FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 30 de octubre de 2013

¡¡¡¡Huuuuuu!!!!,¡ya está cercaaaaa¡,¡¡¡¡Huuuuuu!!!!!


¡¡¡¡Huuuuuu!!!!,¡ya está cercaaaaa¡,¡¡¡¡Huuuuuu!!!!!,¡Ahhhhhhhhhh!,¡Huuuuu!,¡Hu! Sí, ya está aquí Halloween, y todos hemos de tomar una decisión, porque, queramos o no, decidimos: o lo celebramos, o no lo celebramos. Ahora bien, si lo celebramos, ha de ser como toca: calabazas, calaveras, telarañas, fantasmas, sustos, trucos o tratos… Vamos, “made in USA”, sin complejos. Y si no lo celebramos, no lo celebramos. Y punto; no pasa nada.
A mí, la fiestecita en cuestión, que no voy a celebrar,  me resulta tonta y ajena, pero sé que ya no hay nada que hacer. Con esto pasa como con los móviles de los niños, o sus fiestas de cumpleaños desproporcionadas e innecesarias; es malo. Pero la batalla está perdida y hay que saber perder. Nos ha invadido y punto; ya está de lleno en los circuitos comerciales: dinero, dinero, dinero. Halloween es Halloween y…dinero.
Lo dicho; Halloween o se celebra o no se celebra, pero no hagamos tonterías como eso de que los niños se disfracen de angelitos, santitos o vírgenes aparecidas, en vez de calaveras, brujas o zombis, porque como llame a la puerta de mi casa Santo Tomás de Aquino, o la Virgen de Lourdes, diciéndome truco o trato, me coge un “paralís”. Cada cosa es cada cosa. Nosotros tenemos nuestra cultura. No hace falta hacer el ridículo, adaptando costumbres foráneas.
Pero si no queremos celebrar la noche de Halloween, sí podemos celebrar la noche de difuntos, cuando anochece, ¡¡huuuuu!!, el día de Todos los Santos. E intentar celebrarla como la celebrarían muchos de nuestros abuelos y bisabuelos, como la deberíamos celebrar nosotros y nuestros hijos, si tuviéramos aprecio a nuestra cultura y nuestra historia, si leyéramos más y viéramos menos la tele…
Yo os sugiero dos cositas, muy nuestras, muy de nuestra literatura. Para los adultos: hay que ver “Don Juan Tenorio”, de J. Zorrilla. A continuación tenéis el enlace a un Tenorio interpretado por Paco Rabal, que podéis ver en "you tube". Para los niños, si podéis, reunidlos en un sitio en penumbra después de cenar, encended unas velitas, cread un ambiente adecuado y leedles o contadles, detenidamente, la leyenda de Bécquer, el Monte de las Ánimas. La tenéis a continuación. Y si preferís, también tenéis un enlace a "you tube" con esta leyenda, muy bien narrada, con una interesante introducción, música y sugestivas imágenes. 
Y luego, si al menos, pensamos un poquito en el significado profundo de la noche de difuntos y del día que le precede, el día de Todos los Santos, quizá descubramos que nada tiene que ver con el circo que nos han montado, que hemos dejado montar; sí con las dos obras que os propongo, a cuyo disfrute, nuestra sociedad, ha renunciado.
Pero nada; quien quiera, sustos, esqueletos, tumbas, espíritus, aparecidos y dar de paso la lata a los vecinos, con el truco o trato, pues eso, que disfrute y se ría un rato. Solo faltará, a Juan, llamarle Johnny, a Pablo, Paul, a Isabel, Elisabeth…

El monte de las ánimas.
Don Juan Tenorio.

 El Monte de las Ánimas

            La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria.
 Intenté dormir de nuevo; ¡imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato me decidí a escribirla, como en efecto lo hice.
Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche.
Sea de ello lo que quiera, ahí va, como el caballo de copas.

I

 -Atad los perros; haced la señal con las trompas para que se reúnan los cazadores, y demos la vuelta a la ciudad. La noche se acerca, es día de Todos los Santos y estamos en el Monte de las Ánimas.
-¡Tan pronto!
 -A ser otro día, no dejara yo de concluir con ese rebaño de lobos que las nieves del Moncayo han arrojado de sus madrigueras; pero hoy es imposible. Dentro de poco sonará la oración en los Templarios, y las ánimas de los difuntos comenzarán a tañer su campana en la capilla del monte.
-¡En esa capilla ruinosa! ¡Bah! ¿Quieres asustarme?
-No, hermosa prima; tú ignoras cuanto sucede en este país, porque aún no hace un año que has venido a él desde muy lejos. Refrena tu yegua, yo también pondré la mía al paso, y mientras dure el camino te contaré esa historia.
Los pajes se reunieron en alegres y bulliciosos grupos; los condes de Borges y de Alcudiel montaron en sus magníficos caballos, y todos juntos siguieron a sus hijos Beatriz y Alonso, que precedían la comitiva a bastante distancia.
Mientras duraba el camino, Alonso narró en estos términos la prometida historia:
-Ese monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como solos la conquistaron.
 Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros tenían acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus necesidades y contribuir a sus placeres; los segundos determinaron organizar una gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los clérigos con espuelas, como llamaban a sus enemigos.
Cundió la voz del reto, y nada fue parte a detener a los unos en su manía de cazar y a los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo. No se acordaron de ella las fieras; antes la tendrían presente tantas madres como arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería, fue una batalla espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres, los lobos a quienes se quiso exterminar tuvieron un sangriento festín. Por último, intervino la autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de tantas desgracias, se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo monte y en cuyo atrio se enterraron juntos amigos y enemigos, comenzó a arruinarse.
Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche.
La relación de Alonso concluyó justamente cuando los dos jóvenes llegaban al extremo del puente que da paso a la ciudad por aquel lado. Allí esperaron al resto de la comitiva, la cual, después de incorporárseles los dos jinetes, se perdió por entre las estrechas y oscuras calles de Soria.

