FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

lunes, 31 de agosto de 2020

Adecuado para el día antes.


 

Me ha llegado por Facebook, enviado por una amiga, la carta de una profesora de un instituto público con acertadísima y lapidaria frase final, dedicada a nuestra ministra de igual/da. La titula Para los “ignorantos e ignorantas”; la autora es Marieta Vigo.

Es muy buen momento compartirla hoy, la víspera de la reanudación de las clases, en un sistema educativo que siendo ya una piltrafa sin el virus, va a alcanzar con él, sin lugar a dudas, la “sima piltráfica” más honda que imaginar podamos.

Porque si un sistema serio, vigoroso, bien organizado, coherente, libre de manipulaciones ideológicas y políticas, lo tendría difícil, no os digo yo cómo lo va a tener el patético circo educativo que tenemos en España.

PARA LOS “IGNORANTOS E IGNORANTAS"

Yo no soy víctima de la Ley Orgánica de Educación. Tengo 69 años y he tenido la suerte de estudiar bajo unos planes educativos buenos, por encima de las estadísticas de aprobados y de la propaganda política.

En el jardín de infancia (así se llamaba entonces lo que hoy es "educación inicial") empecé a estudiar con una cartilla que todavía recuerdo perfectamente: la A de "araña", la E de "elefante", la I de "iglesia" la O de "ojo" y la U de "uña"... En Primaria estudiábamos Lengua, Matemáticas, Ciencias... En 6º de Primaria, si en un examen tenías una falta de ortografía del tipo de "b en vez de v" o cinco faltas de acentos, te bajaban y bien bajada la nota. En Bachillerato, estudié historia, geografía, matemáticas, química, biología, física, latín, literatura y filosofía.

Leí El Quijote y El Lazarillo de Tormes; leí Lanzas coloradas, Casas muertas, Doña Bárbara y otros... Pero, sobre todo, aprendí a hablar y a escribir con corrección. Aprendí a amar nuestra lengua, nuestra historia y nuestra cultura.

Y... vamos con la Gramática:

En castellano existen los participios activos como derivado de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es "atacante"; el de salir es "saliente"; el de cantar es "cantante" y el de existir, "existente".

¿Cuál es el del verbo ser? Es "ente", que significa "el que tiene identidad", en definitiva "el que es". Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade a este la terminación "ente".

Así, al que preside, se le llama "presidente" y nunca "presidenta", independientemente del género (masculino o femenino) del que realiza la acción.

De manera análoga, se dice "capilla ardiente", no "ardienta"; se dice "estudiante", no "estudianta"; se dice "independiente" y no "independienta"; "paciente", no “pacienta"; "dirigente", no dirigenta"; "residente", no "residenta”.

Y ahora, la pregunta: nuestros políticos y muchos periodistas (hombres y mujeres, que los hombres que ejercen el periodismo no son "periodistos"), ¿hacen mal uso de la lengua por motivos ideológicos o por ignorancia de la Gramática de la Lengua Española? Creo que por la dos razones. Es más, creo que la ignorancia les lleva a aplicar patrones ideológicos, y la misma aplicación automática de esos patrones ideológicos los hacen más ignorantes (a ellos y a sus seguidores).

Les propongo que pasen el mensaje a sus amigos y conocidos, en la esperanza de que llegue finalmente a esos ignorantes semovientes (no "ignorantas semovientas", aunque ocupen carteras ministeriales).

Lamento haber aguado la fiesta a un grupo de hombres que se habían asociado en defensa del género y que habían firmado un manifiesto. Algunos de los firmantes eran: *el dentisto, el poeto, el sindicalisto, el pediatro, el pianisto, el golfisto, el arreglisto, el funambulisto, el proyectisto, el turisto, el contratisto, el paisajisto, el taxisto, el artisto, el periodisto, el taxidermisto, el telefonisto, el masajisto, el gasisto, el trompetisto, el violinisto, el maquinisto, el electricisto, el oculisto, el policío del esquino y, sobre todo, ¡el machisto!

Si este asunto no te da igual, pásalo por ahí. Con suerte termina llegando a los ministerios. Porque no es lo mismo tener un cargo público que ser una carga pública.

domingo, 30 de agosto de 2020

Y de repente, la luna.

Atardecía tras un día de tormentas y chubascos, cuando la luna apareció, tras un recodo del camino, entre las nubes teñidas por el sol poniente. En el bosque ya era de noche. Fue un momento mágico.






Volverán a subir, pero menos.

