FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Venid a mi los que estáis cansados.


A la izquierda se ve el monje, a la derecha la torre donde sonaban las campanas.
Una tarde mustia de invierno regresaba yo de un paseo por la sierra, cuando los tañidos claros y limpios de las campanas de la Cartuja de Portacoeli, llamaron mi atención. Me detuve para escucharlas mejor en el silencio del monte, contemplando el magnífico edificio. Y allí, en un rinconcito lo vi; allí estaba, un monje con su hábito blanco.
El momento fue especial. Aquel hombre, el monasterio, las montañas, los pinares antaño frondosos, el silencio de la tarde, la luz que declinaba, el tañer de las campanas… Sentí una repentina sensación de paz. Intuí otras formas de vida tan diferentes a las nuestras, que el contraste resultaba incluso violento.
Me quedé un buen rato, hasta que cayó la noche. Por algunas ventanas se veía luz. Imaginé que pronto se reunirían para el rezo de vísperas. A lo lejos, hacia el sur, el resplandor de Valencia iluminaba el cielo, bajo por las brumas del mar.
Muchas veces me acuerdo de aquella tarde. Sobre todo cuando me canso, me agobio, me hacen daño a mí o a la gente a la que quiero, cuando la paz parece irse como el agua entre los dedos y no sé cómo retenerla. Entonces me acuerdo de aquella tarde. Y recordándola, la tengo muy viva en la memoria, me hace bien recitar estos dos textos de la Biblia:

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Salmo 130

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mí yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.

Mateo 11

sábado, 28 de septiembre de 2013

Una triste comida.

En muchísimas situaciones sería necesaria esta señal.

Estábamos este verano comiendo Isabel y yo en Hecho, en el bar Subordán, del que ya he hablado en este blog (entrada del 1 de septiembre de 2013) cuando en una mesa próxima a la nuestra se sentaron un  padre con sus dos hijos. El menor tendría unos 7 u 8 años y el mayor 15 o 16.
De entrada observamos que faltaba el elemento femenino. Eso siempre me da un poco de pena si la causa del tal ausencia es trabajo, separación o fallecimiento. Distintos grados y modos de pena, pero pena al fin y al cabo. Pero esto es harina de otro costal. De lo que voy a hablar es de lo que sucedió después.
Tras hojear la carta, pidieron la comida a Arturo y a renglón seguido, ambos retoños, sacaron sus móviles y se enfrascaron en ellos. El padre, miraba a ninguna parte. No había comunicación alguna entre ellos. Luego, cuando llegó la comida la engulleron, mientras seguían en el móvil, y finalmente, ya hacia el postre, el padre sacó también el suyo…y se hundió en él, como sus hijos. Pagaron y se fueron, pendientes los tres del aparatito. No les vimos cruzar más que algún que otro monosílabo.
Nos pareció la situación triste, tristísima y lo que en ella acontecía terriblemente absurdo. Y no pude evitar el contraste entre aquello y las inolvidables tertulias que en esas mismas mesas hemos tenido tantas veces, celebrando la ruta del día, preparando la próxima, recordando aventuras pasadas, siempre hablando desde lo hondo, cara a cara, gozando de la compañía real de mucha gente.
¿Somos conscientes los adultos, educadores y no educadores, de las consecuencias profundas que está teniendo el uso del móvil en nuestros niños, en nuestros jóvenes y en nosotros mismos?¿Somos conscientes de que muchas de estas consecuencias son gravemente perjudiciales?¿Somos conscientes de que cuando vayamos a darnos cuenta puede ser ya tarde para reconducir muchos comportamientos?¿Somos conscientes de lo que nos estamos perdiendo por culpa del mal uso de estos artilugios?
Para mí, tan importante es el esfuerzo por llegar a la cima y la intensa satisfacción de alcanzarla, como la “charraeta” junto al fuego en la montaña, o en el barete del pueblo. En esas conversaciones, junto al “sopinstant”, o ante a unos huevos fritos con patatas o un chuletón de ternera con  buen vino, café y copa, lo ya hecho alcanza su plenitud, y lo que está por hacer va tomando forma, casi como toma forma la obra de arte en manos del artista.
En esos momentos, como en otros tantos, (un padre comiendo con sus hijos, por ejemplo) un maldito móvil está de sobra, como no sea, en nuestro caso, para consultar el parte meteorológico; dos minutos no más y cerrarlo.
Como en otros aspectos, la tecnología va muy por delante de nuestra capacidad de utilizarla adecuadamente. Y eso, siempre se paga.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

¿Quién dice que en estas tierras no se nota el otoño?

