FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 31 de octubre de 2014

"Jalobuin" y el Cristo de los Faroles.


Celebrar nosotros Halloween, “jalobuin”, es como arrancar al Cristo de los Faroles de la recoleta plaza de los Capuchinos, en su Córdoba “natal” y bajarlo en fluvial procesión por el río Mississipi, en barca ¡claro!
Esta idea no es mía. Anda paseándose por face-book. Y tiene toda la razón, la suscribo plenamente. La fiesta de Halloween me parece extremadamente… fuera de lugar, rozando lo ridículo.
Pero ya está aquí, y no habrá quien se la lleve. Entró a través de la tele y el cine. Fue acogida fervorosamente por la “gente guapa” en sus urbanizaciones exclusivas y extendida por doquier cuando el personal se dio cuenta de que movía mucho dinero y era divertida. Y acampó entre nosotros para quedarse. En fin, lo de siempre.
Este fin de semana, cientos de miles de niños, de jóvenes, de adultos se vestirán de calavera, de zombi, de monstruo, de enfermo (qué mal gusto), harán la chorrada del truco o trato, cenarán a ser posible “made in USA”…Sólo faltará que se llamen Billy, Johnny, Déborah, Elisabeth. Y muchos de ellos, luego serán antiamericanos, que es lo que la progresía debe ser. ¡Faltaba más!
Pero junto a estas, a mi juicio, tonterías intrascendentes, hay otra mucho más grave porque falsea y envenena toda la situación. La de plantear el tema en clave anticlerical, cosa ésta muy nuestra también. La de hacernos creer que es la Iglesia la que no quiere celebrar Halloween. Que es la Iglesia la que monta fiestas alternativas…Esto, en realidad, no es verdad, aunque algo de cierto haya.
Porque sí, hay quien muy pío y devoto él, o muy pía y devota ella (¿no se dice así?) proponen a los niños vestirse de santos y vírgenes en vez de hacerlo de calavera, o a los jóvenes ir a misa y luego a la adoración nocturna, en lugar de irse de cenota y “festurri” esquelético-discotequera, para contrarrestar así los efectos perniciosos de una fiesta pagana.
¡La leche! Este país es la leche.
No veo contraposición entre Halloween, y Todos los Santos y el Día de Difuntos. El creyente celebrará lo que tenga que celebrar como lo que son, unas fiestas para recordar a los que ya viven para siempre. Una fiesta de vida y no de muerte. Y luego, si quiere hacer el mono, pues lo hará. Disfrazarse de Drácula o de hombre lobo y darle un susto a la vecina, puede tener su gracia, esta noche o cualquier otra.
El verdadero problema, pienso yo, es que lo que supone celebrar “jalobuin” sin más, tal como la hacen en Dakota del norte, por ejemplo, es renunciar a nuestra historia, nuestra cultura, nuestras tradiciones. No es a la Iglesia a quien dañamos haciendo estas sandeces. Es a nuestra propia identidad a la que despreciamos al aceptar tal cual algo que no es nuestro.
¿Por qué no leemos o contamos esta noche una leyenda de Bécquer por ejemplo, con las luces apagadas, junto a una vela? El ir disfrazados o no es intrascendente. Y mañana podemos celebrar cristianamente el Día de Todos los Santos. ¿Por qué no? Una cosa no quita la otra.
Y una cosa no quita la otra porque nada tienen que ver. No veo necesario proponer alternativas, competir, oponerse…Que haga el tonto “made in USA” quien quiera. Libre es. El creyente celebrará lo que su fe le lleve a celebrar. Y si luego le gusta disfrazarse, allá él con su buen gusto y su sentido común.
Aunque en mi caso, y es el mío, entre vestirme de calavera, y acompañar al Cristo de los Faroles por el río Mississipi me quedo con lo segundo. Aunque preferiría no moverlo de su preciosa placita cordobesa.

NOTA:

Si quieres otra reflexión muy parecida a ésta y unos textos muy nuestros, propios de estos días, escribe la palabra Bécquer en el buscador de este mismo blog y encontrarás la entrada que publiqué el año pasado por estas fechas.
Este año publicaré, el 1 de noviembre, otra leyenda de Bécquer y el día 2, día de difuntos, una extraña historia que me contaron hace algún tiempo.
Porque lo que sí es muy de aquí, celebraciones religiosas o “jalobuins” aparte, es contar estos días cuentos, historias, leyendas que nos acercan al misterio, a lo que escapa del todo a nuestra comprensión.
Después de todo, ¿no escapa a nuestra comprensión la vida para siempre?

jueves, 30 de octubre de 2014

No hay pan para tanto chorizo.


