El
20 de noviembre de 2015, el papa Francisco decía en el Congreso de la
Congregación para el Clero con ocasión del 50º aniversario de los Decretos
Conciliares Optatam totius y Presbyterorum ordinis, que los sacerdotes estaban
tomados entre los hombres, constituidos en favor de los hombres y en medio de
los hombres.
Y
esto viene de antiguo. De hecho está en la Carta a los Hebreos. Los sacerdotes
son hombres, con su historia personal, con su carácter, con sus anhelos y
esperanzas, con sus aciertos y errores. Son hombres. Pero su misión es servir a
los hombres, su primera y más importante misión. Y ese servicio ha de hacerse
desde dentro, siendo un hombre entre los hombres.
¡Cuántas
veces la palabra hombre! ¿Verdad? Y no la he rehuido adrede. No he querido hacerlo,
precisamente para resaltarla. El sacerdote es un hombre al servicio de los
hombres, entre los hombres.
Así
te hemos visto, Juan. Así te hemos vivido. Así te vivimos. Y así deseamos que sigas viviendo para
otros y para nosotros largos años. Porque los hombres necesitamos de otros
hombres que caminen con nosotros, que se cansen con nosotros, que suden con
nosotros, que tiemblen de frío con nosotros, que coman con nosotros al llegar a
la posada, que gocen con nosotros del aire limpio, del sol y del agua fresca,
del calor humano, y que estos hombres, además y sobre todo, hagan
presente a Jesús entre nosotros al compartir en su nombre el pan, el vino y la
palabra.
Porque la presencia viva de Jesús es la única luz cierta
para tanta oscuridad, el único bálsamo para tanto dolor, el único consuelo para
tanta tristeza…, el mejor lugar para entrar en fiesta. Y tú lo sabes. Tú sabes
que Él vive. Y ésa es tu misión, es el gran favor que puedes hacernos a todos,
decirlo bien alto. Él vive. Y esto tú lo haces cada día en tus clases, en las
convivencias, en el Junior, en la catequesis, en el camino de Santiago, en la
iglesia cuando celebras la eucaristía…
Hoy, en el quinto aniversario de tu ordenación
sacerdotal, te deseamos la mayor de las venturas, llevar a la plenitud tu
sacerdocio, siendo un hombre que ha sido tomado de entre los hombres y que vive
entre los hombres al servicio de los hombres. ¡Dios
bendiga cada uno de tus pasos!
Isabel y Jesús.
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