¿Quién dice que en estas tierras no se nota el otoño? Sigue haciendo calor, demasiado; no llueve, ojalá lo hiciera y pronto; pero la naturaleza sigue su curso y de mil maneras nos dice que el verano quedó atrás. ¡Claro que se nota el otoño! Sólo hay que abrir los ojos para verlo.
Aquí tenéis algunas fotos otoñales, hechas en la sierra Calderona, la primera tarde tras el equinoccio.

El otoño es tiempo de frutos.
En un rincón de la Sierra Calderona los árboles nos recuerdan que es otoño.
Y las hojas doradas de uno de los pocos robles de la sierra, también nos lo anuncian.
Algunas flores, pocas pero muy hermosas, siguen dando color a la tierra aún seca.
Y en los nopales (chumberas) el contraste del rojo y el verde cautiva.
Y más cuando se recorta contra el cielo azul, levemente velado por nubes altas.
El sol se pone poco a poco en un cielo que va dorando.
Hasta que envuelto en púrpura y rojo se oculta tras las montañas.
La luz que queda ya alta y lejana.
Y al fin, la noche cae sobre el bosque. A lo lejos quedan las últimas luces. En la montaña enseguida hará frío.

martes, 24 de septiembre de 2013

Ideas para educar. 3.8 No mostrar que controla nuestro estado de ánimo.


1.-CONOCER:
1.1 ¿Qué es realmente un niño?

2.-PREVENIR:
2.1 Desde la cuna.

3.-INTERVENIR:
3.1 Acuerdo total papá-mamá.
3.2 Control de la familia extensa.
3.3 Control de otros agentes educativos.
3.4 Coherencia en nosotros. Hacer lo que decimos.
3.5 Normas claras y concretas. Las precisas.
3.6 Hablar poco. “No comerle el coco”.
3.7 Ignorar conductas no deseadas. Reforzar las deseadas.
3.8 No mostrar que controla nuestro estado de ánimo.
3.9 No exigirle lo que no somos capaces de hacer nosotros.
3.10 Valorar si vale la pena “entrar en combate”.
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“Me vas a matar a disgustos”,”mira como estoy de triste por tu culpa”,”mira a tu padre, que no tiene ni ganas de cenar”…y además gritos, golpes, pérdida evidente de papeles, cambio de planes porque “con el soponcio que nos has dado”…y más, verdad, y mucho más.
Mal camino éste si lo recorremos con frecuencia. Mal camino. Es una de las formas más rápidas de conseguir que los niños nos controlen a nosotros en vez de nosotros a ellos.
Pensemos un poco. ¿Qué conseguimos con estas afirmaciones y estos comportamientos? Dos cosas, a cada cual peor. Primera: crear en ellosl un sentimiento de culpa que en nada les beneficia, pues aunque sean unos bichos, peores que Barrabás, nos quieren. Segunda: que descubran que son capaces de controlarnos hasta el punto de afectar directamente nuestro estado de ánimo, de hacer que variemos nuestra conducta en función de la suya.
De este modo, crecerán con indeseables sentimientos de culpa y aprendiendo a ser unos manipuladores. Porque no lo dudéis, si un niño sabe que puede manipular a papá, a mamá, al “profe” o a la “profa”, lo hará en beneficio propio siempre que le interese, y ¡claro! demasiadas veces, lo que los niños quieren, lo que les apetece, lo que piensan que es bueno para ellos, pues va y no lo es; ¿a que no?
Pero fijaos en una cosa. No he dicho que no controlen nuestro estado de ánimo. Muchas veces lo hacen, ¡y tanto que lo hacen! Lo que digo es que no se den cuenta de que lo están haciendo. Que mantengamos el tipo.
Ignorar las conductas no deseadas (punto 3.7) y mantener la calma y la serenidad aunque por dentro se nos lleven los diablos, es mano de santo. Difícil, sí, no lo niego, pero extraordinariamente eficaz.
La autoridad ejercida desde la calma, aunque sea aparente, desde el control de uno mismo, no solamente es muy eficaz como acabo de decir, sino que inspira en los niños una gran confianza hacia esa autoridad y les envuelve en una atmósfera de seguridad que les beneficia en todos los aspectos.
Pensad que vuestro hijo, por puro instinto, va a tratar de controlar y dominar su entorno y vosotros formáis parte de él. Y pensad también que os quiere un montón. Estos dos impulsos, el de dominaros y el de quereros, a menudo son contradictorios. Y las contradicciones emocionales generan mucha ansiedad y más a quienes todavía no saben identificar y gestionar sus propios sentimientos y emociones.
No dejéis que os domine y será más feliz y todo irá mejor en casa. Crecerá libre de sentimientos de culpa innecesarios y perturbadores y no habiéndose educado en la manipulación, sabrá identificar a los manipuladores, de los que sabrá defenderse. Y esto, en la sociedad en la que vivimos es garantía de libertad, de dignidad y a la postre un paso más en el camino de la felicidad.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Feliz otoño.

