Un
buen regalo hemos tenido esta tarde. No sé si habrá hecho daño en algún sitio,
espero que no, pero para el monte, que estaba ya muy seco, ha sido una
bendición.
Una bonita
tormenta de verano. Rayos, truenos, viento, el arco iris para acabar, y sobre
todo agua, 23 litros. El único problema es que al caer en muy poco tiempo no se
aprovecha como se podrían aprovechar. Pero bueno, ha límpiado tierra y aire, ha
humedecido el suelo y las plantas, ha refrescado el ambiente… ¡Muy bien, che!
Lo
genial sería una así cada cuatro o cinco días, como antes. Como cuando yo era
joven y los veranos eran soportables…
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