FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 28 de febrero de 2017

Como un elefante en una cacharrería.


Hay que reconocer que la televisión tiene inevitablemente una fuerte dosis de perversión desde el momento en que convierte todo en un espectáculo cuyo criterio último es la cota de audiencia. Esto es un hecho.
Verdad es que la tele también tiene su lado positivo. Ciertos informativos, no todos, los partes meteorológicos, muchos documentales, el buen cine…Pero junto a esto y bien mezclado, con apariencia de un todo, hay una ingente cantidad de basura. Y es necesario tener criterio, y “otras cosas que hacer” para apagarla cuando toca y no acabar engullidos.
Por eso tengo muy claro que la televisión, por pura ética, hay terrenos en los que no debería entrar, pues el riesgo de hacer mucho, muchísimo daño es inaceptable. Pero claro, si ven un filón de sustanciosa audiencia, que es dinero, como buitres sobre un cadáver, ahí van a dejarse caer, con toda su parafernalia deslumbrante.
El problema del acoso escolar (no nos hace ninguna falta la palabrita inglesa) es lo suficientemente serio, complejo, importante y doloroso como para hacer de él un programa de televisión. Un programa de televisión que como todos es, ante todo, un espectáculo buscando audiencia. Y eso, espectáculo y audiencia, es lo último que necesita la educación para abordar esta tristísima e injusta realidad. La aproximación a la solución, porque solución no hay, va por otros caminos.
Me gustaría equivocarme, de verdad, y que este nuevo invento que empieza a emitirse un día de estos, al menos no haga daño, pero lo dudo mucho. El efecto puede ser como si entrara un elefante en una cacharrería, como dice el refrán.
Pero bueno, en una sociedad democrática y libre, tenemos que convivir con los que haciendo uso de esa libertad más allá de toda ética, nos complican la vida a todos dejando además un triste rastro que luego no reconocen como suyo. Del mismo modo que la sociedad no reconoce en la miseria y la vergüenza del acoso escolar su propia miseria y su propia vergüenza reflejada en los niños y en los jóvenes.

viernes, 24 de febrero de 2017

Las bandas desaceleradoras y sus daños colaterales.