Ayer, a las 22 horas y 44 minutos, se acabó un verano que aunque parece no querer irse, tiene los días contados. La nueva estación ya está aquí; en nuestros montes ya se nota, poco, pero se nota.
Con estas fotos del último plenilunio antes del equinoccio, hechas en nuestras montañas, muy cerquita de casa, os deseo un feliz otoño.
La última luna llena del verano, grande y redonda, se elevaba entre los pinos, por el este, mientras el crepúsculo nos regalaba un deslumbrante ocaso “todo empurpurado, herido por sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera”, como dice Juan Ramón Jiménez en el capítulo de Platero y yo titulado Paisaje grana.
Disfrutad de las fotos y del texto en este comienzo del otoño.

Al oeste el cielo "empupurado, herido de sus propios cristales", desde la Rodana Grande.
El cielo retiene la luz mientras el pinar se sume en la noche.
La luna llena surge de entre las brumas de levante.
Pronto, grande, redonda, rojiza se hace dueña del cielo.
Regresando, el camino baja al fondo de un barranco y pierdo la luna, pero pronto vuelve a aparecer entre los pinos.

La cumbre. Ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el pinar verde se agria, vagamente enrojecido; y las hierbas y las florecillas, encendidas y transparentes, embalsaman el instante sereno de una esencia mojada, penetrante y luminosa.
Yo me quedo extasiado en el crepúsculo. Platero, granas de ocaso sus ojos negros, se va, manso, a un charquero de aguas de carmín, de rosa, de violeta; hunde suavemente su boca en los espejos, que parece que se hacen líquidos al tocarlos él; y hay por su enorme garganta como un pasar profuso de umbrías aguas de sangre.
El paraje es conocido, pero el momento lo trastorna y lo hace extraño, ruinoso y monumental. Se dijera, a cada instante, que vamos a descubrir un palacio abandonado... La tarde se prolonga más allá de sí misma, y la hora, contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable...
- Anda, Platero...

Juan Ramón Jiménez

sábado, 21 de septiembre de 2013

¿Por qué en Suiza sí y aquí no?


Viernes, 20 de septiembre, 10 horas, 15 minutos, bar Stop, Ribarroja. Cenamos a la fresca un plato de sepia con champiñones y otro de huevos rotos con patatas y foie. Todo muy bueno. La cerveza, muy fresca. La luna, casi llena, brilla en el cielo. La conversación, a media voz, es grata.
Pero algo va a romper el encanto del momento. Llega un monovolúmen, se detiene a escasos metros de donde estamos cenando y el conductor o “conductriz”, no sé,  baja de él. No para el motor del coche. Al momento, quien ha bajado, ya se que es una fémina, vuelve al coche y se queda de charreta con el copiloto que no ha bajado del vehículo. El motor sigue en marcha cinco minutos, seis minutos, diez minutos, nos acercamos al cuarto de hora. El motor sigue en marcha. La charreta continúa. El motor también continúa haciendo run,run,run. Mis ganas de levantarme, ir y girar yo la llavecita de contacto, se acrecientan.
Pero entonces, la “conductriz” recoge del bar una bolsa de comida, que es lo que parece que estaba esperando, sube al coche y ¡por fin! se va. Se vuelve a estar bien. La luna vuelve a brillar y la conversación vuelve a ser grata, a media voz.
¡Se tiene que ser imbécil! Sólo la imbecilidad puede conducir a una persona (o persono) a tirar el dinero porque sí, a contaminar el aire innecesariamente y a molestar estúpidamente al personal. La solución: darle a la llavecita de contacto, y ya está. ¿Fácil no?
Pues parece que no, porque esta situación la sufro demasiadas veces. Y entonces pienso en Suiza, por ejemplo, donde cuando el semáforo está en rojo, desde el tercer coche hacia atrás, paran el motor. Recuerdo un día que estando detenido yo en un semáforo, detrás de varios coches, en un pueblo llamado Sión, en el precioso valle del Ródano, un policía, amablemente me indicó con un evidente gesto de su mano, que diera la vuelta a la llavecita. 
¡Qué diferencia, eh! ¿Por qué allí sí y aquí no? Es que somos la leche. Falta conciencia de demasiadas cosas o sobra gelipollez. O las dos cosas. No lo sé.

