Recuerdo también los ecos secretos del silencio; la transparencia helada del vacío cristalino. Ese mundo se recoge en mí, más presente que el real, más vivo que la vida misma. Y me llena. Y me rodea. Y me protege.
viernes, 2 de enero de 2015
Atardecer en Ribarroja.
A veces, para ver algo muy bonito, no hace falta irse
muy lejos. Hoy, podíamos contemplar, desde el puente viejo de Ribarroja, la caída
de esta tarde de invierno. Yo lo he hecho.
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