Es una escena frecuente. Un vehículo de emergencias, con prisa y sirena, reduciendo la velocidad cada vez que pasa por un "saltito", y hay tantos... Voy a hablar de esos "saltitos" a los que tengo una profunda antipatía y que, dicho sea de paso, deben tener una muy dudosa legalidad aunque son legales. Me refiero a esos obstáculos que proliferan por las calzadas y a los que llaman normalmente bandas desaceleradoras o pasos sobreelevados.
Estoy totalmente en contra de este invento, pero absolutamente a favor de que se controle la velocidad de los vehículos. Pero de otra forma. Debe haber otras formas. Hay otras formas.
Yo soy uno de esos conductores que trata de cumplir escrupulosamente las normas de tráfico, lo que me ha costado más de un susto y bastantes pitadas e insultos. Si pone máxima 50, yo a 50, aunque sea irracional y hasta peligrosa la limitación. Hay así muchos tramos en nuestras carreteras. Pero claro, soy muy consciente de que formo parte de una aplastada minoría que tiene el tratamiento social de gilipollas y el galardón de mantener todos los puntos del carnet.
La gran mayoría de conductores se pasa por el forro muchas normas, especialmente las limitaciones de velocidad que, aunque como ya he dicho son a veces absurdas y hasta peligrosas, otras muchas veces son necesarias y están muy bien puestas.
Y a esta gente, que son mayoría, hay que pararle los pies, por supuesto, porque son un peligro real al volante, como lo son los que beben, los que se drogan o los que hablan por el móvil sin manos libres.
Campañas de concienciación. Muy bien. Controles. Cuantos más mejor. Sanciones duras, “amargantes”. Tristemente necesarias. Pero no obstáculos en la carretera, ¡no!
¿Y por qué no los quiero? Porque son una de las imágenes más claras que conozco de la incoherencia y el despropósito. Porque es incoherente que una sociedad que se jacta de atender a los ciudadanos, a todos, más allá de sus limitaciones y peculiaridades físicas o psíquicas, ponga trabas, materialmente trabas, cuando estos ciudadanos necesitan una atención urgente. Estoy hablando de ambulancias, bomberos, policía o cualquier vehículo privado que vaya haciendo sonar el claxon insistentemente, con un pañuelo blanco en la ventanilla.
Es entonces, cuando la desgracia nos iguala haciéndonos débiles, cuando esta forma de protegernos a todos atenta directamente contra unos pocos, justamente contra los más necesitados en ese momento. Daños colaterales le llaman ahora a eso. Y lo asumimos tan tranquilamente.
Un ictus, un infarto, una lesión medular o un simple brazo roto, han de pasar por la cruz de reducir velocidad, cuando a veces, en ella puede estar la diferencia entre la vida y la muerte, y soportar el “golpecito”. Daños colaterales. Un incendio, donde la rápida intervención de los bomberos es fundamental, se hace grande, porque hay que reducir velocidad. Daños colaterales. Un grave altercado, un robo, cualquier delito que requiera la rápida intervención de la policía, convierte a las bandas desaceleradoras en eficaz aliado del delincuente. Daños colaterales.
No es moralmente asumible. Lo que no entiendo es cómo no hay un movimiento ciudadano más fuerte contra esta incoherente majadería. O sí lo entiendo, es cuestión de “pasta” como siempre. La “puta pela”. Es la forma más barata de que los que no tienen conciencia del riesgo de la velocidad y piensan que eso a mí no me pasa, se comporten como toca. Hay otras formas, desde luego, pero más caras, mucho más caras.
Entonces digámoslo claro con un ejemplo.  Sin bandas desaceleradoras tendríamos vente muertos por exceso de velocidad. Con ellas, ocho por la tardanza de los vehículos de emergencias. Nos ahorramos doce. Es rentable. Esos ocho son daños colaterales… Claro que para evitar esos ocho, habría que invertir equis euros… No vale la pena.
Este es el planteamiento. No veo otro. Por eso le tengo tanta manía a este invento estúpido. Porque es intrínsecamente inmoral. Perverso en sí mismo. Porque evidencia, demasiado impúdicamente, el poco valor que le damos, cuando hay dinero por el medio, a la vida humana.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Caminaremos sin norte...


Igual que cuando yo tengo una inquietud agradezco que me ayuden a sosegarla, me siento en la obligación moral de sosegar las inquietudes de los que me cuentan las suyas. Es lo justo, hacer a los demás lo que te gusta que te hagan a ti.
¿Qué libros nos podrías recomendar a los que "dejamos pasar" la asignatura, sin darle la importancia que tiene? Esta pregunta, formulada en facebook, a raíz de la entrada Necesitamos más que nunca la filosofía, me transmitió una noble y digna inquietud. Y pensé. Y vi que no era fácil la respuesta. No era posible una respuesta cerrada, una lista de libros, por ejemplo. ¿Qué hacer para que mi respuesta estuviera a la altura de la pregunta?
Y devanándome los sesos llegué a una conclusión. La filosofía no trata tanto de buscar respuestas como de hacerse preguntas. Porque la respuesta se acaba en sí misma y es estéril si no nos abre a nuevas preguntas. La esterilidad de las respuestas y la fecundidad de las preguntas. ¡Ay de aquel que cree tener todas las respuestas y ya no necesita hacerse preguntas! 
Hace mucho tiempo, Sócrates hacía preguntas a sus interlocutores para que cayeran en la cuenta de que sus respuestas no eran tan ciertas y claras como ellos pensaban, y así se hicieran nuevas preguntas que les acercaran más y más a la verdad. Y así, poco a poco y con dolor, como en un largo parto, llegaran a la sabiduría. Eso es la mayéutica, obstetricia, técnica de asistir en los partos, en griego. Ayudar a dar a luz, en traducción libre. Ayudar a ver la luz, traducción más libre aún, pero fiel al sentido último de lo que Sócrates hacía con sus discípulos. 
Porque la sabiduría es el fruto maduro de la filosofía. Dice el filósofo y escritor suizo del siglo XVIII, J.K. Lavater, "Si quieres ser sabio, aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir". Comportamientos estos que sólo se entienden desde la humildad de saber que sabes muy poco, y que cuanto más sepas, más cuenta te darás de lo poco que sabes. Es la humildad del sabio.
Pues bien,¿cuál es la conclusión?¿Cuál es pues mi respuesta a la pregunta en cuestión? Abrir una nueva sección en el blog donde lanzaré preguntas, esbozaré respuestas dadas a lo largo de la historia por los grandes pensadores, y dejaré en manos de la reflexión personal, del diálogo aunque sea vía facebook, y del ancho mundo de internet, (que igual nos lleva a un libro de esos de papel, de los de toda la vida) la búsqueda de las respuestas que inevitablemente nos abrirán nuevas preguntas. 
La sección se llamará FILOSOFÍA. Sin miedo, sin complejos. Porque como ya he dicho, hacen falta filósofos, pues de lo contrario, la libertad, la justicia, la belleza, el bien, la verdad, dejarán de ser referencia, aunque sea lejana, de nuestra sociedad y caminaremos definitivamente sin sentido de la vida, sin conciencia de la historia, sin norte. Siempre ha pasado así. Desde que el hombre es hombre. 