NOTA DE LA SEMANA: 7

Y llegó un fresquito bien merecido, aunque por aquí la lluvia fue solo un amago, ¡lástima! Lo que sucede es que este fresco no va a durar mucho, pero tampoco parece que volveremos a lo de la semana pasada.

Las máximas irán subiendo poco a poco hasta alcanzar los 30 o 31, pero casi seguro de ahí no pasarán; y las mínimas, con un poquito de suerte, estarán siempre oscilando entre 15 y 20, lo que nos dará noches agradables.

En cuanto a los vientos serán, con alguna breve excepción, de componente este toda la semana. ¡Muy bien! Que sigan así hasta que llueva en serio, lo que parece que de momento no va a suceder. Ni en serio ni en broma; no se ven lluvias por ningún lado, a fecha de hoy. Aunque habrá nubes, unos días más que otros, pero sin consecuencias.

Y esto es lo que hay. ¿La nota? Pues un 7, por el refrescamiento y porque sigue entrándonos el viento de “la mar salá”, y eso es bueno, muy bueno.

sábado, 29 de agosto de 2020

Todos estábamos donde debíamos estar.

Era muy temprano, recién salido el sol tras las montañas, cuando vi la manada de sarrios. En un primer momento, sin demasiada prisa, se alejaron de mí, pero pronto se pararon y mientras unos hacían sus cosas, otros me miraban. Yo seguí avanzando, parecían no tener intención de moverse, por lo que tendría que pasar entre ellos para seguir la ruta hacia las cimas a las que iba.

No es la primera vez que me pasa, y me gusta, me gusta mucho. Quizá sea porque iba solo, en silencio, andando y porque mi indumentaria, siempre en tonos muy discretos, no destaca en el entorno. Y ya sé que es un riesgo, pero es un riesgo que asumo a cambio de experiencias como esta.

Pero cuando ya estaba muy cerca de ellos un grito los espantó y en un santiamén desaparecieron por una vertiginosa ladera. Me contrarió un poco. Busqué al autor del grito y no vi a nadie por ninguna parte. Seguí ascendiendo y poco después descubrí quién había gritado.

Había sido un “grito profesional”. Un pastor, francés para más datos, estaba reuniendo a sus ovejas, dispersas por la montaña para bajarlas al valle. Se acerca el otoño y estaban más de 2700 metros.

Nos cruzamos, nos saludamos, y él siguió descendiendo con sus dos perros que le conducían el rebaño hacia pastos más bajos. Y yo seguí mi camino hacia la cima que se recortaba en un cielo perfectamente azul.

Y desapareció mi contrariedad, porque esa mañana todos estábamos donde debíamos estar. Los sarrios, las ovejas, el pastor con sus perros y yo mismo. Y el que me hubiera espantado a la manada entra dentro del equilibrio natural de la montaña. Equilibrio entre el pastor y el montañero; entre los perros, las ovejas y los sarrios. Un antiguo equilibrio que, elementos extraños, están rompiendo.










jueves, 27 de agosto de 2020

Como si hubiera visto a Satanás...


 

Hace algún tiempo,  estábamos Isabel y yo parados a un lado de la carretera del valle de Pineta, dentro del coche mirando un mapa, cuando alguien tocó la ventanilla y se alejó por eso de la distancia de seguridad, indicándonos que quería preguntarnos algo.

La bajamos y nos dijo si por allí se iba al parador de “La Pineta”. Nos sorprendió eso de “La Pineta”, porque nunca a nadie le he oído llamarlo así. También nos sorprendió la sudada que llevaba, los ojos algo desorbitados y la prisa que parecía tener.

Por todo lo visto y el atuendo que llevaba, dedujimos que iba corriendo por eso de correr (odio el palabro inglés, que me recuerda a los batracios, con el que se autodenominan los corredores) y que era la primera vez que andaba por allí.

El caso es que Isabel le dijo que sí, que siguiendo la carretera se llegaba al parador de “La Pineta", pero para nuestra sorpresa, sin darle casi tiempo a responderle, salió corriendo, como si hubiera visto al mismísimo Satanás en calzoncillos, (espantosa visión donde la haya) por un camino lateral que allí había y que desde luego no iba a donde él quería ir.

En fin, ¡qué le vamos a hacer! De todo hay en el mundo. Y me parece bien si el chico así se divierte. Lo que se me quedó en el pensamiento es que era el prototipo de individuo que corre también por los senderos, atajando a diestro y siniestro y reventándolos de mala manera.

Pero la culpa no la tiene él del todo. Estaba claro que era nuevo allí. No era ni montañés, ni montañero; era un deportista que probablemente no tiene ni la más remota idea de qué es la montaña y de cómo moverse por ella. Alguien se lo tendrá que decir. Pero nadie se lo dice.