Está siendo tremendo, ¿verdad? La corrupción parece no tener límites y cada vez salpica a más y más gente. Y esto llega cuando todos estamos cansados de la palabra crisis, cansados de que esta palabra haya sido más que una palabra y siga siéndolo para demasiada gente.
Y esto irrita, indigna, encrespa. El pensar que mientras millones de personas lo pasaban y lo pasan tan mal, otros roban a manos llenas cantidades astronómicas, cantidades que una familia honrada y normal no se gastaría viviendo muy bien en cientos de vidas, irrita, indigna y encrespa.
Y nubla la razón.
Y es en estos momentos cuando surgen los líderes carismáticos, los radicales de rompe y rasga, los salvadores de la patria, los justicieros honradísimos que van a poner las cosas en su sitio… El terreno está abonado para que enraícen en él las peores semillas.
Y a mucha gente, el hartazgo de basura les nubla la razón.
Porque además, esta basura se extiende por todo el espectro político. No es patrimonio de un partido. Por eso, cuando ayer, don Mariano pidió perdón por la corrupción entre los suyos a todo el país, debería don Pedro haberle acompañado. Y juntos limpiar sus partidos de escoria, y los bancos, las empresas, las instituciones… Y legislar juntos para que este gigantesco fraude a millones de personas no vuelva a cometerse.
Estoy convencidísimo de que seguir acusándose mutuamente los grandes partidos, los que representan a la mayoría, de un delito que todos han cometido, en mayor o menor medida, hoy, ayer, anteayer, no hace más que abonar más y más el terreno para que surjan y crezcan esplendorosos los “salvadores de la patria”, los temibles “salvadores de la patria”.
No son los dineros robados el gran problema, y eso que es grande el problema, es el habernos llevado a todos a una emboscada de la que muchos pueden querer salir saltando al abismo.
        Espero que don Mariano y don Pedro se den cuenta de esto. Por el bien de todos. ¡Cuidado! que la situación está nublando la razón de mucha gente. Y podemos irnos todos al garete, podemos.

martes, 28 de octubre de 2014

El Cervino, 150 años de su conquista.

Clásica imagen del Cervino. A la izquierda el Hirli. Al frente la arista de la conquista.

El 14 de julio de 1865, a la una cuarenta de la tarde, el inglés Edward Whymper, acompañado del guía Michel Croz y cinco personas más, alcanzaron el Cervino, de 4478 metros, una de las montañas más bellas de la tierra.
Este año comienzan las celebraciones que culminarán el verano que viene, el día en que se cumpla el 150 aniversario de la conquista.
Yo no la he subido, ¡ojalá! pero sí he ido a verla varias veces, he acampado a sus pies durante días y he ascendido a algunas de las cumbres que la rodean, sin saciarme nunca de contemplarla. Realmente es abrumadoramente hermosa vista desde el pueblo Zermatt, o desde el humilde Hirli de 2889 metros, o desde los 4164 del Breithorn.
La he visto envuelta en la tormenta, iluminada por el sol de la mañana y de la tarde, recortada contra un cielo azul intenso o iluminada por la luna, elevar su masa altiva y elegante hacia las estrellas.
En uno de los viajes que hicimos por los Alpes, visitamos Isabel, unos buenos amigos y yo, el museo que en Zermatt tiene la montaña. Dos amabilísimos abueletes, cuidadores de todo lo allí atesorado, nos enseñaron el recoleto museo, y en inglés-italiano-francés nos contaron lo acontecido en su montaña. Nosotros ya lo conocíamos, pero escuchado allí, a su sombra, y rodeados de fotos y objetos de aquella epopeya, la historia tuvo un sabor inolvidable.
Os la voy a contar.
Durante varios años la intentaron conquistar dieciséis veces por la vertiente italiana. Todas estas tentativas estuvieron metódicamente planificadas pero todas acabaron en fracaso.
Dos eran los pretendientes, el inglés Edward Whymper y el italiano Jean Antoine Carrel. Juntos la habían intentado varias veces, pero aquel 14 de julio, por los juegos del azar, el inglés la intentó por la vertiente suiza por primera vez y el italiano por la de su valle una vez más. Y ese día, ambos hubieran llegado, porque cuando los de Whymper gritan eufóricos desde la cima, Carrel está a menos de 200 metros de ella. Abatido porque se le han adelantado, regresa al valle. Tres días después volverá y hará cumbre por la vertiente italiana, la suya, considerablemente más difícil que la suiza.
Carrel volverá 53 veces a su montaña y morirá a los pies de ella, tras salvar a su cordada. Whymper tres, una de ellas con Carrel, sellando así la reconciliación entre ellos, en la montaña que tanto amaron.
Pero el Cervino se cobró un alto precio por su conquista. En el descenso iban todos encordados juntos, ¡siete! En un paso, muy altos todavía, el segundo resbaló, cayo sobre el guía Croz y ambos se precipitaron al abismo. Los dos siguientes fueron arrancados de sus presas y lanzados al vacío partiéndose la cuerda que los unía a Whymper y a los dos restantes que, sobrecogidos, vieron perderse en el inmenso vacío de la cara norte a sus compañeros. Una caída de más de mil metros. La vuelta al valle de los tres supervivientes, llevando consigo tan gran y terrible noticia, debió ser una experiencia violentamente contradictoria. El Cervino ya no era virgen, pero a qué precio.
Sí, realmente la historia de la conquista del Cervino tiene el sabor de una epopeya mítica. Dos hombres, una montaña, rivalidad y encuentro, gloria y tragedia. Es toda una experiencia ver cara a cara al Matterhorn, así se llama en alemán, y contar estas historias, frente a sus paredes altísimas atravesadas frecuentemente por avalanchas, sus aristas afiladas, su cumbre, a menudo envuelta en nubes…

