FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 31 de enero de 2016

Cosas de nuestra sociedad.

Me resulta curioso que en unos tiempos en los que nuestra imagen está expuesta a ser “secuestrada” y expandida por todo el planeta sin nuestro conocimiento, móviles ajenos, cámaras de vigilancia, satélites… En unos tiempos en los que incluso nosotros mismos la lanzamos a lo largo y lo ancho del mundo, a través de las redes sociales, sin medir mucho las consecuencias, la foto que puedo publicar de mis alumnos en el blog, en la cima de la Mola de Segart, un día frío, gris, lluvioso y ventoso (después de casi tres meses tuvo que llover el viernes por la mañana) es la que tenéis a continuación.
¡En fin! Cosas de nuestra sociedad.



sábado, 30 de enero de 2016

La corrupción abruma, pero toda corrupción.

Esta granjita podría estar bien. La casita de la izquierda sería el secadero.
Me decía el otro día alguien, y con toda la razón del mundo, que todo lo que estaba pasando en España le daba hasta ganas de llorar. Y se veía que era verdad. Lo decía con la palabra y con los ojos. Y lo decía desde el conocimiento de la historia y desde el conocimiento de nuestro complejo y tristísimo momento actual.
La corrupción de muchos de nuestros políticos abruma. Genera asco y provoca náuseas a cualquier ciudadano de a pie que intente ser honrado y vivir con dignidad y en paz.
La corrupción destruye, acaba destruyéndolo todo. Pero cuidado, no sólo existe la corrupción económica. También existe la corrupción ideológica. Y es tan peligrosa como la primera. Y hay quien no la ve… Cuando se juntan las dos, lo que suele suceder, acaban reventado el estado de derecho.
Todo político, para poder gestionar bien a la sociedad a la que sirve, debería mantenerse alejado de ambos tipos de corrupción. Debería huir de la gente que la trasmite como de la peste. Porque son una peste, tanto unos como otros.
La corrupción económica convierte al que cae en ella en ladrón. Y un ladrón puede gestionar bien sólo hasta cierto punto, porque su gestión tiene siempre unos dividendos ocultos, que no le pertenecen en modo alguno, pero que revierten en su exclusivo y personal beneficio. El dinero del que ilícitamente se apropia es de otros, que se quedan sin él. Esta corrupción cuando se detecta, acaba en los tribunales y en la cárcel. Y así debe ser.
La corrupción ideológica convierte al que cae en ella en un tirano, en el típico “salvador de la patria”. Esta clase de políticos se visten de oveja hasta que llegan al poder. Pero cuando lo huelen próximo y más cuando se instalan en él, sale el lobo que había oculto. Mi ideología por encima de todo. Yo, y sólo yo, sé lo que necesita este país. Todos bailarán al son que yo toque. La realidad es mi realidad. No hay otra realidad a considerar. Esta corrupción no es tan fácil de detectar y, a veces, no siempre, acaba en el poder.
Cierto, nos abruma la corrupción. Pero toda corrupción. Por eso está siendo tan difícil que se pongan de acuerdo nuestros políticos en formar un gobierno. Por eso.
En otro país sin tantos ladrones, sin tantos “salvadores de la patria”, en otro país menos corrupto, que los hay, hace tiempo que tendríamos gobierno.  Se habrían puesto de acuerdo los distintos partidos, al menos en lo básico, sin excluir de las negociaciones a nadie, pues todos tienen detrás ciudadanos que les han dado su confianza. Se consolidarían los aciertos, que los ha habido, del anterior gobierno, y un nuevo gobierno seguiría construyendo un país cada vez mejor, ¿por qué no? Y miraríamos el futuro sin miedo.
Es muy fácil. Perseguir, localizar y encarcelar a los ladrones y más allá de ideologías trasnochadas o imposibles, analizar la realidad, pensar en el bien común, no en el de mi partido, y dialogar, dialogar entre todos, sin excepción, por el bien del país entero.
Pero eso, en España, no es posible. A la vista está. ¡Qué triste! Claro que da ganas de llorar. Y de largarme, como digo últimamente, a montarme un secadero de jamones en Islandia. Los jamones no roban, no tienen ideología, y están buenos. 

viernes, 29 de enero de 2016

Me ha gustado mucho, aunque he llorado...

Esta es la montaña de "la experiencia", pero no hoy. Hoy estaba gris, lloviznaba, hacía frío, viento...