II

Los servidores acababan de levantar los manteles; la alta chimenea gótica del palacio de los condes de Alcudiel despedía un vivo resplandor iluminando algunos grupos de damas y caballeros que alrededor de la lumbre conversaban familiarmente, y el viento azotaba los emplomados vidrios de las ojivas del salón.
Solas dos personas parecían ajenas a la conversación general: Beatriz y Alonso: Beatriz seguía con los ojos, absorta en un vago pensamiento, los caprichos de la llama. Alonso miraba el reflejo de la hoguera chispear en las azules pupilas de Beatriz.
 Ambos guardaban hacía rato un profundo silencio.
 Las dueñas referían, a propósito de la noche de difuntos, cuentos tenebrosos en que los espectros y los aparecidos representaban el principal papel; y las campanas de las iglesias de Soria doblaban a lo lejos con un tañido monótono y triste.
 -Hermosa prima -exclamó al fin Alonso rompiendo el largo silencio en que se encontraban-; pronto vamos a separarnos tal vez para siempre; las áridas llanuras de Castilla, sus costumbres toscas y guerreras, sus hábitos sencillos y patriarcales sé que no te gustan; te he oído suspirar varias veces, acaso por algún galán de tu lejano señorío.
Beatriz hizo un gesto de fría indiferencia; todo un carácter de mujer se reveló en aquella desdeñosa contracción de sus delgados labios.
-Tal vez por la pompa de la corte francesa; donde hasta aquí has vivido -se apresuró a añadir el joven-. De un modo o de otro, presiento que no tardaré en perderte... Al separarnos, quisiera que llevases una memoria mía... ¿Te acuerdas cuando fuimos al templo a dar gracias a Dios por haberte devuelto la salud que viniste a buscar a esta tierra? El joyel que sujetaba la pluma de mi gorra cautivó tu atención. ¡Qué hermoso estaría sujetando un velo sobre tu oscura cabellera! Ya ha prendido el de una desposada; mi padre se lo regaló a la que me dio el ser, y ella lo llevó al altar... ¿Lo quieres?
-No sé en el tuyo -contestó la hermosa-, pero en mi país una prenda recibida compromete una voluntad. Sólo en un día de ceremonia debe aceptarse un presente de manos de un deudo... que aún puede ir a Roma sin volver con las manos vacías.
 El acento helado con que Beatriz pronunció estas palabras turbó un momento al joven, que después de serenarse dijo con tristeza:
 -Lo sé prima; pero hoy se celebran Todos los Santos, y el tuyo ante todos; hoy es día de ceremonias y presentes. ¿Quieres aceptar el mío?
Beatriz se mordió ligeramente los labios y extendió la mano para tomar la joya, sin añadir una palabra.
Los dos jóvenes volvieron a quedarse en silencio, y volviose a oír la cascada voz de las viejas que hablaban de brujas y de trasgos y el zumbido del aire que hacía crujir los vidrios de las ojivas, y el triste monótono doblar de las campanas.
 Al cabo de algunos minutos, el interrumpido diálogo tornó a anudarse de este modo:
-Y antes de que concluya el día de Todos los Santos, en que así como el tuyo se celebra el mío, y puedes, sin atar tu voluntad, dejarme un recuerdo, ¿no lo harás? -dijo él clavando una mirada en la de su prima, que brilló como un relámpago, iluminada por un pensamiento diabólico.
-¿Por qué no? -exclamó ésta llevándose la mano al hombro derecho como para buscar alguna cosa entre las pliegues de su ancha manga de terciopelo bordado de oro... Después, con una infantil expresión de sentimiento, añadió:
-¿Te acuerdas de la banda azul que llevé hoy a la cacería, y que por no sé qué emblema de su color me dijiste que era la divisa de tu alma?
 -Sí.
-Pues... ¡se ha perdido! Se ha perdido, y pensaba dejártela como un recuerdo.
-¡Se ha perdido!, ¿y dónde? -preguntó Alonso incorporándose de su asiento y con una indescriptible expresión de temor y esperanza.
 -No sé.... en el monte acaso.
-¡En el Monte de las Ánimas -murmuró palideciendo y dejándose caer sobre el sitial-; en el Monte de las Ánimas!
Luego prosiguió con voz entrecortada y sorda:
 -Tú lo sabes, porque lo habrás oído mil veces; en la ciudad, en toda Castilla, me llaman el rey de los cazadores. No habiendo aún podido probar mis fuerzas en los combates, como mis ascendentes, he llevado a esta diversión, imagen de la guerra, todos los bríos de mi juventud, todo el ardor, hereditario en mi raza. La alfombra que pisan tus pies son despojos de fieras que he muerto por mi mano. Yo conozco sus guaridas y sus costumbres; y he combatido con ellas de día y de noche, a pie y a caballo, solo y en batida, y nadie dirá que me ha visto huir el peligro en ninguna ocasión. Otra noche volaría por esa banda, y volaría gozoso como a una fiesta; y, sin embargo, esta noche.... esta noche. ¿A qué ocultártelo?, tengo miedo. ¿Oyes? Las campanas doblan, la oración ha sonado en San Juan del Duero, las ánimas del monte comenzarán ahora a levantar sus amarillentos cráneos de entre las malezas que cubren sus fosas... ¡las ánimas!, cuya sola vista puede helar de horror la sangre del más valiente, tornar sus cabellos blancos o arrebatarle en el torbellino de su fantástica carrera como una hoja que arrastra el viento sin que se sepa adónde.
 Mientras el joven hablaba, una sonrisa imperceptible se dibujó en los labios de Beatriz, que cuando hubo concluido exclamó con un tono indiferente y mientras atizaba el fuego del hogar, donde saltaba y crujía la leña, arrojando chispas de mil colores:
-¡Oh! Eso de ningún modo. ¡Qué locura! ¡Ir ahora al monte por semejante friolera! ¡Una noche tan oscura, noche de difuntos, y cuajado el camino de lobos!
 Al decir esta última frase, la recargó de un modo tan especial, que Alonso no pudo menos de comprender toda su amarga ironía, movido como por un resorte se puso de pie, se pasó la mano por la frente, como para arrancarse el miedo que estaba en su cabeza y no en su corazón, y con voz firme exclamó, dirigiéndose a la hermosa, que estaba aún inclinada sobre el hogar entreteniéndose en revolver el fuego:
-Adiós Beatriz, adiós... Hasta pronto.
-¡Alonso! ¡Alonso! -dijo ésta, volviéndose con rapidez; pero cuando quiso o aparentó querer detenerle, el joven había desaparecido.
A los pocos minutos se oyó el rumor de un caballo que se alejaba al galope. La hermosa, con una radiante expresión de orgullo satisfecho que coloreó sus mejillas, prestó atento oído a aquel rumor que se debilitaba, que se perdía, que se desvaneció por último.
Las viejas, en tanto, continuaban en sus cuentos de ánimas aparecidas; el aire zumbaba en los vidrios del balcón y las campanas de la ciudad doblaban a lo lejos.

