorra, al principio con un 600…Un primer viaje a  Ordesa…
La semilla estaba echada, y creció y fructificó.
Por eso es justo, que con el paso del tiempo, llegara el momento de ser nosotros los que les mostráramos ese mundo, que ellos nos habían señalado sin conocerlo apenas.
Han sido muchos los viajes que hemos hecho juntos. Muchos los paisajes, las excursiones, las cenas en pueblos, en refugios, en el monte. Hemos ido en primavera, en verano, en otoño y en invierno. Nos ha llovido y nevado. Ha lucido el sol. Hemos sentido, sufrido y gozado los cuatro vientos.
Pero de todos los viajes, son los de este tiempo de noches largas, nieves, fríos y lluvias, los que recuerdo de un modo más entrañable.
Quizá por ese ambiente dulce y sosegado, un punto melancólico, que tienen las montañas en estos meses del otoño y el invierno. Quizá porque tras las duras jornadas estivales, gozaba más del reposo que daba un día gris, lluvioso, o una mansa nevada, con quienes me habían enseñado el camino a aquella tierra, que ellos, aún sin casi conocerla, también amaban.
Ya mi padre realizó su última ascensión; sé que vela por nosotros, desde las cimas más altas, en la luz más pura y en el gozo más completo.
No puedo menos que agradecerle profundamente a él y a mi madre, que sigue deseando ir a los Pirineos, y va, cuantas más veces mejor, los tres regalos más grandes que me han hecho: la vida, la fe y las montañas.
Y siempre que voy, pero sobre todo en estos meses, tengo la sensación de que allí me encuentro con algo más que montañas y bosques, viendo con qué belleza, con qué serenidad, con qué paz se prepara todo para la primavera.

miércoles, 16 de enero de 2013

El misterio del metro a Ribarroja.



A lo largo de mi vida he tenido que convivir con diversos misterios, algunos de los cuales dejaron de serlo y otros han continuado siéndolo hasta hoy. Desde hace algunos años hay uno que me resulta profundamente intrigante. Es un misterio insondable, un enigma indescifrable que está aconteciendo en la villa en la que habito y trabajo hace más de treinta años.
Sita a orillas del Turia, y a veinte kilómetros de la ciudad de Valencia, Ribarroja estaba antaño comunicada con ésta por una vía férrea, por la que circulaba un tren que hacía gran servicio a estudiantes, damas, caballeros y demás habitantes que, o no tenían, o no podían, o no querían (cosa muy ecológica) utilizar su coche.
Se explicó en su momento que el tren dejaría de circular y se pondría en su lugar una línea de metro, alargando hasta aquí la que primero iba a llegar a la próxima ciudad de Manises. Bien. Más cómodo y todo.
Dicho y hecho. El tren voló un 31 de marzo de 2005 y vino el autobús provisional; pero no era lo mismo, no es lo mismo. Tiempo después, se iniciaron las obras de trasformación de la línea. La línea de metro llegó hasta Manises… aeropuerto… ¡Ya quedaba menos para que llegara hasta nuestra villa! Se puso el balasto, los raíles, tan monos ellos, los postes para la catenaria y… ¡huy!, ¿qué ha pasado? Llegó la crisis antes que la catenaria y ahí nos quedamos. Y el tiempo sigue pasando. Y seguimos sin catenaria, y los potenciales usuarios buscándose la vida como pueden.
Y este es el misterio. ¿Por qué estamos todavía sin metro, sólo porque falta la catenaria? El personal se pregunta:
A.- ¿Será por causas económicas?, ¿tan caro es electrificar diez kilómetros? Dicen que ocho millones de euros. Pese a la crisis, el Consell está invirtiendo en proyectos mucho más caros. ¿Por qué aquí no? Misterio misterioso.
B.- ¿Será por causas políticas? No es posible. En Madrid, Valencia y aquí manda el mismo partido. No es lógico un “autoputeo”.
C.- ¿Será porque no somos suficientes habitantes? Más de veintemil y en aumento, entre el pueblo y alrededores. ¿No es suficiente? Igual hay que criar más…
D.- ¿Será porque sólo protestamos de vez en cuando y civilizadamente? ¿Será porque no montamos numeritos que atraigan a los medios de comunicación, y hablamos entonces desgarradora e indignadamente delante de las cámaras?
         En fin, ¿qué será, será…? ¡Ché!, un misterio mondo y lirondo. Pero para mí, lo más misterioso de este misterio misterioso y en extremo enigmático es  lo siguiente: ¿no sabe el partido en el gobierno municipal, que si no viene el metro antes de las próximas elecciones, el coste electoral puede ser muy alto, quizá decisivo? Por la cuenta que le trae, debería coger la antorcha de la reivindicación con determinación y energía, porque si lo sabe y no actúa con contundencia, flipo; y si no lo sabe, cosa que no creo…, pues fliparía más todavía.
         Bueno pues eso, que flipo. Misterios insondables. Pero el pueblo sin metro. 

