FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

jueves, 28 de febrero de 2013

8 de la tarde del 28 de febrero de 2013.


Ahora, en estos momentos, a las ocho de la tarde del veintiocho de febrero del 2013, Benedicto XVI, deja de ser Papa.
Y se ha ido dando muchas veces las gracias, y diciéndonos que ya no es más que un peregrino que va a recorrer el camino que le quede en esta tierra, en oración y en meditación por la Iglesia y el mundo.
No tengo, no tenemos nadie, perspectiva histórica para entender y apreciar cabalmente la profundidad de lo que está sucediendo, ni las consecuencias que tendrá, pero estoy convencido que las tendrá, y buenas, entre otras muchas cosas que ahora se nos escapan, porque Joseph Ratzinger, con su decisión, ha puesto el dedo en una de las llagas más sangrantes de nuestro mundo: la del poder, la autoridad no ejercida como servicio, que es lo único que la legitima. El poder pese a quien pese, caiga quien caiga, más allá de lo razonable, más allá de lo soportable.
No es una rendición, no. Es un acto de suprema coherencia. La autoridad como  servicio a los demás. Y si ese servicio no puede ser ya el que los demás necesitan, por las limitaciones humanas reconocidas y asumidas, humildemente me retiro; es lo que nos ha dicho, es lo que ha hecho.
Gracias Santidad. 

martes, 26 de febrero de 2013

Cartas a Laura I


Hola Laura:

            Sé que mientras te escribo estas líneas es posible que estés trabajando en el hospital, y estarás trabajando en un hospital, porque resulta que eres médico.
¿Sabes cuándo me di cuenta de eso realmente? Pues cuando hace algún tiempo, estando pachucha Isabel, llamé para hacerle una pregunta a tu padre, mi hermano,  acerca de su “pachuchez”, y me dijiste que no estaba. Iba a colgar, cuando me dije ¡rayos cebolleros!, si Laura también es médico, y entonces te hice la pregunta a ti, y me respondiste. Ya ves; hasta ese momento, lo sabía pero no lo sabía. Fue un momento muy especial.
Ha sido la historia de tu vocación una historia bonita, muy bonita. Una historia en la que coherencia ha sido la palabra clave. Ilusión, trabajo, esfuerzo, sacrificio, también, pero sobre todo coherencia.
Has hecho lo que mucha gente no hace. Desear algo y poner los medios para conseguirlo. Así de sencillo, así de difícil. Pensamiento, palabra y obra en la misma línea. ¡Si vieras lo cansado que estoy de repetir esto, una y mil veces, en mi quehacer cotidiano! ¡y los líos que me ha traído hacerlo! Recuerdo aquella mamá que se enfadó mucho conmigo porque le dije delante de su niño, que era ridículo hablar de la universidad mientras “el nene” siguiera suspendiéndolo casi todo, simplemente por pasarse el día haciendo el imbécil. ¡Huy, cómo se enfadó! Me dijo que estaba cortándole las alas a su hijo, hundiéndolo en la miseria, cuando lo que hacía era intentar sacarlo de ella. En fin, gajes del oficio.
Volvamos a la luz. La palabra coherencia, Laura, debería estar en tu escudo heráldico el día en que te lo hagas. Y la coherencia, que te ha llevado a donde tú querías ir, deberá seguir siendo uno de los faros de tu vida.
Y para acabar, te diré otra cosa. La coherencia da paz, nos dignifica. Y en un trabajo como el tuyo… ¡jo! qué difícil te será a veces, pero qué hermoso.
Hasta otra.

            Un besito, de Isabel y Jesús.

domingo, 24 de febrero de 2013

Pedraforca. Febrero de 1986.