En todo un Parque Nacional no hay ni un miserable letrero que indique que no hay que hacer atajos en los senderos, que los rompen, y además erosionan las laderas. No lo hay, no señor.

Culpa compartida. El uno por no ver más allá de lo que a él le divierte, siendo eso el único criterio de su conducta; y los otros, por una inadmisible dejación de funciones.

Mientras tanto, actividades nada sostenibles, gravemente lesivas para el medio natural que es la montaña, creciendo sin control. Y todos tan contentos.

Alegrémonos, y gocemos y...


Alegrémonos, y gocemos y démosle gracias a Dios, y quien no sea creyente a quien se le ocurra, porque el sábado muy, muy, muy posiblemente, bajan las temperaturas y hasta llueve.

El calor inmundo y asfixiante se bate en retirada. Las mínimas pueden bajar hasta 15, y las máximas se alejan de los 30, pero por bajo. Y esto durará dos o tres días. Algo es algo. Y con un poquito de suerte, en adelante, sólo de modo puntual las máximas volverán a rebasar los 30, pero las mínimas se quedarán ya rondando los 15.

Ya veremos. Esperemos ahora el regalo del sábado y el domingo, que bien ganado lo tenemos después de todo el verano.


 

lunes, 24 de agosto de 2020

Gracias chiquilla, gracias.

 

Contestó la chiquilla, unos catorce años, a su madre, no voy porque éramos muchos, y algunos van sin mascarilla, y he pensado en la abuela y, ¡bueno, pues eso, me he quedado en casa!

Iban a playa, pero ella no fue. No sé si será consciente de la grandeza de su gesto.

En el cielo negro de la larga noche que estamos viviendo, esta niña es una estrella que nos ilumina con su luz. Y hay más estrellas, ¿verdad? Hay más estrellas rompiendo la larga oscuridad.

Gracias chiquilla, gracias.


domingo, 23 de agosto de 2020

Como un gallinero alborotado.

 

A un gallinero, lleno de gallinas histéricas por la presencia de un zorro que presienten pero que no ven, y que ya se ha zampado a más de una, me recuerda en este momento esta España nuestra.

Inexorable se acerca el otoño, el inicio del curso escolar y la vuelta a la vida laboral tras las vacaciones, y el “bicho” avanzando sin que nadie le pare los pies. Y viendo lo sucedido en el verano, cuyos calores se supone que debían haberlo debilitado, el futuro no puede ser más siniestro.

¿Cómo reanudaremos el trabajo en empresas y oficinas con brotes por doquier? ¿Dónde nos meteremos a los niños y jóvenes cuando empiecen a cerrar colegios, si los abren, porque inevitablemente se convertirán en viveros del virus?

Y muchas más preguntas sin respuesta podríamos hacernos, por supuesto. Y me consta que todas estas preguntas nos las estamos haciendo todos, o casi todos.

Pues bien. Quienes tenían que darnos, si no una respuesta, al menos un proyecto de respuesta, parecen eso, un montón de gallinas cacareantes, picándose entre ellas hasta desplumarse, encaramándose asustadas a cualquier sitio alto, y pringándose, presas del terror, de sus propios excrementos.

La sanidad por un lado; los jueces por otro; los políticos, a la greña entre ellos y cada uno a su bola; empresarios y trabajadores ahogados por la incertidumbre; el mundo educativo sin saber qué hacer, ni cómo, ni cuándo, y no solo en Madrid; los padres al borde del ataque de nervios y “acojonaos” por la salud de los chiquillos, por la suya propia, y porque no tienen ni idea de qué harán con sus hijos cuando se los manden a casa…¿comérselos con patatas? La antropofagia filial está prohibida.

Y esto en todas las Comunidades Autónomas que ya no se dividen en históricas y no históricas, porque ahora son todas histéricas. Ellas mismas no se aclaran y entre ellas tampoco.

Y el Gobierno Central “pasmao”, porque aparte de no saber qué hacer, si lo supiera, no le dejarían hacerlo, por eso de las competencias y demás zarandajas del todo inútiles y contraproducentes en estos momentos. Y de esto se darán cuenta más tarde o más pronto, pero para entonces el derrumbe económico será mucho más grande y habrá habido muchas más víctimas.

¡Ah! Se me olvidaba. Y los medios de comunicación tratando la situación con el mayor alarmismo posible, y con toques truculentos siempre que pueden, para alborotar más aún el gallinero.