martes, 21 de febrero de 2017

Así se ha puesto hoy el sol.

Así se ha puesto hoy el sol. La calima que estos días nos acompañará ya se anunciaba a poniente. Y luego, tras un crepúsculo gris, la noche. Frío, silencio y soledad en la montaña. ¿Y no te da miedo?, me dicen. No, son otras las cosas que me dan miedo.



lunes, 20 de febrero de 2017

Fin de semana en blanco y azul.

Fin de semana de contemplación en el Pirineo. Mucha nieve, cielo azul, muy azul, viento en calma… Una sencilla pero espléndida ascensión en soledad y silencio. Los amigos solos, allá arriba. ¡Qué más se puede pedir! Ha sido tan breve, pero tan diferente y tan intenso, que parece que haya sido un sueño. Sí, un sueño…

En la primera cima, el Tozal Blanco. Al fondo la sierra de Maristás y el macizo del Cotiella.

Legando a la segunda cima, el pico de la Ribareta de Comodoto. El macizo de Cotiella se ve entero.

Y el Monte Perdido muy cerca, el rey indiscutible de toda la región.

También sus vecinos,el Soum de Ramond y el Cilindro, arropándolo, se ven  muy buen desde la cima.

El circo de Pineta.

La Aguja de Lavasar desde Serveto, en el valle de Gistaín. Un buitre la sobrevuela.

jueves, 16 de febrero de 2017

¡Enhorabuena! don Leoncio Fernández.


Ha saltado la noticia hoy. Lo han dicho en la prensa y en la tele. La reproduzco tal y como aparecía en El Mundo. Lo lamentable es que sea noticia, lo que no debería serlo, lo que debería ser lo normal.

Una lección de humildad y respeto que estos chicos nunca olvidarán. La dirección del colegio Santa María del Pilar de Madrid ha anunciado en un comunicado que retira a su equipo de baloncesto masculino, Los Tigres, de la Copa Colegial de Madrid. El director del Santa María del Pilar, Leoncio Fernández, explicó a EL MUNDO que se llegó a esta decisión tras encontrar unos "memes ofensivos" subidos por algunos alumnos del colegio y miembros del equipo a las redes sociales dirigidos contra el equipo del colegio Obispo Perelló, la Furia Roja, tras un partido entre ambos en el que ganaron los del Santa María del Pilar. "Se habían traspasado las líneas rojas del respeto" declaró Fernández. Por ello la dirección del Santa María del Pilar ha pedido también a la asociación Baloncesto Colegial que declare ganador del partido al equipo del Obispo Perelló. Fernández explica que esta decisión "ha supuesto mucho dolor porque además era un grupo con muchas posibilidades" de ganar la copa. El director anunció "medidas disciplinarias" para los alumnos que crearon y difundieron aquellos memes.

Mi más profunda admiración, mi solidaridad y mi respeto por este director. Estoy seguro que habrá sido una decisión difícil, que mucha gente no la habrá entendido. ¡Lástima siento por ellos!