Un helicóptero sobrevuela La Enforcadura.
La sierra del Cadi desde la cresta del Pedraforca.
Panorama al sur, hacia La Enforcadura.
Roca y nieve en la cresta.
Javi en la cresta. Al fondo la cima del Pollegó Superior, la más alta del macizo ,de 2506 metros.
De regreso, pudimos ver la montaña en todo su esplendor, mostrándonos el itinerario de ascensión.
El 22 de febrero de 1986, ascendí con Javi de Valencia,  y José Antonio, Juanba y Quique, unos amigos de Ribarroja, al Pedraforca. Es esta una montaña singular, muy característica, y al menos desde mi punto de vista, de una extraordinaria belleza. Es una montaña que embruja, que atrae poderosamente, que sorprende cuando la ves por primera vez, y que ya no se olvida.
La mejor época para subirla es cuando está nevada, siempre que la nieve esté en buenas condiciones, y no haya riesgo de avalanchas. En verano es más pesada por las fuertes pendientes pedregosas que hay que remontar. Si hace mucho frío, harán falta los crampones y por supuesto el piolet.
Dormimos en el refugio Lluis Estasen, situado en un entorno precioso, al pie de la espectacular cara norte de la montaña. La subimos y la bajamos por el mismo itinerario. Ascendimos directo al collado llamado Enforcadura, y desde allí, por la empinada pero sencilla canal que lleva a la cresta, alcanzamos fácilmente la cima.
Fue muy bonito ir abriendo huella, pues nadie había subido desde las últimas nevadas, y era todo nieve virgen. Esto le añade a las ascensiones invernales un toque muy especial.
Era sábado. Hizo muy buen tiempo. El domingo salió gris y frío; no era día de cimas. Pero el Pedraforca, tuvo el detalle de dejarse ver entero cuando ya nos volvíamos a casa. Parecía mentira que hubiésemos estado allá arriba.
De esto hace ahora 27 años y dos días.

NOTAS:
Para ver las fotos de la ascensión (diapositivas digitalizadas) pulsa el enlace: 
Pedraforca, febrero de 1986.

sábado, 23 de febrero de 2013

23 F, y yo en "la mili".


23 de febrero de 1981. Aquella tarde merendaba chocolate con pastas en casa de mi amigo Ramón. Estaba la radio puesta, y oímos en directo lo que sucedió en el congreso.
Nos asustamos, claro, pero el susto gordo me lo llevé yo por el hecho de que, por aquel entonces, estaba haciendo “la mili”, y justamente esos días estaba de permiso en casa.
Ahora lo recuerdo como si fuera una película, como si aquello no me hubiera pasado a mí. Pero me pasó.
Yo no quería hacer “la mili”, pero la alternativa podía ser la cárcel, y ¡claro! la hice. Y además hice “mili” de soldado, como tropas de intervención inmediata y con golpe de estado. ¡Perfecto! Ahora bien, en honor a la verdad he de decir, que el trato que recibí tanto de los compañeros como de los superiores, fue exquisito; y eso ayudó mucho a sobrellevar una “mili” difícil, con miedo, con acuartelamientos frecuentes, con muchas maniobras, muchas guardias, atentos siempre a las noticias de la radio, y eso sí, con memorables salidas a Madrid (estaba en El Goloso) con los compañeros, de las que guardo grata memoria.
Pero aquella noche, hace ahora 22 años, a estas horas, veía desde mi casa en Valencia, entrar los carros de combate por el puente de Ademuz, mientras escuchaba el escalofriante bando del Milans del Bosch, y veía el horror en la cara de mis padres, que ya sabían lo que era una guerra... Y ahora, su hijo era un soldado.
Cuando habló el Rey, en aquel breve pero inolvidable discurso, me acosté, aunque dormí poco y mal, como todos en casa, como en tantas casas…
Al día siguiente, fuimos a la manifestación por la democracia y la libertad, como millones de españoles, y acabamos cenando, felices, en el bar Ricardo.
Ahora, no puedo evitar entristecerme, al recordar aquella alegría, aquella ilusión por una sociedad nueva y mejor, por una España que ya no dolía, como decía Unamuno, sino que ilusionaba y lanzaba a un futuro prometedor, y ver 22 años después, a dónde hemos llegado. Es muy triste.
Pero por mal que lo hayan hecho, que lo han hecho; por sinvergüenzas que hayan sido, que lo han sido; por no estar a la altura de las circunstancias, que no han sabido estar; por ganas que tengamos muchos de hacer justicia por nuestra cuenta, que las tenemos… nunca, nunca el camino puede ser otra noche como aquella.
También en política, sólo se rompe la cadena del mal, devolviendo bien por mal. No nos queda otra. Por difícil que sea. 