martes, 15 de enero de 2013

La injusticia, de Dámaso Alonso.


Dámaso Alonso añadió este poema a su obra Hijos de la ira, publicado en 1944, en la segunda edición de la obra. Algo que le tocó hondo le impulso a escribirlo. Y se nota. Es un poema estremecedor, terrible, impresionante desde el primer verso, que arranca desde lo más hondo del corazón de un hombre herido por la injusticia.
Es un poema para leerlo despacio, para dejar que entre en nosotros, que nos envuelva. Cuando siento el hálito de la injusticia cerca de mí, y es muchas veces, me resulta liberador.
Sí, libera decir, quizá en el silencio de la intimidad, “mancha lóbrega, reina de las cavernas, hosco sol de negruras”. Libera describir sus horrores, su presencia infame en la vida del hombre, desde la infancia hasta la vejez.
¿Y el final del poema? La imagen es brutal. Ante el monstruo atroz, inmenso, terrible, a modo de duelo imposible, se yergue un hombre, “dulce niebla, centro cálido, pasajero bullir de un metal misterioso que irradia la ternura”, y le planta cara. Le dice “podrás herir la carne, podrás retorcer el alma como un lienzo”, pero no podrás contra ”la brasa del gran amor que fulge dentro del corazón, bestia maldita”.Y aún reconociéndola “reina del mundo”, le advierte “no morderás mi corazón, madre del odio”.
Triunfa el hombre que ama, débil, cálido, tierno. Ante la jauría que ladra furibunda en el hondón del bosque, ante el vaho de ponzoña de su lengua, ante las espinas de sus podridos cardos, ante sus látigos de sierpes que flagelan las cumbres, ante el jinete terrible cabalgando en las rojas melenas del ocaso, se hiela la  carne, aúlla el alma, pero el hombre, amarrado al amor como un naufrago a su tabla, aguanta, resiste. Es su grandeza.
El hijo de la injusticia es el odio. Su enemigo mortal el amor, porque es la única fuerza capaz de destruirla, aniquilando así al hijo de sus entrañas.
Leed el poema sin prisa, disfrutadlo. Dejaos llevar. Desahogaos.

¿De qué sima te yergues, sombra negra?
¿Qué buscas?
                           Los oteros,
como lagartos verdes, se asoman a los valles
que se hunden entre nieblas en la infancia del mundo.
Y sestean, abiertos, los rebaños,
mientras la luz palpita, siempre recién creada,
mientras se comba el tiempo, rubio mastín que duerme a las puertas de Dios.

Pero tú vienes, mancha lóbrega,
reina de las cavernas, galopante en el cierzo, tras tus corvas pupilas, proyectadas
como dos meteoros crecientes de lo oscuro,
cabalgando en las rojas melenas del ocaso,
flagelando las cumbres
con cabellos de sierpes, látigos de granizo.

Llegas,
oquedad devorante de siglos y de mundos,
como una inmensa tumba,
empujada por furias que ahíncan sus testuces,
duros chivos erectos, sin oídos, sin ojos,
que la terneza ignoran.

Sí, del abismo llegas,
hosco sol de negruras, llegas siempre,
onda turbia, sin fin, sin fin manante,
contraria del amor, cuando él nacida
en el día primero.

Tú empañas con tu mano
de húmeda noche los cristales tibios
donde al azul se asoma la niñez transparente, cuando apenas
era tierna la dicha, se estrenaba la luz,
y pones en la nítida mirada
la primera llama verde
de los turbios pantanos.

Tú amontonas el odio en la charca inverniza
del corazón del viejo,
y azuzas el espanto
de su triste jauría abandonada
que ladra furibunda en el hondón del bosque.