Me dice hoy mismo una de las alumnas de 4º de secundaria, en las convivencias, que le ha gustado mucho la ruta que acabábamos de hacer por la montaña. Está visiblemente contenta, satisfecha.
Y a renglón seguido añade, he llorado. ¿Por qué? Le pregunto, y me dice" porque me agobiaba y además me he mareado". Me alegro, le digo, me alegro de verdad de que te haya gustado.
Sí, me he alegrado por ella, y por todos los que hayan vivido la experiencia de un modo semejante. Me he alegrado porque le ha gustado, estaba contenta, pero sobre todo porque ha experimentado algo muy importante en la vida: la compatibilidad entre sufrir y gozar, su estrecha y especial relación.
Es esta una experiencia muy importante en la vida de las personas. Una experiencia que puede reorientar una vida entera y darle un nuevo sentido. Conozco gente a la que le ha pasado.
En una sociedad donde la inmediatez, el confort, la seguridad se nos venden como caminos a la felicidad, descubrir que se puede “pasar mal”, pero que más allá de ese sufrimiento se desemboca asombrosa, inesperadamente, en la alegría, en la satisfacción, es toda una lección.
No había inmediatez, porque no se alcanzaba lo deseado enseguida. Era incómodo porque llovía y hacía frío. Había, siempre lo hay, un cierto riesgo, terreno suelto, inclinado, húmedo. Por eso se agobiaba, se mareaba, lloraba.  Pero luego entró en el gozo, en la alegría, en la satisfacción.
Y esto no vale decirlo. Hay que vivirlo. Sólo así se entiende. Es la experiencia el primer paso para llegar después a la conciencia de esa experiencia que es lo que le da sentido. Primero la experiencia, luego la conciencia de esa experiencia.
De este modo, la conciencia de la experiencia se generaliza a otros ámbitos de la propia existencia. Y se descubre, como hoy ha podido descubrir mi alumna, que tras la dura perseverancia, tras el abandono de la comodidad, tras el riesgo conocido y asumido, están la satisfacción y el gozo sanos, sólidos, purificados por el sufrimiento del esfuerzo.
Llegar a la plena conciencia de esto puede orientar y dar sentido a una vida. Y a fin de cuentas, no es nada nuevo. En cristiano, tras la cruz está la resurrección, desde hace ya más de 2000 años.

jueves, 28 de enero de 2016

Medio ambiente desmantela las brigadas contra las plagas...

Hace poco era todo verde. Empieza a amarillear. En un par de meses estará muerto.
Medio Ambiente desmantela las brigadas contra las plagas forestales en plena campaña.

Vaersa asegura que cuando reciba el encargo de la “conselleria” contratará a 31 personas para las labores de tratamiento y control…

Con este titular, daba hoy el Levante la noticia de la interrupción de los trabajos de seguimiento y control de las plagas forestales que tanto daño han hecho, y van a seguir haciendo, a nuestros montes, a nuestros paisajes, a nuestro entorno natural.
Lo que es un hecho es que las plagas van a volver a estallar, y esta es la palabra, estallar. Tres meses sin llover, calor, una inmensa reserva de huevos y larvas de insectos en los árboles muertos sin retirar, que son casi todos… y sin previsión alguna de lluvias que eviten el desastre. Y por si todo esto fuera poco, con el verano ya como horizonte.
De hecho, este martes pasado pude ver en la sierra Calderona, al pie de la Mola de Segart, un pino amarillo, es decir, con la plaga ya activa. Llevaba tiempo que no veía ninguno así. O estaban verdes o estaban secos. Se reactivan las plagas.
Y la “consellería” recorta recursos.
¿Será verdad, no será verdad? Me cuesta creerlo. Una “consellería” de un gobierno que dice ser “de izquierdas”, ecologista y progresista, no puede hacer esto. Me cuesta creerlo. A no ser que estas bonitas palabras, ecología y progreso, tengan una función exclusivamente electoralista y estén, por lo tanto, vacías de contenido.
¿Será verdad, no será verdad? El hecho es que no me fío del periódico, de ninguno. Ni de las empresas. Ni de la “consellería”.
Sólo sé que si esta noticia es cierta, algo podrido hay en esa “consellería”, y no han hecho más que empezar, y si no es cierta, lo podrido está en las empresas y en un periódico que se presta a la mentira y la difamación.
Como no tengo datos para resolver esta disyuntiva, me quedo con el pino amarillo del martes, señal inequívoca del reinicio del desastre forestal que estamos sufriendo en esta tierra antaño hermosa.
Y el hecho lamentable de que, entre unos y otros, y ante la indiferencia general, que esa es otra, cada vez será menos hermosa, menos habitable.

martes, 26 de enero de 2016

El niño tonto, de Juan Ramón Jiménez. Sin eufemismos.

Dice la RAE de la palabra eufemismo: Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Esto es lo que dice la RAE, justificando pues el hecho de que determinadas realidades no sean designadas por su nombre. Y me parece bien cuando de lo que se trata, en aras del decoro, es de evitar palabras o expresiones malsonantes. Pero cuando el objeto del eufemismo es suavizar lo que nos resulta duro de llamar por su nombre, podemos caer en la cursilería, cuando no en la imbecilidad.
Y es lo que está pasando. Los eufemismos se han disparado arrinconando a las palabras “duras” que hieren nuestros sensibles oídos. Así podemos nombrar al dolor, al sufrimiento, a lo feo, a lo distinto, sin hacernos daño y así, de paso, vamos olvidando la esencia de lo que nombramos. Sólo el que lo vive y lo sufre, en su fuero interno seguirá llamando al pan, pan y al vino, vino. Aunque públicamente nunca lo reconozca.
Algo grave y serio le pasa a una sociedad que cada vez se atreve menos a llamar a las cosas por su nombre. Algo no está funcionando bien.
Y al hilo de esta reflexión, quiero compartir un texto precioso de Juan Ramón Jiménez. Es el capítulo XVII de Platero y yo. Lo titula, sin eufemismos, el niño tonto. Leedlo y seguimos.

