miércoles, 27 de julio de 2022

Relaciones domésticas osunas.

Pudimos disfrutar la semana pasada de un par de osos, en un parque faunístico, ¡claro!, desarrollando ante nosotros una curiosa y divertida escena familiar que resultaba muy humana.

El macho es grandote; la hembra, más pequeña. Estando nosotros allí, la cuidadora les dio dos melones, uno a cada uno. Tranquilamente se dispusieron a comérselo pero de una forma bien diferente. El macho a mordisco limpio, sin más contemplaciones. La hembra lo partió y con las uñazas fue sacando la pulpa y llevándosela a la boca.

Lógicamente el grandullón acabó antes con su melón del que no quedó ni la corteza, y entonces se fue junto a su compañera que seguía a lo suyo sosegadamente.

Se le arrimó y esperó pacientemente a que acabara, mientras de vez en cuando, con la pataza hacía amagos de cogérselo, pero solo amagos, a la vez que emitía un gruñido grave y contenido. Parecía decirle en idioma osuno, dame un poquito, sé buena.

Ella seguía a lo suyo, muy segura de que no se lo quitaría, y cuando ya lo había vaciado del todo, le dejó la corteza y se alejó muy dignamente. Entonces, él acabó con lo que quedaba con unos pocos mordiscos.

Me pareció la escena tan humana, tan divertida y tan tierna que la cuento hoy con algunas fotos de aquella peluda parejita.





 

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