Y van los hombres, desgajados pinos,
del oquedal en llamas, por la barranca abajo,
rebotando en las quiebras,
como teas de sombra, ya lívidas, ya ocres,
como blasfemias que al infierno caen.

...Hoy llegas hasta mí.
He sentido la espina de tus podridos cardos,
el vaho de ponzoña de tu lengua
y el jirón de tus alas que arremolina el aire.
El alma era un aullido
y mi carne mortal se helaba hasta los tuétanos.

Hiere, hiere, sembradora del odio:
no ha de saltar el odio, como llama de azufre, de mi herida.
Heme aquí:
soy hombre, como un dios,
soy hombre, dulce niebla, centro cálido,
pasajero bullir de un metal misterioso que irradia la ternura.

Podrás herir la carne
y aun retorcer el alma como un lienzo:
no apagarás la brasa del gran amor que fulge
dentro del corazón,
bestia maldita.

Podrás herir la carne.
No morderás mi corazón,
madre del odio.
Nunca en mi corazón,
reina del mundo.

            Y para acabar, si queréis oirlo recitado por el propio Dámaso Alonso, pulsad el siguiente enlace.
La injusticia. Dámaso Alonso.

domingo, 13 de enero de 2013

Bisaurín. Ascensión en la borrasca. Octubre de 2010.

Subiendo los últimos metros.
Abismos de la cara norte.
El Bisaurín se queda entre nubes.
El bosque nos recuerda que es otoño.
El 9 de octubre de 2010 subí al Bisaurín. Esta montaña de 2669 metros, situada en el valle de Hecho, la he subido ocho veces, en las cuatro estaciones y por rutas distintas. Me gusta.
En esta ocasión fui con mi amigo José Ángel. Fue una ascensión especial. Venía una borrasca por el oeste y para que no nos pillara, intentamos llegar a la cima antes que ella, de tal modo que hacia las dos y media de la madrugada salimos del refugio de Lizara, con el cielo aún estrellado. En el collado del Foratón, nos encontramos la borrasca y nosotros. Llegó antes de lo previsto. De noche, con un viento un poco bestia, lloviznando a ratos y con una niebla espesa, llegamos más solos que la una, a la cima. Al llegar rayaba el alba y pudimos apagar las linternas. ¡Emocionante! Mucho frío.
Regresamos al collado y bajamos por el sendero al refugio de Gabardito, ya con un tiempo más tranquilo, que luego volvería a complicarse. Allí nos esperaba la familia.
Aunque la ruta la hicimos sin nieve, el track es prácticamente el mismo que si estuviera nevado. En este caso hay que controlar el riesgo de aludes en algunos puntos (informarse en el refugio). Y ojo entonces con las cornisas de la cima. Sin nieve, la ascensión no tiene ninguna dificultad.
Respecto a las comidas, este valle es una pasada. Aconsejo muy vivamente, el restaurante de la Borda Bisaltico, el bar Subordán de Hecho, los menús de los refugios de Gabardito y Lizara y el increíble chiringuito del haya "benefactora" en la Selva de Oza.

NOTA:
    Para ver una selección de fotos de la ascensión pulsa el siguiente enlace Bisaurín. Ascensión en la borrasca.
     Si quieres el track está en wiquiloc. Pulsa a continuación Bisaurín. 9 de octubre de 2010.

viernes, 11 de enero de 2013

¿Móviles con contrato?


Faroleando por la red, encontró Isabel este interesante testimonio sobre la utilización de los teléfonos móviles. Los señores Hoffman, de Cape Cod (Massachussets, EEUU) regalaron a su hijo Greg, de 13 años, un iPhone; pero junto al deseado regalito, llegó también un contrato en el que se estipulaban 18 condiciones para que Greg disfrutara de su “juguetito”, quedando claro que si incumplía alguna de las condiciones, el contrato quedaba roto, y el iPhone volvía a sus padres.
¿No es una buena idea?¿Por qué no nos planteamos regalar a los niños móviles “con contrato”?¿Por qué se los regalamos normalmente demasiado pronto y sin condiciones? ¿Por qué no controlamos en serio el uso que hacen de él? Aquí está a modo de ejemplo, el contrato que tuvo que firmar Greg para disfrutar de su iPhone.

1. Es mi teléfono. Yo lo he comprado (la madre). He pagado por él. Yo te lo cedo.

2. Siempre sabré la contraseña.

3. Si suena, responde. Es un teléfono. Di hola, sé educado. Nunca ignores la llamada si es de tu padre o de tu madre. Nunca la ignores.