Siempre que volvíamos por la calle de San José, estaba el niño tonto a la puerta de su casa, sentado en su sillita, mirando el pasar de los otros. Era uno de esos pobres niños a quienes no llega nunca el don de la palabra ni el regalo de la gracia; niño alegre él y triste de ver; todo para su madre, nada para los demás. Un día, cuando pasó por la calle blanca aquel mal viento negro, no vi ya al niño en su puerta. Cantaba un pájaro en el solitario umbral, y yo me acordé de Curros, padre más que poeta, que, cuando se quedó sin su niño, le preguntaba por él a la mariposa gallega:
Volvoreta d’aliñas douradas...
Ahora que viene la primavera, pienso en el niño tonto, que desde la calle de San José se fue al cielo. Estará sentado en su sillita, al lado de las rosas únicas, viendo con sus ojos, abiertos otra vez, el dorado pasar de los gloriosos.

No he visto en mi vida una descripción más bonita, más tierna, más respetuosa de un niño, ¿subnormal?¿deficiente?¿minusválido psíquico?¿diverso funcional?...de un niño tonto. 
Fijaos, un niño al que "no llega nunca el don de la palabra ni el regalo de la gracia". "Alegre él y triste de ver". Y para acabar, "todo para su madre, nada para los demás". Ahí queda. ¡Qué descripción en tres pinceladas!
Y es que el problema, probablemente no está en llamar a la realidad de una u otra manera, sino en qué hacemos con esa realidad. Cómo nos relacionamos con ella. Juan Ramón Jiménez podía llamarle tonto a ese niño porque lo conocía, porque lo respetaba, porque le echó de menos cuando vio el umbral vacío, porque desde su fe lo intuyó vivo para siempre, reconociendo así su dignidad como hijo de Dios, como persona. La palabra tonto, en este texto, está utilizada con tal cuidado, con tanta ternura, que suena dulce y entrañable. Es incluso hermosa.
A veces pienso que con tanta zarandaja lingüística, con tanta preocupación por un lenguaje políticamente correcto, sólo estamos ocultando la inhóspita realidad que hemos creado y calmando nuestra mala conciencia. Quizá no se trate tanto de cambiar palabras como de cambiar la realidad, o al menos nuestra relación con ella. No haría falta entonces tanto eufemismo y estaría mejor nuestra conciencia.


viernes, 22 de enero de 2016

Unos fotos porque sí. Gistaín.

¿Por qué estas fotos esta noche del viernes? Pues porque sí. Porque no me gusta lo que está pasando en España, y me da miedo; porque no llueve ni a tiros; porque hay gente buena que sufre, y la conozco, y me duele... Por eso y más, estas fotos de Gistaín, de hace años. Nevaba, yo era joven...









martes, 19 de enero de 2016

Hoy es el Día Mundial de la Nieve.


Hace un momento me he enterado de que hoy es el Día Mundial de la Nieve. Me gusta y nos hace falta, al menos en las montañas. Pues bien, como a estas horas ya tengo sueño, pero no quiero dejar pasar el día sin mención al blanco elemento, ahí va una foto de la sierra de Chiva, el 9 de enero de 2010, desde la carretera de la Pobla a Benaguacil. Para celebrarlo. Ojalá estuviera así, varias veces, todos los años.
¡En fin, qué le vamos a hacer! Desde el 2 de noviembre el cielo nos ha regalado un rumboso litro de agua, la nieve ni soñarla. ¡Qué lujo!¡Qué buen tiempo tenemos en el Mediterráneo!¡Jo...!

lunes, 18 de enero de 2016

No, no quiero que me gobiernen adolescentes.