Hablaremos más del Cervino. Por hoy basta. Pero si habéis llegado a leer hasta aquí, no os perdáis las fotos que he sacado de Internet, no son mías. Mis fotos del Cervino son diapositivas que aún no hemos digitalizado. En ello estamos. Cuando las tenga ya las compartiré. Bien lo merecen.
Vertiente italiana del Cervino.
La arista de Hornli, en la vertiente suiza, iluminada, evocando la vía de ascensión.
Espectacular imagen de la montaña iluminada. 
Jean Antoine Carrell
Edward Whymper.

lunes, 27 de octubre de 2014

El hombre que paseaba a un...gato.

Mari Rufus.
El hombre caminaba despacio bajo el sol de una mañana tibia de otoño, volviéndose de vez en cuando a esperar a…su gato. Sí, yo esperaba ver un perro pero no, era un gato, un hermoso gato negro que le seguía sosegada y elegantemente. El hombre se adelantaba y le esperaba; el minino llegaba hasta él, rozaba apenas sus pantalones y esperaba que su amo siguiera caminando, hasta que volvían a juntarse. Sin correas, sin cadenas. Hombre y gato a la luz de la mañana.
La escena me resultó deliciosa. Y no pude menos que acordarme de Mari Rufus, nuestra gatita, “asesinada” por un veterinario, como las otras dos Mari Rufus que tuvimos antes que ella, “asesinadas” también por veterinarios.
Estas tres Mari Rufus, al igual que el Platero de Juan Ramón Jiménez, que fueron también varios, han acabado siendo en realidad una sola, como lo es Platero.
Muchos son los recuerdos gratos que de Mari Rufus conservamos y muy valioso el regalo inestimable que me hizo sin ella saberlo. Y de este regalo quiero hablar ahora.
Yo no aguantaba a los gatos. Les tenía manía, mucha manía. Un buen día, apareció casualmente la primera Mari Rufus en mi vida, Rufus al principio, hasta que nos dimos cuenta que era gata y le añadimos el Mari. Y así se fueron  disolviendo el montón de prejuicios que sustentaban esta manía. Sí, se disolvieron como el hielo al sol. Y durante todos los años que gocé y luego gozamos de Mari Rufus, me fui dando cuenta de cuán estúpido había sido dejando crecer en mí ese desprecio hacia estos bichitos, basándome tan sólo en lo que otros me decían, en lo que yo creía saber de ellos.
Luego, cuando los conocí de verdad, resultó que bien poco sabía de gatos y me di cuenta también del poco interés que había tenido siempre por  acercarme a esos animalitos tan vulgares, tan insignificantes, hoy, tan inútiles…
Cuando ya no había nada que hacer, y llevamos a Mari Rufus al veterinario, a otro veterinario, para que la durmiera para siempre, junto a la pena que teníamos (quien haya tenido mascotas a las que haya querido, bien lo sabrá) sentí también una intensa gratitud que agigantaba la pena. Me había hecho un gran regalo.
Ese animalito tan vulgar, tan insignificante, tan inútil, me había enseñado de un modo rotundo que sólo se valora, sólo se ama lo que se conoce. Y que para valorar algo o a alguien, para conocer algo o a alguien, hay que tener el valor de romper prejuicios, vencer la pereza que nos da salir del cómodo hábitat que todos nos construimos y donde habitamos confortablemente y correr el riesgo de la intemperie, de lo diferente, de lo desconocido. Y abrir entonces los ojos, mirar y ver lo que estaba ahí y no veía. Éste fue el gran regalo de Mari Rufus.
Y eso intento en mi vida, conocer para amar, aunque demasiadas veces no lo consigo. Mari Rufus me lo enseñó. ¡Cuántas veces pensé lo equivocado que estaba cuando nos esperaba feliz a la puerta de casa, nos calentaba los pies en la cama las noches de invierno, se ponía sobre la tele moviendo el rabo sobre la pantalla para que le hiciéramos caso, cuando se escondía tras una puerta para saltar sobre mis pies y salir corriendo y que así jugara a perseguirla…!
Ni vulgar, ni insignificante, ni inútil. Está para siempre en nuestras vidas. Por eso, ahora, me gustan los gatos, los veo, están ahí. Cuando los despreciaba no tenía ojos para ellos.
Por eso los vi y me encantó verlos, este sábado, en Losa del Obispo. Hombre y gato, a la luz de la mañana. Y el haber sabido verlos y poder ahora contároslo, se lo debo a Mari Rufus.

NOTA:
Para nada son estas letras un ataque a los veterinarios. He tenido también perro y puedo decir que también he conocido excelentes profesionales. Pero lo que es un hecho innegable es que con ninguna de las tres gatitas “tuvimos suerte” con ellos.

viernes, 24 de octubre de 2014

Torla. Hotel Villa Russell y Restaurante El Duende. Un binomio perfecto.