¡Enhorabuena y gracias, don Leoncio!

miércoles, 15 de febrero de 2017

Ein weiser mensch kann seine meinung ändern. Der narr nie.


Ein weiser mensch kann seine meinung ändern. Der narr nie.  Esto decía Kant. Es decir, El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca. La cabezonería, la obcecación, la rigidez mental, son signos de necedad. Y la RAE dice de necedad, cualidad de necio. Y de necio:
1. adj. Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. U. t. c. s.
2. adj. Falto de inteligencia o de razón. U. t. c. s.
3. adj. Terco y porfiado en lo que hace o dice. U. t. c. s.
4. adj. Propio de la persona necia.
            No es mi intención insultar a nadie, sino compartir la sensación que tengo viendo el panorama social y político en el que nos movemos. Y la sensación de tener una clase política formada por una ingente cantidad de necios que además tienen gran parte de mi vida en sus manos. Y eso me da un miedo…
Ignorancia, falta de inteligencia, terquedad, son el pan nuestro de cada día cuando oyes muchas de sus declaraciones por la tele. Y un impresionante convencimiento de que yo y sólo yo, y los míos, claro, estamos en posesión absoluta de la verdad, y que nunca daremos el brazo a torcer. La más absoluta prueba de necedad que pueda darse.
 Lo que he escrito hasta aquí cualquier podría firmarlo. Todos estarán de acuerdo. Seguro. Y éste, justamente este es el problema. Porque todos, o casi todos, firmarían estas palabras pensando que los necios son los otros. Que ellos no. Son los otros los equivocados y los que han de cambiar de opinión. Yo soy el sabio.
La cuestión es muy simple. La verdad no es patrimonio de nadie, y solo a través del diálogo y del consenso, que nos puede llevar a cambiar de opinión, nos acercaremos a ella. Si una persona ve una montaña siempre y solamente desde su pueblo, no sabrá cómo es la montaña. Para saber cómo es, tendría que rodearla, acercarse, alejarse, subirla…Es decir, ponerse en lugar de los que la ven desde otras perspectivas. Y reconocer entonces que su conocimiento de “su” montaña era al menos incompleto.
Pero eso exige ser inteligente, sabio (que no es lo mismo), razonable, lo que le permitirá ser capaz de ponerse en lugar de los otros y aceptar que no soy el amo y señor de la única verdad, que lógicamente es la mía. Vamos, no ser un necio.
Ante estos individuos los ciudadanos deberíamos instalarnos un "neciómetro" para identificarlos y mantener las distancias adecuadas. El mío tiene dos alarmas básicas. Os las digo por si os sirven. Una se dispara haciendo “tiu,tiu,tiu…” y encendiendo una potente luz roja cuando alguien dice que el objetivo de su partido es cargarse a otro, bien sacándolo del gobierno, bien disolviéndolo en la oposición. La otra hace “piii,piii,piii,piii” y también enciende una luz roja y se dispara cuando alguien dice que hay que hablar con casi todos, pero no con todos.
Hay más indicadores que se pueden acoplar al neciómtero. El taller donde te lo instalan es una cadena con muchas sucursales y se llama Reflexión & sentido crítico S.A.

martes, 14 de febrero de 2017

¡Feliz día de San Valentín!


Es curioso cómo tal día como hoy, San Valentín, el día de los enamorados, día muy comercial  por cierto, el icono que casi todos tenemos en la cabeza es el de Cupido. Ese niño, con los ojos vendados, y con su arco y sus flechas que va por ahí sembrando el amor y el desamor.
Como niño que es, es travieso, voluble, inconstante. No atiende a razones. Además lleva los ojos vendados. No ve lo que hace, ni le importa. Y su madre, Afrodita, está preocupada por él porque no crece, no madura…
Mucho menos conocido, su hermano, Anteros, nacido después, representado por un apuesto joven con alas de mariposa y larga cabellera, es serio, constante y responsable.
Anteros es el dios del amor correspondido, de la pasión inextinguible, del amor feliz. Cupido, el del enamoramiento banal, superficial, tan fogoso como pasajero. Hermanos de la misma madre, Afrodita, la diosa del amor y la belleza, y del mismo padre, Ares, el dios de la guerra. Hermanos bien diferentes.
Y como he dicho, me resulta curioso, y no sé hasta qué punto significativo, que es a Cupido al que todos tenemos en la cabeza, y no a  Anteros, a quien casi nadie conoce, cuando hablamos del amor.
¿A quién nos “vamos a encomendar” hoy, 14 de febrero? A Cupido o a Anteros. Todos pensamos en Cupido, pero ¿es el amor deseable? Parece ser que nuestra sociedad, hace ya mucho tiempo optó por Cupido. Es así y así nos va.
Pero yo hoy, os deseo a todos la “bendición” de Anteros.