4. Danos el teléfono a las 19,30h si al día siguiente tienes clases, y a las 21.00h el fin de semana. Se apagará durante la noche y se volverá a encender a las 07.30h. Respeta los horarios de las otras familias, como a nosotros nos gusta que también se respete el nuestro.

5. El teléfono no irá contigo al colegio. Conversa con la gente con la que luego te mandas mensajes. Es una habilidad social.

6. Si se te cae a la bañera, al suelo o se rompe, tú eres el responsable de pagar la reparación. Debes tener ese gasto previsto.

7. No uses la tecnología para mentir o vacilar a nadie. No participes en conversaciones que pueden herir a otros. Sé un buen amigo o al menos aléjate de esas situaciones.

8. No envíes mensajes, correos o contactes con gente con la que no lo harías en persona.

9. No converses por el teléfono móvil con las personas a las que no traerías a casa.

10. Nada de porno. Busca en internet información y compártelo conmigo. Si tienes cualquier duda pregunta a alguien. Preferiblemente a tu padre o a mí.

11. Apágalo o ponlo en silencio cuando estés en público. Sobre todo en los restaurantes, cines o cuándo estés hablando con una persona. No eres maleducado, no dejes que un iPhone cambie eso.

12. No envíes o recibas imágenes de las partes íntimas de nadie. No te rías de eso. Algún día estarás tentado aunque seas muy inteligente. Es peligroso y pude arruinar tu adolescencia. Es una mala idea. El ciberespacio es más grande y poderoso que tú. Y es difícil hacer que algo desaparezca, incluida la mala reputación.

13. No hagas fotos y vídeo de todo. No hay necesidad de documentar tu vida entera. Vive tus experiencias. Se almacenarán en tu memoria para siempre.

14. De vez en cuando deja el teléfono en casa y siéntete seguro con la decisión. No es una extensión de cuerpo. Aprende a vivir sin él.

15. Descarga música nueva o vieja, pero diferente de la que escuchan millones de personas al mismo tiempo. Tu generación tiene acceso a más música canciones como nunca nadie ha tenido antes. Disfruta de la ventaja. Expande tus horizontes.

16. Los juegos de palabras, puzles, o los de entrenamiento mental son los mejores.

17. Mantén los ojos abiertos. Mira el mundo que pasa a tu alrededor. Mira por las ventanas. Escucha a los pájaros. Da paseos. Habla con desconocidos. Pregúntate sin usar google para responderte.

18. Si pierdes el rumbo te quitaré el teléfono. Nos sentaremos a hablar sobre ello y empezaremos de nuevo. Tu padre, tú y yo estamos siempre aprendiendo. Estamos contigo y estamos juntos en esto.

            ¿Qué os ha parecido? Yo creo que no es tan descabellado hacer algo así. Y tenéis derecho a hacerlo. Tenéis derecho. Escribid un contrato, lo habláis, lo explicáis y le invitáis a firmarlo. Y si no quiere y se enfada, que se enfade, es su derecho. Pero si no hay contrato, no hay móvil. Es muy importante tomarse el tema de los móviles en serio. Es una herramienta muy potente y tan útil como peligrosa. ¡Cuidado!.

            Así como para dejar a vuestros hijos en manos del colegio o del médico, pedís unas garantías de que van actuar adecuadamente por el bien de ellos, cuando dejéis a vuestros hijos en manos del móvil, ¿qué garantías tenéis de que el aparatito va actuar adecuadamente y por el bien de vuestros hijos? Porque la realidad es que, no está el móvil en manos de ellos, sino ellos en manos del móvil.

            Volveremos sobre el asunto.

NOTA:

            Ya sé que abordar este tema, según edades, es difícil y si ya llevan años con el móvil, también. Pero vale la pena intentarlo. Y si aún no lo tiene, hacedlo bien desde el principio.

jueves, 10 de enero de 2013

Montcorbison invernal. Enero de 1982.

Jesús y Paz en la cima del Montcorbison. 3 de enero de 1982.
Laderas vírgenes del Montcórbison. 3 de enero de 1982.
Un breve descanso en la ascensión. 3 de enero de 1982.