No es un Instituto de Secundaria, ni la Universidad.
Período de la vida humana que sigue a la niñez y precede a la juventud. Esto es lo que nos dice la RAE de la palabra adolescencia, palabra que comparte raíz con adolecer. Y dice la RAE de adolecer, en su tercera acepción, Tener o padecer algún defecto.
No hace falta estar muy avispado para darse cuenta que, según la lengua castellana, literalmente, el adolescente es la persona que padece algún "defecto", que tiene algún "defecto".  Dicho de otra forma, alguien a quien le falta algo. ¡Qué rica y sabia es la lengua!
Y es cierto. El adolescente tiene el "defecto" de anteponer lo emocional a lo racional con excesiva frecuencia. El "defecto" que supone siempre la inexperiencia, que le lleva a posturas radicales y a cometer perdonables errores. El "defecto" de la arrogancia, la arrogancia que le da su inevitable y transitoria ignorancia. El "defecto" que supone una identidad todavía en formación, que le impulsa a montar “numeritos” para que los demás vean que existe, que está ahí.
Y es que, en realidad, lo que pasa es que le falta tiempo, le falta tiempo de vida, le faltan aciertos y errores, éxitos y fracasos. Le falta encajar ese feliz torrente de energía joven en un cauce que haga la tierra fértil, en vez de arrasarla y destruirla. Y ese es el "defecto" que, visto así, no es tal. Es sólo la falta del algo que el tiempo y la vida le van a dar.
Por eso, al adolescente se le comprenden sus arrebatos emocionales, sus radicalismos y sus "numeritos", se le perdonan sus errores y su arrogancia. Y porque se le comprende y se le perdona, se le acoge, se le apoya, aunque él a menudo no lo sienta así. Incluso quien convive con ellos y conoce y comprende su momento vital, puede disfrutar, como he hecho yo y sigo haciendo, de esa energía joven que se les escapa en cada uno de sus actos, de sus palabras, de su persona entera.
Yo, a lo largo de mi vida, en mi trabajo, he aprendido mucho de los adolescentes. He vivido con ellos experiencias increíbles y sé que su fuerza vital, a veces desordenada pero siempre hermosa, me sigue contagiando de juventud a mis 60 años.
Los adolescentes están bien en su lugar y en su momento. Es su derecho. Todos tenemos el derecho de ser adolescentes durante un tiempo. ¡Faltaba más! Y el de ser respetados como tales. Y escuchados, porque a veces hay adolescentes infinitamente más maduros que sus padres.
Pero, aún así,  yo no quiero que me gobiernen adolescentes.
Y eso es lo que veo que puede acabar pasando como los adultos no tomen pronto las riendas de la situación.
Hay quien dice ufano que en vez de maletines llevaremos mochilas, aparcaremos chaquetas y corbatas, nos tutearemos en el Congreso y montaremos "numeritos" (bebé en el hemiciclo) para que se hable de nosotros. Y más, y más y mucho más.
Y esto es un comportamiento adolescente. Muy, muy adolescente. Cierto que en sí mismo, el hecho de llevar mochila en vez de maletín, ir al Congreso en vaqueros y camiseta con letreritos, hablar de tú en vez de usted y montar “numeritos” del todo innecesarios de vez en cuando, no es el problema. No, no es el problema, pero es un símbolo.
El problema es lo que el símbolo significa. Significa anteponer lo emocional a lo racional. Muy adolescente. Significa gobernar buscando la confrontación en lugar del consenso. Muy adolescente. Significa gobernar en clave blanco o negro, sin gama de grises. Muy adolescente. Significa gobernar sin medir las consecuencias de las decisiones. Muy adolescente. Significa gobernar sin sentido de la realidad, de lo posible. Muy adolescente. Significa gobernar pensando que yo tengo la razón y los demás no me entienden. Muy adolescente…
Y todo esto es comprensible y perdonable cuando lo hace un adolescente. Tiene derecho a ello si está en un Instituto de Secundaria, en la Universidad (hoy la adolescencia se ha alargado mucho) en su casa, exasperando a sus padres. Es lo que toca.
Pero no toca que estén decidiendo la vida de todos. No, no quiero que me gobiernen adultos instalados en una eterna adolescencia. Y si los adultos que tienen en sus manos evitar este despropósito no son capaces de hacerlo, pasará en España lo que desgraciadamente, en muchas familias ya está pasando. En casa mandan los hijos, los padres se reconocen impotentes y la familia se convierte en una pensión o en un infierno.
Da miedo descubrir el paralelismo entre una familia rota por un adolescente maleducado y lo que está pasando en este país.
La disyuntiva no está, como quieren hacernos creer, entre derechas e izquierdas, esa disyuntiva es falsa. La verdadera es elegir entre adolescentes o adultos para que gobiernen España. Esa es la verdadera decisión que hay que tomar.
           Y no sé si quienes deben tenerlo claro, lo tienen realmente claro.

domingo, 17 de enero de 2016

¡Bienvenido sea el hielo!

¡Bienvenido sea el hielo! Esta noche, por primera vez en este invierno, ha helado en el pueblo, en los campos y en los montes. Es lo que toca. Es lo que debe ser.
Hielo, lluvia y nieve en las montañas. Viento y calma. Frío y calor. Sol y nubes. Todo nos hace falta, sabiamente repartido y en su momento. Todo nos hace falta.
Sea pues bienvenido el hielo. ¡Venga pronto la lluvia!

Aquí tenéis unas pocas fotos de hielo. Si queréis más, pulsad Hielo. Hay 100.