Hay en el Pirineo central un valle muy, pero que muy conocido, al cual no es aconsejable ir en verano a no ser que seamos de esos terrícolas que nos atrae “la peña”, el mogollón, las masas humanas. Estas personas pueden ir tranquilamente porque a buen seguro se sentirán en su salsa, “amogollonás”.
Fuera del verano, y sobre todo si no es fin de semana, el valle es para mí, el paraíso. El valle es Ordesa y el pueblo, Torla. Hemos estado por allí últimamente.
Pues bien, en ese precioso pueblecito pirenaico hay un hotel que recomiendo muy vivamente. Un hotel y un restaurante que lo complementa a la perfección, pues en el hotel no sirven comidas ni cenas, aunque en el bar sí hay bocadillos y buena cerveza.
Conocimos el hotel porque su nombre nos llamó la atención. Se llama Villa Russell, y es un coqueto hotel de montaña de diecisiete habitaciones, dedicado ni más ni menos que al Señor Conde. El dueño, José Antonio, es un gran admirador suyo. Como yo.
Nada más entrar encontraréis un mapa del Pirineo Central sobre una mesa presidida por un retrato de Russell. Pasillos y habitaciones están decorados con bonitas fotos de montaña y biografías enmarcadas de pirineístas ilustres. Y en el acogedor y elegante salón, en un ángulo, sobre dos cómodos sillones, otro retrato de Russell y una placa en su homenaje crean lo que yo llamo el rincón del Conde, donde muy gratamente más de una vez hemos degustado en agradable conversación, tras la cena, una copa de pacharán.
José Antonio, el dueño, amable y buen conocedor de las montañas, resulta una ayuda perfecta para programar excursiones y un seguro de inestimable valor si le dices dónde vas a ir, sobre todo si te internas en la montaña en serio.
Y como he dicho, todas estas excelencias se complementan con el restaurante El Duende, próximo al hotel, donde el ambiente, la comida y la atención son también excelentes. No es barato pero la relación calidad precio es perfecta por lo que podemos concluir que no es caro.
Así pues, si un día vais por aquel maravilloso rincón del Pirineo, esta combinación Villa Russell y El Duende os dejará muy satisfechos. Eso sí, el hotel no está abierto todo el año, llamad antes, y en el restaurante, los fines de semana, hay que reservar.
Una dura ascensión de las muchas que hay por allí, acabada en una buena cena en el restaurante, una copa en el rincón del Conde, y una noche de reparador descanso en alguna de las cómodas habitaciones del hotel…bueno, ¿qué queréis que os diga? La gloria.
Y si puede ser más de una, mejor que mejor.

La calle principal de Torla y el hotel Villa Russell.
Fachada del hotel. Entrada al al bar y a la derecha la entrada principal.
Vestíbulo del hotel. El mapa y el cuadro del Señor Conde.
El rincón del Conde. ¡Qué recuerdos!
La placa en su honor sobre su retrato.
Restaurante El Duende, muy cercano al hotel.
Y muy cerca del restaurante, la bonita iglesia de Torla.
Si queréis saber más del hotel pulsad a continuación Hotel Villa Russell. y si queréis conocer más el restaurante pulsad Restaurante El Duende.


miércoles, 22 de octubre de 2014

Mi buen don Pedro, ¡no me decepcione!