viernes, 20 de septiembre de 2013

La extraña ascensión al Secus. Agosto de 2013.

Desde la entrada a Aguas Tuertas ,vemos teñirse las montañas con la luz del amanecer.
La extraña mole del Secus, nuestro objetivo, iluminada por el sol.
A la derecha del Achar de los Hombres la luna llena se oculta tras las crestas rojas del Ñetera. El momento es mágico.
Cielo azul, rocas blancas y rojas, hierba muy verde. El Secus atrae poderosamente.
Desde el Achar de los Hombres la cara norte de la punta Costatiza impacta.
Ya de regreso, un sarrio nos contempla desde las paredes de la Punta del Huerto.
El pasado 23 de agosto, luna llena, Vicente, Alejandro, Miguel Ángel y yo, disfrutamos de una de las excursiones más alucinantes que se puede hacer en el valle de Hecho. Es la ascensión al pico Secus de 2354 metros.
El recorrido es de lo más variado, los horizontes que se dominan amplios y espectaculares, el terreno “raro de narices” predominando el rojo y el verde, y además, normalmente te pasas el día solo en la montaña, lo que facilita el poder disfrutar de sarrios, marmotas, buitres…
Salimos de la barrera de la pista de Guarrinza, atravesamos, con las primeras luces el increíble llano de Aguas Tuertas, subimos por el barranco de La Roya hasta el Achar de los Hombres, collado de una belleza tan extraña como indescriptible. Desde allí, por un claro sendero ascendente llegamos al Secus; inmensos panoramas. Luego, haciendo una visita al próximo Pico Rueda, nos adentramos en el barranco de La Loma, todo él rojo y verde, para tras subir la aguda Punta del Huerto, bajar de nuevo a la pista de Guarrinza por unas cornisas, evitables si sigues la línea del barranco ya que, aunque no tienen problema hay que llevar cuidado.
A la hora de comer estábamos en el “Haya Benefactora”, encantador chiringuito, situado (posicionado dirían en gilicastellano) a la sombra de un haya enorme, donde gozamos de una buena cervezota de barril y un plato combinado que supieron a gloria.
Si quieres emplear todo el día, la excursión da de sí, pudiendo además ampliarla subiendo los picos Ñetera y Marcantón que se ascienden sin dificultad y que se recortan, rojos y verdes, a la izquierda del sentido de nuestra marcha.
Es ésta, de verdad, una de las más completas, extrañas e inolvidables excursiones que puedes hacer en el magnífico valle de Hecho.

Si quieres ver más fotos pulsa La extraña ascensión al Secus.
Si quieres el track de esta ruta pulsa Pico Secus. 23 de agosto de 2013.

martes, 17 de septiembre de 2013

Si hay que matar, se mata "como Dios manda".


