sábado, 26 de diciembre de 2020

Desde un roquedo.

Hay lugares que me resultan plácidos, amables, que me hacen sentir paz. Uno de ellos es un roquedo que emerge entre los pinos y desde el que se ve el monasterio franciscano de Santo Espíritu, en la sierra Calderona.

Sentarse allí una tarde, escuchando el silencio vivo del monte y las campanas marcando el paso tranquilo del tiempo y los momentos de oración, es toda una experiencia que reconforta y reconstruye.

A menudo me he acordado allí del hermoso poema de Fray Luis de León que empieza así:

¡Qué descansada vida

la del que huye del mundanal ruïdo,

y sigue la escondida

senda, por donde han ido

los pocos sabios que en el mundo han sido;…*



*Otra referencia a este poema en el blog, está publicada el 16 de julio de 2013 con el título, Oda a la vida retirada, de Fray Luis de León.


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