III

Había pasado una hora, dos, tres; la media roche estaba a punto de sonar, y Beatriz se retiró a su oratorio. Alonso no volvía, no volvía, cuando en menos de una hora pudiera haberlo hecho.
-¡Habrá tenido miedo! -exclamó la joven cerrando su libro de oraciones y encaminándose a su lecho, después de haber intentado inútilmente murmurar algunos de los rezos que la iglesia consagra en el día de difuntos a los que ya no existen.
Después de haber apagado la lámpara y cruzado las dobles cortinas de seda, se durmió; se durmió con un sueño inquieto, ligero, nervioso.
Las doce sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones de la campana, lentas, sordas; tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído a par de ellas pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz ahogada y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana.
 -Será el viento -dijo; y poniéndose la mano sobre el corazón, procuró tranquilizarse. Pero su corazón latía cada vez con más violencia. Las puertas de alerce del oratorio habían crujido sobre sus goznes, con un chirrido agudo prolongado y estridente. Primero unas y luego las otras más cercanas, todas las puertas que daban paso a su habitación iban sonando por su orden, éstas con un ruido sordo y grave, aquéllas con un lamento largo y crispador. Después silencio, un silencio lleno de rumores extraños, el silencio de la media noche, con un murmullo monótono de agua distante; lejanos ladridos de perros, voces confusas, palabras ininteligibles; ecos de pasos que van y vienen, crujir de ropas que se arrastran, suspiros que se ahogan, respiraciones fatigosas que casi se sienten, estremecimientos involuntarios que anuncian la presencia de algo que no se ve y cuya aproximación se nota no obstante en la oscuridad.
 Beatriz, inmóvil, temblorosa, adelantó la cabeza fuera de las cortinillas y escuchó un momento. Oía mil ruidos diversos; se pasaba la mano por la frente, tornaba a escuchar: nada, silencio.
Veía, con esa fosforescencia de la pupila en las crisis nerviosas, como bultos que se movían en todas direcciones; y cuando dilatándolas las fijaba en un punto, nada, oscuridad, las sombras impenetrables.
-¡Bah! -exclamó, volviendo a recostar su hermosa cabeza sobre la almohada de raso azul del lecho-; ¿soy yo tan miedosa como esas pobres gentes, cuyo corazón palpita de terror bajo una armadura, al oír una conseja de aparecidos?
 Y cerrando los ojos intentó dormir...; pero en vano había hecho un esfuerzo sobre sí misma. Pronto volvió a incorporarse más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya no era una ilusión: las colgaduras de brocado de la puerta habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas sonaban sobre la alfombra; el rumor de aquellas pisadas era sordo, casi imperceptible, pero continuado, y a su compás se oía crujir una cosa como madera o hueso. Y se acercaban, se acercaban, y se movió el reclinatorio que estaba a la orilla de su lecho. Beatriz lanzó un grito agudo, y arrebujándose en la ropa que la cubría, escondió la cabeza y contuvo el aliento.
 El aire azotaba los vidrios del balcón; el agua de la fuente lejana caía y caía con un rumor eterno y monótono; los ladridos de los perros se dilataban en las ráfagas del aire, y las campanas de la ciudad de Soria, unas cerca, otras distantes, doblan tristemente por las ánimas de los difuntos.
 Así pasó una hora, dos, la noche, un siglo, porque la noche aquella pareció eterna a Beatriz. Al fin despuntó la aurora: vuelta de su temor, entreabrió los ojos a los primeros rayos de la luz. Después de una noche de insomnio y de terrores, ¡es tan hermosa la luz clara y blanca del día! Separó las cortinas de seda del lecho, y ya se disponía a reírse de sus temores pasados, cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo, sus ojos se desencajaron y una palidez mortal descoloró sus mejillas: sobre el reclinatorio había visto sangrienta y desgarrada la banda azul que perdiera en el monte, la banda azul que fue a buscar Alonso.
Cuando sus servidores llegaron despavoridos a noticiarle la muerte del primogénito de Alcudiel, que a la mañana había aparecido devorado por los lobos entre las malezas del Monte de las Ánimas, la encontraron inmóvil, crispada, asida con ambas manos a una de las columnas de ébano del lecho, desencajados los ojos, entreabierta la boca; blancos los labios, rígidos los miembros, muerta; ¡muerta de horror!

