La
conversación tuvo lugar en la peluquería de un pueblo del Pirineo, y nos la
contaron de primera mano. ¡Alucinante!
Estaba
la peluquera en su faena y quien nos contó la historia esperando turno, cuando
entró una chica joven con un bebe de muy pocos días y una señora más mayor que
a todas luces era la abuela de la desdichada criatura.
Tras
los saludos pertinentes, los qué tal fue, y los huy que bebé más mono, de rigor,
sea como sea el bebé, llegó la pregunta natural en estas circunstancias, ¿es
nene o nena?
¡Qué
has dicho! La abuela, no la madre, saltó como un resorte respondiendo,
"será lo que quiera ser”. La peluquera se hundió en los pelos en los que
estaba trabajando, y quien nos contó la historia nos dijo que no sabía dónde
mirar, ni qué cara poner, y acabó muy concentrada en la publicidad de un
champú.
Permitídmelo.
¿Se puede decir una majadería, una necedad, una imbecilidad, una tontería, una
estupidez más grande? ¿Se puede ser más majadera, más necia, más imbécil, más
tonta, más estúpida? A buen seguro que sí, pero esta señora no se quedaba corta
en ese ranking de gilipollez absoluta.
Vamos
a ver. El tema es muy sencillo. El bebé en cuestión o tiene un pitito o un
agujerito. Y genéticamente es XY o XX. Y
si no se ajusta a ninguno de estos dos patrones, cosa muy, muy poco frecuente,
es una cuestión estrictamente médica y por cierto, preocupante. Luego, de
mayor, si le dejan crecer en libertad, y respetan el delicado proceso de
formación de su identidad, sin intromisiones ideológicas, ni presiones de ningún tipo,
sí será lo que quiera ser. Y ojalá lo sea. Pero ahora, en esa peluquería era lo
que era. Macho o hembra, por decirlo claro.
Esto
pasó este pasado verano, y cada vez que he pensado, para escribir estas líneas,
en esta señora tan moderna y liberal, he ido pasando del descojono inicial,
disculpad el palabro, a una cierta pena que ha acabado en compasión. A lo pobre
mujer le han comido el coco hasta el punto de atreverse a decir semejantes
tonterías creyéndose que está diciendo algo serio, sesudo y comprometido con la
liberación de la féminas y las tan necesarias libertades sexuales.
Y esto
es digno de compasión.
Y
demuestra una vez más la despiadada y brutal manipulación ideológica que desde
hace muchos años estamos sufriendo. Manipulación acompañada de una represión
que llega hasta el atrevimiento de decirnos cómo hemos de hablar y escribir si
no queremos ser excluidos de la sociedad por indignos de ella.
Por
todo esto y más, he dicho desdichada criatura, porque el ambiente en que se
criará y educará, muy probablemente no es, desde luego, el que una persona
necesita para construirse como tal, a no ser que esta abuela sea el garbanzo
negro de la familia; y aun así, cuidadín, cuidadín con la abuelita.