Parece que los Estados Unidos y Rusia se van a poner de acuerdo para sancionar las formas inadecuadas que está utilizando el gobierno sirio para controlar la situación en el país, encima que lo hace por el bien de la gente y la gloria de la patria ¡Vaya, vaya!
           ¡Claro!, es que hay que decirle a Basharito Al Assadito que no sea nene malo y no mate al personal con armas químicas (deben ser bastante asquerositas) sino que lo haga como se ha hecho “toda la vida”, a mamporros, a tiros, con minas, con morteros, con bombas, no nucleares, claro...
El problema, por lo que deduzco, no está en matar o no matar, sino en cómo matas. Por ejemplo, está bien pegarle a uno un tiro, o atravesarlo como un pincho moruno, o ahorcarlo, o ametrallarlo, o reventarlo con una bomba de las de siempre, pero no haciéndole beber salfumán, lejía o soltando al aire ácido cianhídrico o guarradas así. Eso no está bien.
Y es que las cosas ya no son lo que eran. Antes, el personal respetaba las honorables reglas del juego de la guerra. Ahora ni eso. ¡Hombre, no; no seamos así! Si hay que matar se mata, eso no es el problema; el problema está en hacerlo “como Dios manda”.
¡Ay Señor, Señor!

domingo, 15 de septiembre de 2013

La oveja perdida.

En este paraje, a más 2400 metros nos encontramos una oveja con dos corderitos.
En cuanto nos vieron se alejaron de nosotros.
No había ni pastor ni rebaño alguno por la zona.
Los corderitos no se alejaban en ningún momento de su madre.

Repasando las fotos de este pasado verano me llamaron la atención éstas que tenéis aquí. Son unas bonitas imágenes de una oveja con sus dos corderitos, casi recién nacidos. Bien podrían servir para un spot publicitario de éstos dulces, tiernos y amorosos. Pero la realidad de la fotografía es bien distinta.
La historia es la siguiente. Bajábamos del Bisaurín por su cara norte , Vicente, Miguel Ángel, Alex y yo. Llegando a la cima del Puntal de Secus Norte, montaña solitaria, árida y muy poco frecuentada, nos encontramos con la oveja y sus dos retoños que no se separaban ni un metro de su madre. Estaban solos a más de 2400 metros. Por allí no había ningún rebaño, tan sólo un grupo de sarrios. Soledad en una región solitaria, silencio, horizontes inmensos, luz de tarde que teñía el momento de una cierta desolación…
Al vernos llegar desaparecieron montaña abajo, aunque luego vimos que se habían escondido entre unas rocas cercanas. No bajaban, ni parecían tener intención de hacerlo. Estaban perdidas y se refugiaban en la altitud y en la soledad. Allí se quedaron. Nosotros seguimos descendiendo.
Mucho tiempo después, y muchos metros más abajo, andando ya por el sendero que nos llevaría al refugio de Gabardito, nos encontramos con un pastor que subía. Entablamos agradable conversación y le dijimos lo que habíamos visto. Se interesó, nos pidió detalles y cuando ya lo tuvo claro, sentenció, con la seguridad de quien está en su tierra y la conoce a fondo: ¡lástima, serán pasto de las águilas!
Sí, casi con seguridad, antes de que el pastor con sus perros puedan encontrar a la oveja perdida y a sus corderitos, las leyes implacables de la montaña, de la naturaleza, ejecutarán la sentencia que había pronunciado el pastor.
Luego nos explicó que no había sido el primer caso. Los pastores permiten que las ovejas se apareen para que el parto se produzca a principios de otoño, cuando ya están estabuladas, pero este año se había escapado un macho que parece ser “había montado la fiesta por su cuenta” antes de tiempo.
Nosotros seguimos bajando, el pastor subiendo hacia su cabaña, junto a la cual, agrupado en el redil, seguro y protegido, estaba su rebaño. Pronto caería la noche, quizá la última noche de aquellos corderitos, noche que pasarían pegados a su madre, buscando calor en el frío recio de las cumbres.
Pero, en alguna oquedad de aquellas inmensas y salvajes paredes, un aguilucho crecerá, se hará fuerte y un día surcará el aire frío de las montañas, y gozaremos de su vuelo elegante, de su hermosa silueta recortada contra el cielo limpio y azul del Pirineo.

El vuelo del águila justificará y dará pleno sentido a la existencia breve y humilde de los corderitos. Es el magnífico, duro y ciego juego de la vida. Sin ñoñerías, sin tonterías. Así es. Es lo que es.

sábado, 14 de septiembre de 2013

El soldado ahorcado.


