En los
venturosos últimos años de mi vida profesional disfruté impartiendo filosofía
en 4º de ESO. Uno de los objetivos que tenía es que mis alumnos se dieran
cuenta de cómo los clásicos pueden iluminar nuestro presente y ayudarnos no
solo a entenderlo, sino a transformarlo.
Para
ello, una de las actividades que les propuse, y así lo hicimos, fue escuchar
cada clase, al principio, a Cicerón y a Marco Aurelio. Les di un libro, primero
de uno y después del otro, y de uno en uno tenían que buscar una cita que les
llamara la atención. La clase empezaba cada día con un alumno que leía la cita que había
seleccionado, decía por qué la había elegido y la explicaba. A veces surgía
debate, a veces no. Luego le entregaba el libro a un compañero que tenía que
hacer lo mismo para la clase siguiente.
La
experiencia fue muy interesante, a veces divertida, otras muy seria y profunda,
pero lo que quedó muy claro es que aquella gente no estaba tan lejos como
pensábamos y que, después de todo, no hay nada nuevo bajo el sol. Que en
ciencia y tecnología habremos avanzado mucho, pero en pensamiento, estamos casi
igual. O igual.
Este
recuerdo me ha venido a la mente leyendo un artículo del periódico El Debate en
el que cita cinco tuits de Pérez-Reverte sobre Pedro Sánchez, iluminando su
actuación en La Moncloa, con la poderosa luz de los clásicos. Parece como si hubieran
estado aquí, como si lo estuvieran viendo y oyendo todo.
Ni el
PSOE ni España merecen lo que está sucediendo con este Gobierno desde hace ya
demasiado tiempo. La multitud de socialistas honestos, trabajadores,
convencidos del proyecto de su partido, no lo merecen. La totalidad de la
ciudadanía tampoco.
«Vencidos o rendidos, iban a morir igual. Una
sola diferencia había: si exhalaban su último aliento entre las burlas y
afrentas de la gente, o lo hacían con un acto de valor. Pero Vitelio hacía
oídos sordos a tales consejos».
Cornelio
Tácito.
«Régulo
es difícil de derrotar, poderoso, intrigante, adulado por muchos y protegido
por el miedo que le tienen muchos otros; y el miedo es a menudo más poderoso
que el amo».
Plinio
el joven.
«Una
gran multitud de parásitos grita elogios y te aplaude, Pomponio, porque les das
bien de comer, no por ti mismo».
Marcial.
«¿Hasta
cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo te burlarás de
nosotros? ¿Dónde llega tu loca osadía? ¿Cómo no te hacen desistir de tu locura
la vigilante guardia de palacio, ni los centinelas de la ciudad, ni el temor al
pueblo?»
Cicerón.
«Con
estas disposiciones quedó la ciudad tan dócil y tan embobada con el poder de
Numa, que aceptaba las cosas más absurdas y las más evidentes mentiras, no
admitiendo que hubiera nada de increíble en cuanto él proponía».
Plutarco.
No hay
más que sustituir los nombres de Régulo, Pomponio, Catilina y Régulo por el de
quien todos sabemos. El resultado, por claro y rotundo, estremece.
No, ni
el socialismo ni los ciudadanos merecemos esto.

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