¡Feliz día de San Valentín!

         Os invito a que veáis el siguiente vídeo, que  ha enviado Juan esta mañana a todos los compañeros y que va en la línea del comentario que he hecho sobre Cupido y Anteros. Si estás enamorado no te cases...aún.

domingo, 12 de febrero de 2017

Las grúas del puerto.

Me gusta contemplar desde la tranquilidad y la soledad de las montañas la ciudad abajo y a lo lejos. Contrasta la paz y el silencio de allá arriba con el ajetreo, las prisas, los agobios…, de allá abajo. En particular me gusta ver la silueta de las grúas del puerto, recortándose contra el mar, los barcos, fondeados fuera del puerto, esperando su turno…


sábado, 11 de febrero de 2017

Podían irse a Madagascar a cazar monas.


Hay cositas que no entiendo, y conste que lo intento. Una, el regreso a la escena política del señor Sánchez y otra, el circo que tiene montado el señor Iglesias. Y ambos gallitos con el mensaje de que si no ganan se van. Y tanto que podían irse, pero a Madagascar a cazar monas. Ya tardan.
En el caso de Pedrito, no entiendo cómo un señor que ha perdido todas las elecciones a las que ha concurrido, que ha roto su propio partido, que con su intolerancia ha tenido paralizado al país casi un año, que se ha negado desde el principio a hablar con el líder del partido que ha ganado las elecciones dos veces consecutivas y que tiene la confianza de un tercio de los ciudadanos, vuelve a presentarse para dirigir el socialismo en España. Mí no comprender, como diría un sioux en una película de John Wayne.
En el de Pablín, no entiendo cómo pretendía dirigir los “destinos de la patria” para salvarnos a todos de los terribles males que nos aquejan, y no está siendo capaz ni siquiera de mantener unido a su propio partido. El espectáculo, casi cómico, que están dando, recuerda mucho a las peleas de los niñatos gilipollas de un instituto (sólo a los niñatos gilipollas) por ver quién es el más popular. Mí no comprender tampoco.
Y otra cosa que mí no comprender es cómo el señor Sánchez no entiende que aún en el caso de que sus militantes lo eligieran, nada habríamos ganado, pues al gobierno no te llevan los militantes sino los votantes. Y cómo el partido del señor Iglesias, con el espectáculo que está dando, sigue siendo la segunda fuerza política, según las encuestas. No, esto tampoco lo entiendo.
Lo dicho. Piel roja no comprender a rostros pálidos. Por eso, y por el bien de todos, mejor harían, Pedrito y Pablín, ya que además son tan amigos, en irse a Madagascar a cazar monas. Al menos harían algo útil porque allí son plaga*. O a lo mejor no les parece políticamente correcto eso de cazar monas, y monos, también monos; no seamos sexistas.
Pero me temo que no caerá esa breva. Seguirán aquí, jugando con el destino de todos. Esperemos que la gente se dé cuenta y actúe en consecuencia.

*Eso de que las monas y los monos son plaga en Madagascar me lo he inventado, pero ha sido por exigencias del guion. Como otros se inventan otras cosas por exigencias de otros guiones.

viernes, 10 de febrero de 2017

Necesitamos más que nunca a la filosofía.