Fue en enero de 1982. ¡Qué jóvenes éramos! ¡Qué ansia de conocer valles nuevos! ¡Qué ganas de subir montañas! ¡Qué placer de estar en la nieve!...
Habíamos subido al valle de Arán el día uno, y estuvimos hasta el cinco. Había mucha nieve, y hacía un frío que pelaba, pero fuimos, ¡cómo no!, en tienda.
La cima elegida fue el Montcorbison. Montaña hermosa y muy accesible que nos ofrece un panorama rotundamente hermoso, espectacular, de ensueño; y más cuando el paisaje está, como estaba entonces, nevado.
El Montcorbison es la montaña que más veces he subido en mi vida. He estado en su cima en veinticinco ocasiones, en todas las estaciones y en las más diversas condiciones meteorológicas. Solo y acompañado. En fin, podía decir que es…“mi montaña”.
Aquel 3 de enero de 1982 la subía por segunda vez, y me acompañaban mis muy queridos amigos, Herr Basilovich y la Pazuela, o sea Jesús Basilio y Mari Paz. En aquel viaje, aparte de la ascensión, hicimos una excursión por Conangles y paseamos por Arán. ¡Qué diferente era entonces el valle! ¡Qué diferentes nosotros!
¿Pero sabéis qué, Paz y Jesús? Que es motivo de gran alegría, que después de tantos años sigamos subiendo montañas, juntos; sigamos acampando en tienda; que las ansias de seguir ascendiendo permanezcan intactas; que el placer de estar allá arriba sea más intenso, más hondo si cabe, que entonces.
Además nuestra amistad está fraguada en la montaña, y se ahonda cada vez que volvemos a ella. Vemos que ha pasado el tiempo, y que la montaña nos sigue llamando. Y cuanto más mayores somos, más urgencia tenemos de atender a su llamada y más profundas son las consecuencias de hacerlo. ¿A que sí?
Bueno pues a disfrutar de las fotos. Ya sabéis que son diapositivas digitalizadas, pero “mola” verlas.

Y por cierto, veréis que salimos muy poco en las fotos. Es que entonces los carretes eran caros y teníamos ojos y… dinero solo para ese mundo que estábamos descubriendo. Nosotros sobrábamos en las fotos.

NOTAS: Si quieres ver más fotos pulsa el enlace Montcorbison invernal  y si quieres algún track para subir la montaña, pídemelo, tengo varios diferentes.

miércoles, 9 de enero de 2013

Ideas para educar. 3.4 Coherencia en nosotros. Hacer lo que decimos.


1.-CONOCER:
1.1 ¿Qué es realmente un niño?

2.-PREVENIR:
2.1 Desde la cuna.

3.-INTERVENIR:
3.1 Acuerdo total papá-mamá.
3.2 Control de la familia extensa.
3.3 Control de otros agentes educativos.
3.4 Coherencia en nosotros. Hacer lo que decimos.
3.5 Normas claras y concretas. Las precisas.
3.6 Hablar poco. “No comerle el coco”.
3.7 Ignorar conductas no deseadas. Reforzar las deseadas.
3.8 No mostrar que controla nuestro estado de ánimo.
3.9 No exigirle lo que no somos capaces de hacer nosotros.
3.10 Valorar si vale la pena “entrar en combate”.
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            Le digo gritando, ¡no grites! Le recrimino que es un  guarro y tiro la colilla al suelo. Le pido que me escuche cuando le hablo, y sigo mirando la tele cuando me habla. Le obligo a comerse las lentejas, pero yo nunca pruebo el pescado…
            Es uno de los fallos más frecuentes en los educadores, nuestra falta de coherencia. Una falta de coherencia a veces tan exagerada, que puede llegar a dar hasta risa, sino fuera porque…estas cosas no da risa.
            Y el problema es que tanto los niños como los adolescentes son especialmente sensibles a la falta de coherencia, aunque ellos también sean incoherentes. Nos “la pillan” enseguida, y entonces, quizás sin darnos cuenta, perdemos ante ellos toda autoridad moral. Y luego, cada vez, nos hacen menos caso, ¡claro!
            Coherencia significa que entre lo que pensamos, decimos y hacemos, o no existe diferencia, o existe una diferencia mínima. Si yo pienso que no hay que gritar, digo que no hay que gritar, sin gritar. Si pienso que el niño no ha de ser un guarro, le digo que no haga guarradas y no las hago yo. Si pienso que es bueno que nos escuchemos, le exijo que me escuche cuando le hablo, y le escucho cuando me habla él. Si pienso que ha de comer de todo, le obligo a que coma de todo, pero yo también como de todo…
            Es más difícil de lo que parece esto de la coherencia en uno mismo, y educar en la coherencia, es el más difícil todavía. Pero es importante, y hay que hacerlo, porque la coherencia, como casi todo, también se aprende. Y además, porque educar en la coherencia fortalece tres principios básicos de la conducta específicamente humana: la reflexión, la asertividad y la voluntad.
            La coherencia supone, primero un pensamiento, una reflexión; luego el ser capaz de verbalizar oportunamente ese pensamiento, la asertividad; y finalmente, la voluntad de actuar en consecuencia con lo dicho. Lo pienso, lo digo y lo hago. El niño debe aprender esto.
            Las personas coherentes nos atraen, nos inspiran confianza, nos dan seguridad, nos merecen respeto, aunque no pensemos como ellos. En la coherencia vemos solidez, claridad, transparencia, autenticidad. Las personas coherentes educan aún sin saberlo, porque actúan de modelo, dan ejemplo, y como todos sabemos, se educa con el ejemplo.
            Y además, los cristianos tenemos precisamente en Jesús, al hombre coherente hasta las últimas consecuencias. 