IV


Dicen que después de acaecido este suceso, un cazador extraviado que pasó la noche de difuntos sin poder salir del Monte de las Ánimas, y que al otro día, antes de morir, pudo contar lo que viera, refirió cosas horribles. Entre otras, asegura que vio a los esqueletos de los antiguos templarios y de los nobles de Soria enterrados en el atrio de la capilla levantarse al punto de la oración con un estrépito horrible, y, caballeros sobre osamentas de corceles, perseguir como a una fiera a una mujer hermosa, pálida y desmelenada, que con los pies desnudos y sangrientos, y arrojando gritos de horror, daba vueltas alrededor de la tumba de Alonso.

martes, 29 de octubre de 2013

Me ha alegrado la tarde.


Estaba yo esta tarde gris de finales de octubre arrastrando la gripe por casa, (o lo que diablos sea esto que tengo), por séptimo día consecutivo, sin estar bien en la cama, ni en el sofá, ni en el ordenador, ni en ningún sitio, y bastante hartito ya, cuando he oído un antiguo sonido, ya casi olvidado. ¡Es lluvia!, ¡lluvia!, ¡es lluvia!, ¡está lloviendo!, y además truena, ¡truena! ¡Bendito sea Dios!, algo de lluvia. Hacía dos meses, y de otoño, que no llovía.
He abierto la ventana y la he escuchado mejor, y he olido (lo que mis maltrechas narices me permiten) a tierra mojada. He pensado en nuestros campos, en nuestras montañitas, en nuestros pinares; he repasado sus nombres: Rodanas,  pico del Águila, corral de Barretes, Montaña del Flare, Porxinos, y más allá, Calderona, Sierra de Chiva…y como de otro modo ahora no puedo, con la imaginación, las he sobrevolado bajo la bendita lluvia.
Bueno, pues eso, que me ha alegrado la tarde, aunque han caído solo unos siete litritos. Más vale esto que nada.

domingo, 27 de octubre de 2013

Tienes razón, José Luis.

Transcribo aquí el artículo que mi amigo José Luis, cura párroco de Nuestra Señora de los Ángeles del Cabañal, escribió en su blog, Umbral de zona, el pasado jueves, 24 de octubre. Lo transcribo y me identifico plenamente con él. A mí también, muchas veces me duele mi Iglesia, pero también me sorprende y me ilusiona. Santa y pecadora. Como el hombre, grande y miserable.

El caso del "Obispo del Lujo" alemán, que ha sido suspendido por el Papa Francisco, la reciente inauguración de la “Capilla de la Sucesión Apostolica” (¡vaya nombrecito halagador de los obispos españoles!)  decorada por Marko Ivan  Rupnick en el edificio de la Conferencia Episcopal, son signos contra el testimonio de pobreza y sencillez que debe dar nuestra Iglesia. El Papa nos está dando ejemplo.
La pobreza severa, es decir, vivir con menos de 307 euros al mes, afecta ya a tres millones de personas en España, el equivalente al 6,4% de la población. Son el doble de las que estaban en esta situación antes del comienzo de la crisis en 2008, según revela el último informe del Observatorio de la Realidad Social que elabora Cáritas Española, correspondiente a 2012.
¿Qué hay  que hacer? Pues compartir, solidarizarse. Todo lo que se haga por ayudar a la gente pobre y, luchar por un mundo más justo, estará bien hecho.
El otro día, aquí en los Poblados Marítimos, se celebró un concierto de Zarzuela, humilde y sencillo, para recaudar fondos para ayudar a que Cáritas ayude a los demás. No sé cuánto se ha recaudado, pero todos aplaudimos esta iniciativa.
Por eso veo en un periódico diocesano un anuncio que me desconcierta. Se trata de un concierto que se va a celebrar en una parroquia del centro de la ciudad, para rendir homenaje a Juan Pablo II. Creo que a este Papa hoy no le hacen falta más homenajes. Pero lo grave es que los fondos que se recaudan tienen otro fin: hacer una estatua a Juan Pablo II. ¿ Que falta hace una escultura del Papa en nuestra ciudad ?
Y es que no se enteran: miran para otro lado ante las tremendas necesidades sociales que hay en la calle. Ciertos grupos e instituciones de nuestra iglesia de Valencia, siguen mirándose el ombligo, siguen sin ver un palmo más allá de sus narices.
Y los homenajes hay que hacerlos a los pobres, y las esculturas deben ser el cuidado de los más humildes y necesitados. ¿O no? ¡Me duele mi Iglesia!

sábado, 26 de octubre de 2013

"La Font de la Figuera" en el alma de mi vida.