El derecho a rendirse.


           La competición, la victoria, los triunfadores, el podium, el reconocimiento, los aplausos… ¡qué placer! Es este el motor que nos mueve muchas veces en nuestra vida, a veces sin darnos cuenta, otras de un modo muy explícito. En el deporte, evidentemente, pero también en nuestra vida laboral y social, la búsqueda del éxito es el fuego que alimenta la lucha que esta búsqueda nos exige.
            Y me parece muy bien. Lo veo algo muy humano y muy respetable. Incluso diría que necesario para el progreso personal y social.
            Otra cosa es saber qué va a ser para mí triunfar, y qué armas voy a utilizar en la inevitable lucha para ello. Esto ya es harina de otro costal; pero no voy a ir por aquí en este artículo.
            Me encamino por otra senda. La de la derrota, la del fracaso, la del que tras larga y dura pelea, dice “ya no más, me rindo”, “¡basta ya!”.
            Esto es lo que reivindico en este artículo: el derecho a rendirse. Y lo reivindico frente a los discursos bonitos y las frases lapidarias que, con ese toque de adolescencia perpetua, nos dicen ¡rendirse, jamás!
Pienso que cuando alguien ha entregado, durante largos años, lo mejor de sí mismo, en una lucha por conseguir algo legítimo, y cuando, quizá ya cerca de la meta (en ocasiones el triunfo es simplemente llegar a la meta), exhausto, cansado de la rudeza del combate, sigue recibiendo golpes, y se encuentra ya sin fuerzas para aguantar uno más, ya sin fuerzas, y se rinde, debe ser respetado. Porque no es cobardía. Es reconocimiento de sus propias limitaciones. Reconocimiento de su propia fragilidad.
Y esto, debe ser respetado. Y tanto más respetado si las armas utilizadas en el combate han sido las debidas, y la meta por la que se ha peleado era poder acabar en paz el camino iniciado muchos años atrás. Y el podium, algún que otro “gracias” sincero. No más.
Pero ¿sabéis lo que pienso? Que aunque el éxito nos alegra, no nos lleva necesariamente a la felicidad, y aunque al rendirnos, la derrota, nos entristece, es a menudo un camino hacia la Luz; es, en cristiano, un camino a la Cruz.
Y llegados aquí, al margen ya del camino, habiendo tirado la toalla, en la soledad de la derrota, acompañado por los pocos que acompañan al vencido, sólo quedará decir despacio, con R. Tagore:  ¡no sea yo tan cobarde, Señor, que quiera tu misericordia en mi triunfo, sino tu mano apretada en mi fracaso!
Tristeza sí, pero tristeza preñada de esperanza. Esperanza de nuevos caminos, nuevos combates. Porque, después de todo, la única pelea en la que no podemos rendirnos jamás es la de la vida. 

miércoles, 20 de febrero de 2013

Feliz cumpleaños, Isabel.