Contorno.
Juego de líneas.
Abrigo de hielo.
Luz.
Arcos.
Joyas.
Texturas.
Cruz de luz.
Copiando a la madera.
Jeroglífico.
Cordilleras.
Red de caminos.

sábado, 16 de enero de 2016

¡Atención! Caballos trabajando.

Andaba esta mañana por el monte cuando me ha llamado la atención un curioso cartelito en el que se leía ¡Atención! Caballos trabajando.
Como no es muy habitual, le he hecho una foto, momento en el que un todo terreno ha parado junto a mí. Era el amo de los caballos que trabajaban y pronto hemos entablado una agradable y larga conversación sobre los susodichos caballos.
Forman parte de un proyecto piloto de la “Generalitat” Valenciana de control de la biomasa mediante el pastoreo controlado.
Llevan unos cuatro años y los resultados, en las zonas donde actúan, son más que buenos. Sin embargo son pocos para la extensión forestal que tenemos, están sujetos a restricciones no del todo lógicas y tienen que afrontar problemas y asumir riesgos, por decirlo de algún modo, excesivos.
La idea es buena, porque nuestros montes generan miles de toneladas de biomasa que ahí se quedan, en el monte, haciéndolo intransitable y facilitando los incendios.
¡Ojalá estas iniciativas no se queden en proyectos piloto a extinguir y de corto alcance! ¡Ojalá se amplíen y se incorporen a una gestión integral de nuestro entorno natural que, al menos de momento, brilla por su ausencia!
Pero bueno, más vale poco que nada. Que coman a gusto las yeguas, eran todo yeguas, y de paso nos dejen el monte bien limpio.
A fin de cuentas es lo que pasaba antes. ¿O no?

El letrero en cuestión.
Así están muchos de nuestros montes. Hacinamiento de pinos, matorrales secos.... Intransitables y vulnerables.
La gestión de la biomasa es urgente e imprescindible. Los caballos son una opción, pero hay más.

jueves, 14 de enero de 2016

Una farola.


Cenábamos en el barete de un pueblo, después de un día de excursión por nuestras montañas. Al otro lado de la ventana, la noche aún fría de principios de primavera había vaciado las calles.
Miré afuera y una farola, una farola de las de toda la vida, me atrajo como a un insecto. La pared encalada con sus inevitables cables, la ventana pequeña, el balcón con su barandilla y su persiana…el cielo alto, reteniendo las últimas luces del día.
La imagen traspasaba tiempo y espacio. En tantas partes y durante tanto tiempo he visto a lo largo de mi vida lo que en ese momento veía. Me pareció algo muy, muy hermoso. Y contemplé. Contemplé absorto hasta que alguien me dijo, ¡eh!, ¿qué miras?, ¿qué hay ahí afuera?
Nada, una farola.

miércoles, 13 de enero de 2016

Un chiste.


Un chiste que me contó el otro día mi bienamada sobrinuela Martina y que, no por casualidad, lo incluyo en la sección reflexiones políticas.

Le dice un niño a su papá, “papá, qué está mas lejos, Huelva o la luna”. El papá deja de leer el periódico y muy serio y sesudo le contesta, “vamos a ver hijo, ¿tú desde aquí ves Huelva? Ala, vete a estudiar y no preguntes tonterías”.

La última frase la he añadido yo. Por lo demás, sin comentarios.

lunes, 11 de enero de 2016

Góngora y las morcillas.


Esta mañana, lunes, ha llovido débilmente durante un ratito. Estaba trabajando. Ayer, domingo, en la paz del hogar, deposité una morcilla en la sartén que, acompañada por un buen vino, fue un más que agradable almuerzo. El café me lo tomé junto a la estufa donde danzaba un buen fuego.
Lástima no haber coincido, domingo, lluvia, estufa y morcilla. Lo hubiéramos disfrutado muchísimo Isabel y yo. Es tan rara esa combinación por estas maltrechas tierras. Entonces el almuerzo habría sido…¡sublime!
Sublime y literario, porque siempre que echo una morcilla en el asador me acuerdo del bueno de don Luis de Góngora y de su famoso poema, Ándeme yo caliente y ríase la gente. No puedo evitarlo. Y ese momento en que la morcilla revienta, no por presentido menos bello, lo vivo como un acto casi diría que solemne. Y si encima, afuera, en la calle, en el campo, el tiempo es desapacible, como hoy, ¡qué infinito placer!
Aquí tenéis el poema. Estrofa a estrofa voy a hacer mi interpretación personal.

Ándeme yo caliente
y ríase la gente.

Traten otros del gobierno
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno;
y las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente,
y ríase la gente.

Esta clarito, ¿no? Vamos que, mientras que yo tenga buen yantar y buen hogar, que quien quiera saborear el poder, el prestigio, la vanidad, pues bien, que lo saboreen y los disfruten. Todo para ellos.

Coma en dorada vajilla
el Príncipe mil cuidados,
como píldoras dorados;
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente.

