FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 30 de septiembre de 2017

1936,1981,2017.


Llevo noches despertándome a altas horas de la madrugada con el miedo en el cuerpo. Y dándole vueltas a la cabeza, intentando entender… Esta última he caído en la cuenta, muy a mi pesar, de cuáles son los dos motores ocultos que, funcionando a pleno rendimiento, han permitido que el derecho y la racionalidad hayan quedado suplantadas por la ilegalidad y lo puramente emocional.
Uno de ellos es la confusión entre el Estado y el Partido Popular. El odio irracional hacia este partido de demasiada gente, está llevando a reventar alegremente el Estado con tal de, y permitidme la expresión, joder a Rajoy y su partido. Gravísimo error éste. El Estado es mucho que un partido, y además si  ese partido existe es porque hay ciudadanos que le votan, y no pocos.
El otro es la identificación interesada y radicalmente falsa entre la España de Franco y la de la Constitución de 1978. La España que desea seguir unida y en paz es un país democrático, ajustado a derecho. Nada que ver tiene con aquella que ya es historia y que, con muchas sombras, también tuvo luces, le pese a quien le pese, aunque casi nadie se atreva a decirlo.
Lo grave es que estas falacias, fruto amargo del cainismo de las dos Españas, son los motores últimos que bien ocultos, y sabiamente manipulados, han contaminado, hasta convertirlo en un desatino aberrante e imposible de asumir por una sociedad civilizada, el legítimo derecho del pueblo catalán a decidir su futuro en la historia.
No, no hay nada nuevo bajo el sol. El pájaro negro que voló en julio del 36 sobre esta tierra, vuelve a volar. Creímos muchos, incautos, que no volvería, pero sí volvió en febrero del 81; entonces entre todos lo ahuyentamos. Mas ha vuelto de nuevo. El mal nunca descansa. Y ojo, el mal no es que parte de los catalanes quieran la independencia. Nunca he dicho eso. El mal es el modo en que esta parte ha decidido hacerlo. El mal está en atreverse a afirmar que el referéndum de mañana es democracia y creeérselo. El referéndum de mañana es un golpe de estado igual que fueron el 18 de julio del 36, y el 23 de febrero del 81.

viernes, 29 de septiembre de 2017

Gastritis, jugo gástrico, gastrobar...



Imagino que la RAE no tendrá más remedio que introducir la palabrita en cuestión en el diccionario cuando, según sus criterios, haya alcanzado la necesaria difusión y uso como para merecer tal honor.
Pero, ¿qué queréis que os diga? A mí me da asquito. La palabra gastrobar me da mucho asquito. Me suena muy mal, por muy de moda que se haya puesto en los ambientes de “alta pijor culinaria”.
Conozco bares donde sirven excelente comida sin dejar por ello de ser un bar y sin tener que entrar por lo tanto en la categoría de restaurante, ya que ninguna falta les hace. He hablado de algunos de ellos en este blog.
Pienso que lo que ha sucedido es que hay bares tan pagadísimos de su propia excelencia que, no llegando a restaurante, porque no quieren o porque no pueden, no se conforman con ser un vulgar bar, y entonces han dado en llamarse gastrobares, para distinguirse bien de los otros, de los del montón.
No veo necesario el lexema gastro, del griego estómagopudiendo decir un buen bar, o un excelente bar. O añadir a la palabra bar, marisquería, asador, cervecería…Pero gastro… A mí me suena a jugo gástrico, a gastritis, a gastroenteritis, a gastropatía, a gastrointestinal; ¡vamos!, a cuestiones médicas o patológicas que para nada me abren el apetito. Pero de todo hay en la viña del Señor, y puede haber gente a la que eso de gastro le remueva agradablemente los citados jugos gástricos. ¡En fin!
Cierto que están las palabras gastrónomo y gastronomía, con connotaciones muy positivas, pero son minoría en la familia léxica de gastro. La gran mayoría “te tiran patrás.”
Mas la “pijor” es la “pijor” y ante ella poco puede hacer el sentido común y el buen gusto lingüístico.
¡Qué le vamos a hacer!

martes, 26 de septiembre de 2017

No es cómodo, pero es.


Hoy me he enterado de que ese programa llamado “Masterchef celebrity”, no sólo bate records de audiencia, sino que le han dado no sé qué premio. ¡Qué le vamos a hacer!
Resulta que el programita en cuestión, cualquier “masterchef” de los varios que se han inventado, me resulta repulsivo y profundamente desagradable. Explico los motivos en una entrada que puse en el blog el día 14 de marzo de 2014 y en otra, el 18 de enero de 2017. No los aguanto.
 Además, resulta también que esos que llaman famosos, con perdón, me la traen floja, ¡vamos! que me importan un bledo. No veo ningún interés en el hecho de ver sometidos a esos señores al juego absurdo de semejante “reality show”.
Por esto, el unir ambas cosas, “famosos” y el programita de marras, es, para mí, el colmo de la estupidez televisiva. Para mí, pero no para muchísima gente, por lo que veo. Y ese es el problema. Cada vez entiendo menos el mundo en el que vivo. Y no es cómodo. Ni me gusta.
Pero es, aunque no me guste.

domingo, 24 de septiembre de 2017

Carta abierta al señor Puigdemont.