Quiero felicitarte en tu cumpleaños, hoy 20 de febrero, recordando y celebrando cuatro ascensiones muy significativas en tu vida y en la mía. Ahí van, por ti. Con el deseo de que sigas, muchos, muchos años gozando de esta entrañables tierra a la que tanto queremos.
21 de agosto de 1987. Aneto. Desde Remuñe a La Besurta. Tormenta guarecidos en el chiringuito. Vivac en el ibón del Salterillo. Llegada a la cima muy temprano. Tú y yo solos en lo más alto del Pirineo. Era tu primera ascensión pirenaica. Regreso por la vía normal, al final corriendo contra la tormenta llegamos a la tienda. Luego tres días de mal tiempo.
4 de agosto de 1991. Desde La Besurta, por Paderna, subimos al segundo pico de las Maladetas occidentales, y allí, en la cima, a 3220 metros, dormimos al raso. Era casi luna llena, y a esa altitud, la luz en plena noche era indescriptible. Creo que dormiste poco…Al amanecer me despertaste. Recuerdo que vimos muy juntos la salida del sol. Hacía frío. Fue sublime. Bajamos por Cregüeña a los Baños.
5 de agosto de 1992. Midí, d´Ossau. Sé que te resultaba increíble estar en la cumbre de esa montaña que te llamó nada más la conociste. Recuerdo la “pájara” que te cogido subiendo. Tus ganas de llegar arriba pese a sentirte mal. La emoción intensa de verte exhausta y feliz, allá en lo alto.
15 de agosto de 1994. Ya por la tarde te veo en la cima de la Pica Longa del Vignemale. Habíamos subido, cargados con mochila de marcha, por la diagonal de Cerbillona, atravesando inmensos acantilados sombríos para llegar a la luz del glaciar oriental. ¡Qué esfuerzo!¡qué voluntad!¡qué alegría! Quizá fue lo mas intenso de aquella memorable travesía de Panticosa a Pineta, a la que no ibas a venir…La pared, cuando la viste te pareció inaccesible. ¿Por dónde?¿cómo voy a subir allí? Y subiste, tomaste la iniciativa en el paso difícil, hiciste cima, y bajaste feliz por el glaciar.
Solo alguien que ha escuchado la voz de las montañas, que ha sentido su llamada, hace estas cosas. A mí, tan solo me cabe el honor de ser quien te dijo: ¡ve!, es posible.
¡Feliz cumpleaños!

Aneto, 3404 metros.
Maladeta occidental 2, 3220 metros.
Midi d´Ossau, 2884 metros.
Pica Longa del Vignemale, 3298 metros.

domingo, 17 de febrero de 2013

Ordesa. Bodas de oro.

Saliendo del parking.
Bosque de hayas.
Alud en el fondo del valle.
Llegando a las Gradas de Soaso.
La carta de mis alumnos.
El Circo de Soaso.

Tal día como hoy, hace 28 años estaba en el Pirineo, en mi viaje número 50, las "bodas de oro". Fui con Álvaro, un chaval de Alcoy que por entonces vivía en el pueblo, y un personaje misterioso, pues no logro recordar quién era; ni viéndolo en las fotos  lo reconozco. Si alguien lo identifica, agradecería que me lo dijera.
El lugar elegido fue el valle de Ordesa. El día fue cerrado y oscuro, pero no nevaba. Eso sí, hacía mucho frío. Llegamos con esquíes de travesía hasta el circo de Soaso, a través de un valle totalmente colmado de nieve y solos.
Allí, en aquel entorno soberbio, solitario, frío, aquel día, oscuro, recuerdo que me agaché y besé el suelo nevado. De eso sí me acuerdo perfectamente. Agradecí todo lo vivido hasta ese momento, y deseé con toda mi alma, seguir conociendo y recorriendo más y más las montañas; a menudo, el conocimiento es amor.
Después leí una bonita carta que mis alumnos, conocedores del evento, me habían escrito y firmado.
Mucho tiempo ha pasado desde entonces, muchas cosas han cambiado, pero después de ascender cientos y cientos de cimas, de recorrer valles, de gozar y de sufrir, más gozar, desde luego, hoy, casi 30 años después, sigo deseando, con más fuerza si cabe, seguir subiendo montañas.
Y es que como he dicho, el conocimiento, a menudo es amor, y el amor, si es auténtico, no tiene límites.

NOTA:
            Si quieres ver las pocas y vetustas fotos de aquel viaje, pulsa el enlace Ordesa. Bodas de oro. Y si reconoces al misterioso personaje dime quién es.


jueves, 14 de febrero de 2013

San Valentín en Roma.

Plaza Nabona.
El Coliseo.
Nosotros frente al Coliseo.
Vosotros frente al Coliseo.

Fue esta noche, a estas horas, hace dos años. Una gozada. Isabel y yo, y unos amigos, cenamos la noche del 14 de febrero, en la plaza Nabona. Luego un paseo, disfrutando de la noche romana hasta el Coliseo, donde no había nadie. Todo para nosotros. Roma para nosotros, aquella noche de San Valentín.
¿Te acuerdas Paula?, ¿te acuerdas Pepe? Isabel y yo nos acordamos mucho. Un bonito recuerdo. Un muy bonito recuerdo, que nos dejó ganas de más ¿a que sí? De seguir viviendo juntos muchas noches como aquella.
Feliz día de San Valentín a todos.