Y aquí está la morcilla reventona que a mí tanto me gusta. Altas responsabilidades son grandes preocupaciones que no se disuelven con ricos manteles, lujosas vajillas y exquisitos manjares. ¡Qué buena está la morcillita en sencillo plato, con pan y buen vino en la  cocina de mi casa!

De blanca nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del Rey que rabió me cuente,
 y ríase la gente.

            Bonita imagen, ¿verdad? Mientras al arrimo del hogar, en lo mar crudo del invierno, tenga yo qué echarme a la tripa, que vengan con cuentos y mandangas, que poco me han de importar.

Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles,
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.

            Hay quien amasa fortuna y con todo el dinero no tiene nunca bastante. ¿Para qué tanto?, como dice un buen amigo mío. ¿No será mejor ganar menos y tener tiempo para hacer cositas gratas y sencillas, mientras escuchas cantar al ruiseñor. Filomena es el ruiseñor.
           
Pase a medianoche el mar
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama,
que yo más quiero pasar
del golfo de mi lagar
la blanca o roja corriente,
y ríase la gente.

            Dice el mito griego que el tal Leandro, cruzaba todas las noches el mar para encontrarse con su amada Hero, pues su amor estaba prohibido. Una noche se ahogó y su amada se suicidó. Excesos excesivos. Dice don Luis que antes que tales proezas, prefiere el vino tinto o blanco al agua de la mar.
           
Pues Amor es tan cruel
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se juntan ella y él,
sea mi Tisbe un pastel
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.

          Píramo cree que Tisbe ha muerto devorada por una leona y se suicida. Tisbe, cuando al salir de su escondite ve a su amado muerto, le coge el puñal que tiene en el pecho y se suicida a su vez. Otro amor prohibido que acaba en tragedia. Pero esta vez al menos, sus cenizas las meten en la misma urna. Y dice nuestro poeta que, antes que amores que a tales extremos le lleven, prefiere “amar” a un pastel al que hincar el diente, dejando el puñal a un lado, que ninguna falta le hace.


       Pues ya está. Todo este escrito empezó, como he dicho, con una morcilla. Apetitoso almuerzo y símbolo de una forma de vivir un tanto diferente a la habitual. Una forma de entender la vida de la que don Luís de Góngora, ya hace unos cuantos añitos, se burlaba un tanto despiadadamente.
      Poder, lujo, historias, dinero, pasiones, amores imposibles… ¡Che tú! Mejor la morcillita. ¿No? ¡Qué poco romántico!

domingo, 10 de enero de 2016

Preguntas a la "Consellería" de agricultura, medio ambiente...

Foto tomada ayer por la mañana, cerca de Altura, Castellón. Viento, monte muy seco, previsión de más viento...
Esta tarde he formulado las dos siguientes preguntas a la  “Consellería” de agricultura, medio ambiente, cambio climático y desarrollo rural, a través del buzón del ciudadano de la web oficial de la “Generalitat Valenciana”.

Dos preguntas. Primera ¿Por qué no prohíben las quemas agrícolas, dada la situación actual de nuestros montes aunque estemos en enero? Segunda ¿Van a intensificar la vigilancia de las masas forestales que nos quedan?
            
            Gracias.

Artur Mas: triste figura para la historia.