Les insisto a mis alumnos de filosofía que para poco sirve estudiarla si no son capaces de aplicarla a sus vidas. Porque, aunque aparentemente eso de la filosofía es de lo más abstracto, y para muchos, de lo más inútil, es quizá, y así se lo digo, la asignatura más práctica de todas las que tienen en cuarto de secundaria.
Y más hoy en día. Es imprescindible que se paren a pensar. Es imprescindible que piensen porque, como también les digo, si ellos no piensan otros pensarán por ellos. Y entonces, aunque no lo sepan, se convertirán en títeres que se creen libres. Serán como esos ordenadores “zombies” que controla alguien, sin que su auténtico dueño sea ni lejanamente consciente de ello.
Lo difícil es que sean capaces de afrontar la asignatura como algo más que una asignatura. Que no sea aprobar lo que les mueva sino aprender, saber, entender e intentar actuar en consecuencia llevándolo después a sus vidas.
Mi planteamiento es claro. Si yo veo que de verdad se enteran y eso se ve en su participación, en su actitud en la clase, en su forma de vivirla, en su capacidad de trasladar a su experiencia personal a Aristóteles, Descartes, Kant, Sartre…, estaremos en el camino correcto. Y entonces, no me harán falta ni los exámenes. Ya tienen un diez.
Si no es así, si simplemente son como más “nenes güenos y trabajadores”, pero no van más allá, todo será más normal, digamos más estándar. Entonces sí harán falta exámenes, porque será la única forma que yo tenga de saber si al menos aprenden algo, aun sabiendo que para poco les va a servir. Cubriremos todos el expediente, ellos y yo, pero no se habrá producido verdaderamente el acto docente.
Está claro que son muchísimas las variables que intervienen en esto, y muchas de ellas difícilmente controlables, pero si al menos tenemos todos claro el objetivo, alumnos y profesor, ya hemos dado un paso importante. Sabemos a dónde queremos llegar. Queda andar el camino.
Y aunque esto es aplicable para todas las asignaturas, veo que en el caso de la filosofía es especialmente urgente. No importante, que lo es para todas. Urgente. Porque como he dicho al principio, es imprescindible que piensen y más en los tiempos que corren.
Hay demasiada gente pensando por nosotros para salvarnos, dicen, de “los otros”, que son los malos. Rompiendo la democracia en nombre de la democracia. Maniatando la libertad en nombre de la libertad. Prometiendo paraísos que serán para unos pocos…
Necesitamos más que nunca a la filosofía.

martes, 7 de febrero de 2017

El silencio de las campanas.


Es característica común a todos los totalitarismos, del signo que sean, silenciar voces, prohibir lenguajes. Silenciar las voces discordantes, prohibir los lenguajes de los que no son de mi cuerda.
Y esto es lo que está pasando con las campanas. Porque prohibir el tañido de las campanas es prohibir un lenguaje milenario que forma parte de nuestra cultura; que está integrado en nuestro medio ambiente, sea urbano o rural, desde hace cientos y cientos de años.
Y si a alguien le molesta, en primer lugar habría que decirle que la campana y el campanario estaban ahí mucho antes que él se pusiera a vivir allí. También habría que decirle que no son las campanas lo que le molesta sino lo que ellas significan, y eso ya es harina de otro costal. Y además, con mucho respeto, por no ponernos a su altura, habría que decirle que es su intolerancia y su rencor, su triste incapacidad de superar de una vez por todas la historia, lo que le ha llevado a denunciar ante el ayuntamiento un lenguaje muy querido para mucha gente.
Y el ayuntamiento, interpretando la ley al pie de la letra, silencia las campanas con unos argumentos tan demagógicos como cínicos. Tampoco ellos acaban de superar la historia. El triste revanchismo histórico, sigue actuando en forma de un anticlericalismo que confunde cultura y religión, y con el afán de poner “las cosas en su sitio”, dan al traste con elementos culturales que teniendo origen religioso han rebasado ampliamente los límites de la religión. Con medidas como éstas, no atacan tanto a la religión como a la cultura.
Son como los talibanes que destruyen obras de arte valiosísimas en nombre de su dios. El arte también es un lenguaje, como las campanas. Nuestros talibanes no pueden destruirlas, pero si pueden prohibir que hablen, en nombre de "su dios".
Yo he vivido muchos años a escasos metros de un campanario, y las campanas entraron a formar parte de mi vida. Nunca me molestaron, pero claro, yo no soy anticlerical, soy creyente. Y este es el quid de la cuestión.
No nos engañemos. El problema no es un vecino, o dos o treinta, o los que sean. El problema no son los decibelios. El problema es, y ya lo he dicho muchas veces, la triste incapacidad de superar la historia de algunos de nuestros gobernantes y de demasiados ciudadanos. Y eso me da rabia, me da pena, me da miedo.
Sé que tarde o pronto volverán a sonar las campanas. Sean laicas o religiosas. En una sociedad libre deben sonar las campanas. Es un lenguaje, un antiguo, rico y hermoso lenguaje que el sectarismo de unos pocos no podrá silenciar indefinidamente.
Con esta esperanza, quiero acabar dando la palabra a Miguel Delibes. Es un bonito texto, escrito en su libro El Camino. Es la mejor descripción que conozco de lo que son las campanas..