Señor Puigdemont:
He de reconocer que me ha costado entender cómo está haciendo lo que está haciendo, pero creo que al fin lo entiendo. He caído en la cuenta estos últimos días. La suya es una estrategia tan inteligente como alejada de cualquier principio ético. Maquiavélica, sí señor. Pero le está funcionando, ¡vaya si le está funcionando!
Lo cierto es que ha tenido como aliados a los dos grandes partidos y a otros no tan grandes, cuya incapacidad de ponerse de acuerdo a tiempo para dar una solución política a la autodeterminación de Cataluña se lo ha puesto en bandeja. Porque a usted, una eventual reforma de la Constitución, que hubiera permitido un referéndum de autodeterminación legal a su debido tiempo, no le hubiera hecho ninguna gracia, simplemente, y usted lo sabe, porque desde la ley, la calma y la serenidad, había muchas probabilidades de que ganara el no a la independencia. No tiene más que mirar su parlamento y el sentir de los ciudadanos, de todos los ciudadanos, también de los que tienen silenciados.
A partir de ahí ya ha sido todo fácil, ¿verdad? Sólo se trataba de romper la baraja, saltarse las reglas del juego y exigir al gobierno lo que no se le puede exigir a ningún gobierno de un país democrático; que rompa la Constitución que tiene el deber de preservar, porque es lo que lo legitima como gobierno y nos hace ser un estado de derecho. Y usted lo sabe muy bien como político, está pidiendo lo imposible.
Y pidiendo lo imposible y diciendo a sus seguidores que sí es posible en un delirante juego demagógico, ha ido creando un ambiente de crispación que es lo que buscaba. Y le está saliendo bien. Cuanto más tensa la cuerda, más presión tiene que ejercer el gobierno de la nación, porque es su ineludible obligación. Y eso es lo que usted quiere. Que vayan “fuerzas de ocupación extranjeras”, cuantas más mejor, para decir a sus ciudadanos que España nos oprime, que no nos deja expresar nuestra voluntad, que no nos deja ser libres… Y como durante tantos años han estado manipulando la historia y trabajando a fondo el nacionalismo excluyente, a mucha gente le resulta muy creíble este falso planteamiento.
Y más le digo, y me da miedo y pena decirlo. Manteniendo el desafío hasta el límite y llevando la tensión a la calle, como hace ya tiempo la está llevando, me parece que sigue buscando algo que aún no tiene, un mártir. Sí señor Puigdemont, un muerto creo que le vendría como anillo al dedo. Eso sí, de los suyos; un policía o un guardia civil no le sirve. Así podría decir: España asesina, España opresora, España fascista… Y justificar ante el mundo entero la necesaria liberación de su pueblo.
Esta es la estrategia que creo que usted está siguiendo hasta ahora, pero ¿con qué objetivo? Con el objetivo de actuar unilateralmente, o negociar si no tiene más remedio, desde una posición de fuerza. La fuerza que le dará aparecer como víctima ante el mundo y tener, ahora sí, una mayoría por la independencia.
Mire usted, yo creo en el derecho de autodeterminación de los pueblos, en el de Cataluña también. No pasaría nada que nuestra constitución contemplara ese derecho como lo contemplan otras constituciones. Pero creo también en la democracia y en la absoluta necesidad de respetar las leyes que hayan sido democráticamente establecidas, como es la Constitución española. Y eso es lo primero.
Porque preservar la ley es preservar al hombre, a su dignidad, a su libertad y a su vida. Y eso es sagrado, y la primera obligación de todo político. Es el hombre lo único sagrado, no la patria, ninguna patria, la catalana tampoco, por mucho que se le haga a la gente el nudo en la garganta con el himno, la bandera, las palabras acaloradas y altisonantes y toda la demás parafernalia típicamente nacionalista.
Sepa señor Puigdemont que con su juego está escribiendo una nueva página negra en la historia de España. Que destruye la convivencia y la paz social en un proceso involutivo que me pone los pelos de punta. Que su estrategia, que no su objetivo que es legítimo, aunque no lo comparta, rompe todo principio ético; ya se lo he dicho al principio. Que pase lo que pase en el futuro, usted y los suyos han perdido toda autoridad moral para hablar de democracia, derecho, libertad, justicia…, y que la república que pretende crear, por el modo de hacerlo, se asienta sobre lo más negro de la historia de la humanidad. 

sábado, 23 de septiembre de 2017

Un abrazo en el altar.