Mi buen don Pedro, ayer hacer cien días que usted ser Secretario General de su partido y yo hoy tener que decir que mí no comprenderle bien. Mí estar alucinado y un poquito asustado. Mi ser rostro pálido que flipar en colores, don Pedro.
¿Por qué pasarle esto a mí? Pues porque mí tener la esperanza de que usted, amigo don Pedro, como nuevo secretario general del PSOE aportaría ese toque de sentido común, de prudencia, de flexibilidad, de estrategia política que un señor líder de la oposición debe tener si realmente quiere llevar a su partido al gobierno de un país que, además, visto lo visto, tiende a su autodestrucción.
Y la esperanza se me está esfumando. ¡Qué fuerte!, como dicen ahora. Don Pedro, me está usted dejando “chafao”. Y al principio me ilusionó, fíjese.
Le voy a comentar tres de sus lindezas que no entiendo. La primera es que, hace ya algún tiempo, me sorprendió acusando a don Mariano de que su interés por cambiar la ley electoral era puramente electoralista, valga la redundancia. ¡Pues claro! ¿Quién lo duda? Exactamente el mismo interés electoralista que tiene usted en que no cambie, porque tal y como están las cosas es bastante probable que en este momento obtenga usted más ayuntamientos que don Mariano aunque obtenga menos votos que él. El problema es que no es cuestión de ganar o no, sino de que las leyes electorales sean cada vez más democráticas gane quien gane en la próxima cita con las urnas. Lleve usted cuidado, que quien más y quien menos no es tonto y hay afirmaciones que le dejan en ridículo por obvias y además por volverse contra usted mismo.
Después, por ejemplo, cuando en un pueblo, Tordesillas, se lían a pedradas antitaurinos contra protaurinos, en vez de censurar sin paliativos semejante forma de resolver las diferencias y no entrar en ese momento en el tema de fondo, no tocaba, nos sale hablando de erradicar a golpe de decreto tradiciones muy arraigadas en una parte importante de nuestra sociedad. No señor, no. Estas tradiciones, como todas las que no atenten contra la dignidad de las personas, que haberlas haylas, se cambian con concienciación, educación, respeto a todas las sensibilidades, paciencia… Y la violencia se condena siempre, siempre. Lleve usted cuidado que la palabra erradicar, en política, tiene ciertas connotaciones cuanto menos inquietantes.
Y finalmente, el otro día, nos sale diciendo que sobra el Ministerio de Defensa. ¡Ojala fuera de verdad así! Como si estuviéramos en un mundo de cuento de hadas. ¡Qué insensata e inoportuna afirmación, aunque luego la “matizara”! No es momento de jugar con eso cuando fuera de nuestras fronteras pasan cosas serias, como la Guerra Santa que está en marcha y mira a la península como parte de un futuro califato y cuando dentro también están pasando cosas que están poniendo muy nerviosa a mucha gente que también existe, que está ahí, aunque se les oiga poco o nada, porque no son hoy políticamente correctos. No, no es momento de mentar estas cosas señor mío. Lleve usted cuidado y sea consciente del momento histórico en que vivimos, que no es fácil.
Aún podría seguir don Pedro con más ocurrencias y actitudes suyas, por ejemplo las mostradas a propósito de la crisis del ébola, que no entiendo y no me gustan.
Señor don Pedro, de verdad le acogí sin prejuicios, pero ¿qué está haciendo?, ¿qué asesores tiene?, ¿quiere ocupar el sitio que los de Podemos pueden arrebatarle a base de decir… tonterías?
De verdad, qué miedo me da lo que usted está haciendo y cómo me está decepcionando. Cierto es, mi buen don Pedro, que también ha dicho cosas ciertas y sensatas, también, pero hombre ¿cómo me las adereza con estas sandeces tan inoportunas como peligrosas?
Déjese de ocurrencias, de andarse por las ramas y de basar la identidad de su partido en una oposición sistemática, ciega y a menudo patética y recupere el alma del socialismo que no es más que una gestión económica que posibilite una sociedad libre donde haya un reparto de la riqueza justo y equilibrado. Es en la economía, en la justicia social y en un exquisito respeto a la libertad de todos, incluso de los que no piensan como usted, donde debe apretar fuerte. Éstos han de ser sus caballos de batalla.
En ese camino nos encontraría a muchos.

martes, 21 de octubre de 2014

Aquí no pasa nada.

No es un árbol otoñal, es la plaga que arrasa los pinares.
Son las 22,56 del 21 de octubre. Acabo de sacar la basura. En la calle estamos a 24 grados. Hoy hemos alcanzado los 36. En lo que llevamos de mes han caído 13 litros. En lo que llevamos de año, 208. Seguimos sin perspectivas de lluvia. El monte está seco, seco del todo. Las plagas arrasan los pinares que se han librado del fuego…
Si esto no es una catástrofe ecológica que me digan a mi qué es entonces. Nadie dice nada. Aquí no pasa nada. 

¿Qué no tienen bastante? Me dan vergüenza.


Me hace sentir vergüenza ajena cuando veo a muchos ídolos, normalmente del deporte, vender su imagen a empresas privadas para que con ella anuncien sus productos. Perfumes, seguros, coches o ropa interior, suelen ser los más frecuentes.
Me imagino que cualquiera de estos señores tendrá ya mucho más dinero del que se puedan gastar en cien vidas viviendo a todo tren. ¿Para qué quieren más? Porque lo que es evidente es que su objetivo al prestarse al juego de la publicidad es ganar más dinero, más y más dinero.
Y ahí viene mi vergüenza. Veo falta de elegancia, falta de respeto a uno mismo, avaricia sin límites. Y entonces se me caen del pedestal, si es que en algún momento estuvieron en él.
Verles anunciar un perfume que no les gusta o les es indiferente, una compañía de seguros en la que nada tienen asegurado, un coche que les da igual ¡ya tienen tantos! o un calzoncillo que no han llevado más que en el anuncio, me parece muy ridículo.
Como ridículo me parece también ponerme el perfume porque lo anuncia fulano, asegurar mi casa con determinada compañía porque lo dice mengano, comprarme el coche, si puedo, que se supone que conduce sotano y ponerme los calzoncillos de marca kulitomonín, porque quien lo anuncia lo tiene monín, con la vana esperanza de que mi culito se asemeje al suyo, sin caer en la cuenta de que el hecho de que mi culín sea atractivo o no, no depende precisamente de dicha prenda.
Pero claro, así es el mundo. Así somos las personas. Así funciona el sistema. El mundo empresarial y en particular las empresas de publicidad conocen todos estos mecanismos psicológicos muy bien y explotan todo este conocimiento en su propio beneficio. Es lo que hay.
Pero las personas, en este triste “es lo que hay”, tenemos un margen más o menos grande en el que podemos movernos con un mínimo de dignidad pese a pagar el tributo de tontería y estupidez que el sistema puntualmente nos exige. Y que pagamos, ¡cómo no! yo el primero.
Otra cosa bien distinta sería que el tenista Ranuncio Nadilio, los “futbolistos” (por eso de hablar castellano “progre”) Musulmano Rabuldo o Goliat Cekham, o el piloto Frialdo Alfolfo prestaran, que no vendieran, graciosamente, su imagen para campañas a favor del deporte, para proteger los bosques, o contra la droga, contra la violencia, o a asociaciones como Médicos sin fronteras o Cáritas, con perdón por si esto último huele a sacristía y ¡claro! mosquea a alguien.
En fin, es lo que hay. Triste frase, ¿verdad?, pero es lo que hay. Y es lo que pienso, con todos los respetos.

lunes, 20 de octubre de 2014

Espectaculares los valles de Tena y Ordesa este otoño.