El carro del tío Ignacio, hoy en el magnífico museo del pueblo. Con este carro recorrimos caminos y caminos...
Cuando leemos un libro recreamos lo que leemos basándonos en las experiencias vividas hasta ese momento y entonces, el libro nos hace vivirlas otra vez de un modo diferente, a menudo más profundo, más sentido.
Esto es lo que me pasó a mí cuando leí, hace ya muchos años, Platero y yo y El camino. Las preciosas obras de Juan Ramón Jiménez y Miguel Delibes, respectivamente, me lanzaron a mis días de infancia en Fuente la Higuera. Mi Moguer fue y es “La Font de la Figuera”, y es por sus calles por donde veo corretear a Daniel el Mochuelo, con sus amigos, el Moñigo y el Tiñoso.
Cada vez que ando de la mano de estos libros por los caminos de la literatura, me traslado a los ya lejanos días de mi infancia, y paisajes, personas y momentos, reviven en mí de un modo muy intenso y muy entrañable.
Fuente la Higuera es el pueblo de mi abuela materna, Gumersinda Tortosa, la abuelita Gumer, a quien recuerdo de un modo íntimo y amable, y allí íbamos los meses de septiembre y alguna que otra vez a lo largo del año. Al principio en tren, luego en el 600, después en el 124… Y ya entro en los recuerdos.
Personas. El tío Vicente, su hermano, el tío Víctor, Piedaeta, Paulineta, la tía Remediets, ya fallecidos, la tía Julieta y el tío Ignacio, a los que aún puedo besar con cariño y que tan importantes fueron para mí en aquellos lejanos años, y otras muchas personas entrañables, que en virtud de la literatura, aunque ya han quedado atrás, cobran vida de un modo hondo y hermoso.
Paisajes. La estación, que ya no existe, donde esperábamos al tren, con su locomotora de vapor; las excursiones al Bobalar, a la casa del Ángel, a la Font de la Noguera, a la Fuensanta, a los Brunales, al río Cáñoles. Las ascensiones al Capurucho y los paseos a Santa Bárbara a ver caer la tarde. Las frecuentes visitas a la Balseta Pijirri con el tío Vicente, que gozaba de estar en su pueblo con sus sobrinos, y se le notaba un montón.
Momentos. El aperitivo, en los bares de la plaza, las “pelis” en el cine, junto al Verdoso, donde hacían las verbenas, las comidas en el parador los días importantes. La vendimia, con su olor a mosto, las fiestas, con la novena, la “puchá”, la procesión, la “dançá”, cuya música sigue conmoviéndome hasta lo más hondo, los moros y cristianos (fui abanderado cristiano un año)…
Al igual que mi madre, que sigue “enganchada” al pueblo de su infancia y juventud, donde fue feliz, yo siento también una especial sintonía con aquella parte del mundo.
Los recuerdos son muchos, muy vívidos y entrañables, pero para acabar este artículo quiero compartir tres, para mí muy especiales, con el amable lector. Los días pasados en la caseta que tenían y tienen el tío Ignacio y la tía Julieta en el Poblet, a donde íbamos en carro. El ver pasar aquellos trenes, con sus inolvidables máquinas de vapor, desde la misma entrada del “tunelet”, con mi padre y mis hermanos. Y cómo nos despertaba el tío Vicente las mañanas de septiembre, en aquella casita alquilada del “carrer Molí”.  Recitaba  “Bon día, clavell dorat, rosa de la primavera…” y entonces yo salía al corral y me dejaba envolver por la luz del cielo azul, por el olor a campo, por el aroma a leña; sí, me acuerdo, me acuerdo muy bien. Aquellos recuerdos los tengo muy dentro y sé que ya forman parte para siempre del alma de mi vida.

viernes, 25 de octubre de 2013

APA, no AMPA.


Cada día lo aguanto menos. Eso del AMPA en vez de APA se me atraganta y me irrita hasta límites insospechados. Y se me atraganta porque me parece una vergüenza que la escuela, institución encargada de transmitir el saber y la cultura, haya dado prioridad a los criterios ideológicos y políticos sobre los criterios lingüísticos que, bien claro explica repetidamente la Real Academia de la Lengua Española, lo que demuestra, dicho sea de paso, el alto nivel de politización de la educación en España.
En castellano se dice Asociación de Padres de Alumnos, no siendo en absoluto necesario decir Asociación de Madres y Padres de Alumnos (y alumnas, ¿no?).
¡Qué falta de criterio, cultura y respeto por la lengua supone aceptar y utilizar semejantes siglas, en un entorno como el escolar, cuando la RAE dice bien claro lo contrario! ¿Por qué casi todos en el mundo de la educación han hecho caso a los políticos antes que a la Academia? De verdad que no lo entiendo. Aunque sea ése el nombre oficial de estas asociaciones. Existe la cultura, la vergüenza y la objeción de conciencia ante la superficialidad y la idiotez de lo políticamente correcto.

Esto dice la RAE

Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto.
La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.
El uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, los alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones.

 Más claro, agua. No es reventar el lenguaje y arrancarlo de sus raíces el camino que nos llevará a la justa y necesaria igualdad total entre la mujer y el hombre.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Huelga, huelga, huelga...¿?