Tuvo la misa de despedida de Juan, el pasado domingo, momentos muy bonitos. Uno de ellos fue la homilía, centrada en el perdón, el evangelio del día…, hasta setenta veces siete. Otro, el mensaje de Diego, desde Méjico. Otro fue el abrazo con el alcalde, y es de éste del que voy a hablar.
A nadie se le escapa el hondo significado del gesto, que no era el primero. Un alcalde socialista y el vicario del pueblo, abrazándose en el altar mayor, en presencia de la comunidad parroquial que atestaba la iglesia. Y palabras de agradecimiento y encuentro por ambas partes.
Sé que ante estos hechos se pueden adoptar diferentes actitudes. La actitud de quien ve intereses ocultos, acaso mezquinos. La del escéptico, no me creo nada, todo humo. La de aquel que le importa un bledo, porque cree que todo eso nada tiene que ver con su vida. La del que piensa, incauto, que al menos aquí ya todo va a ser un camino de rosas.
La mía no es ninguna de estas. Mi actitud es de agradecimiento tanto a Juan como a Robert, porque ese abrazo es el fruto de años de esfuerzo por el entendimiento, esfuerzo realizado, sin duda, por ambas partes y que hay que seguir realizando aunque a veces puedan surgir dificultades. De esperanza, porque viendo esto creo posible superar algún día la vieja maldición de las dos Españas. Y de alegría, porque a mí me alegra todo lo que es encuentro entre los hombres pues alimenta mi convicción de que el bien tendrá la última palabra.  Convicción que se tambalearía demasiadas veces si no fuera por la fe en ese Cielo Nuevo y en esa Tierra Nueva de que nos habla la Biblia.
            Es cierto que en una democracia plena y una sociedad reconciliada y libre del rencor y del miedo esto que vivimos el domingo es lo normal. Es cierto que tanto parroquia como ayuntamiento tienen el objetivo común de velar por el bienestar de todos los vecinos del pueblo, cada cual desde su ámbito, por lo que el encuentro debería ser inevitable. Es cierto que hace ya muchos años que los “rojos” quemaron la iglesia y los “azules” ganaron la guerra…
            Todo esto es cierto. Pero aún hay quien no se lo cree, quien vive anclado en un pasado que nunca debió ser y desde él, cierra las puertas al futuro. Y lo del domingo era futuro, olía a futuro.
            Una vez más gracias Juan, gracias Robert. En vuestro abrazo, en vuestras palabras había futuro. Era como si abrierais las ventanas de una habitación tras una mala noche y entrara la luz a raudales, el aire fresco de la mañana, y saludáramos gozosos al nuevo día.

viernes, 22 de septiembre de 2017

Otoño a las veintidós y dos minutos.


Justo en este momento, las diez y dos minutos, nuestro planeta pasa por ese punto del espacio, en su órbita alrededor del sol, que llamamos equinoccio de otoño. ¡Sea bienvenida la nueva estación!
Para recibirlo, os invito a ver un par de álbumes de fotos otoñales a los que podéis acceder pulsando Tena y Ordesa en octubre. y Otoño en el Pirineo.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Pensamos enseguida en ti, Diego.


Muy querido amigo Diego:

Lamentamos mucho la catástrofe ocurrida en Méjico. Las imágenes que nos llegan son terribles. Además, como puedes imaginar, todos pensamos enseguida en ti, pues sabíamos, gracias a las bonitas palabras que le dedicaste a Juan en la misa de su despedida, que andabas por allí.
Le pedimos a Dios que te proteja, que se te muestre próximo, que te de fuerza para que tu presencia en aquella tierra ayude y reconforte a mucha gente.
Te seguimos teniendo presente en nuestra vida. Rezaremos por ti y por la gente de Méjico, tengo allí familia, que están pasando tan duros momentos.

Un abrazo muy fuerte de Isabel, Jesús y mucha gente que te recuerda y te quiere.

martes, 19 de septiembre de 2017

Un regalo de la madre naturaleza.

Hoy irá el perito a ver mi coche, bastante magullado el pobre por una espectacular granizada que tuvo a bien caer una noche de este verano pasado en Sallent de Gállego.
La verdad es que la disfrutamos. La vimos llegar desde la terraza del apartamento, espectacular, salvaje. Durante un rato aquello parecía el fin del mundo; rayos, truenos, viento, agua a cántaros, piedra… Luego pasó y dejó una noche fría y un cielo revuelto.
Cuando ya se pudo salir a la calle vimos a algunas personas mirando y remirando sus coches. Imaginamos su preocupación si no los tenían asegurados contra desmanes meteorológicos del calibre del que acabábamos de presenciar.
Como afortunadamente no era nuestro caso, bajamos también, no a ver los coches, (las lunas, al menos, estaban en su sitio y enteritas) ya los veríamos por la mañana, sino a recoger aquellas hermosas bolas de hielo que la madre naturaleza, tan atenta ella, nos había regalado para las copichuelas de después de la cena.
¡Pocas veces el hielo con el que enfriamos nuestras bebidas nos ha llegado de tan alto! ¡Eran además tan gorditas, tan redonditas y tan monas!

Y ya habían empezado a adelgazar.

En el gin tonic.

En el pacharán.

domingo, 17 de septiembre de 2017

¡Hasta siempre, Juan!


