FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 28 de febrero de 2023

De Madagascar y está aquí.

Es posible que la hayáis visto por aquí. Llama la atención su hermosa flor roja en forma de campanilla y su forma de crecer agrupadas creando llamativos conjuntos. Florece a finales del invierno, o sea ahora. Tiene poca raíz y superficial. Se reproduce muy deprisa por plántulas que le salen al borde de las hojas.

La primavera pasada cogí unas pocas y las planté en maceta, arraigando muy bien y floreciendo ahora, como sus compañeras del campo.

Pero ojito. Esta bonita planta es muy tóxica hasta el punto de ser declarada mala hierba en muchos lugares por el daño que puede hacerle al ganado si la ingiere. Es originaria de Madagascar pero se ha extendido por gran parte del mundo. Aquí la tenemos por Porchinos, por ejemplo.

Su nombre científico es Kalanchoe degaloensis. Se le conoce normalmente como Kalanchoe de candelabro y algunas de sus variedades se venden en viveros para ornamentación. En el caso de tenerla en casa, cuidado con niños, perros, gatos y demás bichos que puedan morderla o juguetear con ella.

¡Bueno! Los niños no son bichos, pero a veces un poco sí, ¿no?

Pues eso, si la veis por ahí ya sabéis qué es.







lunes, 27 de febrero de 2023

De tentaciones va la historia.


Pensaba ayer en el evangelio que había escuchado en la iglesia; primer domingo de Cuaresma. Entre las muchas posibles lecturas de dicho evangelio, todas complementarias entre sí, siempre me ha llamado poderosamente la atención la que nos dice cuáles son las tres grandes tentaciones que tenemos las personas, el poder, el dinero y el prestigio, lo que también remarcó el párroco en la homilía.

Y me llama la atención porque es espantosamente cierto. A todos nos pasa. Todos tenemos que hacer frente a estas tentaciones día tras día. Y a veces caemos en ellas aun teniéndolo claro y no queriendo. El mismo Jesús las tuvo.

El deseo de hacer lo que nos dé la gana con quien nos dé la gana, y cuando nos dé la gana, el placer de sentirnos por encima de los demás y de saber que nuestras decisiones influyen en los otros… Hay que tener el coco muy bien amueblado para no dejarse arrastrar por estos impulsos, dicho en plan coloquial.

El tener la capacidad de acceder a todo lo que se nos antoja, más allá de las necesidades reales, y saber que podemos comprar lo que queramos y cuando queramos, y a menudo a quien queramos, es algo también muy deseable.

El ser admirado y respetado, el saber que eres modelo y ejemplo para muchos que se mueren de envidia por ser como tú, el tener muchos seguidores en las redes sociales, el ser objeto de reverencias y pleitesías, es también plato de muy buen gusto para casi todos.

Querer esto es natural y muy humano. No hay más que ver a los niños. Si no media una educación determinada, no cualquiera, orientarán su vida a la consecución de esos objetivos desde la más tierna infancia. ¿A qué chiquillo no le gusta ser el líder de la clase, con todo lo que eso conlleva? Conseguir todos sus caprichos y ¡ya!; y que le digan lo mono que es, lo bien que lo hace todo, lo estupendo que juega al fútbol…

Y mucha gente, demasiada para que el mundo ande bien, orienta su vida, casi desde la cuna, al culto a estos tres dioses, poder, dinero y prestigio. Y para ello vale todo. El fin justifica los medios. Y esto rompe la sociedad por mil sitios, y destruye a quien a eso dedica su vida, en la dimensión que sea.

Ni el poder, ni el dinero ni el prestigio, son Dios. Son incluso menos importantes que cualquier persona, al menos desde un punto de vista moral. Y si entregamos la vida a algo inferior a nosotros mismos, la devaluamos hasta arruinarla.

Ahora bien, si el poder nos llega por nuestra capacidad de liderazgo, de servir, de trabajar, de consensuar, de empatizar y lo ponemos al servicio de los demás, y no al nuestro, estaremos haciendo lo correcto.

Como lo hacemos con el dinero y nuestras posesiones, cuando nos llegan como fruto de un trabajo honesto. Y cuando esto lo empleamos con austeridad y lo utilizamos también para compartirlo con quienes nos rodean y sobre todo con quienes más lo necesitan. También esto es lo correcto.