Te quiero, de Mario Benedeti.

...y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos.
        Este poema de Mario Benedeti, popularizado, entre otros cantantes por Nacha Guevara, no necesita comentario. ¡Me encanta!. Léelo y óyelo. Es el día de San Valentín.
        Para ti, Isabel.

Tus manos son mi caricia,
mis acordes cotidianos,
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.

Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo,
y en la calle codo a codo,
somos mucho más que dos.

Tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada,
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro,

tu boca que es tuya y mía,
tu boca no se equivoca,
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía.

Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo,
y en la calle codo a codo,
somos mucho más que dos.

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

Y porque amor no es aureola,
ni cándida moraleja,
y porque somos pareja
que sabe que no está sola,

te quiero en mi paraíso,
es decir, que en mi país
la gente viva feliz,
aunque no tenga permiso.

Si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

(Si quieres oirla pulsa a continuación)


miércoles, 13 de febrero de 2013

Unidad en ella, de Vicente Aleixandre.


            Es como un caleidoscopio de imágenes, sensaciones, sugerencias, que van de lo romántico a lo erótico, de lo carnal a lo espiritual, creando un conjunto sorprendente.
            Disfrútalo, deja que te sugiera...   


Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma extensa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que se me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

Deja, deja que mire, teñido del amor
enrojecido al rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.

martes, 12 de febrero de 2013

Desmayarse, atreverse, estar furioso...de Lope de Vega.

En el arte como en el amor, la ternura es lo que da la fuerza. Lope de Vega.
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

            Este soneto de Lope de Vega, coetáneo de Quevedo es explícito, claro y directo. Tiene ritmo. Brío. Nos dice en una avalancha de adjetivos, las sensaciones, las experiencias, que el amor provoca en el hombre, sensaciones y experiencias a menudo contradictorias, “áspero, tierno”, “difunto, vivo”, “leal, traidor”. También violentas y arrebatadoras “no hallar fuera del bien centro y reposo”, “enojado”, “ofendido, receloso”.
          Por otra parte nos habla de los riesgos que conlleva el amor, “beber veneno por licor suave, olvidar el provecho, amar el daño”, quizá para acabar dando “la vida y el alma a un desengaño”. Es el riesgo de amar; el gran riesgo de amar.
         Y al final, compartiendo su experiencia con nosotros escribe “esto es amor, quien lo probó lo sabe”. Pero, con permiso de Lope de Vega, yo me pregunto, de verdad, de verdad ¿es esto el amor? 
             Bueno, sea o no, el poema es muy, muy bonito.

lunes, 11 de febrero de 2013

Muchas gracias, Santidad.

...con plena libertad declaro mi renuncia al ministerio...
Tres veces en 2000 años, la última hace 598. Sorprendente. Inesperado. Histórico. El Papa Benedicto XVI, poco antes de cumplir los ocho años de pontificado, renuncia por reconocer su incapacidad de administrar bien el ministerio que se le ha confiado, a causa de su falta de vigor para gobernar la barca de San Pedro. Y se despide agradeciendo el amor que le han mostrado y pidiendo perdón por sus defectos.
Habrá lecturas varias, interpretaciones diversas. Se dirán cosas ciertas y sabias y muchas tonterías. Mientras Joseph Ratzinger se retirará, en silencio, a orar.
Un profundo respeto y una gran admiración han sido los primeros sentimientos que la noticia me ha producido.
Sí, me produce respeto y admiración esa capacidad de asumir públicamente su falta de fuerzas, su propia y humana debilidad, y actuar coherentemente con esa capacidad. Y me llena de gozo ese testimonio que nos ha dado, de que, en cristiano, la autoridad es servicio,  y porque precisamente la autoridad es servicio, el Papa renuncia a ella, al no verse con el vigor, con la fuerza necesaria para cumplir con ese servicio. Evangelio puro. ¡Qué testimonio!
Hoy, 11 de febrero de 2013, es un día para la historia. Y un día hermoso. Un día de gozo, porque Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, nos ha recordado a todos que hoy en día, se sigue pudiendo actuar de acuerdo con el evangelio; en Roma también. Y no lo ha hecho con escritos, con discursos, sino con su propia vida. Con su decisión valiente y coherente.
No, no tengo miedo. Al contrario. Veo al viento del Espíritu interviniendo en la historia, al ver al mismísimo Papa de Roma, retirarse humildemente, diciéndonos es que ya no puedo, a orar por la Iglesia, a orar por el mundo.
Muchas gracias, Santidad.