Hablaba el otro día con un amigo de las consecuencias demoledoras, y que pagaremos durante largos años, de lo que está pasando en Cataluña. Pero no era la cuestión política, ni sus repercusiones económicas lo que centraba nuestra atención, sino las implicaciones morales que todo esto está teniendo y tendrá. Implicaciones  morales tanto en la sociedad adulta como en los niños y jóvenes.
Porque no tiene justificación moral lo que el Sr. Mas ha estado haciendo. Y es una inmoralidad, no por el objetivo en sí mismo. La independencia de Cataluña no es cuestión ética, pienso yo, por lo tanto no puede ser moral o inmoral. Ni la entiendo, ni la comparto de ninguna manera, pero no la veo inmoral. Discutible, muy discutible, incluso me atrevo a decir absurda desde mi punto de vista, pero no inmoral.
Lo que sí es inmoral, porque emana de un planteamiento ético perverso,   es el modo en que se pretende alcanzar esa independencia. Reventar el consenso tan duramente conseguido en este país; tomar decisiones unilaterales en contra de la leyes democráticamente sancionadas por la mayoría; exigir a un gobierno constitucional lo que saben muy bien que ningún gobierno constitucional, lo haga mejor o peor, puede dar sin negarse a sí mismo; en suma, romper el estado de derecho sin considerar en modo alguno las consecuencias, imposibilitando cualquier posible diálogo, es una absoluta inmoralidad.
Y tanto más inmoral cuando sólo un tercio de los catalanes tienen claro de un modo rotundo que desean esa independencia. No hay apoyo popular real ni suficiente, sólo un apoyo parlamentario demasiado justo, para meterse en semejante berenjenal. Y eso el señor Mas lo sabe, por eso se “ha sacrificado”. Unas nuevas elecciones eran un riesgo excesivo. Mejor no preguntar dos veces.
El fin no justifica los medios. Pero estos señores creen que sí. Ese es su planteamiento ético. Y ya lo he dicho, no es el fin lo inmoral, son los medios utilizados para alcanzarlo. Piensan que para alcanzar “su” fin, vale todo. El fin justifica los medios.
Y esto es lo demoledor. Para lograr mis fines y los de los míos, todo vale. No hay ley porque yo estoy por encima de la ley. No hay diálogo, porque el único diálogo que acepto es el que me da la razón sin concesiones. No mido consecuencias. Caiga quien caiga. Y avanzo. Yo y los míos, los que piensan como yo. Al resto “que les den”. Aunque ese “resto” sea, palmo arriba, palmo abajo, la mitad o algo más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña.
Este es el espectáculo que estamos viviendo. Consecuencias políticas, económicas, sociales… y morales. Y ante esto, quizá por “deformación profesional” pienso en nuestros niños, nuestros jóvenes. Si se fijan ¿qué van a ver? La triste incapacidad de los adultos de entenderse con la palabra, de ponerse en lugar del otro, de respetar las reglas del juego que ellos mismos se han dado. Una actuación decididamente más allá de cualquier principio moral. Por esto mismo, ya en 1935, Unamuno pidió perdón a los niños.
Están viendo, estamos viendo, la quiebra de los principios morales más básicos que sustentan a una sociedad, que permiten el estado de derecho; el fin de un planteamiento ético que nos permitió pasar de la dictadura a la democracia en paz.
Y pase lo que pase en el ámbito político, en el económico, en el social, cuente lo que cuente en el futuro la historia, el daño está hecho, y sólo Dios sabe cuánto tardaremos en curarlo.

sábado, 9 de enero de 2016

¿Por qué no toman medidas, señora "Consellera"?

Esta mañana, haciendo una ruta por el monte, he visto bonitas columnas de humo, y llamaradas en los campos. En Olocau, en Gátova, en Altura…
Esta mañana he comprobado una vez más la imbecilidad de cierta gente y la inoperancia de las autoridades. He comprobado que, realmente, el monte importa bien poco. Y claro, me he indignado, me he cabreado y con eso, como otras veces, me he quedado.
Vamos a ver. No llueve desde el 2 de noviembre, y desde el 31 de diciembre el poniente no ha parado de soplar. La falta de lluvia, los vientos de componente oeste y el calor, han secado nuestros montes de un modo impensable para ser enero. Y hoy hacía viento, y  se iba a intensificar, y seguirá mañana, y pasado…, y no se ve lluvia por ninguna parte.
Y lo dicho. Esta mañana, imbéciles de estos de “eso a mi no me pasa”, quemaban en sus campos ramas, matojos y demás. Cerca de los pinos estaban los hogueritas, incluso hay quien quemaba el ribazo del bancal a escasos metros del pinar.
Y supongo que si lo hacían era porque tenían permiso para hacerlo. Y esto es lo que más rabia me ha dado. Porque claro, imbéciles hay inevitablemente. Pero para eso están las autoridades ¿no? Para controlar a estos individuos que, por lo visto, no tienen más luces. Las autoridades sí deben tenerlas. Y no hacen falta muchas luces para que desde la "Consellería" de Medio Ambiente se hubieran prohibido, ya hace tiempo, las quemas agrícolas, hasta que se normalice la situación. ¿O están prohibidas, no se respeta la prohibición y no se actúa en consecuencia? En cualquier caso, es una actuación absolutamente irresponsable por parte de las autoridades.
Pero en realidad eso da igual. El hecho es que nuestros montes están pasando por una situación muy crítica a causa de un severo trastorno climático, y en cualquier momento puede desencadenarse otra, una más, tragedia forestal. Pero parece ser que esto a pocos les importa y, desde luego, a la "Consellería", por lo que hoy he visto, tampoco. ¿O es que no se enteran?
Hoy, como ayer, y mañana, y pasado, no debería hacerse ningún fuego en el monte. Estemos en alerta amarilla, naranja, roja o a motas fucsia. Y el monte debe estar especialmente vigilado, día y noche. Eso es tomar medidas. Estamos en una situación extraordinaria que requiere medidas extraordinarias. ¿Es tan difícil darse cuenta?
En fin, ahí tenéis algunas fotos que he hecho y que “dan un mal rollo que flipas”. Como la mosca que en pleno mes de enero juguetea en la pantalla del ordenador, los almendros ya en flor, los lirios en un rinconcito húmedo entre unas rocas, las fuentes secas, los 17 grados de mínima...


NOTA: Como siempre que utilizo en el blog el vocablo imbécil, no lo hago como insulto, aunque ganas no me faltan, sino en su significado según la RAE, que en la primera acepción de la palabra dice “tonto o falto de inteligencia”.






jueves, 7 de enero de 2016

Agua, agua, agua.