A los cinco años y un día de estar con nosotros nos dejas, Juan. No ha sido una condena, ¿verdad?, aunque dicho así, lo parezca. Al contrario, ha sido una gran y hermosa experiencia. Nos lo has dicho muchas veces. Y oírte decirnos eso nos alegra; para nosotros también lo ha sido.
Esta tarde, en tu misa de despedida, con la iglesia llena a tope, hemos dado gracias a Dios. Y por ahí quiero empezar estas líneas que te dedicamos Isabel y yo. Por decirte que estamos muy agradecidos a Dios por haberte enviado a nosotros, y a ti por tu vida en la nuestra durante estos cinco años. No sabemos si aciertas a entender cabalmente todo lo que nos has regalado durante este tiempo. No lo sabemos. Te vas sin que sepamos realmente hasta qué punto has sido consciente de la grandeza de tu regalo. Lo que sí sabemos es que otras muchas personas harían suyas estas palabras nuestras. Cada uno tendrá sus motivos.
También queremos desearte lo mejor en el futuro. Y se lo vamos a pedir a Dios Padre, casi como vosotros, los sacerdotes, se lo pedís para nosotros cuando nos casamos.
Y ahora, Señor, te pedimos que este hijo tuyo permanezca en la fe y ame tus preceptos; que, fiel a su sacerdocio, sea ejemplo por la integridad de sus costumbres; y fortalecido por el poder del Evangelio, manifieste a todos el testimonio de Cristo; que su vida sea fecunda, sea hombre de probada virtud y vea el fruto de su trabajo en tus hijos, Señor; y que después de una feliz ancianidad, llegue a la vida de los bienaventurados en el Reino de los Cielos. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.
Y una cosa más, Juan. Hoy sales de Ribarroja rodeado, quizá abrumado, por el cariño de mucha gente. ¡Qué aplauso después de tus palabras! ¡Ojalá sea siempre así! ¡Ojalá cada vez que a lo largo de tus años salgas de un puerto quede en el muelle mucha gente despidiéndote con cariño y gratitud! Pero la vida da muchas vueltas y, si en alguna ocasión, que esperamos y deseamos nunca llegue, en tu partida no hay nadie para decirte adiós, y aún más, sabes que sales al callejón por la puerta estrecha, como un borracho molesto o un trasto inútil, mira entonces al Cristo, y sentirás el calor de su presencia en tu vida. Te estarán haciendo lo que le hicimos a Él, lo que le hacemos a Él tantas veces. Y eso te dará paz, te hará sentir, aunque sea en medio de la rabia, el dolor o la tristeza, esa alegría de los cristianos que no nos puede quitar nadie. Paradojas de la fe.
Pero hoy déjate empapar por esta lluvia de sentimientos que estás viviendo. Alegría; gratitud; pena por irte, que no tristeza; ilusión e incertidumbre por lo que ha de venir; nostalgia por lo que ya es pasado… Es una bonita lluvia en el camino de tu vida. Entrañable palabra ¿verdad? Camino. Sabemos que te gusta.
Y es tu camino, gózalo. Es tu vida, disfrútala. Bébete estos momentos con alegría y agradecimiento. Y no olvides que soplen los vientos que soplen, aunque tu caminar te lleve a veces por cañadas oscuras, ¿quién te separará del amor de Cristo…? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? Ni la muerte, Juan, ni la muerte.
¡Que Dios te bendiga!

 Isabel y Jesús.

sábado, 16 de septiembre de 2017

¡Cuánto hay detrás del cartelito!

Un día de estos, en mis correrías por esos pueblos de Dios, llegué a uno pequeñito, y a la entrada ponía este cartel que comparto sin comentarios. Creo que no hacen falta.


viernes, 15 de septiembre de 2017

Hacernos conscientes de la luz.


 Me decía el otro día una amiga que desde hacía algún tiempo se había dado cuenta de que era capaz de percibir los distintos matices de la luz. Le dije que a mí me pasaba lo mismo, pero creo que desde siempre. De hecho, mis más antiguos recuerdos están vinculados a la luz y a los olores.
Recuerdo la luz gris y el olor a humedad de los días de lluvia, en el colegio. Es curioso que no recuerde días azules de mi época escolar. Pero sí puedo con facilidad revivir gratamente el aroma del romero y el tomillo junto a la luz cálida de las tardes de septiembre en Fuente la Higuera, o el olor de la higuera en la luz limpia de las mañanas de verano, cuando en La Cañada cogíamos higos mi abuelo Paco y yo, mientras todos aún dormían.
Tengo la inmensa suerte de poder percibir los diferentes matices de la luz. Y reconozco que influyen en mi estado de ánimo. Y para bien casi siempre, porque sólo hay una luz que me agobia y que detesto, la de los días de calima en verano, cuando el cielo sucio se convierte en una losa baja y asfixiante. Las demás luces son para mí una bendición, porque la luz, en sí misma, es una bendición.
La luz limpia y vibrante de las mañanas de primavera, la luz alta y cegadora de un mediodía de verano, la luz blanca y fría de las tardes de invierno y la que más me gusta, la luz dulce y cálida de las tardes de otoño.
Pero hay muchas más, tantas como tiempo dediquemos a mirar más allá de nosotros mismos, más allá del tumulto permanente que nos arrastra, si de vez en cuando miramos el cielo y nos hacemos conscientes de la luz que nos envuelve.
Hoy mismo, ¿no es hermosa la luz gris que parece anunciarnos la esperada lluvia? ¿No fue hermosa la luz radiante de ayer que, junto al olor a pólvora de la "mascletá" y el estampido de cohetes y carcasas, creaba el ambiente perfecto de fiesta?
Cierto es que hay momentos en la vida en que lo último que se nos pasa por la cabeza es mirar al cielo, dejar que la luz entre en nosotros. Son quizá los momentos en que más falta nos haría. Esos momentos en que caminamos por cañadas oscuras…
Pero la luz está ahí. Al menos no hemos de olvidar que la luz, aunque no la veamos, sigue estando ahí.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Menos mal que nuestros caminos no son los Suyos...