Hay momentos en la vida en que por hache o por be nos replanteamos hasta sus mismas raíces. Porque la vida de cada persona tiene raíces distintas, y eso es lo que hace que cada vida tenga hojas, flores y frutos diferentes.
En mi caso, desde que empecé a descubrir en un barrio del extrarradio de Valencia, entre huertos, solares y almacenes, que mi vocación bien podía ser la educación, ha llovido ya mucho. Y nunca he dudado de la solidez de esta vocación.
Pero desde hace ya algún tiempo, demasiado para mi gusto, sucesivos temporales han ido agitando la rama alimentada por aquella raíz. Y a veces las ramas se rompen.
No es mi caso. Mi rama no se ha roto, pero sí se ha quedado desnuda; solo la savia de aquella antigua raíz sigue alimentándola.
Después de ver cómo sucesivos gobiernos han ido destruyendo el sistema educativo, utilizándolo como instrumento de revancha y venganza política, cómo la profesión ha sido paulatina e implacablemente desacreditada, cómo se ha enfrentado a padres con profesores, cómo se nos ha despojado de toda autoridad, cómo valores como el esfuerzo, la exigencia y el trabajo han ido disolviéndose en una mediocridad espantosa, cómo se ha falseado la historia, se ha arrinconado al castellano, se han olvidado a los clásicos, se ha arrancado cualquier vestigio de humanismo…después de ver tantos horrores, sólo encuentro sentido a mi trabajo en el diario contacto con mis alumnos que, dicho sea de paso, me dan toda la pena del mundo.
Ahora, mañana jueves, 24 de octubre, huelga general contra la LOMCE. La sociedad indignadísima gritará ¡por una educación pública y laica, contra los recortes! Como si fuera ese el problema. No, ese no es el problema. Es mucho más hondo, mucho más serio que ese lugar común cuya única raíz es la triste miseria que supone el no haber sido capaces de superar la historia. (Ved la foto de la entrada)
El PSOE promulga una ley porque tenía mayoría absoluta, en contra de mucha gente, en contra del sentido común, en contra de los principios pedagógicos más básicos, la LOGSE. Como era inevitable, el resultado es el que es; un desastre. Empiezan los parches y los apaños. Ahora, llega el PP y hace lo mismo. Una ley, la LOMCE, porque tiene mayoría absoluta, en contra otra vez de mucha gente, con fallos importantes, deficiencias manifiestas. Y el PSOE advierte: cuando lleguemos nosotros la derogaremos. ¡Mira qué bien! Los expertos en leyes de educación van a salvarnos de un nuevo desastre… ¡Qué juego tan divertido entre “salvadores de la patria”!
¡Ya está bien, hombre, ya está bien! La EGB, el BUP, el COU, la FP estaban bien. Necesitaban una modernización y mejorar la FP, y nada más. Fue una irresponsabilidad histórica promulgar la LOGSE en contra de demasiada gente, como es una irresponsabilidad histórica promulgar la LOMCE en las mismas tristes condiciones.
Lo que habría que haber hecho, y eso no se hizo, es no haber tocado nada, ni entonces ni ahora, hasta haber llegado a un gran pacto político y social que garantizara un sistema educativo estable para muchos años, libre de los vaivenes políticos.
A una huelga general, no sólo de educación, sino general en mayúsculas, con el lema “por un pacto político y social en educación” o “ya está bien de jugar con el futuro”, sí que iría, y muy a gusto. 
La del jueves es más de lo mismo. Un repugnante juego político. Una vieja y casposa manipulación. Un paso más hacia el abismo.
          Por esto, y por otras muchas cosas que no vienen a cuento, pero sobre todo por esto, sólo me importa a estas alturas estar con mis chavales. Ésta es la savia de la antigua raíz. Todo lo demás ha llegado a asquearme hasta el límite de lo soportable. Pero como dicen: es lo que hay. Sí, lo que hay y lo que habrá. ¡Qué triste!

¿Que tendrá que ver la gimnasia con la magnesia? ¡Basta de manipulaciones! Nos cuestan muy caras.

domingo, 20 de octubre de 2013

¿Lloverá algún día por estas tierras?

Un día gris y lluvioso de octubre. Hace fresco, un fresco agradable. El ambiente llama al recogimiento, a la calma…se está bien esta tarde de otoño.
¡Pues no! Eso de la lluvia, del fresco, del dulce ambiente otoñal, este año, aquí, no. Y lo echo tanto de menos. ¡Cómo me está agobiando este verano inacabable, incrustado impúdicamente en pleno otoño!
No ha llovido nada, absolutamente nada, en septiembre, y casi con seguridad, ¡ojalá me equivoque! no lloverá en octubre, al menos es lo que dicen las predicciones a medio y largo plazo. Y los vientos serán de sur y oeste. Y las máximas seguirán por arriba de 25. ¡Qué barbaridad!
No se si esto ha pasado siempre, si es el cambio climático o que diablos es; lo que sí sé es que está siendo un desastre, silencioso, pero desastre. El monte está que da pena. ¡Con lo bonito que se pone en otoño!
¿Qué hacer? Hemos comprado un CD de ruido de lluvia y lo ponemos en casa de vez en cuando, me desahogo escribiendo estas líneas y me consuelo viendo fotos de hojas otoñales y escuchando la canción de José Luís Perales Canción de otoño.
Si también os agobia este estúpido otoño estival y no tenéis un CD de lluvia y no os alivia escribir, podéis, al menos, consolaros viendo las siguientes fotos y escuchando a José Luís Perales.























viernes, 18 de octubre de 2013

Contra una riqueza que empobrece.


Fue ayer el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Uno de los lemas, Contra una riqueza que empobrece, pone el dedo en la llaga. Si hay demasiados pobres, es porque hay algunos demasiado ricos. Esto es evidente. Sí, decir esto es poner el dedo en la llaga, pero toda llaga tiene una causa, no sale así como así.
Habría que ir más al fondo y preguntarnos por esta causa que no es más, creo yo, que la propia condición humana. Tendríamos que reconocer y aceptar el hecho de que si yo no soy rico, si no tengo más dinero, es porque no he estado en situación de poder tenerlo, porque no he tenido “suerte en la vida”, como decimos. Y reconocer que tener “suerte en la vida” es, para demasiada gente, tener la oportunidad de ganar más, de ganar mucho más y hacerlo más allá de toda ética, más allá de la moral más básica.
Es en el fondo cuestión de idolatría. Reconocer a la trinidad, poder, dinero y prestigio como mi dios verdadero. Todo al servicio de este dios, que no es más que mi propia glorificación.
Porque no tiene valor moral el que no es más poderoso, más rico o más prestigioso porque no ha tenido oportunidad de serlo. El valor moral lo tiene quien habiendo podido serlo, ha antepuesto la ética a la consecución de tales objetivos. Y aquí es donde se reconoce la categoría moral de una persona.
De la pobreza, no son responsables solo los ricos, sino todos, ricos o no, mientras no antepongamos la ética, a la adoración a esta terrible trinidad. No es peor el que aprieta el gatillo del revólver, que el que no lo aprieta porque no lo tiene.
Y claro, como no puede ser menos, del mal surge el mal. El hombre que ha conseguido llegar allí arriba al margen de la ética, crea las estructuras económicas y sociales que también al margen de la ética garanticen su permanencia en la cumbe conquistada.
¿Y cómo cambiar esto? De verdad que no lo sé. Y me asusta ver cómo los perversos mecanismos que crean la pobreza están tan presentes  en las grandes estructuras sociales y económicas, como en la vida cotidiana. Por eso es tan difícil combatirla. Estos perversos mecanismos están actuando en los gobiernos de los países, en los partidos políticos, en las estructuras económicas, pero también en el socio de la empresa, en el matrimonio separado, en el compañero de trabajo…
           Es ésta una de las muchas caras del mal. ¿Cuándo arrojará Frodo el maldito anillo al Monte del Destino? ¿O ya lo arrojó y no nos hemos enterado? Sé que la respuesta está en el Evangelio. Lo sé. Pero claro, habría que tomárselo muy en serio.