Hace tiempo escuché o leí, no recuerdo bien, una historia que me impactó. Contaba que en la II Guerra Mundial, en un campo de concentración, ahorcaron a un grupo de prisioneros ingleses delante del resto, como represalia por algo que… no viene a cuento.
Uno de los que estaban siendo ahorcados, un soldado muy joven, por algún motivo, tardaba muchísimo en morir. Uno de los prisioneros que contemplaba el horrible espectáculo, decía entre dientes, “¿dónde está Dios?¿dónde está ahora Dios?” Entonces, alguien, asumiendo el riesgo que eso suponía, volviéndose al otro, le contestó, “¿qué no lo ves? está ahí” y señaló al joven soldado que agonizaba colgado de la cuerda.
Esta historia me viene muchas veces al pensamiento. Creo que es muy clara y su profundidad, impresionante. Sí, yo creo que Dios estaba colgado de esa cuerda, como está en cada hombre que sufre. Y creer esto de verdad tiene tales consecuencias, tan radicales, que si fuéramos coherentes con ello tan sólo un poco, el mundo entero cambiaría.
Hoy, de aquí un rato, la imagen del Cristo pasará por las calles de Ribarroja y entrará en la iglesia entre aplausos y aclamaciones. Es bonito, pero sobre todo hondo, muy hondo. Y si lo pensamos bien, es la única respuesta que tenemos los hombres ante el sufrimiento y el mal. Jesús crucificado, el soldado colgado…y la luz de la Pascua; el triunfo definitivo de la vida.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

11S. 12 años.

Hoy hace 12 años.


      Forjarán de sus espadas azadones y de sus lanzas podaderas. No levantará espada pueblo contra pueblo ni se adiestrarán más para la guerra.
        Isaías.

martes, 10 de septiembre de 2013

Receta. Steak tartar.


Soy carnívoro, muy carnívoro. Me gusta, como a los muy carnívoros, la carne poco hecha, y claro, como es lógico, me encanta el steak tartar. El problema es que no hay en muchos sitios y, además, donde hay es caro.
Por eso, un buen día me dije, voy a probar a hacérmelo yo. Pensado y hecho. Faroleé por internet muchas recetas, y elaboré la receta que pensé que más me podía gustar. Hice el experimento con mi amiga y cuñada Gemma, también carnívora como yo, y conmigo mismo, claro. ¡Genial! Ya no tengo que buscar restaurantes.
Ahora bien, hay que tener clara una cosa. La carne se come totalmente cruda, por lo que debe ser de gran calidad. Hay que comprarla en una carnicería de confianza, y así lo hice yo.
Los ingredientes para dos o tres personas son los siguientes.

1/2  Kg. de solomillo de ternera.
1 cebolla mediana.
1 diente de ajo.
6 pepinillos encurtidos.
2 cucharadas de alcaparras.
2 cucharadas de mostaza.
2 cucharadas de salsa Lea Perrins.
1 cucharadita de tabasco.
El zumo de medio limón.
Una cucharada de aceite de oliva.
Pimienta negra molida.
Sal al gusto.

Córtese la carne con cuchillo (no con picadora) a taquitos muy pequeños. Mejor si lo hacen en la carnicería. La cebolla, el diente de ajo, los pepinillos y las alcaparras, sí se trituran con la picadora, pero sin llegar a hacer una pasta. Trozuelos pequeñitos, no puré.
El siguiente paso es muy fácil. Introdúzcase todo en un bol y añádanse los demás ingredientes. A saber, la mostaza, la salsa Lea Perrins, el tabasco, el zumo de limón, el aceite de oliva, la pimienta y la sal.
Y ahora, con un cucharón, o con las manos enguantadas o  impecablemente limpitas, mézclese bien todo. Sin prisa, bien mezcladito, hasta que quede un conjunto uniforme. Después déjese macerar a temperatura ambiente unos quince o veinte minutos.
Lo que queda es la presentación. Busca un recipiente, para darle forma, a modo de molde. Yo lo hice como si fueran hamburguesas y las decoré con una ramita de romero.
De acompañamiento se puede poner algo de verdura, pero es lo de menos. El “chichi” es lo que está “güeno”, muy, muy ¨”güeno”.

Pues nada; si eres de los que pide solomillo o entrecot poco hecho, no entiendes a quien se come la carne quemada (para eso que no la pidan, piensas), y disfrutas de ver una carnicería bien presentada, atrévete con el steak tartar si aún no lo has probado. Ya me contarás.