¡Ay señor Sánchez! ¿No quería usted ser Presidente? Ale, pues ya lo es. Disfrútelo, pero creo que le viene grande el asunto, aunque en su descargo hay que decir que la ola viene alta.

¿Y aún nos extrañamos que España sea el país europeo que peor ha pasado el verano y en el que más mal van las cosas? A lo mejor es que como somos tan abiertos, tolerantes, inclusivos, ecológicos, democráticos, empáticos, simpáticos, chiripitiflaúticos y tontos del culo, el virus se ha enamorado de nosotros. ¡Quién sabe!

Agosto aprieta hasta el final.

NOTA DE LA SEMANA: 6

Parecía que esta semana empezarían a suavizarse las temperaturas pero no; naranjas de la China. Hoy y mañana sí, un leve respiro, pero a partir del martes, las máximas se plantarán en 35, y las mínimas seguirán rondando los 20, pero por arriba. O sea calor, calor y calor.

En cuanto a las lluvias, dicen que entre hoy y mañana podía caer algo, pero verlo para creerlo. Y los vientos, eso sí es bueno, seguirán de componente este. ¡Que sigan así al menos hasta que llueva en serio!

Y poco más. Cielos despejados, hoy no y mañana quizá tampoco, pero si el resto de la semana…, aunque existe la posibilidad, aún es pronto pare decirlo, que el sábado 29 tengamos un bajón importante de temperaturas, y lluvias. ¡Ojalá! Pero como digo, aún es pronto. Lo seguro ahora es el calor y la humedad los próximos días, o sea sauna gratuita para todo el mundo.

¿Nota? Pues por eso de seguir el levante y de que hay una lejana posibilidad de lluvia al principio y al final de la semana, un 6. Y no le pongo más porque que los termómetros lleguen a los 35 a finales de agosto es un exceso. ¿No decía el refrán que en agosto frío en rostro?

sábado, 22 de agosto de 2020

Ayer hizo 33 años.

Ayer hizo 33 años que Isabel subió su primera cima pirenaica, el Aneto. Cuando hizo 27 años de aquella ascensión, publiqué en el blog una entrada que transcribo a continuación. Y del mismo modo que entonces celebramos con “la dignidad requerida” el acontecimiento, ayer también lo hicimos, con mucha nostalgia, sólo que en casa, que tampoco se está mal.

Hoy hace 27 años que Isabel subió el Aneto. Fue, prácticamente, su primera ascensión pirenaica; luego vinieron muchas más, Maladeta, Mulleres, Vignemale, Puigmal…, toda una vida en los Pirineos.

Íbamos Miguel Ángel, Isabel y yo. La ruta fue dura. Empezamos acampando en el valle de Remuñe, entonces se podía, para bajar al llano del Hospital y de allí subir a la Besurta, donde dejamos pasar una tormenta. Luego, por Barrancs, subimos al Salterillo donde hicimos vivac. Con las primeras luces del día 21 de agosto de 1987, partimos hacia el glaciar por el que llegamos al collado Coronas, a la antecima, y tras cruzar el Puente de Mahoma, a la cima. Después regresamos, por la misma ruta, a Remuñe, corriendo contra otra tormenta que avanzaba por el oeste. Llegamos a las tiendas justo a tiempo, agotados pero felices.

Luego vinieron varios días de mal tiempo que pasamos comiendo, durmiendo, viendo llover desde la tienda, junto al fuego…, solos, Isabel, Miguel Ángel y yo.

Fue una ascensión importante, no tanto porque fuera el Aneto, sino porque Isabel vio que ese mundo que desde siempre le había atraído fuertemente, el mundo de las montañas, no era algo lejano, inaccesible, tan solo literario, sino algo que podía ser real, algo que aquel día se hizo real para siempre.

A mí me cupo el honor de demostrarle esto. Que era posible llegar a ese punto, allá arriba en el cielo, que de un modo misterioso, a ella desde niña, igual que a mí, nos había atraído y nos sigue atrayendo.

Y hoy lo hemos celebrado en un lugar adecuado y con la dignidad requerida.

Subiendo a acampar en Remuñe.
Subiendo a Remuñe para acampar.

El idílico rincón donde acampamos.

El Aneto el día de la ascensión.

Amaneciendo camino de la cumbre.

Ya en el glaciar.

Y seguimos en el glaciar.

El hielo brilla al sol de la mañana. Se ve muy bien La Forcanada.

Grietas en el glaciar. Entonces aún había.

Nos acercamos al collado Coronas.

La cima.

Desde el Paso de Mahoma al norte.

Isabel en la cima.