Y si somos admirados, respetados, seguidos por la gente, no porque nuestra vida esté orientada a lograr eso, sino porque la vivimos con coherencia y sencillez, y eso se nota, agradeciendo los agasajos y reconocimientos, pero no haciendo las cosas con el objeto de conseguirlos, estaremos también haciendo lo correcto.

Es patético, que significa que da pena verlo, el ver a la gente ansiar el poder y pelearse por él, dedicar la vida a acumular y acumular sin llegar a vivirla nunca, e hincharse como pavos reales cuando sienten satisfecha su vanidad y su soberbia y amargados y deprimidos cuando esto no es así.

En todas partes y todos los días podemos contemplar este lamentable espectáculo, pero en el mundo de la política en concreto adquiere tonos muy vigorosos y tiene además consecuencias desastrosas.

Pero esto ya sería tema de otra entrada.

No, ni el poder, ni el dinero, ni el prestigio nos dan la felicidad si nuestra vida se centra en alcanzarlos. Nunca. Otra cosa es que nos lleguen como consecuencia de nuestra forma de vivir, pero entonces serán instrumentos a nuestro servicio para el bien de los demás y el nuestro propio.

Esta es mi reflexión.


Hace frío, ¿verdad?


Hace hoy frío, ¿verdad? Como ayer decía se junta a la temperatura bajita el viento. A eso le llamamos sensación térmica o temperatura sentida. Lo que ocurre es que estos términos inducen a confusión, porque nos hacen pensar que eso de sensación y sentida es algo subjetivo, es decir no real, por decirlo de otro modo.

Y no es así. Lo que afecta a nuestro cuerpo no es lo que marca el termómetro, sino la resultante de eso y la velocidad del viento. Por eso no hay que caer en la trampa de pensar que porque el termómetro marque ocho grados, como ahora, no hace tanto frío. Si hemos de salir a la calle sentiremos, no ocho grados, sino cero, mondos y lirondos. Y esa temperatura será el efecto real sobre nuestro cuerpo.

Por curiosidad comparto las sensaciones térmicas al amanecer y a medio día de algunas localidades no tan lejanas a nosotros. Aquí era al amanecer de 7 bajo cero, y como he dicho, ahora de cero.

Higueruelas: -17 y -7. (Serranía).

Serra: -5 y 0. (Sierra Calderona).

Cofrentes: -3 y 3. (Valle de Cofrentes).

Abejuela: -22 y -15. (Sierra de Javalambre).

Titaguas: -16 y -10. (Serranía).

Eslida: -4 y 0. (Sierra de Espadán).

Gestalgar: -3 y -1. (Ribera del Turia)

La Yesa: -19 y -13. (Serranía).

Siete Aguas: -13 y -6. (Hoya de Buñol).

En fin, fresquito bueno para acabar el invierno meteorológico que acaba mañana.

domingo, 26 de febrero de 2023

La semana más fría del invierno.

Me sorprenden muchas veces ciertas casualidades que se dan en la vida. Andando yo caviloso con qué camino tomar con esto del blog, y cuando la tentación del camino cómodo era más fuerte cada día que pasaba sin escribir, llega este domingo, precisamente este domingo…

No puedo coger el camino cómodo. Así que vuelvo con una entrada tranquila de la sección El tiempo de la semana.

Anuncio pues la semana más fría de este invierno. De lunes a domingo, si no cambian las cosas, nos chuparemos los dedos. Cielos azules, a ratos con nubes, ni lluvia ni nieve, y vientos flojos, o no tanto, excepto el lunes en que se dejará notar de un modo bien contundente.

Porque mañana la conjunción temperatura y viento dará sensaciones térmicas de siete grados bajo cero al amanecer y de madrugada, y tan solo de un grado a medio día. El sol, entre nubes, calentará poco, y el vientecillo parecerá que corta la cara.

Sigue por aquí el invierno bien vivo y bien seco; sólo treinta litros desde que empezó diciembre.

¡Hasta mañana!


viernes, 24 de febrero de 2023

En una encrucijada.


Escribo esta entrada en el blog, parado durante quince días, pidiendo disculpas a todos los que me leen con más o menos asiduidad, y de un modo especial a los que además me lo hacen saber de cualquier forma, lo que siempre se agradece.