Es expresivo y cambiante el lenguaje de las campanas; su vibración es capaz de acentos hondos y graves y livianos y agudos y sombríos. Nunca las campanas dicen lo mismo. Y nunca lo que dicen lo dicen de la misma manera. Daniel, el Mochuelo, acostumbraba a dar forma a su corazón por el tañido de las campanas. Sabía que el repique del día de la Patrona sonaba a cohetes y a júbilo y a estupor desproporcionado e irreflexivo. El corazón se le redondeaba, entonces, a impulsos de un sentimiento de alegría completo y armónico. Al concluir los bombardeos, durante la guerra, las campanas también repicaban alegres, mas con un deje de reserva, precavido y reticente. Había que tener cuidado. Otras veces, los tañidos eran sordos, opacos, oscuros y huecos como el día que enterraron a Germán, el Tiñoso, por ejemplo. Todo el valle, entonces, se llenaba hasta impregnarse de los tañidos sordos, opacos, oscuros y huecos de las campanas parroquiales. Y el frío de sus vibraciones pasaba a los estratos de la tierra y a las raíces de las plantas y a la médula de los huesos de los hombres y al corazón de los niños. Y el corazón de Daniel, el Mochuelo, se tornaba mollar y maleable — blando como el plomo derretido— bajo el solemne tañir de las campanas. Estaba lloviznando y tras don José,…


¿Cómo quieren callar la voz de las campanas? ¿Cómo se atreven?

lunes, 6 de febrero de 2017

El aburrimiento, de Rafael Alberti.


El aburrimiento es un estado del ser de los que más me molestan. Tengo claro que cuando alguien se aburre es porque está perdiendo el tiempo, y a mí nunca me ha gustado perderlo porque me aburro, y además porque no es verdad eso de que hay más días que longanizas. Hay muuuuuchas, muchíííísimas más longanizas que días. Es ése un refrán tonto.
Siempre que me he aburrido ha sido por hacer cosas y estar en situaciones en contra de mi voluntad. Cuando he sido libre jamás me he aburrido. Y puedo estar horas sin hacer nada y sin aburrirme, por ejemplo contemplando en la montaña…Porque contemplar ya es hacer algo, y algo muy, muy grande.
Pues bien, esta introducción sobre el aburrimiento y yo, viene a propósito de un curioso y divertido poema de Rafael Alberti, escrito en Roma, sobre el aburrimiento, sobre un aburrimiento mortal.
Lo comparto y lo dedico a todos aquellos que aun siendo libres de hacer lo que les venga en gana, se aburren. ¡Qué penita me dan! ¡Ojalá no se queden pegados a la caca y se mueran de puro aburrimiento! ¡Ojalá espabilen y vivan! Sí, ¡ojalá vivan!