domingo, 6 de enero de 2013

Queridos Reyes Magos, deseo...



La última clase antes de las vacaciones, felicité las Navidades a mis alumnos de 2º de secundaria, y les pregunté sobre el sentido de la expresión con la que les había felicitado, “¡feliz Navidad!”. Quedó claro que lo que hacíamos con esta frase era desear que las personas a las que se lo decíamos fueran felices. Y entonces les dije: “pues eso, feliz Navidad, deseo que seáis felices”, y añadí, “pero, ¿qué necesitáis para ser felices?”. Aquello se convirtió en una carta a los Reyes Magos. Fui anotando en la pizarra todo lo que decían que necesitaban para ser felices…cosas, muchas cosas, mil cosas, aunque hay que decir, en honor a la verdad, que hubo alguna que otra tímida excepción.
Luego pregunté, ¿de verdad, de verdad tener esto os hará felices…de verdad?; ¿y sabéis qué me dijeron?, que no, así de claro, que no. Pregunté entonces ¿qué necesitáis pues para ser felices, qué necesitamos para ser felices?, y alguien dijo “el amor”. Ante tan lapidaria respuesta dije: “eso no vale, esa palabra, sin más, no significa nada; concreta, concreta más”. Y tanto que concretaron cuando alguien dijo : “que nos quieran”. Sí, eso dijeron mis alumnos de 2º. Les hace felices que les quieran y poder querer. Y hablaban en serio, sé que hablaban en serio.
Atención papás, escuchadles. Necesitan sentirse queridos, necesitan vuestra presencia, vuestra atención, vuestro tiempo. Necesitan poder quereros, necesitan veros queriéndoos y si eso no puede ser, al menos respetandoos…
Desde esta perspectiva, sí podemos hablar del amor. Ellos necesitan ver a su alrededor y vivir la experiencia del amor, pero del amor no sólo como una emoción, un impulso, que surge y a duras penas controlamos, sino yendo más allá, como un acto libre y voluntario que me lleva a ser de verdad feliz, haciendo felices a los otros.
Y al acabar la clase les deseé, desde lo más hondo, ¡feliz Navidad! Y ellos sabían qué les estaba deseando. Y la carta a los Reyes Magos que había en la pizarra, encontró su verdadero lugar cuando alguien dijo: “bueno, eso no estaría mal, pero no es lo importante”.

Ejemplo de aplicación práctica.
Los Reyes le traen “la maquinita” al nene y así, él está contento y a nosotros deja de darnos la vara. Al nene le gusta, claro, pero también sabe que no es lo importante. Lo sabe. 

sábado, 5 de enero de 2013

Reyes de 1985.

