FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 31 de marzo de 2018

El día de la decepción.



La noche del jueves, habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo. Hasta el extremo de dar, el viernes, la vida por ellos. Los suyos, ellos, somos también nosotros.
Y luego llega el sábado, hoy. El día de la decepción. Fue tan bonito mientras duró. Creímos que todo iba a cambiar. Pero no. Todo ha vuelto al orden establecido. Muerto el perro se acabó la rabia, dicen.

Estamos solos, María.
Vivimos todos la hora
de la soledad que llora.
Dios ha muerto en la agonía
de Jesús. A carne fría.
La noche ha cubierto el día.
Reina el poder del más fuerte.
El luto ha extendido el velo.
Se ha venido abajo el cielo.
Sólo es segura la muerte.

(Texto del libro Cantos de fiesta y lucha, de Víctor Manuel Arbeloa)

miércoles, 28 de marzo de 2018

¡¡¡Qué buen tiempo!!!

Y con viento de poniente, ¡claro! y ni llueve ni lloverá. ¡¡¡Buen tiempo!!!!

No pude evitar un insulto cuando en no sé qué canal que hablaba específicamente de Valencia, daban la buena noticia de que en esta Semana Santa hará muy buen tiempo. Sí, insulté a la individua que lo dijo (a veces hablo con la tele) porque decir que continúa indefinidamente el viento de poniente, sigue sin llover y suben las temperaturas es una buena noticia, es de ser extremadamente imbécil.
Echo en falta una mínima conciencia ecológica y un poco de sensibilidad en los medios de comunicación en este aspecto. Si por lo menos hubiera dicho que es buena noticia para la gente que viene de vacaciones, es decir, el turismo, pero que es muy mala que sigamos, y ya llevamos dos meses, con vientos secos, a menudo fuertes, sin llover y con temperaturas al alza, me habría parecido bien.
Nuestros visitantes mesetarios vienen buscando el sol y el calorcillo que a buen seguro encontrarán. Dejan su tierra bien húmeda, sus montañas aún nevadas, sus embalses llenándose día tras día, y la promesa de una primavera esplendorosa.
Harían bien los señores de la tele en recordarles, aunque a muchos les importe un bledo, que este tiempo que tanto les gusta es bueno para ellos y sus vacaciones, pero para la tierra a la que vienen a pasarlo bien unos días es un auténtico desastre. Al menos que lo sepan, aunque desde luego ni es su culpa, ni pueden hacer nada.
¿Buena noticia? ¡Imbécil! le dije. Buena noticia para quién. Si no tenéis la más mínima conciencia ecológica tened al menos la vergüenza de disimularlo.

martes, 27 de marzo de 2018

...os he de ahorcar, juro a Dios.



Siendo hoy el Día internacional del Teatro quiero compartir este fragmento de El alcalde de Zalamea al que tengo un especial cariño. Durante años se lo he leído a mis alumnos y, habiéndolos puesto previamente en antecedentes, siempre les ha enganchado. ¡Y es tan bonito ver cómo al final “ganan los buenos y pierden los malos”!
Por si no recordáis de qué va lo cuento muy brevemente. Don Álvaro es un capitán del rey que estando de campaña se hospeda en Zalamea. Abusando de la hospitalidad de Crespo, un rico y honrado labrador, deshonra a su hija. Crespo, que ha sido nombrado alcalde, se encara con el capitán en este memorable diálogo. Dedicadle un poco de tiempo. Imaginad la escena. ¡Vale la pena!

