FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

lunes, 2 de junio de 2025

Los justos, un poema de Borges.


 

Siempre me ha gustado fijarme en lo pequeño, en lo discreto, en lo que pasa desapercibido. Desde la flor que nace en una grieta del asfalto, o las gotas de rocío en una telaraña, hasta la persona en la que casi nadie repara pero está ahí, y nada sería igual sin ella, aunque ni se note ni se lo digan.

Ciertamente hay muchas piedras angulares desechadas por los arquitectos. Lo que ocurre es que la sorpresa de reparar en ellas suele regalar más alegría a quien cae en la cuenta de su presencia entre nosotros que a ellas mismas. Porque les enriquece la vida y les amplia horizontes. Es el merecido premio de quien más allá de sí mismo, ha sido capaz de encontrar en lo otro y en los otros esas pinceladas de dignidad, belleza y grandeza que dan color al mundo y lo salvan del egoísmo ciego que lo envuelve, la vanidad que lo envenena y la insensibilidad que lo esteriliza.

Un poema de Jorge Luis Borges, Los Justos, ilustra este pensamiento que comparto esta tarde caldeada de junio.

Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.

El que agradece que en la tierra haya música.

El que descubre con placer una etimología.

Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.

El ceramista que premedita un color y una forma.

Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.

Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.

El que acaricia a un animal dormido.

El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.

El que agradece que en la tierra haya Stevenson.

El que prefiere que los otros tengan razón.

Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

            Observad.

El que trata su vida, y a todos y todo lo que la envuelve y la sustenta, con el mimo del que cuida  un jardín con respeto, perseverancia, delicadeza y paciencia, sin excesos ni estridencias.

El que se sabe en deuda con la música, como ese lenguaje universal que no conoce fronteras y que trasciende las palabras.

El que goza de la maravillosa complejidad del lenguaje, que da carne al pensamiento en una estructura asombrosa y bellísima.

El que cuida la amistad como un encuentro en el tiempo y el espacio entre dos personas y que no necesita ni de palabras para ser. Juegan en silencio.

Quien busca la belleza desde lo hondo de sí mismo, la sueña, la acaricia, la crea y la entrega como un regalo al mundo.

Quien trabaja bien, más allá incluso de que su trabajo le guste, o incluso que le vea pleno sentido, pero es su trabajo.

Quien en pareja comparte un canto, arte, música, literatura, vida y gozan juntos de ello sin alardes ni ostentaciones.

Quien acaricia a un ser vivo que se le ofrece confiado, que se pone en sus manos con la absoluta certeza de no temer ningún mal.

El que se niega a responder con la misma moneda cuando esta le ha hecho daño, y lo hace con la paz del que perdona porque se siente perdonado.

Quien encuentra en la literatura una forma vivir y ver el mundo por el que estar infinitamente agradecido. Borges admiraba profundamente a Stevenson.

Quien vive desde la humildad de no creerse dueño y señor de ninguna verdad, porque a la verdad llegamos entre todos, o no llegamos.

            Sí, toda esa gente pequeña, discreta, callada, y hay mucha, están cada día, sin saberlo ni ellos mismos, salvando el mundo.

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