A continuación transcribo el texto íntegro de la renuncia del Papa. Un sencillo texto para la historia. El texto de un hombre de Fe.

Queridísimos hermanos,

Os he convocado a este Consistorio no sólo por las tres canonizaciones, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado repetidamente mi conciencia ante Dios, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, por mi edad avanzada, no son las más aptas para ejercer adecuadamente el ministerio de Pedro.
Soy consciente de que este ministerio, por su esencia espiritual, tiene que ser cumplido no sólo con las obras y las palabras, sino también sufriendo y orando. Por otro lado, en el mundo de hoy, sujeto a rápidos cambios y agitado por cuestiones de gran relevancia para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el evangelio, es necesario también que el vigor, sea del cuerpo, sea del alma, vigor que en los últimos meses ha disminuido en mí de tal modo, como para reconocer mi incapacidad de administrar bien el ministerio que se me ha confiado.
Por esto, bien consciente de la gravedad de este acto, con plena libertad, declaro mi renuncia al ministerio de Obispo de Roma, sucesor de San Pedro, a mí confiado por mano de los cardenales el 19 de abril de 2005, en modo que desde el 28 de febrero de 2013 a las 20 horas, la sede de Roma, la Sede de San Pedro, estará vacante y será convocado por aquellos a quienes compete, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
Queridísimos hermanos, os agradezco de verdadero corazón por todo el amor y todo el trabajo con el que habéis llevado conmigo el peso del ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora confiamos la Santa Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, nuestro Señor Jesucristo, e imploramos a su Santa Madre María para que asista con su bondad materna a los padres cardenales en la elección del nuevo Sumo Pontífice.
Por lo que a mí respecta, también en el futuro, querré servir de todo corazón con una vida dedicada a la oración, a la Santa Iglesia de Dios.


Amor constante más allá de la muerte, de Francisco de Quevedo.

Nadar sabe mi llama el agua fría...

El jueves, 14 de febrero es San Valentín, el día de los enamorados. Para preparar el día, he seleccionado tres poemas bien distintos. Así vamos entrando en ambiente. Hoy lunes, el primero. Todo un clásico.

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;

Mas no, de esotra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

Este poema, algo difícil de entender si no se está acostumbrado al lenguaje del siglo XVII, y en particular al de Quevedo, está considerado uno de los más bellos poemas de amor de la lengua castellana.

Primero hay que conocer el mito griego de la laguna Estigia, que dice que al morir y separarse el alma del cuerpo, ésta ha de cruzar la tenebrosa laguna a bordo de la barca de Caronte, dejando antes todos sus recuerdos. Es la ley. Pero el amor del poeta es tan intenso, que desafía esta ley: "mas no, de esotra parte, en la ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama el agua fría, y perder el respeto a ley severa”. La llama del amor cruza pues la laguna, ya que el alma que ha albergado ese amor no puede resignarse a olvidarlo, “nadar sabe mi llama el agua fría”.

Después, los dos tercetos hay que unirlos adecuadamente para entender el último verso. El alma se separará del cuerpo, mas no lo olvidará, lo seguirá cuidando. "Alma a quien todo un dios prisión ha sido, su cuerpo dejará, no su cuidado". Las venas que han llevado la sangre, que han dado la vida a ese cuerpo amante, serán ceniza, pero habrán tenido sentido. "Venas que humor a tanto fuego han dado, serán ceniza, mas tendrá sentido". Y al final, ese amor intenso, que ha llegado hasta la misma médula de los huesos, hasta lo más hondo, hará en virtud de su fuerza infinita, que cuando se conviertan en polvo, ese polvo siga enamorado. "medulas que han gloriosamente ardido, polvo serán, mas polvo enamorado".