CRESPO      
Ya que yo, como justicia,    
me valí de su respeto         
para obligaros a oírme,      
la vara a esta parte dejo,   
y como un hombre no más 
deciros mis penas quiero.  
 (Arrima la vara.)  
Y puesto que estamos solos,        
señor don Álvaro, hablemos          
más claramente los dos,    
sin que tantos sentimientos           
como vienen encerrados    
en las cárceles del pecho  
acierten a quebrantar         
las prisiones del silencio.   
Yo soy un hombre de bien,
que a escoger mi nacimiento         
no dejara (es Dios testigo)
un escrúpulo, un defeto      
en mí, que suplir pudiera    
la ambición de mi deseo.  
Siempre acá entre mis iguales      
me he tratado con respeto;
de mí hacen estimación     
el Cabildo y el Concejo.     
Tengo muy bastante hacienda,     
porque no hay, gracias al cielo,     
otro labrador más rico        
en todos aquestos pueblos
de la comarca; mi hija        
se ha crïado, a lo que pienso,       
con la mejor opinión,           
virtud y recogimiento          
del mundo; tal madre tuvo, 
téngala Dios en el cielo.     
Bien pienso que bastará,   
señor, para abono desto,    
el ser rico, y no haber quien          
me murmure; ser modesto,
y no haber quien me baldone;       
y mayormente viviendo       
en un lugar corto, donde      
otra falta no tenemos          
más que decir unos de otros         
las faltas y los defetos,       
y ¡pluguiera a Dios, señor, 
que se quedara en saberlos!         
Si es muy hermosa mi hija,
díganlo vuestros extremos...          
Aunque pudiera, al decirlos,          
con mayores sentimientos 
llorar. Señor, ya esto fue     
mi desdicha. No apuremos
toda la ponzoña al vaso;    
quédese algo al sufrimiento.         
No hemos de dejar, señor,
salirse con todo al tiempo;  
algo hemos de hacer nosotros     
para encubrir sus defetos. 
Éste, ya veis si es bien grande;    
pues aunque encubrirle quiero,     
no puedo; que sabe Dios   
que a poder estar secreto 
y sepultado en mí mismo,  
no viniera a lo que vengo;  
que todo esto remitiera      
por no hablar, al sufrimiento.          
Deseando, pues, remediar
agravio tan manifiesto,       
buscar remedio a mi afrenta,        
es venganza, no es remedio;        
y vagando de uno en otro,   
uno solamente advierto,     
que a mí me está bien, y a vos      
no mal; y es, que desde luego      
os toméis toda mi hacienda,         
sin que para mi sustento     
ni el de mi hijo (a quien yo 
traeré a echar a los pies vuestros)           
reserve un maravedí,          
sino quedarnos pidiendo   
limosna, cuando no haya    
otro camino, otro medio,    
con que poder sustentarnos.         
Y si queréis desde luego   
poner una ese y un clavo    
hoy a los dos y vendernos,  
será aquesta cantidad       
más del dote que os ofrezco.        
Restaurad una opinión       
que habéis quitado. No creo         
que desluzcáis vuestro honor,        
porque los merecimientos 
que vuestros hijos, señor,  
perdieren por ser mis nietos,        
ganarán con más ventaja,  
señor, con ser hijos vuestros.         
En Castilla, el refrán dice   
que el caballo (y es lo cierto)         
lleva la silla. Mirad   
 (De rodillas.)
que a vuestros pies os lo ruego    
de rodillas y llorando            
sobre estas canas, que el pecho, 
viendo nieve y agua, piensa          
que se me están derritiendo.        
¿Qué os pido? Un honor os pido,
que me quitasteis vos mesmo;      
y con ser mío, parece,        
según os lo estoy pidiendo
con humildad, que no os pido       
lo que es mío, sino vuestro.
Mirad que puedo tomarle    
por mis manos, y no quiero,          
sino que vos me le deis.
    
CAPITÁN      
Ya me falta el sufrimiento.  
Viejo cansado y prolijo,      
agradeced que no os doy   
la muerte a mis manos hoy,           
por vos y por vuestro hijo;  
porque quiero que debáis 
no andar con vos más crüel           
a la beldad de Isabel.          
Si vengar solicitáis  
por armas vuestra opinión,
poco tengo que temer;       
si por justicia ha de ser,     
no tenéis jurisdicción. 
         
CRESPO      
¿Que, en fin, no os mueve mi llanto? 
     
CAPITÁN      
Llantos no se han de creer
de viejo, niño y mujer.
         
CRESPO      
¿Que no pueda dolor tanto
mereceros un consuelo?
     
CAPITÁN      
¿Qué más consuelo queréis,        
pues con la vida volvéis?
  
CRESPO      
Mirad que echado en el suelo       
mi honor a voces os pido.
  
CAPITÁN      
¡Qué enfado!

CRESPO      
Mirad que soy
alcalde de Zalamea hoy.
    
CAPITÁN      
Sobre mí no habéis tenido 
jurisdicción; el consejo       
de guerra enviará por mí.
   
CRESPO      
¿En eso os resolvéis?

CAPITÁN      
Sí,
caduco y cansado viejo.
     
CRESPO      
¿No hay remedio?

CAPITÁN      
El de callar
es el mejor para vos.
          
