FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

El Kanguro truchero.

Hay un barete muy especial en un precioso rincón del Pirineo. Durante muchísimos años había pasado por delante de él sin entrar nunca, hasta que, hará unos dos veranos, un buen día entramos y nos encantó. Pequeñito, entrañable, con muy buena comida y excelente atención.
A partir de ese momento empezamos a frecuentarlo y cada vez nos gustaba más. Fuimos llevando amigos a los que también les gustaba y nos enterábamos de que luego volvían, ya sin nosotros.
Este mes de julio pasado, fuimos a cenar para inaugurar un viaje con nuestro amigo José Luís, al que le habíamos contado las excelencias del lugar. Reservamos previamente, pero tras volver a la hora convenida, empezó a pasar el tiempo y la cena no llegaba. Cierto es que había mucha gente. Pasada una hora y unos minutos pregunté qué pasaba y si lo nuestro tardaría mucho. Me contestaron que en ese momento iban a empezar a hacerlo, que si queríamos cancelarlo. Dije que sí y, molestos y decepcionados, nuestro amigo indignado, era su primera vez, tuvimos que ir, ya  tarde, al pueblo, a donde llegamos a  cenar por pelos.
No volvimos por allí en el resto del verano, aunque estuvimos alojados muy cerca durante gran parte del mes de agosto. Y la última noche, para despedir la temporada, buscando un lugar digno del evento, ni me pasó a mí  por la cabeza volver allí. Había otras alternativas, buenas, pero sin ese puntito que aquello tiene, puntito cuyo goce había dado por perdido.
Pero Isabel, con muy buen criterio, me dijo: vamos a probar. No le puse buena cara. Insistió, si vuelve a pasar lo de aquella noche, cruz y raya. Así que volvimos. Éramos tres. Isabel, Toni y yo, como aquella noche de julio. Tres.
Esta vez no había demasiada gente, pero había. Entramos, nos recibieron amables, como siempre. Nos sentamos, y mientras leíamos la carta, Rut, la jefa, se acercó a la mesa y nos dijo, “gracias por haber vuelto”. Miraba sincera, y en ese agradecimiento había también una disculpa que ya era innecesaria. Le pregunté qué pasó aquella noche, y nos dio una más que razonable y convincente explicación de lo sucedido.
La cena fue, como había sido siempre, grata, con buena comida y acogidos por el entrañable ambiente de aquel singular rinconcito del Pirineo. Agradecí profundamente a Isabel el haber querido volver allí y a Rut su bonito gesto, esas cuatro palabras que me abrían de nuevo las puertas de un lugar al que le habíamos tomado mucho cariño, puertas que, por desafortunadas circunstancias y quizá una reacción excesiva por mi parte, yo había cerrado: “gracias por haber vuelto”.
¿Que cómo se llama el bar? Ya lo digo en el título de la entrada, el Kanguro truchero, y lo aconsejo vivamente. Está abierto todo el año y es mejor reservar. Está situado junto al Cinca, a la entrada misma del valle de Pineta. Si vais por allí, no os lo perdáis.

Su web es Kanguro truchero. 




2 comentarios:

  1. Muchísimas gracias de todo corazón!! Firmado: la familia del Kanguro Truchero

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas "denadas". A pasar un feliz otoño y un buen y blanco invierno. ¡Hasta pronto!

      Eliminar