Yo en la cima.

De regreso, la tienda en Remuñe.

Descansando junto al fuego.

Mal no comíamos.

Y cuando llovía, a la tienda.

A consultar mapas, la guía...

Y a mirar la linterna en el techo, mientras caías en un agradable sopor, oyendo la lluvia.

Y cuando paraba, a avivar el fuego y sentarse junto a él. Hacía frío.

jueves, 20 de agosto de 2020

Castigando a quienes sí las respetan.

 

Hoy he vuelto a encontrarme con una de esas situaciones que me dan mucha rabia. Las normas y reglas puestas para no cumplirse. ¿Veis el cartel y la señal? Creo que está claro, dirección prohibida y sólo personal autorizado.

Pues bien. Hoy he subido al pico del Buitre, en la sierra de Javalambre, por la senda que sale del pueblo, y he bajado por esa carretera. He perdido la cuenta de la cantidad de coches , y alguna que otra moto, que he visto circulando por ella en tan solo una hora larga.

Si yo llego allí con mi coche y me encuentro con esas señales, no subo. Lo tengo claro. Pero pasaría que vendría alguien pronto que subiría o bajaría. Pensaría yo, estará autorizado; pero si me quedara solo un ratito, pronto me extrañaría que hubieran dado semejante cantidad de autorizaciones.

Y llegaría a una conclusión a la que ya llegué hace muchos años: Jesús, eres gilipollas. Si, gilipollas y tonto del culo, por respetar normas y reglas. Por respetar la ley.

Y eso es terrible, eso tiene consecuencias demoledoras en la sociedad que queda en manos de listillos y “espabilaos” que encima se descojonan de ti, que vas de legal. ¿O es que no hay que ir de legal? Entonces, ancha es Castilla, pero para todo y para todos. 

Yo no sé quién es el responsable de que esas señales sigan ahí para que nadie les haga caso, excepto los ciudadanos respetuosos, o sea los tontos, los lelos, los "pringaos".

Porque si es una carretera de libre acceso que quiten esas señales. Y si en verdad no lo es, que pongan la barrera, que está a un lado  desmontada, o se pase por allí la Guardia Civil cortando la cresta a quienes se creen por encima de todo lo que no sea su propio y personal criterio. Lo que no tiene sentido es la situación actual. 

Me diréis que el tema no es grave, que total pasa en una carreterita de un pequeño pueblo de Teruel, Arcos de las Salinas, para más datos. Y es verdad, eso no es grave, lo grave es que es muy significativo, porque es perfectamente extrapolable a miles de situaciones.

Situaciones que quien las permite es responsable de erosionar uno de los fundamentos de cualquier sociedad civilizada, el respeto a la autoridad y a la ley, castigando a quienes sí las respetan.


miércoles, 19 de agosto de 2020

Es sólo un sueño.

 

Decía la señora por su móvil, "ahora todavía aguantamos, porque esos señores están de vacaciones, pero cuando vuelvan en septiembre, nos encierran a todos otra vez, y entonces será la ruina total".

Pensé, espero que no tenga razón. Que no sea cierto que el criterio para no hacer nada más radical contra el virus, sea las vacaciones de verano, entre otros del todo inconfesables.

Continué caminando y me encontré con dos jovenzuelas que debía hacer mucho tiempo que no se veían y que, por lo visto, debían quererse muchísimo, pues con el bozal por la garganta como iban, no dudaron en darse dos sonoros besazos y un efusivo y largo abrazo.

¡Qué ganas de hacer lo mismo! Pero yo me aguanto las ganas, ellas no. Ellas no se aguantan nada, son jóvenes, ¡pobrecitas! Están muy liberadas.

Un poco más adelante, dobla la esquina un señor enorme, calvo y con gafas, atributos estos de los que igual él no es responsable. Pero sí lo es de no llevar el bozal en ningún sitio, ni para disimular siquiera, e ir tosiendo de un modo brutal y desenfrenado, con una tos de esas que suenan feas de narices, que dan repelús, y más ahora.

¡Lástima de policía para clavarle los 100 euros! ¡Qué iba a decirle yo, pequeñito y escuchimizado que soy!; de un soplido me tumba. Además, si me acerco a él, ¡quién sabe que había en esa horripilante tos!

Y llegué a mi destino. Había tardado diez minutos... Y deseé con toda mi alma coger todos mis aperos de acampada, e irnos, Isabel y yo, a uno de esos rincones del Pirineo donde sé que nadie nos encontraría, montarnos un refugio cómodo, y volver a la civilización cada quince días, a por comida. Y punto.