No es la primera vez que lo digo; el otoño, cuando de verdad es otoño, es la estación del año que más me gusta. Tiene para mí algo que no es fácil explicar con palabras.
El frío avanzando poco a poco, la luz suave, las noches largas, la lluvia...y los colores, los increíbles colores otoñales. La naturaleza te invita al reposo, a la calma, al recogimiento y el fuego recupera esa magia que hace que nos quedemos mirándolo en el hogar sin hacer nada más que mirarlo tiempo y tiempo…
Antaño, por estas tierras teníamos otoños así. Yo los recuerdo. Ahora hay que irse tierra adentro, al norte, para gozar de estas sensaciones, para vivir el paso de las estaciones.
Y eso hemos hecho. ¡Qué esplendor este fin de semana en los Pirineos!, ¡qué luz! ¡qué colores! Además, un tiempo anormalmente cálido y sereno, ha hecho estallar en luminosa policromía los bosques y las montañas.
El cielo azul, los altos pastos dorados esperando las primeras nieves, los ríos bravos y los bosques en una auténtica fiesta nos regalaban un otoño en todo su esplendor. Y en los pueblos, las típicas chimeneas altoaragonesas, con sus columnas de humo dispersándose en el aire tibio y tranquilo, perfumando las calles y las plazas, acababan de crear ese ambiente sencillamente perfecto, ese ambiente que tanto me cuesta dejar, y cada vez más.
Porque por aquí, en esta tierra que tanto quiero, ya no hay verde, ya no hay colores, ya no hay agua, ya no hay otoño… Pero no nos pongamos tristes. Estas palabras son para presentar una colección de fotos otoñales que por bonitas que os parezcan son sólo una pobre sombra de lo que allí hemos podido contemplar.

Valle de Tena.
Valle de Tena.
Valle de Tena.
Puerto de Coterfablo
Puerto de Cotefablo.
Valle de Ordesa
Valle de Ordesa.
Valle de Ordesa.
Valle de Ordesa.
Valle de Ordesa.
Valle de Ordesa.
Valle de Ordesa.
Valle de Ordesa.
Valle de Ordesa.


Si quieres ver más fotos hay 104 pulsando el enlace Valles de Tena y Ordesa en otoño.


viernes, 17 de octubre de 2014

Bienvenida sea la vigesimotercera edición del Diccionario de la RAE.


Sólo unas breves palabras, no tengo tiempo hoy de más, para dar la bienvenida a la vigésimo tercera edición del diccionario de la Real Academia que fue publicado ayer, 16 de octubre.
Mi agradecimiento a todos los que lo han hecho posible, de ambos lados del Atlántico y allende los mares, con su trabajo largo, minucioso y callado.
Es el diccionario el cofre donde guardamos la inmensa riqueza de una lengua hablada por más de 450 millones de personas extendidas por todo el mundo. La abrumadora diversidad que eso supone es la sangre que mantiene siempre viva y vigorosa y en continua expansión nuestro idioma.
Sí, no lo he ocultado nunca, es mi lengua materna el castellano o español, que de ambas formas se llama. En ella pienso, siento, me expreso y vivo. Y de ella, de mi lengua, es de las pocas cosas de las que estoy rotundamente orgulloso.
Sea pues bienvenido el nuevo diccionario que a tanta gente nos une por encima de tantas y tan enriquecedoras diferencias y que atesora las piezas con las que está construida lo que a mi juicio es la más extensa y hermosa literatura que pueda concebirse.

miércoles, 15 de octubre de 2014

No había cura para celebrar la Eucaristía.