Llegamos a Barruera. Ahora andando a Durro. 1 de enero de 1985.
Subiendo a la Pala de Ginebrell a 21º bajo cero. 3 de enero de 1985.
En la cima de la Pala de Ginebrell. 3 de enero de 1985.
Montañas vírgenes. Hoy hay aquí una estación de esquí. 3 de enero de 1985.
En la explanada de san Quirce.
Así dejamos Durro el día 5 de enero.
Habíamos ido un grupo de juniors de la parroquia, el día 1 de enero de 1985, a Durro, en el valle de Bohí, a pasar unos días. ¡Y bien a gusto los pasamos! El regreso fue otra historia... El día 5, por la mañana, salimos con la intención de llegar a casa la noche de Reyes. Llegamos a primera hora de la tarde del día 7.
Un inesperado y fuerte temporal, entrando por el sur, provocó una intensa nevada al encontrarse con las bajísimas temperaturas que había en los Pirineos. Cuando salimos de Durro apenas nevaba, pero pronto arreció la nevada y en Puente Montañana la carretera ya estaba cortada y el pueblo atestado de toda la gente que se había quedado atrapada. Pedimos ayuda al cura, mosén Joan, que se portó muy bien con nosotros. Nos invitó al festival de Reyes, en el que colaboramos con nuestros cantos y guitarras. El festival se hizo en el local que el mosén, nos lo había dicho ya, nos dejaría para dormir. Luego, la cena en el bar y la oración en una pequeña capillita románica a las afueras del pueblo antes de acostarnos. Primera noche. Era la Noche de Reyes.
Al día siguiente, rumbo al sur. Hacia media mañana abrieron la carretera. Había mucha nieve y hacía mucho frío, aunque ya no nevaba. No llegamos muy lejos. El vetusto autobús con el que íbamos, tan solo llegó, y porque al final lo empujamos, a Tolva, el pueblo siguiente. Se le había congelado todo. Allí, la gente también se desvivió por nosotros. Nos refugiamos en el bar a donde los vecinos venían a ofrecernos sus casas por si teníamos que pasar allí la noche. Mientras, buscábamos por teléfono otro autobús que nos devolviera a Ribarroja. Ninguno se atrevía a subir al Pirineo. Al fin, la Guardia Civil de Benabarre encontró en un pueblo próximo, al que tuvieron que ir andando, un autobús, cuyo conductor se ofreció a hacer el viaje, pero al día siguiente. Entonces, para que estuviéramos todos juntos, y fuera así más fácil salir por la mañana, el alcalde nos ofreció los bajos del ayuntamiento, que estaba de reformas, donde instaló estufas para que no pasáramos frío. El termómetro en la calle no subía de los 20 grados bajo cero. Segunda noche. Era la noche del día de Reyes.
Y por fin, el día 7, de buena mañana, salimos rumbo a casa a donde llegamos a primera hora de la tarde.
Aquí había preocupación: “uns dies tan senyalats y el xiquets perduts, allá en les muntanyes nevades”. Pero nosotros no estábamos perdidos; al contrario, nos sentimos muy acogidos, sentimos el calor de la gente, su esfuerzo porque estuviéramos cómodos en todo momento, su cariño...
Recuerdo muchísimos momentos de aquellos días, pero hubo dos, al menos para mí, muy especiales.
Uno fue en Puente Montañana cuando cantamos en el festival de Reyes con la gente, con los niños del pueblo. Éramos todos uno. Contrastaba el calor humano, amable y próximo con el frío intenso que había al otro lado de los cristales velados…
Otro, cuando en Tolva, a las 12 en punto de la noche, en el bar del pueblo, apagaron las luces, y todos a coro, nosotros y los vecinos que nos hacían compañía, entonamos el cumpleaños feliz, mientras sacábamos de la cocina, una tartita improvisada (una magdalena), con dos velitas; una para Mª Ángeles que había cumplido años ese día y otra para Toni que los cumplía el día que empezaba. Fue un momento emocionante, mágico. El entorno también era mágico…
Sí, aquello fue otra historia. No tuvimos que llegar a casa para ver qué nos habían traído los Reyes, aquel año. Sus majestades vinieron a donde estábamos nosotros, a las montañas, aquel 1985.
Comimos bien con el poco dinero que llevábamos, dormimos calientes, nos sentimos protegidos por gente que no conocíamos de nada. Sí, los Reyes, vinieron en medio del temporal, con el frío, con la nieve, y nos trajeron de regalo la maravillosa experiencia de que después de todo hay mucha, mucha gente buena en el mundo, y eso es bonito, eso da paz.
Aquel largo regreso sí fue un regalo de Reyes inolvidable.

NOTA:
            Si quieres ver más fotos de aquel viaje, pulsa Reyes de 1985.