Me aburro.
Me aburro.
Me aburro.
¡Cómo en Roma me aburro!
Más que nunca me aburro.
Estoy muy aburrido.
¡Qué aburrido estoy!
Quiero decir de todas las maneras
lo aburrido que estoy.
Todos ven en mi cara mi gran aburrimiento.
Innegable, señor.
Es indisimulable.
¿Está usted aburrido?
Me parece que está usted muy aburrido.
Dígame, ¿adónde va tan aburrido?
¿Que usted va a las iglesias con ese aburrimiento?
No es posible, señor, que vaya a las iglesias
con ese aburrimiento.
¿Que a los museos -dice- siendo tan aburrido?
¿Quién no siente en mi andar lo aburrido que estoy?
¡Qué aire de aburrimiento!
A la legua se ve su gran aburrimiento.
Mi gran aburrimiento.
Lo aburrido que estoy.
Y sin embargo… ¡Oooh!
He pisado una caca…
Acabo de pisar -¡santo Dios!- una caca…
Dicen que trae suerte el pisar una caca…
Que trae mucha suerte el pisar una caca…
¿Suerte, señores, suerte?
¿La suerte… la… la suerte?
Estoy pegado al suelo.
No puedo caminar.
Ahora sí que ya nunca volveré a caminar.
 Me aburro, ay, me aburro.
Más que nunca me aburro.
Muerto de aburrimiento.
No hablo más…
Me morí.

sábado, 4 de febrero de 2017

Santi Fernández Gegunde, ¡enhorabuena chaval!


Quería haber escrito esto antes, en cuanto me enteré. Porque creo que noticias como estas se dan pocas veces. ¡Y son tan bonitas! Sucedió en Galicia.
En un partido de fútbol de tercera división, un jugador renuncia a marcar un gol seguro, porque se ha percatado de que el portero se ha lesionado. Y tira el balón fuera.
Me vais a permitir una expresión basta, pero es la que me salió del alma cuando oí la noticia en la tele. ¡Olé tus huevos chaval! Eso es ser un hombre, un hombre de bien. Eso es jugar a fútbol con elegancia y clase. Muy bien Santi, tu gesto me llena de alegría y me inspira respeto y profunda admiración.
Yo no quiero hablar más. Cedo la palabra al periódico La Voz de Galicia, que en un articulito cuenta lo ocurrido con más detalles que yo y más sabiduría futbolística, sabiduría de la que yo carezco.

Cuando el gol no justifica los medios. El ariete del Compos renunció a marcar ante el Alondras al ver que el portero quedaba lesionado y tendido. M. G. REIGOSA.
31/01/2017 05:00 La voz de Galicia.
Hay una frase perversa que dice que «entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero». Pero también hay acciones, como la del compostelanista Santi Gegunde en Cangas, que la contradicen sin discusión. Le tocó escoger entre un gol manchado o una renuncia inmaculada. Y decidió que el fin del gol no justifica los medios. El Compos acabó ganando 2-4 al Alondras y, tras la elección de su ariete, puede presumir de que esa victoria llegó envuelta en la bandera del buen fútbol y la grandeza de la deportividad. El episodio del no gol es de los que merecen relieve porque reflejan, como muy pocos, la esencia de la deportividad. Santi Gegunde no dudó en ningún momento. Siempre está abierto el debate de si hay que echar el balón fuera o no cuando un jugador rival se queda lesionado. Porque a menudo no es fácil distinguir la frontera entre la realidad y la picaresca. Con frecuencia, lo que hay detrás es un intento de perder tiempo o confundir al rival para evitar un contragolpe. Pero siempre cabe apelar al sentido común. En el Municipal de Cangas, cerca ya del intermedio y con 0-1 en el marcador, hubo una jugada en la que el portero local, Martín, sale para tratar de anticiparse a Diego Rey. Cae en mala posición y queda tendido sobre el césped. Diego Rey no se percata y envía el balón a Santi Gegunde quien, con todo a favor, ni siguiera se gira para buscar la portería y echa la pelota fuera de banda. No quiso sacar ventaja de una acción desgraciada. El guardameta está ya en su domicilio, a la espera de que le baje la inflamación para realizar una resonancia magnética que determine el diagnóstico. Pero el pronóstico apunta a una grave lesión de rodilla.


Y yo quiero añadir que aún en el caso de que la lesión del portero hubiese sido una farsa, que no lo fue, la grandeza del gesto de Santi seguiría intacta. Más aún, sería más grande todavía, porque la honestidad y la buena gente brillan más ante la mezquindad y los sinvergüenzas. Como las espadas élficas ante los trols.