Hemos de dejarles que vean la luz en el camino.
En la puerta de la iglesia de Broto, en el Pirineo central, estaba el horario de misas en el valle para el fin de semana del Pilar.
Fuimos el sábado a las 7´30 de la tarde, hora en la que se supone que se celebraba la eucaristía, pero no hubo tal eucaristía. Una señora, de modo muy digno, rezó el rosario y después dio la comunión. Se notaba que no era la primera vez que lo hacía. La iglesia estaba casi llena.
No había cura la víspera del Pilar, en Aragón, para celebrar la eucaristía, cuando además había mucha gente en el valle, pues era puente para muchos valencianos y para los aragoneses.
Y pensé. Pensé en la escasez de vocaciones, honda preocupación en la Iglesia actual. Y pensando, pensando, me preocupó la respuesta que veo que muchas veces se da a esta situación. Una respuesta que, a la vista está, está siendo, cuanto menos, poco eficaz.
Veo que se tiende a pensar que el problema es que la sociedad está cada vez más perdida, hay menos valores, menos compromiso, las familias trasmiten cada vez menos la fe… y claro, como consecuencia hay menos vocaciones. Y sí, algo hay de cierto en esto, pero sólo algo.
Está escrito. Vemos la paja en ojo ajeno y no vemos la viga en el nuestro.
Yo creo que en vez de buscar las causas del problema fuera habría que buscarlas dentro. Me explico. ¿Por qué no tiene gancho entre los jóvenes el “meterse cura”? ¿Porque los jóvenes son cada vez más superficiales, menos comprometidos, más “malotes”?, ¿o porque lo que ven de la Iglesia resulta demasiadas veces y en muchos casos siempre, poco atrayente, demasiado incoherente, "profesionalizado", aburrido, ajeno a sus vidas…?
Pienso que los tiros van por ahí. No por el tema del celibato y el del sacerdocio de la mujer, que habría que afrontar con valentía y sin complejos, pero que no resolvería realmente el problema de las vocaciones.
La cuestión creo que está en que el vigor, la belleza, la alegría del mensaje de Jesús queda oculto por el peso de costumbres, tradiciones, hábitos, normas y sobre todo por una pátina de miedo revestido de prudencia que ahuyenta a quien busca la vida, la libertad, el cambio personal y social profundo anunciado en las Bienaventuranzas y sancionado con la Resurrección.
Ahí está el problema, creo yo. Porque estoy convencido de que si en vez de trasmitir un mensaje velado, gris, a menudo triste, rutinario, se dejara soplar libre al viento del Espíritu, brotarían las vocaciones como flores en la hierba en primavera. Porque sé de muchos jóvenes que buscan, que quieren ir más allá, que se plantearían su vida como servicio a los hombres en nombre de Jesús si la Iglesia de Jesús les dejara verlo, aunque fuera un poquito. Y a Dios gracias, por este camino veo que va el Papa Francisco.
Animo pues a todas aquellas personas que pelean y se entregan por esta causa a la gente joven, a veces hasta el agotamiento. También conozco algunos. Para ellos, mi solidaridad y mi más profunda admiración.

martes, 14 de octubre de 2014

Agua en el Pirineo.

Como estaba previsto fue el del Pilar un fin de semana pasado por agua allá en el Pirineo.  Agua por todas partes. Agua, agua… No he podido menos que lamentar que unos tanto y otros tan poco, pensando en otra tierra muy querida en la que con la mitad de la mitad nos conformaríamos.
El día que más llovió, el viernes, recorrimos en coche algunos valles del bravo Pirineo central. El río Cinca bajaba impresionante, casi desbordado, arrastrando troncos y rocas con un sonido sordo y recio por el valle de Pineta, que era una locura de cascadas saltando por las paredes en caídas vertiginosas. Locura que llegaba al paroxismo en el circo, surcado por más de doce torrentes que, uniéndose y separándose entre sí, creaban un extraño bordado apenas entrevisto entre la niebla. En Broto, la cascada del Sorrosal asombraba con su doble salto y su rugido continuo, vertiendo sus aguas al Ara que cruzaba el pueblo colmando su cauce.
Y enmarcando el agua y su música antigua y profunda, los bosques de colores, las nieblas entre los cañones, las paredes y las laderas de las montañas, ocultándolas a veces, mostrándolas otras. Y una lluvia continua, a ratos suave, a ratos fuerte, una bendita lluvia que no nos dejó hasta la caída del sol.

Colores otoñales en los bosques del valle de Broto.
Las Sestrales, sobre el valle de Añisclo, entre nieblas
Una de las muchas cascadas del Valle de Pineta.
Detalle de la cascada que cae cerca del camping del valle.
El río Cinca poco después de su nacimiento.
Más cascadas en las paredes del valle de Pineta.
El circo de Pineta, surcado de cascadas, apenas entrevisto entre la lluvia y la niebla.
El río Sorrosal en Broto.
Cascada del Sorrosal, en Broto.
La cascada del Sorrosal completa.
Detalle de la cascada del Sorrosal.

Si quieres ver más fotos pulsa Agua en el Pirineo y si quieres contemplar la cascada del Sorrosal en movimiento y con su “música” pulsa Cascada del Sorrosal en Broto.


domingo, 12 de octubre de 2014

Hace 18 años, en el valle de Pineta...

       



           Hoy 12 de octubre de 2014, hace 18 años, Sergio y Javi murieron en el valle de Pineta, a los pies del Marboré. Una potente e inesperada borrasca otoñal les sorprendió muy alto, demasiado alto.
Quiero recordarles hoy, recién llegado del Pirineo, que hemos dejado gris y frío, en pleno otoño, con el texto que escribí poco después del accidente y que publiqué en este blog hace dos años.