CRESPO      
¿No otro?

CAPITÁN      
No.

CRESPO      
Juro a Dios
que me lo habéis de pagar.          
¡Hola!
 (Toma la vara.) 


(Salen los villanos.)


ESCRIBANO
¿Señor?

CAPITÁN      
 (Aparte.)
¿Qué querrán
estos villanos hacer? 
         
ESCRIBANO
¿Qué es lo que manda?

CRESPO      
Prender
mando al señor Capitán.
    
CAPITÁN      
¡Buenos son vuestros extremos!   
Con un hombre como yo,   
y en servicio del Rey, no    
se puede hacer.

CRESPO      
Probaremos.
De aquí, si no es preso o muerto, 
no saldréis.

CAPITÁN      
Yo os apercibo
que soy un Capitán vivo.
    
CRESPO      
¿Soy yo acaso alcalde muerto?   
Daos al instante a prisión. 

CAPITÁN      
No me puedo defender;     
fuerza es dejarme prender. 
Al Rey desta sinrazón         
me quejaré.

CRESPO      
Yo también
de esotra; y aun bien que está      
cerca de aquí, y nos oirá    
a los dos. Dejar es bien      
esa espada.

CAPITÁN      
No es razón
que...

CRESPO      
¿Cómo no, si vais preso?

CAPITÁN      
Tratad con respeto...

CRESPO      
Eso
está muy puesto en razón. 
Con respeto le llevad           
a las casas, en efeto,         
del Concejo; y con respeto
un par de grillos le echad   
y una cadena; y tened         
con respeto, gran cuidado  
que no hable a ningún soldado;    
y a esos dos también poned         
en la cárcel; que es razón, 
y aparte, porque después, 
con respeto, a todos tres    
les tomen la confesión.       
Y aquí, para entre los dos, 
si hallo harto paño en efeto,          
con muchísimo respeto      
os he de ahorcar, juro a Dios.        
 (Llévanle preso.) 

CAPITÁN      
¡Ah, villanos con poder!      
 (Vanse.)

¿Habéis observado el largo y sosegado parlamento de Crespo, hablándole humildemente al capitán como hombre y como padre? ¿Y cómo va subiendo la tensión al final en un diálogo vivísimo que acaba con unas irónicas palabras y un rotundo "os he de ahorcar, juro a Dios"? ¿Y la vara de alcalde, cuando primero la deja y ante la actitud terca y prepotente de don Álvaro la toma de nuevo?
¡Qué grande es el teatro! ¡Qué grande es la literatura!

domingo, 25 de marzo de 2018

Pasando por uno de tantos...



Esta es la segunda lectura de hoy, Domingo de Ramos:

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Es de la carta de San Pablo a los Filipenses (2,6-11). Me la sé de memoria desde hace muchísimos años, y he de decir que la recito y la medito casi a diario. Necesito saborear esas palabras para protegerme de una sociedad en la que demasiada gente anda enloquecida en busca del éxito, el reconocimiento, la fama, el prestigio, los muchos “me gusta”, el lograr hacer algo “viral” en internet…Y digo protegerme porque eso se contagia, y además o entras en el juego o te apartan a codazos.
Y al recitarla pienso que si el Maestro se despojó de su rango, que Él sí lo tenía; tomó la condición de esclavo, siendo amo y señor del universo entero; pasó por uno de tantos, ¡uno de tantos!; se rebajó hasta someterse a la muerte, como un hombre cualquiera, y una muerte de cruz, Él que era la Vida; si Él hizo eso, ¿cómo yo puedo buscar o siquiera esperar reconocimiento alguno, haya hecho lo que haya hecho? ¿Cómo puede dolerme el desprecio, el ninguneo, el olvido aunque no sea intencionado? ¿Cómo puedo temer fracasar, porque el que no triunfa fracasa, a los ojos del mundo, si he hecho lo que honestamente he podido?
En el silencio del alma, agitada y dolorida a veces, me hago estas preguntas, y la Palabra me da la respuesta. Y veo entonces, con meridiana claridad, que hacer lo que Él hizo es el único camino que me da la paz y esa alegría que no me puede quitar nadie, aunque en las noches oscuras del alma (1) parezca perderse. Y le dices, "Tú lo hiciste, ayúdame a hacerlo a mí" ¡Dame la mano!