Ciertamente es un poema genial. Eso sí; hay que leerlo varias veces entenderlo cabalmente. Nos está hablando del amor con mayúsculas, nos está recordando que el verdadero amor es más fuerte que la muerte, porque después de todo, es el fruto precioso de la vida a la que da pleno sentido, y a la que finalmente trasciende. “Polvo serán, mas polvo enamorado".

domingo, 10 de febrero de 2013

Receta.Garum.



Esta es una receta para los más atrevidos, para los que les gusta hacer experimentos culinarios y no temen a los sabores nuevos y diferentes. Es la receta del garum, la salsa romana por excelencia. Ellos la usaban para todo. Está buena.
Hay que decir que los romanos no la hacían exactamente como digo aquí, pero el resultado es parecido. Hacerla como ellos la hacían, sería… simplemente peligroso.

Ingredientes:

Una lata de anchoas con su aceite.
Dos cucharadas de vinagre.
Unas veinte aceitunas negras deshuesadas.
Un poco de orégano.
Un poco de comino.
Un poco de pimienta.
Dos cucharadas de salsa de soja.
Una cucharada de miel.

          Júntese todo en una batidora, y bátase. Y ya está. Luego déjese reposar unas horas. Fácil, ¿eh? Si queda demasiado espesa, añádase el caldo de las aceitunas hasta obtener la densidad deseada. A mi me gusta espesita.
            Salsa de sabor fuerte, distinto. Muy buena para acompañar carne o pescado, mezclarla con pasta o comerla en rebanadas de pan. Ahora bien, si no gusta, no gusta.

             ¡Atrévete con ella! Roma te contempla.

NOTA: Esta receta está sacada del libro que me regaló Isabel, Recetas con historia de Ángeles Díaz Simón, muy recomendable a quien le guste la cocina y la historia, como es mi caso.

Una tarde cualquiera.

         Una tarde cualquiera de finales de enero. Una escapadita no prevista. Un cambio de tercio, como se dice en los toros. En un plis plas, me planto en la sierra Calderona, en un rinconcito donde nunca me he encontrado a nadie, un rinconcito secreto.
El sol, el monte, las flores, los pinos, el cielo y las nubes, el silencio, el crepúsculo, la noche, noche de luna casi llena.
Y cuando me envuelven las sombras, regreso. Ha sido poco tiempo, pero hondo, denso. Parece como si todo se hubiera reubicado otra vez. Una bocanada de aire limpio, de paz, de sentido. La belleza absoluta, aquí, cerca de casa. Y en la quietud de la montaña, la contemplación.
Además, disfruté aquella tarde de un regalo especial: un espectacular halo solar. ¿Qué más se puede pedir?

Las flores de almendro se recortan contra el cielo azul.
A contraluz son un bonito espectáculo.
Una halo solar, totalmente inesperado me sorprende.
Hace de la tarde algo mágico. 
A la belleza del halo, le sigue la apoteosis de color del crepúsculo.
Apoteosis que me gusta disfrutar, en pie, frente al cielo.
Mientras, por el este, la luna aparece por detrás de las montañas.
Y poco a poco se eleva en el cielo, mientras cierra la noche.

jueves, 7 de febrero de 2013

Convivencias de secundaria.

...es que estamos muy bien, ¿por qué nos hemos de ir?
Ese algo más... yo sé que era Él.

