jueves, 14 de septiembre de 2017

Menos mal que nuestros caminos no son los Suyos...


En un mundo agobiantemente competitivo, reservado para los triunfadores que a menudo han llegado a serlo a cualquier precio, la fiesta que celebramos hoy, si somos realmente conscientes de ella y de su profundidad, debería resultarnos, cuanto menos, chocante.
Dijo hace algún tiempo el papa Francisco:

"La cruz nos indica una forma distinta de medir el éxito: a nosotros nos corresponde sembrar, y Dios ve los frutos de nuestras fatigas. Si alguna vez nos pareciera que nuestros esfuerzos y trabajos se desmoronan y no dan fruto, tenemos que recordar que nosotros seguimos a Jesucristo, cuya vida, humanamente hablando, acabó en un fracaso: en el fracaso de la cruz".

Y así es, la obra de Jesús fracasó, y fracaso estrepitosamente, escandalosamente, a ojos humanos. Es Dios Padre quien le da la victoria, la victoria absoluta, porque como dice el profeta Isaías:

"Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos".

¡Menos mal!

¡Feliz Día del Cristo!

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