NOTA:

A continuación tienes un enlace para que veas qué hizo Mr. Bean cuando le sirvieron en un restaurante steak tartar. ¡Claro, es Mr. Bean! Mr. Bean y el steak tartar.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Nuevo golpe al valle de Arán.


A la gente del valle de Arán que sea supersticiosa no le tocará la camisa el cuerpo. Después de un invierno durísimo que les mantuvo en alerta meses y meses y del desastre de junio, en el que el Garona arrasó y transformó el fondo del valle, ayer sábado por la noche, justo en la víspera de la fiesta mayor de Viella, un rayo cayó sobre la iglesia, provocando un incendio y graves daños estructurales en el campanario por lo que hoy domingo ha empezado a ser demolido. La Misa Mayor del día grande que se iba a celebrar allí, (pues el Santuario del Mig Arán donde habitualmente se celebra, está inutilizado por las pasadas inundaciones), se ha tenido que celebrar en la sala polivalente municipal.
Parece mentira ¿no? Me parece todo como una extraña broma de mal gusto. ¿Qué extraño poder sobrenatural la ha tomado con el valle de Arán? Parecen demasiadas casualidades. Pero así es la vida. Así es el mundo.
Nos resulta extraño pensar que ese bonito campanario tantas veces fotografiado y junto al que hemos vivido tantos y tan entrañables momentos de nuestra vida, ya no exista. Igual que no existe nuestro rinconcito para acampar, ni tantos parajes encantadores en la ribera del río que ahora sólo son un montón de piedras y troncos muertos. De verdad nos cuesta creerlo.
Pero el campanario lo reconstruirán y habrá una fiesta el día que vuelvan a tañer las campanas, ahora mudas. Y con el tiempo, la ribera del río volverá ser verde y encantadora. Todo volverá a su sitio. Pero, ¡qué año Dios mío, qué año!
Una vez más tenemos presente a nuestro querido valle de Arán en el pensamiento. Un valle bendecido (el verano ha sido allí hermosísimo) y a la vez maltratado por la naturaleza. Sí, este año, en aquel rincón del Pirineo, la naturaleza nos está enseñando de un modo contundente sus dos caras: la de la vida y la de la muerte. 

NOTA: Según mis últimas noticias, no va a tener que ser demolida la torre. Será restaurada. Algo es algo.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Madrid 2020. Decepción.



DECEPCIÓN

Fue la palabra del día, del sábado, 7 de septiembre de 2013. Yo, trabajando en educación como trabajo, estoy acostumbrado a este sentimiento, aunque en el fondo, en realidad, nunca acabo de acostumbrarme. ¡Y menos mal! Siempre me queda un resto de esperanza que impide que la tristeza que destila la decepción lo esterilice todo, poco a poco, haciendo de mí un campo yermo.
Pero hoy ya es 8, domingo. Es el día después. Pasado el primer impacto, hay que rehacerse. Mirar adelante y continuar caminando con la esperanza de que sin Olimpiadas, también podemos llegar al 2020 mucho mejor que estamos ahora. ¡Faltaba más!
A mí siempre me ha servido mucho, cuando la tristeza de la decepción se hace demasiado densa, releer este conocido poema de R. Kipling, que a continuación transcribo y que me recuerda que es posible superar lo insuperable, sacar fuerzas de donde no hay, ser fuerte en la debilidad, esperar contra toda esperanza...

Si guardas en tu puesto, la cabeza tranquila,
cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
Si tienes en ti mismo una fe que te niegan
pero nunca desprecias las dudas que otros tengan.
Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera.
Si engañado, no engañas,
Si no buscas más odio, que el odio que te tengan...
Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres.
Si al hablar no exageras lo que sabes y quieres.
Si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo.
Si piensas y rechazas lo que piensas en vano.
Si tropiezas el triunfo, si llega tu derrota,
y a los dos impostores les tratas de igual forma.
Si logras que se sepa la verdad que has hablado,
a pesar del sofismo del orbe encanallado.
Si vuelves al comienzo de la obra perdida,
aunque esta obra sea la de toda tu vida.
Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría,
tus ganancias de siempre, a la suerte de un día,
y pierdes, y te lanzas de nuevo a la pelea,
sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.
Si logras que tus nervios y el corazón te asistan,
aún después de su fuga, de tu cuerpo en fatiga,
y se agarren contigo cuando no quede nada,
porque tú lo deseas y lo quieres, y mandas.
Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud.
Si marchas junto a reyes con tu paso y tu luz.
Si nadie que te hiera, llegue a hacerte la herida.
Si todos te reclaman y ninguno te precisa.
Si llenas un minuto envidiable y cierto,
de sesenta segundos que te lleven al cielo...
Todo lo de esta tierra, será de tu dominio,
y mucho mas aún, serás un hombre, hijo mío.