Cansados pero contentos. Así hemos vuelto de las convivencias de primero y segundo de secundaria. ¡Muy bien, lo han hecho muy bien! En todo momento, de día y de noche, a la hora de jugar y a la hora de trabajar, a la hora de rezar y a la hora de dormir. Muy bien. Los hermanos que viven en la casa nos han dado, reiteradamente, la enhorabuena.
Sí, bien por todos. Por los papás, que han confiado en nosotros y “se han rascado el bolsillo” en estos tiempos que corren. Por los tutores, que han acompañado, en el sentido profundo de la palabra, a sus alumnos, desde el principio. Por los monitores, que han trabajado duro y muy bien.  Por Juan, que lleva tiempo preparando esto, que no ha parado un momento, y que nos ha hablado muy claro de Dios. Por los hermanos de La Salle, que nos han cuidado de categoría. Por los compañeros, que nos han visitado y “endulzado”, o que han trabajado en el “cole”, en la organización o en sustituciones, por ejemplo, para que pudiéramos estar nosotros aquí. Y sobre todo, por nuestros alumnos, que como he dicho desde el primer momento, lo han hecho genial.
Y algo más, ha habido algo más, porque  la suma de todo esto, por mucho que sea, que lo es, no da el resultado que hemos tenido. El resultado es más que la suma de las partes. Sí, ha habido algo más, alguien más, y yo se que ese alguien más... era Él.
Han pasado cosas bonitas, muy bonitas. Cosas de esas que se quedan, que provocan cambios. Que alegra verlas, escucharlas y mucho más vivirlas.
Hoy mismo me decía una alumna. “Podíamos quedarnos más. Es que aquí tenemos todos una actitud… ¡que estamos muy bien!”. Y es verdad. Estábamos todos muy bien.
Yo he vuelto con la certeza, y esto, afortunadamente, me ha pasado muchas veces en educación,  de que he recibido más que he dado, y siempre que me pasa esto, siento una inmensa gratitud hacia mis alumnos, y alegría. Pienso que eso es lo mejor que le puede pasar a un “maestro”. Gracias, “tiparracos” y “tiparracas” de primero y segundo.
Pero también he vuelto con otra certeza. ¡Qué mal nos lo montamos¡ ¡Qué lejos estamos de lo esencial! ¡Qué lejos del hombre! ¡Qué lejos de la vida! Programaciones, documentos, registros, calidades, órdenes, decretos, resoluciones, consellerías, inspecciones, auditorias…Es este un camino árido, frío, triste, sin luz; un camino que nos aleja del centro; un camino que siendo tan solo pura herramienta, acaba comiéndose casi todo; sí, casi todo. ¡Qué diferencia con el que hemos gozado apenas, estos días ¡Había luz, vida, calor, humanidad, sentido, encuentro, alegría, paz…Como decía mi alumna: “¡es que estamos muy bien! ¿por qué nos hemos de ir?”

martes, 5 de febrero de 2013

¡Cómo lo odio!


Sé que son ciclos naturales, que nada podemos hacer, que tiene su función en el equilibrio ecológico, pero ¡¡¡ya está bien!!!
Llevamos ya mucho tiempo sin llover, sólo ese viento seco de poniente, de mistral, de tramontana, ese viento horrible. Un día tras otro, una semana tras otra, el odioso viento.
El monte está  seco, muy seco, y sobre las miles de hectáreas quemadas, y las pocas verdes que nos quedan, sigue aullando el exasperante, el asqueroso viento seco, a veces frío, a veces caliente, pero siempre seco, seco, seco...irritantemente seco.
Está siendo un invierno nivoso en las montañas del norte. Me alegro de verdad por ellas. Me alegro por mis queridos Pirineos. En general, en España está siendo un invierno de frío, agua y nieve. Un buen invierno. Un bendito invierno.
Pero aquí, en las comarcas litorales y prelitorales de la Comunidad Valenciana, en nuestras humildes sierras, está siendo horrible. Viento. Solo viento. Nada más que viento.
Y el pasado otoño fue escaso en lluvias y también muy ventoso. El verano largo y seco, con grandes ventoleras. Fue terrible, devastador. Y la “lluviosa” primavera mediterránea, tuvo de todo menos de lluviosa. ¡Qué año maldito!
¿Es que ha caído sobre nosotros una maldición bíblica? No lo sé, pero sí sé que se están abriendo las puertas al desierto. Y los monstruos que babean por las ciudades y reptan por los campos con su guadaña de fuego y ceniza, se aprestan para quitarnos el poco verde que nos queda. Lo tienen fácil, muy fácil. Y tengo miedo.
Y mientras, impasible, el viento sigue soplando, seco, persistente, odioso, mil veces odioso.
¡Cómo lo odio!
Y el problema es que sé que el odio sólo hace daño a quien lo siente; pero ¡cómo lo odio!

NOTA:
Esto es un desahogo. Acabo de ver el parte meteorológico y…con perdón, ¡¡¡joder!!!