Varios días seguidos de no encontrar un momento para sentarme a escribir me llevaron a una especie de desconexión temporal que parecía empujarme a una definitiva, pues me di cuenta que me resultaba muy cómoda.

La tentación, cada vez más fuerte, de desaparecer del mundo recluyéndome en mis montañas, a modo de monasterio, y en mi gente, cual miembro de la comunidad de monjes que lo habitan, choca frontalmente con mi actividad en el blog que me fuerza a estar en este mundo que ya casi no entiendo, escuchando, reflexionando, analizando, y compartiendo mis conclusiones de ese análisis por si sirve para algo o para alguien.

Por otro lado, como sé que es esta la postura más cómoda, y así lo he vuelto a comprobar estos quince días, me da miedo instalarme en ella, pues a lo largo de mi vida me he dado cuenta de que optar por el camino cómodo no suele llevar a buen puerto.

También pesa en mí toda esa gente que me ha hecho saber que le sirve lo que escribo, y la necesidad propia de “gritar”, aunque sea en el desierto, contra toda la inmensa ola de mentira y de miseria en la que vivimos “tan a gusto”.

Y ¡cómo no! el hecho de poder compartir la belleza de la naturaleza, de la literatura, o de esas cosas sencillas y cotidianas, buenas, bonitas, que tan a menudo pasan desapercibidas.

Pero la situación política, tanto en el ámbito nacional como internacional que ya no entiendo en modo alguno y que me resulta, aparte de muy preocupante, nauseabunda, me impulsa a hacer algo, aunque solo sea escribir lo que pienso.

Como el silencioso desmoronamiento del sistema educativo, ante la indiferencia de la mayoría. No sé si planificado y deliberado, o fruto de la ignorancia y los prejuicios, pero el desastre, que ya estamos pagando, nos saldrá muy caro. Y habiendo trabajado toda mi vida en educación, y teniendo gente querida y próxima que sigue haciéndolo, se me hace difícil callar.

También el deterioro imparable del planeta, la casa común, me afecta directamente. Y no hablo solo del cambio climático, sino de las consecuencias no abordadas del éxodo rural, de la mercantilización de la naturaleza, de la proliferación de actividades insostenibles y de un sinfín más de acciones y de omisiones con consecuencias irreparables. Callar me parece consentir lo que veo intolerable.

Y  el impacto brutal de las redes sociales, los medios de comunicación, manipulados y manipuladores, el relativismo moral, el hedonismo y el nihilismo como formas de vida…

“¡Demasiao pal cuerpo!”

Por eso estoy más tranquilo sin pensar demasiado, entrando en una especie de segunda jubilación. Disolverme en el éter, desaparecer del mundo, refugiarme en ese monasterio que es mi gente, y perderme en las montañas que lo envuelven, cuanto más tiempo mejor, es la gran tentación.

A fin de cuentas, lo que manteniendo el blog puedo hacer es nada, una gota en el vasto océano, y lo que me cuesta mantenerlo es mucho.

¿Qué hacer? En ello estoy.


domingo, 5 de febrero de 2023

Vuelve el invierno.

Parecen confirmarse los pronósticos. Después de muchos días fríos y azules, y un fin de semana primaveral, llega un brusco cambio de tiempo. En pocas horas pasaremos de la primavera al más crudo invierno.

Desde mañana hasta el jueves, viento, lluvia, frío y nieve en las montañas. Se asomará el sol a ratos, según días, pero se notará poco. Jornadas desapacibles, claramente invernales.

De momento parece que la fiesta empezará mañana poco a poco, y aflojará algo el martes, para volver con más contundencia el miércoles; el jueves irá escampando. El fin de semana pinta bien. Subirán las temperaturas, aflojará el viento, volverá el sol y podremos salir a la nieve que no estará muy lejos.

Pero claro, es un  temporal de levante invernal lo que se nos echa encima, y estos temporales son más difíciles de seguir y predecir que los que entran por el oeste o el norte. Cosas del Mediterráneo. Por eso, en estas situaciones, hay que seguir las previsiones día a día ya que puede que la semana no se parezca en nada a lo que ahora dicen los modelos.

Dónde, cuándo y cuánto lloverá y nevará no está claro. Lo seguro es que lo hará, el cielo estará cubierto aunque con ratos de sol, y hará frío y viento de levante, sobre todo la primera parte de la semana.