En un mundo agobiantemente competitivo, reservado para los triunfadores que a menudo han llegado a serlo a cualquier precio, la fiesta que celebramos hoy, si somos realmente conscientes de ella y de su profundidad, debería resultarnos, cuanto menos, chocante.
Dijo hace algún tiempo el papa Francisco:

"La cruz nos indica una forma distinta de medir el éxito: a nosotros nos corresponde sembrar, y Dios ve los frutos de nuestras fatigas. Si alguna vez nos pareciera que nuestros esfuerzos y trabajos se desmoronan y no dan fruto, tenemos que recordar que nosotros seguimos a Jesucristo, cuya vida, humanamente hablando, acabó en un fracaso: en el fracaso de la cruz".

Y así es, la obra de Jesús fracasó, y fracaso estrepitosamente, escandalosamente, a ojos humanos. Es Dios Padre quien le da la victoria, la victoria absoluta, porque como dice el profeta Isaías:

"Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos".

¡Menos mal!

¡Feliz Día del Cristo!

lunes, 11 de septiembre de 2017

Carta abierta a Ximo Puig, "President de la Generalitat". Segunda parte.


He esperado a un día como hoy para escribirle la segunda carta abierta, Sr. Puig. No porque lo deseara sino porque era inevitable que llegara, y lo temía. Viento de poniente, temperaturas altísimas, humedad baja. Y el miedo en el cuerpo…
Y es que, como según usted el monte no es un jardín, hay que dejarlo como está, palmo arriba, palmo abajo. Y cuando vengan días como hoy, todo pendiente de un hilo. Pero claro, como no es un jardín, asumiremos el riesgo extremo permanente, ¿no?
Se lo dije ya, cuando aún estaba caliente el incendio de Gátova, y se lo repito ahora. El monte, nuestros montes o son un jardín o serán un desierto pasando previamente por un infierno. No hay alternativa. La situación actual de nuestro medio ambiente es transitoria si no lo convertimos, aunque usted no lo crea, en un jardín.
Las causas que nos han llevado hasta aquí ya las expuse en la primera carta, pero no propuse soluciones. Y eso no está bien. Hay que ser constructivo. Esto aún tiene arreglo.
En primer lugar hay que revitalizar el mundo rural. Educación, sanidad y comunicaciones deben ser objetivo prioritario de una administración que quiera tratar a todos los ciudadanos por igual, vivan donde vivan. En esto estaremos de acuerdo.
Pero esto no basta. También será necesaria una intervención en los montes y bosques intensa, extensa y a largo plazo, porque por mucho que se revitalizara el tejido rural, la interrelación entre el hombre y su medio natural de antaño no volverá. El equilibrio lo rompió “el progreso”. Hay que intervenir de otra manera.
Y mire usted, Sr. Puig, esa intervención no hay economía, por robusta que sea, que pueda costearla. Hay que dejar entrar a la iniciativa privada, a las empresas de gestión forestal, de tratamiento de la biomasa. Debidamente controladas, mantendrían el monte en condiciones, las pistas transitables, repoblarían por propio interés, generarían puestos de trabajo y no nos costaría un duro a los contribuyentes. En esto no estaremos de acuerdo. Porque claro, ahí chocamos con sus prejuicios. ¡Privatizar! ¡Uhhhhh, qué miedo!
Pero es que no se trata de privatizar el monte, sino de que la gestión de todos los montes, públicos y privados, sea privada. Y es éste el único camino porque ni su administración, ni ninguna administración, pueden asumir el coste de mantener el monte mediterráneo en condiciones. Y menos con la evolución del clima.
Hay que hacerlo, pero ustedes no pueden, aunque quisieran, pero tampoco dejan que otros lo hagan. Esta es la contradicción. Y fíjese, esta contradicción le lleva a pensar y a decir que el monte no es un jardín. Así no tiene que asumir el hecho de que hay que intervenir ya. Con decir que no hay que hacer mucho más de lo que hacemos, asunto concluido ¡Que inmensa irresponsabilidad! ¡Qué falta de honestidad! ¡Qué lamentable carga de prejuicios!
Cualquiera que conozca nuestros montes sabe que penden de un hilo, que el cambio climático les está afectando y les afectará de lleno, que es urgente actuar ya, que es posible hacerlo, pero sabe también que aquí nadie va a mover un dedo.
¿Y sabe por qué, Sr. Puig? Porque en esto, como en otros muchos terrenos, ustedes no funcionan sobre un análisis objetivo de la realidad, sino sobre un constructo ideológico rabiosamente conservador y anclado en tiempos pasados.
Por eso son como el perro del hortelano, ni comen ni dejan comer. ¡Claro, el chucho en cuestión no se come las hortalizas del huerto, pero tampoco deja que nadie se las coma! Cosas de Lope de Vega.

viernes, 8 de septiembre de 2017

El largo brazo del miedo.