1. En referencia a un poema de San Juan de la Cruz titulado Noche oscura del alma.

viernes, 23 de marzo de 2018

¿La podríais firmar como vuestra?



La novela Castigos justificados, de los escritores suecos Michael Hjorth y Hans Rosenfeldt, empieza con la carta que el antagonista (el contrario de los protagonistas) que firma como Catón el Viejo, dirige al redactor jefe de un periódico.
Comparto esta carta que me dio a conocer Isabel, que está leyendo la novela, porque estoy absolutamente de acuerdo con ella. La hago mía íntegramente. Podéis leerla, a ver qué os parece.

Estimado redactor jefe Källman:   
            Durante muchos años he leído su publicación. Primero en forma de diario físico, pero desde hace unos años en internet.   
            No siempre simpatizo con sus opiniones, y de vez en cuando he cuestionado tanto la elección de temáticas sobre las que se escribe como el enfoque que se da al reportaje, pero aun así casi siempre he encontrado cierto placer en leer su periódico.   
            Sin embargo, ahora me siento en la obligación de hacerle esta pregunta, al ser usted el responsable de la edición: ¿por qué su publicación rinde homenaje a la más pura idiotez?   
            ¿En qué momento se decidió que la más absoluta estupidez iba a ser destacada y convertida no sólo en norma, sino, además, en algo deseable y envidiable?   
            ¿Por qué informan y conceden espacio a personas que ni siquiera saben en qué año estalló la segunda guerra mundial, que no tienen ni los conocimientos más básicos de matemáticas y que sólo de forma excepcional logran componer una frase completa? Personas cuyo único talento es hacer morritos con la boca en los llamados selfies y cuyo único mérito es haber hecho oficialmente el ridículo manteniendo relaciones sexuales en alguno de los muchos realities que inundan nuestros canales de televisión noche tras noche.   
            En mi trabajo me cruzo con mucha gente joven. Diligente, inteligente, implicada y ambiciosa. Personas jóvenes que siguen los debates, absorben conocimiento, piensan de modo crítico y estudian para conseguir, a la larga, un trabajo interesante y desafiante con el que contribuir a la sociedad. Jóvenes que tienen aspiraciones. Que tienen conocimiento.   
            Es a ellos a quienes deberían dar espacio. Es a ellos a quienes deberían intentar convertir en modelos. No a esos seres ausentes de empatía, egoístas, obsesionados por la apariencia que, con chatarra en la lengua y el cuerpo cubierto de vulgares tatuajes, alardean de su bajo coeficiente intelectual y su inexistente cultura general.   
            Así que repito mi pregunta y esperaré atentamente su respuesta en el periódico: ¿en qué momento se decidió que la más absoluta estupidez iba a ser destacada y convertida no sólo en norma, sino, además, en algo deseable y envidiable?   
            Reciba un cordial saludo, 
  
           ¿La podríais firmar como vuestra? Yo sí.

jueves, 22 de marzo de 2018

Gracias, Salvador.



Amigo Salvador:

No podía no recoger en el blog el acto de ayer en el castillo en el que, de un modo elegante y entrañable, nos presentaste tu libro de poesía. ¡Enhorabuena!
Leer y escribir son dos excelentes formas de aprovechar el tiempo que la jubilación nos regala. Hay otras, desde luego, y muy respetables también, pero estas dos, que yo comparto contigo, a mí y sé que a ti, nos ayudan a entender la historia de nuestra propia vida y a situarnos en un mundo que ya empieza a no ser nuestro. Y esto, a ciertas edades, es importante.
Sí Salvador, me ha gustado que hayas hecho esto. Y otra cosa que me ha gustado es esa iniciativa de promover la poesía en el pueblo, entre la gente. Creo que eso es muy bueno, aunque sólo sea por el valor terapéutico de sentarte a escribir tus propios sentimientos.
Y también me gustó mucho la referencia directa que hiciste a tu nieto, mi alumno, Adrián. Percibí una complicidad entre vosotros que me encantó, de verdad. Él, a sus quince años quiere vivir y entender el mundo, y tú, desde la perspectiva de toda una vida, puedes ayudarle a que lo entienda y viva así con dignidad y sentido. Y poder hacer eso, para un abuelo, es un regalo de Dios.
Leeré tu libro, con calma, después de cenar, junto al fuego; aún hace frío. Y sé que aunque te conozco, te conoceré más. Y es posible que al acabarlo te diga que es un libro impúdico, como me dijo a mí un amigo cuando le di a leer un pequeño librito que escribí hace tiempo, y que casi nadie conoce.
Me sorprendió la palabra. Y al ver mi sorpresa se apresuró a decirme que impúdico también significa sin recato, y recato, en su primera acepción, significa cautela, reserva. Sentimientos expuestos sin cautela, sin reserva… ¿poesía? Así lo entendí yo y lo consideré un halago.
En fin, Salvador, gracias por regalarnos tu tiempo en tu libro, por avivar el fuego de la poesía en el pueblo, por dejarnos entrever ese lazo abuelo nieto, siempre tan hermoso, tan poético. Y gracias por el buen rato que nos hiciste pasar ayer por la tarde.