            A la pregunta de por qué ha sucedido algo así hay una respuesta tan inmediata como superficial e injusta: “porque estaban jugándose el tipo donde no tocaba”,”Vetges tú, ¿qué feien allá dalt?”,”eixos están locos” !Cuántas veces se habrán oído comentarios así, estos días, por el pueblo!,¿verdad?
Yo tengo otra respuesta: Sergio y Javi estaban viviendo, viviendo sí, con mayúsculas; tragándose la vida a grandes sorbos, gozando del hecho simple y llano de existir, entregando lo mejor de ellos mismos en un juego duro, austero, magnífico, un juego que les llevaba cada vez que lo practicaban, desde que lo descubrieron, a esa increíble fiesta  de encuentros que nos proporciona la montaña en serio (la que hacían ellos), no el turismo o el esquí de pista: el encuentro con uno mismo, con el otro, con la naturaleza, y en definitiva, para quien es creyente, y ellos lo eran, con Dios.
Y esto no son palabras bonitas seleccionadas para el momento. Es una de las razones, quizá la más importante, que impulsa, que nos impulsa a muchos a ir “a jugarnos el tipo”. Es el ansia, el deseo de vivir a fondo y en serio, de no huir de nada ni de nadie, de experimentar  el gozo de estar desde la propia individualidad, asumida con sus capacidades y limitaciones, con el otro, integrándonos juntos, en algo que superándonos en su absoluta belleza y grandeza, nos lanza más allá todavía, más allá. Y entonces hay quienes, desde esta grandeza, desde esta belleza, envueltas  en silencio y soledad, fácilmente pueden llegar a la oración.
El accidente es un riesgo, una posibilidad siempre presente, pero... ¿sólo en la montaña? Seamos objetivos. Muchos de nuestros jóvenes se juegan, y ahí sí, estúpidamente, la vida, todos los fines de semana, al volante. Y justo al contrario de como “se la estaban jugando” Sergio y Javi, evadiéndose, huyendo de sí mismos, pasando el tiempo de la forma más normal del mundo... y más vacía. Pero claro, esto lo tenemos asumido, es inevitable. Las cifras cantan todos los fines de semana y las estadísticas les apuntan inequívocamente. Pero cuando alcancen la edad tendrán coche, o moto, se irán de fiesta, volverán a las cinco, a las seis, al amanecer, habrán perdido el tiempo y nadie se rasgará las vestiduras.
Yo soy creyente y montañero, y por este orden; luego viene todo lo demás, y desde mi fe no puedo menos que entender la muerte de Sergio y Javi, allá en el Marboré, a 3000 metros, en el límite de la tierra de los hombres, como una forma, incomprensiblemente bella y durísima a la vez, de colmar plenamente de sentido sus vidas, ya eternamente jóvenes.
            Su última ascensión no tuvo regreso al valle; dieron el salto a la plenitud, y ese juego de encuentros al que antes aludía se consumó, haciendo de sus vidas una obra de arte perfecta. La montaña les indicaba, les señalaba algo que había  por arriba de las nubes, más allá del cielo, algo que intuimos en un crepúsculo lejano... ellos ya lo han encontrado.
Y los que nos quedamos tristes, heridos, somos nosotros; y nuestra tristeza, y el dolor de nuestra herida no menguarán si no descubrimos que sus vidas han tenido pleno sentido y que ha sido su propia y temprana muerte la que ha acabado de darles ese sentido.
Quizá ahora alguien entienda por qué vamos a la montaña, por qué volveremos a la montaña. Quizá alguien entienda que la encontraremos, incluso más entrañable, y su silencio más íntimo, porque sabemos que, como dice un conocido alpinista “su espíritu vela por nosotros en los altos espacios desnudos de la altitud que les eran familiares”.
            Y quizá ahora, pueda haber quien entienda también aquello que dijo un buen amigo mío, allá en Pineta, cuando ya sabíamos que no había esperanza alguna de encontrarlos vivos: “he visto hoy, al Monte Perdido, más hermoso que nunca”.
Y hoy también quiero, cuando el paso del tiempo vela y a la vez ilumina aquellos días, agradecer el testimonio de fe, la solidaridad, el respeto, la comprensión de tanta gente.
              A todos y a tantos, gracias.

viernes, 10 de octubre de 2014

Llega la borrasca del Pilar, llega el otoño al Pirineo.

Llueve, el agua corre por las calles, por los campos, por los bosques, por las montañas donde ya es nieve en las cimas más altas. El otoño desciende hacia los valles y los árboles lo anuncian en una magnífica fiesta de luz y color que contrasta de un modo magnífico y sobrecogedor con el cielo gris y las nubes bajas.
La montaña entera se prepara para el invierno, y es en estos meses de octubre y noviembre cuando la veo más bella, cuando al acercarme a ella me parece que nuestra relación es más íntima, más profunda, casi diría que es cuando la veo más humana.
Desde Torla, sea bienvenido el otoño. Fuera, llueve, y sé que en las altas cimas del macizo del Monte Perdido y de Gavarnie, tan próximas y a la vez tan lejanas, nieva.

La iglesia de Torla bajo la lluvia.
Colores en Ordesa.
Camino a la ermita de la Virgen de Morillo en Broto.
Camino a la ermita de la Virgen de Morillo, en Broto.
Parra virgen en Broto.
Torla. Sus calles mojadas por la lluvia.
Desde el camino a la ermita.
Pueyo de Ballarín subiendo hacia la ermita.
El valle de río ara.
Colores en Ordesa.