Es momento de ponerse de nuevo manos a la obra. Hay mucho que hacer. Sin Olimpiadas, sigue habiendo mucho que hacer.

“…y pierdes, y te lanzas de nuevo a la pelea,
sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.”

sábado, 7 de septiembre de 2013

Madrid 2020.


Aunque yo no soy propiamente un “homus deportivus benéficus”, me aburre ver cualquier deporte y no me gusta practicar ninguno, excepto el subir y bajar montañas a mi aire, reconozco que el deporte es una de las mejores cosas que hemos inventado los terrícolas; y los Juegos Olímpicos son la quinta esencia del deporte.
Por esto, y por todo lo que en estos últimos años ha pasado en esta “sufriente” España nuestra, me gustaría muchísimo que esta noche el nombre que se pronuncie en Argentina sea Madrid. Creo que haría bien a mucha gente. Y eso es bueno.
De verdad, me alegraré mucho si al fin es Madrid 2020. Creo que millones de personas de este país se lo merecen.

jueves, 5 de septiembre de 2013

De Canales a Alcublas. Era una bonita excursión.

La excursión de la que os voy a hablar la hice con mis amigos Pepe y Jesús el 6 de marzo de 2011. Hacía frío, los charcos estaban helados y en el Alto de la Bellida aún quedaba nieve.
Hacen falta dos coches pues la ruta no es circular. Salimos de la pequeña aldea de Canales, subimos al Alto de la Bellida y descendimos atravesando Alcublas, hasta el restaurante “el collado de la Seca”, donde nos esperaba la familia, y dicho sea de paso, comimos muy bien.
Amplios horizontes, pinares extensos y espesos, buen camino, vegetación típicamente mediterránea bien conservada, bonitas paredes calizas, espectaculares campos de almendros, entonces en flor…
La excursión es larga. Unos 16 Km, 310 metros de ascenso y 700 de descenso aproximadamente. No hay agua en el camino.
Pero fijaos en un detalle. La excursión la hicimos en marzo de 2011. Ahora ya nadie la puede hacer. En junio de 2012 todo esto voló, se esfumó, desapareció. Ya no está.
¿Y por qué os sugiero esta excursión? Para que os enteréis de lo que pasa en nuestra tierra, para que os indignéis, para que rabiéis, pero también para que os admiréis de la extraña y tristísima belleza que tiene la vida intentando regresar a duras penas al mundo de donde la echaron.
Eso sí. Si os animáis a hacerla, hacedlo un día gris, fresquito. El otoño es buena época. No hay sombra. No hay cobijo posible. Pero vale la pena. Desde los centros comerciales o viendo la tele, no vais a saber qué está pasando realmente en nuestros pueblos, en nuestra tierra, en nuestros  montes. Nos están despojando de la vida y no nos estamos enterando.
A continuación tienes algunas fotos de lo que era. Si vas puedes hacer fotos de lo que es. Si quieres el track está en wiquiloc, pulsa a continuación. Canales,La Bellida, Alcublas.

Restos de una de las neveras de La Bellida.
Típico paisaje del Javalambre aún nevado.
Desde el Alto de la Bellida, hacia el norte, destaca el Peñagolosa.
Jesús y Pepe en el vértice geodésico de la cima.
El camino que nos baja Acublas. Ahora está todo quemado.
Amplios pinares se extendían por doquier. Está todo quemado.
El camino entraba en un frondoso barranco al acercarse a Alcublas. Aquí tampoco queda nada verde.
A derecha e izquierda se elevan bonitos escarpes calizos.  La roca no se quemó, claro. Todo lo demás sí.
Por estas paredes discurren diversas vías de escalada.
Al acercarnos a Alcublas, los almendros en flor creaban un paisaje precioso.
La torre de la iglesia aparece entre los almendros. Muchos de ellos también ardieron.
De Alcublas al restaurante "El Collao de la Seca" nos lleva una pequeña carreterita.