Pues
sí, sí. Lo que son las cosas. Con un gobierno de izquierdas, como dicen, y muy
de izquierdas, en medio de un cataclismo económico comprable al que produjo la
Guerra Civil, “ahí es na”, la sanidad privada registra un crecimiento
espectacular e imparable por el sencillo hecho de que la pública, pendiente del
maldito bicho, y hace bien, parece que no da para más, y ha abandonado la
atención primaria y la medicina preventiva, con todas las consecuencias que
ello conlleva.
Nunca
pensé que acabara teniéndome que plantear hacerme un seguro privado. Pero es
que ya no tengo a mi médico, del que me fiaba, que me conocía; el que me hacía
revisiones anuales y orientaba en esos pequeños problemas de salud que todo el
mundo tiene de vez en cuando. Voló, se esfumó.
Estaba
bien como estaba, pero se acabó. Y cuando preguntas cuándo volverá ese servicio
que, a la chita callando, tantas vidas salvaba, te dicen, huyyyyyyyy, a saber;
de momento no se contempla.
El
caso es que no lo entiendo. Doctores tiene la Iglesia, dicen; es decir, gente
sabia y sesuda que debería saber cómo organizarlo para que luchar contra el
virus no tenga daños colaterales tan graves o más que los que produce el propio
virus.
Pero
como parece ser que estos señores o no existen, o existen pero no actúan, a saber por qué, quien más y quien
menos, ante la desprotección, acaba poniéndose en manos de la sanidad privada.
Que
piensen cómo están gestionando lo público sus acérrimos defensores, que están
forzándonos a ponernos en manos de lo privado. Y eso quien pueda. El que no,
ajo y agua.
Pero
sobre este asunto, curiosamente, no oigo hablar mucho; lo que me llama la
atención. Y entonces he tenido un pensamiento divertido. Imaginad que ahora estuviera
en el Gobierno Rajoy, por ejemplo.
Estoy
seguro de que Sánchez vociferaría indignadísimo, echándole en cara al presidente, que la catastrófica gestión que la derecha está haciendo de la crisis está
destruyendo la sanidad pública en favor de la privada, y dejando sin cobertura
médica a millones de españoles. Y bla, bla, bla. Y hasta vería bien, con la que
está cayendo, manifiestos, paros y huelgas, para defender la mejor sanidad de
Europa, y no solo de Europa, sino del mundo, e incluso de la galaxia, que es la
que teníamos antes de que él y sus secuaces la estuvieran arruinando. Porque no
lo dudéis, sería el fascismo quien está destruyendo la sanidad pública, y
forzándome a mí, y otros muchos, a contratar un seguro privado.
A que
sí.
Quién
sabe si por esta forma de hacer política tan nuestra, y tan detestable, a
diferencia de otros países de nuestro entorno no somos capaces de quitamos el bicho de
encima.
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