lunes, 14 de octubre de 2013

Primer aniversario.

Tras la noche está el amanecer, tras la cruz está la mañana de Pascua. Es la última esperanza.
              Hoy, 14 de octubre de 2013 cumple un año este blog. No he escrito para este primer cumpleaños ninguna entrada nueva. Os invito a leer la del 15 de enero de este año (teclea en el buscador la palabra injusticia) que es un comentario al poema del mismo nombre, escrito por Dámaso Alonso.
              A continuación tenéis el poema con el que celebro el aniversario.

¿De qué sima te yergues, sombra negra?
¿Qué buscas?
                           Los oteros,
como lagartos verdes, se asoman a los valles
que se hunden entre nieblas en la infancia del mundo.
Y sestean, abiertos, los rebaños,
mientras la luz palpita, siempre recién creada,
mientras se comba el tiempo, rubio mastín que duerme a las puertas de Dios.

Pero tú vienes, mancha lóbrega,
reina de las cavernas, galopante en el cierzo, tras tus corvas pupilas, proyectadas
como dos meteoros crecientes de lo oscuro,
cabalgando en las rojas melenas del ocaso,
flagelando las cumbres
con cabellos de sierpes, látigos de granizo.

Llegas,
oquedad devorante de siglos y de mundos,
como una inmensa tumba,
empujada por furias que ahíncan sus testuces,
duros chivos erectos, sin oídos, sin ojos,
que la terneza ignoran.

Sí, del abismo llegas,
hosco sol de negruras, llegas siempre,
onda turbia, sin fin, sin fin manante,
contraria del amor, cuando él nacida
en el día primero.

Tú empañas con tu mano
de húmeda noche los cristales tibios
donde al azul se asoma la niñez transparente, cuando apenas
era tierna la dicha, se estrenaba la luz,
y pones en la nítida mirada
la primera llama verde
de los turbios pantanos.

Tú amontonas el odio en la charca inverniza
del corazón del viejo,
y azuzas el espanto
de su triste jauría abandonada
que ladra furibunda en el hondón del bosque.

Y van los hombres, desgajados pinos,
del oquedal en llamas, por la barranca abajo,
rebotando en las quiebras,
como teas de sombra, ya lívidas, ya ocres,
como blasfemias que al infierno caen.

...Hoy llegas hasta mí.
He sentido la espina de tus podridos cardos,
el vaho de ponzoña de tu lengua
y el jirón de tus alas que arremolina el aire.
El alma era un aullido
y mi carne mortal se helaba hasta los tuétanos.

Hiere, hiere, sembradora del odio:
no ha de saltar el odio, como llama de azufre, de mi herida.
Heme aquí:
soy hombre, como un dios,
soy hombre, dulce niebla, centro cálido,
pasajero bullir de un metal misterioso que irradia la ternura.

Podrás herir la carne
y aun retorcer el alma como un lienzo:
no apagarás la brasa del gran amor que fulge
dentro del corazón,
bestia maldita.

Podrás herir la carne.
No morderás mi corazón,
madre del odio.
Nunca en mi corazón,

reina del mundo.

sábado, 12 de octubre de 2013

Con la esperanza de que dejen de ser ciertos...


Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

Con la esperanza de que estos versos de Antonio Machado dejen de ser ciertos alguna vez, os deseo que hayáis pasado y acabéis de pasar un feliz doce de octubre.
            Y con esta esperanza y este deseo un poema, también de Machado, al que siempre he tenido un especial cariño, y que va con el día.

Se ha asomado una cigüeña a lo alto del campanario.
Girando en torno a la torre y al caserón solitario,
ya las golondrinas chillan. Pasaron del blanco invierno,
de nevascas y ventiscas los crudos soplos de infierno.

Es una tibia mañana.
El sol calienta un poquito la pobre tierra soriana.

Pasados los verdes pinos,
casi azules, primavera
se ve brotar en los finos
chopos de la carretera
y del río. El Duero corre, terso y mudo, mansamente.
El campo parece, más que joven, adolescente.

Entre las hierbas alguna humilde flor ha nacido,
azul o blanca. ¡Belleza del campo apenas florido,
y mística primavera!

¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,
espuma de la montaña
ante la azul lejanía,
sol del día, claro día!
¡Hermosa tierra de España!

martes, 8 de octubre de 2013

Minute Maid versus Arroz Dacsa

Está claro que hay para todos los gustos, y es bueno que así sea. Lo que a mí me sucede es que hay gustos que me cuesta entenderlos, sinceramente.
Ahora, en la tele, que veo poco, dicho sea de paso, hay dos anuncios que contrastan de un modo salvaje. Uno es “el del palo, es un palo” y otro el de el arroz al horno.
El del palo, de Minute Maid, me parece un spot inteligente, elegante, simpático y con fondo, con mucho fondo, más del que parece.
El de arroz Dacsa, con la cancioncita y la horrible estética que la acompaña, me resulta, feo y desagradable, y me hace sentir vergüenza al pensar que alguien pueda identificar “eso” con  lo valenciano.
Pero bueno, respeto que haya gente a quien le guste. Faltaba más. Si con eso venden más, pues mejor para ellos. Yo, por mi parte no compraré ese arroz hasta que retiren la publicidad. Y si puedo elegir entre un zumo de Minute Maid u otro, igual me inclino por el primero; aunque sea por lo chulo que es el anuncio.

A continuación os pongo un enlace a cada uno para que comparéis.

Minute Maid Me gusta.
Arroz Dacsa No lo aguanto.

sábado, 5 de octubre de 2013

Señor policía, eso no se hace.


Ayer por la noche, cenando, me contaban cómo un honrado vecino de Ribarroja ha tenido que abonar 200 euros, y su mujer otros tantos, por aparcar los coches en el lado equivocado, el pasado 1 de octubre, a medio día, cuando había todavía vehículos aparcados a ambos lados.
No. Eso no se hace. Es injusto, indigno y peligroso. Hay mil comportamientos merecedores de multas como ésta o peores. ¡Por supuesto! Pero por no cambiar a tiempo el vehículo de acera, o equivocarse el primer día, cuando aún hay coches a ambos lados, clavarle a uno 200 euros, es un abuso intolerable.
¿Sería, por ejemplo, tan difícil, tener unas tarjetitas en las que dijera “le recordamos que debe cambiar su vehículo de acera, gracias” y dejarlas el primer día, sólo el primer día, a los que se les ha pasado o se han equivocado? No, eso no sería difícil. Eso sería pensar en el ciudadano. Estar junto a él. No contra él.
Pero claro, así se recaudaría menos, ¿verdad? Porque ése debe ser el objetivo de este comportamiento. Porque si no es éste, ¿cuál es? ¿Putear por putear?, ¿encabronar por placer? De verdad que no lo sé.
El ciudadano honesto, que paga sus impuestos y cumple las leyes, se siente injustamente agredido. Se siente víctima de la autoridad y de los agentes de la autoridad, que deben estar para servirle y protegerle, no para putearle. Y no solo víctima, sino víctima indefensa. No puede hacer nada porque es cierto que la ley no está de su parte, la ha infringido.
Y si, encima, el citado ciudadano está en paro, o cobra mil euritos al mes (y hay así demasiada gente) la indignación y la rabia adquieren dimensiones peligrosas.
Seamos sensatos. Apliquemos la ley con sentido común y respeto. No juguemos con el fuego, porque el estallido social es posible. No hay más que seguir jodiendo al personal de esta manera y más con los tiempos que corren. Yo, y lamento decirlo, entendería que ante estos comportamientos de la autoridad, la respuesta acabe siendo violenta. Lo lamentaría muchísimo, pero lo entendería. Y lo que más lamentaría es que después de todo, la víctima volvería a ser el de siempre, “pocaropa”. Saldrían entonces los santones de turno diciendo que éstas no son formas de resolver los problemas, problemas que ellos no son capaces de  imaginarse ni en sus peores pesadillas…
Y una última cuestión que siempre que pasan estas cosas me viene a la cabeza y que tengo muy clara. El abuso de poder, y el hecho del que hablo lo es, si sucedió tal cual me lo contaron,  deslegitima siempre a la autoridad que lo ejerce. Y una autoridad deslegitimada, no tiene por qué ser respetada. Y llegar a esto es muy, muy peligroso.

viernes, 4 de octubre de 2013

El chaval que se desnudó y se echó al monte.

En la primavera del año 1182 un chaval de 25 años, un buen día, renunció a todo lo que tenía, ropa incluida, y desnudo se echó al monte para ser libre, poniéndose en manos de Dios. El pueblo se llamaba Asís y el chaval, Francisco.
Entonces dijeron, como hoy diríamos, no hemos cambiado tanto, “este tío se ha vuelto loco”. Y ese tío que se había vuelto loco, murió a los 45 años, un sábado, 3 de octubre de 1226, al atardecer, desnudo también, sobre el suelo, según su voluntad. Sólo dos años después, la Iglesia lo declaró santo.
Ochocientos años después, por primera vez en la historia, un Papa se llama Francisco. No es casualidad que se llame Francisco y no es casualidad que esté “rompiéndolo todo”. ¡Claro que sí! Está rompiendo todo lo que hay que romper, como lo rompió aquel Francisco de hace 800 años, como lo rompió aquel Jesús de hace 2000.
Y como mucha más gente que a lo largo de la historia, se ha dejado impulsar por el mensaje de Jesús, libre y liberador, y ha comprometido su vida en la necesaria trasformación del mundo.
En este día de San Francisco, gozando de los vientos nuevos que soplan en la Iglesia, veo como una fuerza silenciosa, pero poderosa, moviendo la historia. Y veo cómo la prudencia, que cuando no es coherente con el Evangelio no es más que cobardía, comodidad, oscuros intereses inconfesables, se retira dejando paso a la bendita locura de quien, fiándose de Dios, vive libre, sin miedo, habla sin miedo, actúa sin miedo. De quien se cree eso de “No temáis, Yo he vencido al mundo”.

Pues eso. Feliz día de San Francisco. Felicidades a los Pacos.