Andaba yo ayer por la serranía de Cuenca, cuando se me hizo la hora de comer y recalé en un pueblecito cuyo único bar era el de una casa rural en la que, según me dijo el dueño, por mucho que digan las estadísticas, este verano no se habían comido una rosca. Aquí sólo hay calma, silencio y mucho monte, decía, y eso no vende.
Por este motivo sólo cocinaban bajo encargo, porque de lo contrario tenían que tirar la comida. Vi dos mesas puestas pero, según me dijo, eran para trabajadores que iban todos los días, y el menú era ensalada y potaje. Yo me conformo con un par de huevos fritos con jamón, dije. Él se quedó pensando, y al momento me dijo que podía ofrecerme codillo con patatas y pimientos; que le salía muy bueno. Y así fue. El codillo estaba buenísimo, y acompañado por unas olivitas, dos buenas cervezas de barril y un carajillo, comí la mar de bien por el módico precio de once euros.
Cuando entré sólo había dos parroquianos, muy mayores, que acababan de comer y charlaban bajito. Yo me puse de espaldas a la tele. Al momento entraron los trabajadores, gentes de campo, de montes, de caminos.
Pronto caí en la cuenta de que siendo catorce, contándome a mí, en el pequeño local el silencio era absoluto. Hablaba entonces, en directo, desde La Moncloa, el Presidente del Gobierno a propósito de la locura del "Parlament". Las miradas en el plato y de vez en cuando, fugazmente, en la televisión. El dueño, desde la barra, sí la miraba fijo. Los abueletes no parecían mirar a ningún sitio. 
Cuando Rajoy acabó de hablar, se acabó el silencio. Todos comenzaron a charlar, el dueño salió de la barra y los abueletes, con la sonrisa beatífica de quien ya se sabe al margen de la historia, y la mirada de quien ha visto ya demasiado, salieron despacio, apoyándose en sus bastones, no sin desearnos a todos buen provecho.
Dejé el pueblo y atravesando extensos páramos desnudos, me interné en magníficos pinares. El pueblo próximo quedaba muy lejos, y muy solo también en la vastedad de la serranía. Y pensaba lo lejos que está la realidad de la gente, de la mayoría de la gente, de este circo absurdo y peligroso en que nos han metido la incapacidad de superar la historia de algunos y su pavoroso fanatismo. Sentí la preocupación de aquella gente en su silencio. Y vi el largo brazo del miedo llegando hasta los últimos rincones de nuestra tierra.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

¡Qué estremecedor paralelismo!

😟
Banderas, himnos, nacionalismo exacerbado, utilización de la democracia para destruir la democracia, ruptura del estado de derecho, manipulación emocional de las masas, acoso a los que no piensan como ellos, sentimiento de ser “raza” diferente y superior, interpretación victimista de la historia…, patología social que en 1939 provocó la II Guerra Mundial.
Banderas, himnos, nacionalismo exacerbado, utilización de la democracia para destruir la democracia, ruptura del estado de derecho, manipulación emocional de las masas, acoso a los que no piensan como ellos, sentimiento de ser “raza” diferente y superior, interpretación victimista de la historia…, patología social que en 2017 provocará…
¡Qué estremecedor paralelismo! Me ha puesto los pelos de punta verles cantando serios y emocionados su himno en el "Parlament", medio vacío, que ha formalizado hoy su salida de la ley y de la democracia. ¡Qué miedo y qué pena!

martes, 5 de septiembre de 2017

No te hemos olvidado, Diego.


No te hemos olvidado Diego; ni mucho menos. Lo que pasa es que he estado dedicado en cuerpo y alma a las montañas y he tenido muy poco tiempo para escribir. Me venía justo para ajustar la ruta del día siguiente al tiempo que iba a hacer y a los amigos con los que iba a ir, y a comer y dormir, necesidades ambas muy humanas y gratas de satisfacer.
Sé que este pasado 23 de agosto fue tu cumpleaños, y que has recibido un nombramiento cuyos detalles desconozco. Ya me cuentas. ¡Felicidades y enhorabuena! Eres joven, tienes mucho que dar y hay mucha gente, en todas partes, que está hambrienta de todo eso que tú tienes a manos llenas y nosotros descubrimos porque lo repartiste también entre nosotros.
Pero aparte de felicitarte, hoy quiero pedirte que reces por nosotros, por la gente de este país en el que viviste dos inolvidables años. Y fíjate lo que te digo, por la gente. Porque más allá de banderas, ideologías y toda suerte de elementos de división y discordia, la gran mayoría quieren vivir unidos y en paz en esta tierra que el tiempo y la historia han venido a llamar España.
Reza desde América por nosotros.