Y así, el otoño, el invierno, la primavera, otro verano, otro otoño, otro invierno…Hasta que este mundo vuelva a ser... habitable.

Echaría de menos familia y amigos, y poco más. Pero no, no podemos. Es solo un sueño. Quizá sería más fácil exiliarnos a una granjita en Islandia, o al norte de Noruega o Suecia. Pero tampoco podemos. También es un sueño.


martes, 18 de agosto de 2020

Porque están en su sitio.

Tenemos unos rosales en la terraza, que esta primavera florecieron de modo espectacular; pero cuando llegó el verano empezaron a ir a menos, y estas últimas semanas estaban que daban pena.

Me gusta intentar entender qué necesitan las plantas observándolas, y vi que los rosales me pedían ayuda. Los entendí, me decían que, al igual que yo, no soportaban ese sol inclemente que les castigaba todos los días. Cierto que los tenía sin protección alguna, expuestos a la brutalidad estival del astro rey, que dicen. Igual habría que decir del astro presidente de la república. No sé.

El caso es que los cambié de sitio, poniéndolos entre sol y sombra, y protegidos de esas horas atroces de la tarde, las tres, las cuatro, las cinco… Mano de santo.

En unos pocos días han recuperado las hojas un verde intenso, y han surgido vigorosos brotes rojos por todas partes. Y las pequeñas rositas, que a duras penas florecían, empiezan a lucir ahora, espléndidas, entre el follaje. Todo augura una nueva floración masiva y espectacular.

Porque están en su sitio. Y no he podido menos que pensar que eso no les pasa solo a las plantas, también les pasa a los animales y nos pasa a las personas. Como pez fuera del agua, boquean, boqueamos hasta morir, cuando las circunstancias de la vida, cual sol implacable, nos asfixian, y no hay nadie que quiera o pueda llevarnos a un lugar entre sol y sombra.

Pero yo sí he entendido a mis rosales, y como he podido hacerlo, les he dado lo que vi que necesitaban. Y ellos me lo han agradecido enseguida. Y eso me alegra. Empatía con el rosal, largamente recompensada.






lunes, 17 de agosto de 2020

El único dique que nos queda...

 

Ha publicado Pérez-Reverte en el XL Semanal de ayer domingo, un artículo que titula  Para qué necesito un rey, y con el que estoy, lamentablemente en algunos aspectos, muy de acuerdo. Pongo al final de la entrada el enlace para que podáis leerlo entero, pero no me he resistido a transcribir el último párrafo de dicho artículo en el que habla de Felipe VI. Cierta y preciosa descripción de nuestro Rey.

Felipe VI es un hombre sereno y formado. Irreprochable hasta hoy, mucho más Grecia que Borbón. Estoy convencido de que es una buena persona y un sujeto honrado, y nada hay hasta ahora que me induzca a pensar lo contrario. Creo que es un buen tío, como solemos decir; y nadie que haya cambiado con él dos palabras afirmará lo contrario. Ama a España y cree de verdad ser útil para preservarla en tiempos de tormenta. Hace lo que puede y lo que le dejan hacer. Y en mi opinión es el único dique que nos queda frente al disparate y el putiferio en que puede convertirse esto si nos descuidamos un poco más. Se lo dije una vez: es usted un asunto de simple utilidad pública, señor. Que no es poco, tratándose de España. La delgada línea roja. Dije esto y sonrió como suele hacerlo, bondadoso y prudente. Y todavía lo quise más por esa sonrisa.

A continuación tenéis el enlace Artículo completo.

domingo, 16 de agosto de 2020

Porque es áspera y fea...

Le tengo un cariño especial a las higueras. Por una parte porque tengo muy gratos recuerdos de mi infancia, cuando veraneaba en La Cañada, aquí cerquita, y bien temprano iba con mi abuelo Paco a coger y desayunar higos, a la sombra de una espléndida que teníamos en el chalet.

La luz nueva de la mañana jugueteando con ella, el olor, ese fuerte olor que me sigue gustando, al igual que los higos, el fresquito que hacía a esas horas… A la sombra de una higuera tengo algunos de los recuerdos más felices de mi infancia.

Pero también me gusta porque es un árbol gris, sin flor; con hojas bastas, de ramas quebradizas, y muy triste en invierno. Es algo así como la cenicienta de muchos jardines. Además tiene mala fama, absorbe toda el agua que hay a su alrededor, y ensucia el suelo atrayendo bichos que pican…

Pobre higuera. Hace poco, en una excursión cerca de aquí, pasé junto a unas higueras silvestres que en pleno verano seguían dando nuevas hojas. Y eran preciosas. Muy bonitas.