Las mínimas se moverán entre los 4 y los 6 grados y las máximas no superarán los 12 o 13, pero con el viento, el ambiente húmedo, y el poco sol, la sensación térmica será de frío riguroso.

Molestará, pero hacía falta. Estos temporales en invierno preparan una primavera esplendorosa y la naturaleza los necesita.


viernes, 3 de febrero de 2023

Reflexión ante un algarrobo.


Es un árbol feo, deforme; parece que perdió una parte de su copa ocupada ahora por un muñón que se aferra a la vida. Está además también en una zona fea, de estas ni urbana ni rural, con basura, trastos viejos allí tirados y excrementos de los perros que sacan a pasear. También su futuro es incierto, pues donde ahora vive es de esos terrenos que más pronto o más tarde serán recalificados.

Un excluido. Tiene un hoy triste y un mañana incierto. Como los leprosos que aparecen en el Evangelio, los excluidos más rotundamente excluidos. Y además solo. No hay ningún algarrobo cerca, todos están lejos, a distancia.

Había pasado muchas veces junto a él sin verlo siquiera, pero un día de estos caí en la cuenta de su existencia, y sabéis por qué; porque a su alrededor, el pequeño trozo de tierra en el que vive, estaba roturado. Alguien se había tomado la molestia de cuidarlo.

Y pensé, ¡cuántos “algarrobos” hay en el mundo como este! Pero sin que nadie los cuide.

Está cerca, podéis visitarlo. Saliendo del aparcamiento de la piscina hacia la montaña, a la derecha del camino, antes de llegar a la carretera.

Actualización fin de semana del 4-5 de febrero de 2023.

Noches frías, 2 o 3 grados, y mediodías tibios, sobre todo el sábado con 19 grados, poco viento y un cielo despejado y limpio, harán que este fin de semana sea muy agradable. Ideal para estar al aire libre; eso sí, abrigaditos por la mañana y por la noche.

Y habrá que aprovecharlo, porque si se cumplen las previsiones nos espera una semana muy interesante. Hablaremos de ello el domingo.


miércoles, 1 de febrero de 2023

Siguiendo con la anterior entrada...


Siguiendo con la anterior entrada podríamos concluir erróneamente con una generalización, la juventud es tonta, imbécil para ser más contundentes. Y ante esto tendríamos la inevitable respuesta de que siempre los viejos han visto mal a la gente joven, de lo que deduciríamos que no hay nada nuevo bajo el sol y no hay de qué preocuparse. Postura esta inmovilista y ferozmente conservadora. Dejemos todo como está, siempre ha sido así y no pasa nada.

Y en esto se amparan los que viven de toda esa gente joven de la que se aprovechan en su propio beneficio, y los que por ignorancia, complacencia o peregrinas ideologías, miran hacia otra parte.

Hay pues que poner los puntos sobre las íes, empezando por decir que no se puede hablar de la juventud como un todo homogéneo. Hay jóvenes, responsables, comprometidos, trabajadores, de los que te puedes fiar y son además dignos de admiración. Y que desde luego, son resistentes a esa publicidad que los considera poco menos que idiotas.

Pero hay también muchos, demasiados para que no tenga repercusiones graves en el futuro de nuestra sociedad, que víctimas del sistema incoherente y perverso en el que vivimos, andan como ovejas sin pastor, o mejor, como ovejas cuyos pastores son lobos disfrazados.

El relativismo moral, la huida del esfuerzo y el compromiso, el consumismo compulsivo, el hedonismo, el culto al cuerpo, la absolutización del deporte como valor supremo, la adicción a la telebasura, la dependencia del móvil cambiando lo virtual por lo real, la permisividad con las drogas, la fiesta como alienación, el sexo únicamente como placer, las ideologías radicales… Un  saco lleno de podredumbre en el que se mueven, consumiendo diariamente esa podredumbre, demasiados jóvenes. Y a ellos, desde distintos sectores económicos, va dirigida esa publicidad que si bien la miramos, es el mejor indicador del mundo en el viven.

¿Ha sido siempre así? Creo que no. Me niego a caer en la trampa de pensar que porque ya soy mayor, viejo si queréis, veo las cosas como las veían mis padres cuando yo era joven.

Pensar eso equivale a dejar las cosas como están.

Y no están bien.