Un abrazo muy fuerte de Isabel y Jesús.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Una moda demoledora.

La estupidez de atajar para llegar antes rompe el sendero y facilita la erosión. ¿Quién piensa en esto?

Lo veía venir, pero ha venido mucho más deprisa de lo que esperaba. Los Pirineos no son lo que eran hace unos años, no son lo que fueron cuando los conocí. Sobre todo en verano, cuando son más accesibles.
Sufrí la experiencia de un modo brutal un sábado de agosto, y sé que amigos míos la han sufrido también recientemente. Aquel día subimos, no por mi gusto, sino por “una causa superior bien justificada” al Garmo Negro, un tresmil del valle de Tena. Aquello era, permitidme la expresión, una casa de putas. Llegué a temer que acabaría pegándome con alguien, cosa que no hago desde que tenía unos doce o trece años.
El cóctel es explosivo, y ha estallado. La moda de las carreras de montaña y de las BTT, moda incrementada por la enfermiza necesidad de “quemar adrenalina” de demasiada gente y por el profundo vacío espiritual de nuestra sociedad, unidas a la apabullante falta de educación de muchísimas personas y al dinero fácil y abundante que todo esto está suponiendo para algunos, han convertido lo que era un santuario y un paraíso en un vulgar estadio deportivo sin más norma ni más ley que la del más fuerte.
Es mucho el daño que esta moda está haciendo a la montaña, pero nadie chista. Hay demasiados intereses en juego. Sí, hay mucho dinero en juego y además una forma de ver y entender la vida, y por tanto la montaña, gregaria, materialista, competitiva, y agresiva. La de hoy en día.
Es curioso cómo los montañeros de antes, que ya sufrimos el zarpazo del proteccionismo radical, viéndonos forzados a hacinarnos en los campings junto a quienes nada tenían que ver con lo que nosotros hacíamos en las montañas, nos vemos obligados ahora a huir de muchos lugares muy queridos, a escondernos en rincones secretos, para poder seguir haciendo montaña en paz. Sí, nos tuvimos que esconder para seguir acampando en libertad y soledad, y ahora tenemos que hacerlo tan solo para poder subirlas.
Lo confieso, en el Garmo Negro le hubiera pegado a más de uno un tortazo. Pienso, por ejemplo, en el niñato que convenientemente ataviado con sus mallitas y su mochilita moderna, eso sí, bajaba por la ladera en recto, a saltos, muy ufano, quizá sintiéndose admirado, reventando el camino, del que ya poco queda. Una amiga mía le dijo que estaba rompiendo el sendero y tirando piedras a los que subían. El mozalbete le contestó que le divertía y que no pasaba nada. Y siguió tan feliz. El cuerpo me pidió entonces pegarle una leche y decirle también que atizarle el sopapo me divertía y que tampoco pasaba nada. Su padre, contento y orgulloso, bajaba detrás, de igual modo. E imagino que al llegar abajo, en el refugio llamado Casa de Piedra, comentarían satisfechos que esta vez lo han hecho en ocho minutos, quince segundos y veintitrés décimas menos que la anterior… Lo demás no importa.
Alguien dirá que no todos son así. Que los hay sensibles a la belleza y respetuosos con la montaña y con las personas. Seguro, pero por mi triste experiencia, creo que son los menos. Cuando el objetivo es subir y bajar en el menor tiempo posible o emocionarse en descensos insensatos sobre dos ruedas, la montaña es utilizada como estadio y punto. Todo lo demás es secundario. Y si a esto añadimos la poca educación de mucha gente…
Sí, he vuelto disgustado y cabreado, muy cabreado. Afortunadamente, a las montañas “con nombre” se puede seguir yendo fuera de temporada y, si puedes, entre semana. No hay nadie o casi nadie. Las demás siguen gozando de soledad y silencio y rara vez contemplan a alguien corriendo o pedaleando entre ellas como si le persiguiera el mismísimo diablo.
Es lo que pienso. Sé que todos tienen derecho a ir a la montaña, aunque sea de formas que en modo alguno entiendo ni comparto. Pero hay unos límites. El respeto a aquel mundo tan salvaje como frágil, y a las personas que por él andan aunque vayan de una manera diferente a la que van ellos. Ellos que creen ser dueños y señores de un mundo cuya esencia, cuya alma, en su mayoría desconocen.
Volveré sobre el tema. Hay mucha tela que cortar.

domingo, 3 de septiembre de 2017

Cuesta volver al "valle".

Desde la cima del Astazu hacia el este. Estábamos solos.
Vista hacia el oeste.