Pues bien, en honor a las higueras, comparto las fotos de esas hojas, y un poema muy bonito de la poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou, también conocida como Juana de América, titulado La higuera.

 

Porque es áspera y fea,

porque todas sus ramas son grises,

yo le tengo piedad a la higuera.


En mi quinta hay cien árboles bellos:

ciruelos redondos,

limoneros rectos

y naranjos de brotes lustrosos.

 

En las primaveras,

todos ellos se cubren de flores

en torno a la higuera.

 

Y la pobre parece tan triste

con sus gajos torcidos que nunca

de apretados capullos se visten...

 

Por eso,

cada vez que yo paso a su lado,

digo, procurando

hacer dulce y alegre mi acento:

-es la higuera el más bello

de los árboles en el huerto.

 

Si ella escucha,

si comprende el idioma en que hablo,

¡qué dulzura tan honda hará nido

en su alma sensible de árbol!

 

y tal vez a la noche,

cuando el viento abanique su copa,

embriagada de gozo, le cuente:

-hoy a mí me dijeron hermosa-.





Lo de hoy, un paréntesis. Afortunadamente.

NOTA DE LA SEMANA: 5

Suele acontecer que, cuando pasada la canícula, al empezar a acercarnos hacia el equinoccio de otoño, el verano empieza a aflojar, van suavizándose las temperaturas, sobre todo las mínimas, llegan lluvias, y la vida, que ha soportado como buenamente ha podido los rigores del calor, va renaciendo (mis rosales me lo dicen); pero aquí puede suceder justo lo contrario, y de hecho sucede demasiado a menudo.

El movimiento de las borrascas preotoñales, que riega y refresca la península entera, aquí nos da el golpe de gracia, con ponientes que nos ponen al borde del cataclismo ecológico. Ese es el peligro que tenemos ahora. ¿Llegarán antes las lluvias o los ponientes?

Hoy ha sido un día seco y caliente, pero con viento no demasiado fuerte. ¡Menos mal! Como un aviso de lo que se nos puede venir encima. Pero afortunadamente solo un aviso.

Mañana volverán los levantes y parece, solo parece, que nos acompañarán toda la semana. No obstante, las temperaturas seguirán desagradablemente altas, rondando los 35 las máximas y los 20 las mínimas, con algún gradillo por bajo, de vez en cuando, estas últimas.

Por lo demás, cielos básicamente despejados con algunas nubes de adorno, y ningún riesgo de lluvia, ni de tormenta; ¡vamos!, de nada que caiga del cielo como no sea el cascote de un edificio o la piña de un pino.

¿Nota? Pues un 5 por eso de seguir los levantes; y no le pongo más porque las temperaturas, sobre todo las máximas, me parecen excesivas. ¡Ya podían empezar a suavizarse!

sábado, 15 de agosto de 2020

Más allá de flores, nubes blancas y angelitos gorditos.

 

Como el formato en el que tengo la oración con Pedro Casaldáliga no me permite, al menos yo no sé hacerlo, compartirlo adecuadamente en el blog, ofrezco la posibilidad de que si a alguien le interesa me la pida por correo y se la enviaré ipso facto. Y digo esto hoy porque era cuando pensaba publicarla.

¿Y por qué hoy? Pues porque hoy es el día de la Asunción, es decir, el día en que la Iglesia celebra la elevación al cielo, en carne mortal, de María, la madre de Jesús. Dogma  desde que el papa Pio XII lo proclamó en 1950.

Ya sé que este asunto, a mucha gente, le causa estupor, incredulidad e incluso risa monda y lironda. Y es que creamos estas cosas o no las creamos, es fácil quedarnos, una vez más, en la superficie, en la corteza del asunto.

Con este dogma la Iglesia reconoce a una mujer, a María de Nazareth, a la Virgen María, la más alta dignidad que como ser humano se puede alcanzar. Porque fue madre de Jesús, el Hijo de Dios. Por su vida; por todo lo que hizo y dijo; por cómo lo dijo y lo hizo.

Y a menudo, y porque le interesa al sistema que tenemos montado, en una maraña dorada de flores, joyas y bordados, cielos azules y hermosas nubes blancas en las que juegan angelitos retozones y gorditos, perdemos de vista a aquella mujer judía que, obediente a la voluntad de Dios, “eh, aquí la esclava del Señor”, dijo, cosas como:

“Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos”.

Lc.1,51-53.

Y caer en la cuenta de esto hace del dogma de la Asunción algo profundamente revolucionario, radicalmente subversivo. ¿O no?