Un abrazo.

miércoles, 21 de marzo de 2018

¿Qué es poesía?

Nevaba cuando fotografíe a Bécquer en una calle Soria.

Hoy, 21 de marzo, día Mundial de la Poesía, quiero compartir esta rima de Bécquer, la rima número XXI.

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas

en mi pupila tu pupila azul.

¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?

Poesía... eres tú.
           
          Tan breve, tan bella, tan honda. Poesía en estado puro.


Estaba fuera de lugar, pero es la moda.



Cosas de nuestro mundo. Contraste, cuanto menos curioso, el que viví en Santo Domingo de Silos este pasado domingo.
Salimos de Soria con tiempo para llegar a la misa de once en el monasterio. El viaje fue tranquilo. La carretera, casi solitaria, un placer, atravesando un paisaje de cerros nevados, robledales y pinares, dehesas donde el ganado pastaba apaciblemente, pueblos con sus campanarios rematados por cigüeñas… Luego, el bonito cañón que nos deja ya en Santo Domingo de Silos, en el que el agua, brotando por doquier, nos recordaba que la lluvia, este invierno, ha bendecido abundantemente aquellas tierras.
En misa éramos poca gente. Pronto entramos en ese ambiente de recogido arrobamiento que envuelve allí cualquier celebración y mucho más la de la eucaristía de un domingo de cuaresma. Después, un paseo por el claustro, colmándose de belleza la vista y el alma junto a ese "surtidor de sombra y sueño que acongoja al cielo con su lanza", como dijo del ciprés Gerardo Diego.
Nevaba a ratos, hacía frío y queríamos volver a Soria por Vinuesa y los pinares de la Laguna Negra. Mas, ¿cómo emprender ese nuevo camino sin atender debidamente a nuestra humana corporeidad? Había que comer, y comimos bien en un mesón junto al monasterio. Y aquí surgió la sorpresa, la nota chirriante y grotesca de un mundo chirriante y grotesco. 
El local era cálido, acogedor. La comida, excelente. Bueno el servicio. Pero cuál fue mi sorpresa cuando, al levantar la vista de la mesa, un culo masculino, bueno, para ser exactos, una importante porción de un culo con su raya y todo en medio, se mezcló repulsivamente con el plato de sopa castellana que me disponía a degustar.
Isabel y José Luis estaban de espaldas, esa suerte tuvieron; y no les dije nada. ¿Para qué? Pero yo tuve que convivir con esa visión mientras degustaba la sopa castellana, el solomillo de novillo, y el postre, cada vez que levantaba los ojos del plato, pues el mozo en cuestión estaba situado de tal modo que era imposible no verlo.
Un culo, sí señores, un culo que debía estar arropado por su calzoncillo y su pantalón, que para eso están, daba la “nota de color” al sosegado ambiente del comedor y a la honda placidez del día. Grotesco, improcedente y hasta cómico. ¿Por qué no?
Pero que conste. Preferí quedarme con la cara cómica del asunto, y me hice a la idea de estar comiendo ante una pintura abstracta de esas que solo entiende el que la ha pintado y los sabidillos que le hacen la rosca. Sí, había que echar mano del sentido del humor y de la imaginación.
Lo dicho. Cosas de nuestro mundo que a mí me chirrían siempre, pero que resultan más chirriantes todavía cuando están tan fuera de lugar como allí estaban. Al menos para nosotros, que teníamos el alma y el ánimo esponjados por el paisaje, la nieve, la misa con sus cantos gregorianos, el claustro con su ciprés y la perspectiva de un buen comer en aquel mesón castellano y un recorrido tranquilo por las tierras de Alvargonzález.