Me resisto a entrar del todo en el mundo caótico y extraño que hemos creado, al que cada vez entiendo menos por mucho que me esfuerce en hacerlo. Y conste que me esfuerzo. He estado, a Dios gracias, “demasiado” tiempo en las montañas, por eso me cuesta “bajar al valle”.
Pero he de decir que entre otros muchos consuelos, que lo hay, me reconforta el saber que ha habido, hay y habrá otras personas a las que les pasaba, les pasa y les pasará lo mismo que a mí. Mal de muchos consuelo de tontos; yo sí soy tonto.
Una de esas personas, que mira por dónde no era tonta, es don Miguel de Unamuno. Ya a principios del siglo pasado escribió lo que a continuación comparto. Su experiencia es la mía. Sus sentimientos son los míos. Podéis leerlo, pero hacedlo sin prisa, con calma.

Unos días en la cumbre silenciosa, en el Santuario de Nuestra Señora. de la Peña de Francia, teniendo a un lado, al norte, la llanada de Salamanca, como un mar de cálidos matices sembrado de islas de verdura, los manchones de los encinares, y del otro lado al sur, las abruptas sierras de las Hurdes , y detrás la sábana de Extremadura. Y al pie los pueblecillos de la sierra de Francia, agazapándose entre castaños, enviando al cielo limpio el humo de sus hogares, viviendo su vida recogida. Y allí arriba, en la soledad de la cumbre, entre los enhiestos y duros peñascos, un  silencio divino, un silencio recreador. Silencio sobre todo.

He vivido unos días de silencio, de augusto silencio, Ni chirriar de cigarras, ni gorjear de pájaros, ni balar de ovejas y, sobre todo, nada del rumor enloqueciente de las atareadas o alborotadas muchedumbres humanas. A ratos el canto dulce del armonio que en el coro del Santuario tocaba algún dominico de los que allí arriba, en aquel verdadero sanatorio, se reponen del rudo invierno de Salamanca.

Subí y permanecí allí con dos amigos franceses enamorados de esta nuestra inalterable y casi desconocida España: ésta, la de los rincones adonde aún no llegan ni el tren ni el automóvil; ésta, que conserva en el alma toda la recia primitividad del granito sobre que descansa y sueña. ¡Qué sabrosas conversaciones con ellos, allá arriba, en el seno del silencio, tendidos sobre la cumbre! ¿Creéis acaso que dos hombres pueden de veras entenderse, no digo ya comprenderse, cuando se hablan entre el rumor, que de todas partes les llega, de la muchedumbre, entre el zumbido del enjambre humano atareado o alborotado? ¿Creéis que pueden acaso llegar a comunión dos almas cuando las rodea el eco del mar humano? En la ciudad cabe hablar de negocios, de política candente, de sociología, de modas; pero ¿de las cosas eternas? (Ahora, en este momento, mientras escribo esto, me llega al oído el grito de un vendedor ambulante que pregona su mercancía, y no es posible que este grito no se cuele, de un modo o de otro, en lo que voy escribiendo).

¡Vivir unos días en el silencio y del silencio, nosotros, los que de ordinario vivimos en el barullo y del barullo. Parecía que oíamos todo lo que la tierra calla, mientras nosotros, sus hijos, damos voces para aturdirse con ellas y no oír la voz del silencio divino. Porque los hombres gritan para no oírse, para no oírse cada uno a sí mismo, para no oírse los unos a los otros.

Y el silencio con la majestad de la montaña, una montaña desnuda, un levantamiento de las desnudas entrañas de la tierra, despojadas de su verdor, que dejaron al pie como se deja un vestido, para alzarse hacia el sol desnudo. La verdura al pie, en el llano, como la vestidura de que se despoja un mártir para gozar de su martirio. Y el sol desnudo y silencioso besando con sus rayos a la roca desnuda y silenciosa.

Allí, a solas con la montaña, volvía mi vista espiritual de las cumbres de aquélla a las cumbres de mi alma, y de las llanuras que a nuestros pies se tendían a las llanuras de mi espíritu. Y era forzosamente un examen de conciencia. El sol de la cumbre nos ilumina los más escondidos repliegues del corazón.



viernes, 1 de septiembre de 2017

Volando hacia la luz.

Vuelvo de mi retiro pirenaico dando por terminada la temporada estival, aunque me gustaría hacer alguna escapadita antes de las nieves, si es posible. Me encanta ver la alta montaña despojada de casi todo, los pastos dorados, los bosques estallando de color. Me encanta verlo sabiendo que se acerca el día en que todo cambiará y durante meses será otro mundo bien distinto del que es en verano... ¡Ya hablaremos de lo que ahora es en verano!
Y vuelvo con mucho que escribir. Con mucho que compartir, de bueno y de malo. Pero antes de empezar por algo de lo mucho que tengo en cola, no sé qué en este momento, quiero publicar esta foto que hice la semana pasada, al atardecer, desde la terracita del apartamento donde estábamos en Panticosa.
El crepúsculo fue soberbio, solemne. Hicimos muchas fotos, pero cuando las he visto en grande me he dado cuenta de que, en una de ellas, un pájaro (se ve muy pequeño) volaba hacia la luz en la calma y el silencio.
Y pensé al verlo: volar hacia la luz en calma y silencio puede ser una forma de vivir. Dichoso quien la encuentre.