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QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

jueves, 19 de junio de 2025

Corrupción económica, corrupción ideológica.


 

A la vista de los acontecimientos políticos que están logrando que España viva de espaldas al incendio que se está extendiendo por todo el mundo, quiero hacer una reflexión que no es la primera vez que hago, pero que ahora viene como anillo al dedo.

Es sobre la corrupción. Creo que hay dos clases de corrupción política, ambas detestables. Una es la corrupción política por causas económicas, vamos, “los chorizos y mangantes”. En ello estamos ahora. Claro que debe ser perseguida, y quienes han caído en ella, directamente o como encubridores, deben acabar ante la justicia y retirarse de la política.

Lo que ocurre es que para combatir esta corrupción sí tenemos herramientas, por eso, molestándome e indignándome como me molesta y me indigna, no me da miedo.

La que sí que me da miedo es la otra, la que llamo corrupción política por causas ideológicas, porque ante ella la única herramienta que tenemos es la educación, y de eso no andamos muy sobrados.

La corrupción ideológica es la que a través de una manipulación planificada en conciliábulos, como la otra, busca por todos los medios, más allá de toda ética, los votos para ganar elecciones. Es un intolerable abuso de poder.

La politización de la educación, el control de los medios de comunicación, la intervención en las instituciones, el falseamiento sistemático de la historia, la utilización de las lenguas como arma para enfrentar y dividir, la instauración de un modo de ser ciudadano políticamente correcto, la invención de un enemigo común, la exacerbación de lo emocional en detrimento de lo racional…

También el apoyar a alguien, aunque sea un sinvergüenza, porque conviene a mis intereses, es una monstruosa y deleznable corrupción ideológica, que pone en evidencia la absoluta falta de ética y una profunda actitud maquiavélica de quien esto hace, sobre la que no se puede construir nada digno.

El objetivo final es plantear el panorama social y político como un enfrentamiento entre buenos y malos, en el que nunca podrá haber diálogo, porque el objetivo es exterminar al oponente, ya que si llegara al poder sobrevendría una enorme catástrofe. ¡Que viene el lobo!, dice el lobo.

Y esto siempre es igual. Hitler llegó al poder en Alemania mediante una planificada y eficaz corrupción ideológica, por ejemplo.

Esta corrupción, muy presente en España, y acentuada aún más estos últimos años, conduce invariablemente a la creación de un estado totalitario que puede incluso ser refrendado por las urnas.

Y esto es lo que me da miedo. Porque como ya he dicho, ante esta corrupción no tenemos más herramienta que la educación, y bien sabedores de esto, es lo primero que tratan de controlar los que andan por estos caminos. Los salvadores de la patria, de la democracia, de la justicia, de la libertad… ¡Vamos! los caudillos de otros tiempos redivivos.

Por eso, ojo a pensar que controlar la corrupción económica en la política resuelve el problema. También hay que estar atentos a la corrupción ideológica, más peligrosa, mucho más peligrosa, porque la consecuencia final no es el enriquecimiento de unos pocos, sino la quiebra del estado de derecho, la ruina de todos.

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