¡Feliz Día de la Asunción! Y felicidades a Asunciones, Asuns, Marujas, Asuntas…


viernes, 14 de agosto de 2020

No tener nada, no llevar nada...

 

Nos ha llegado, a través de mi amigo José Luis, una "Oración con Pedro Casaldáliga", recientemente fallecido en Brasil. Compartiré la oración completa en una próxima entrada, pero en esta voy a reflexionar sobre uno de los textos de esa oración. Se titula pobreza evangélica.

No tener nada.

No llevar nada.

No poder nada.

No pedir nada.

Y, de pasada,

no matar nada;

no callar nada.

Solamente el Evangelio,

como una faca afilada.

Y el llanto y la risa en la mirada.

Y la mano extendida y apretada.

Y la vida, a caballo, dada. Y

este sol y estos ríos

y esta tierra comprada,

por testigos de la Revolución ya estallada.

¡Y “mais nada”!

Es bonito ¿verdad? Y profundo, y comprometedor. Y nos denuncia, nos deja con el culo al aire, como vulgarmente decimos. Y además acaba aludiendo a una Revolución, con mayúsculas.

Recuerdo que hace muchos años, antes incluso de ir a la mili, estuve dando clases de religión en un colegio público en Valencia, enviado por el Arzobispado. Era uno de mis primeros trabajos formales, con contrato y todo eso.

Un buen día me llamó el Director a su despacho, advirtiéndome que no me pusiera nervioso, lo que me puso muy nervioso. Allí estaba el Jefe de Estudios, cuatro padres y un montón de libretas de mis alumnos.

Tras una fría y tensa presentación fueron al grano. Me dijeron que mi forma de impartir la asignatura era muy discutible y tendenciosa. Cuando les pedí que me dijeran en qué sentido, uno de ellos me soltó a bocajarro, ¡Usted les habla del Evangelio como si fuera subversivo, como si fuera una revolución! Y recuerdo, como si fuera ahora, que yo, sin pensarlo muy bien, respondí, es que lo es.

Se acabó la reunión abruptamente. No me faltó el apoyo de la dirección ni de los compañeros. Y a los pocos días, como esperaba, me llamaron del Arzobispado. También estaban allí unas cuantas libretas de mis alumnos, el entonces Delegado de Enseñanza y alguien, cuyo cargo no recuerdo, enviado por el Arzobispo. No sabía en qué acabaría aquello. Pero pronto advertí que acabaría bien. El mensaje final fue que habían analizado los apuntes que yo daba y que no había nada reprobable, ni contrario al magisterio de la Iglesia. Que siguiera por ese camino, pero fuera prudente porque, “ya ves, de todo hay en la viña del Señor, y tú eres muy joven".

Y era verdad; no tenía entonces aún ni 20 años. Ahora, con casi 65, sigo pensando y diciendo que el Evangelio es subversivo. Radicalmente subversivo. Porque es Palabra de Dios, y Dios es subversión pura y dura. Leed el Antiguo Testamento, las Bienaventuranzas, acercaos a la misma vida de Jesús, a su final en la Cruz, a la Resurrección.

Por esto, personas como Oscar Romero, ya santo, o Pedro Casaldáliga han sido siempre para mí, faros en la costa para ayudarme a no naufragar en una fe ritual, individualista, puramente espiritual, sin ninguna dimensión humana y social.

No se puede amar a Dios, al que no vemos, si no somos capaces de amar a los hombres a los que sí vemos y con los que vivimos día a día. Y amar, más allá de un sentimiento más o menos abstracto, es buscar el bienestar de la persona amada. Y el bienestar se alcanza gracias a la justicia y el derecho, palabras que se repiten mil veces en la Biblia.

Trabajo en condiciones dignas, sanidad para todos, educación sin manipulación, respeto a la libertad y a la dignidad de las personas sin distinción de sexo, raza, o formas de vivir, distribución justa de la riqueza… Esto y más, es justicia y derecho.

La resurrección no nos da solo la esperanza de una vida para siempre en plenitud, sino es también el desquite de Dios, su forma de decirnos que aunque nos empeñemos en montárnoslo a nuestra manera, la última palabra la tiene Él. Y quienes, desde cualquier ideología (los huecos y falsos conceptos derecha izquierda, por ejemplo) luchen por la justicia y el derecho, aunque los tachemos de rojos, o fachas, o ingenuos, o gilipollas, son, aun sin ellos saberlo, hijos de Dios, cumpliendo la voluntad del Padre.

Porque sus caminos no son nuestros caminos.