       No es una cascada natural, pero es grande, a menudo tiene agua y está cerca de aquí. Desde que descubrí cómo llegar, voy de vez en cuando a verla, escucharla, sentirla. No es igual con la luz de la mañana, que con la del mediodía o con la de la tarde. También cambia con el cielo y con el viento.
      Es un lujo en estas tierras castigadas por largas y agónicas sequías, sentarse junto a un pino y contemplarla. Contemplar el agua saltando de escalón en escalón. Agua, agua, agua.


 

miércoles, 6 de enero de 2016

El 6 de enero de 1935 dijo Unamuno...


En la entrada de ayer hablé de las palabras conmovedoras y tristemente proféticas que el 6 de enero de 1935, don Miguel de Unamuno dirigió a todos los niños de España, por encargo y en nombre del presidente de la II República, don Niceto Alcalá Zamora.
Estas palabras son historia. Se pronunciaron hace hoy 81 años, sin embargo, al iluminar con su luz nuestro presente, adquieren una actualidad pavorosa. 
Ya lo he dicho muchas veces en este blog, es importante conocer la historia para no repetirla. Y en estos momentos, necesario y urgente.
No es casualidad que el Rey, en su mensaje de Navidad, dijera casi al principio “…y esa historia, sin duda, debemos conocerla y recordarla, porque nos ayuda a entender nuestro presente y orientar nuestro futuro y nos permite también apreciar mejor nuestros aciertos y nuestros errores…”
Sí, conocer la historia es siempre necesario, importante y a veces urgente. ¿Y qué queréis que os diga? Yo, ahora, lo veo urgente.
Por eso, os invito a que extendáis estas palabras de Unamuno cuanto podáis. Compartid esta entrada o si lo preferís, copiad, pegad y compartid el texto de don Miguel como un hallazgo vuestro, me da igual. Lo importante no es quién lo transmite, sino lo transmitido. Que mucha gente conozca lo que dijo Unamuno el día de Reyes de 1935. Y piense. Es que nos hace falta pensar.
Aquí lo tenéis. He puesto en negrita lo que más me ha impresionado, lo que creo que está poniendo el dedo en la llaga de un modo directo y rotundo. Leedlo con calma, merece la pena.

 “Hoy, el día en que se celebra en el mundo cristiano la Adoración del Niño Dios por los santos Magos —llamados después Reyes— Melchor, Gaspar y Baltasar—fiesta que viene de abuelos a abuelos y de nietos a nietos hace siglos—, venimos vuestros mayores —padres, tíos y abuelos— a regalaros juguetes de toda clase —menos pistolas— para que aprendáis a jugar en paz en la vida, a jugar en paz la vida. Y, sobre todo, venimos a que nos perdonéis. A que nos perdonéis muchos pecados contra vosotros y, sobre todo, el de que no siempre os dejemos jugar en paz…con este agasajo, con esta fiesta queremos ganar, más que vuestro agradecimiento, vuestro perdón. Perdón, niños de España para vuestros mayores.”
 “Son muchos los padres que os mandan a la escuela para que no deis —dicen— guerra en casa, para que los dejéis en paz. ¿En paz? La guerra que dais jugando en casa ¡sí que es paz! La guerra condenada, la del demonio, es la que solemos daros nosotros, los mayores. Hay quien se queja de que vosotros, los niños de verdad —no esos chiquillos mal educados que juegan a la guerra civil—, ocupáis y tapáis la calle con vuestros juegos…Mejor es que nos echéis de la calle…Y sois vosotros los que tenéis que enseñarnos a jugar. A jugar sin preocuparnos de ganar o perder el juego, sino a jugar bien. Bien y en paz.
 “Os hemos dado mal ejemplo, muy mal ejemplo, y estamos avergonzados de ello. No sé si también arrepentidos. Nos figuramos que nuestros juegos son más serios que los vuestros porque en los nuestros se matan los jugadores. Hay muchos de nosotros que quieren enseñaros nuestros juegos. ¡ Decidles que no !…Decidles que las escuelas de España deben ser las verdaderas Casas del Pueblo, y que no queréis que entren en ellas nuestros malditos juegos de guerra civil.”

Y poniéndose después en lugar de un niño dice:

 “Si queréis que juguemos, que soseguemos vuestro remordimiento, renunciad a vuestros juegos de muerte. Y a vuestros juguetes de destrucción. Y no nos enseñéis a amenazarnos unos a otros. Enseñadnos a vivir en paz de trabajo en casa y en la plaza pública. Que España sea una casa de familia. Y entonces os perdonaremos.”


¡¡Feliz día de Reyes!!


NOTA: Creo que éste no es el texto íntegro de aquella alocución. Lo estoy buscando, y si realmente no lo es, publicaré en el blog, en cuanto lo encuentre, el texto completo.