Leer un
artículo publicado en el XL Semanal, de Carmen Posadas, escritora uruguaya,
nacionalizada española, me ha reconfortado enormemente, porque me ha hecho caer
en la cuenta de que no veo visiones, de que mi permanente análisis de la
realidad, a veces muy a mi pesar, no me está llevando a conclusiones absurdas,
quizá propias de un carroza, de un viejo ya fuera del mundo, ajeno al progreso
y “enrabiao” por el devenir de los acontecimientos. Hay mucha más gente que
está viendo lo mismo que yo, y no son precisamente ganapanes. Y se han decidido
a hablar.
El artículo habla de la carta firmada por más de 150 intelectuales,
y publicada en la revista Harpers. Voy a reproducir algunos fragmentos del
artículo que a su vez, reproduce parte de la citada carta.
En su texto los
firmantes dicen haber apreciado “en la izquierda activista, esa que dice
defender causas minoritarias y supuestamente progresistas una actitud cada vez
más agresiva que se concreta en manifestaciones descalificadoras que niegan el
derecho a la discrepancia. Esta izquierda intransigente –continúa señalando el
escrito- cree que su causa es suficientemente
justa y necesaria como para anular toda discrepancia y, de paso, sustituye el
debate por el silenciamiento o, en los casos más preocupantes, por el
linchamiento mediático”.
La carta expone, asimismo, que, si
bien las causas que se defienden son muy nobles y loables (lucha contra la
discriminación racial, sexual etc.), el modo de hacerlo es inquisitorial e
intransigente, y señala: “La manera de vencer las malas ideas es exponiendo,
argumentando, no intentando silenciar ni censurar”.
Habla también en el artículo de la reacción en España a
esta carta. “En España –añadió Cercas-,
una carta de estas características es absolutamente inimaginable. La gente está
asustada y teme que la vayan a tachar de facha”. Dice además, “Las redes
sociales –sostiene él- fomentan la aparición de un rebaño mugiente que se
dedica a linchar al personal a la más mínima”.
Dice también la escritora que esta carta la ha llenado de
esperanza y temor. De temor porque pensaba que esa “sacralización” de la
llamada izquierda se daba sobre todo en España como consecuencia de los años de
franquismo, pero ha visto que no, que el problema es más global, y eso da
miedo. De esperanza “porque ya era hora
de que voces autorizadas y nada sospechosas de ser carcas o fascistas, se
atrevieran a denunciar los tics cada vez más autoritarios en los que caen las
sociedades avanzadas. Me gustaría mucho ver cómo Pablo Iglesias y otros
puristas acusan ahora de fachas y reaccionarios a Noam Chomsky o a Margaret
Atwood”.
El hecho es que esta carta ha abierto una furibunda
polémica a nivel internacional en el que ese puritanismo de izquierdas,
dogmático, autócrata, e intransigente, ha dado la razón a quienes han alzado la
voz precisamente por su respuesta violenta. A la acusación de dogmatismo,
autocracia e intransigencia han respondido con dogmatismo, autocracia e
intransigencia. Curioso y esclarecedor, ¿verdad?
Su deseo de excluir del sistema a los que no piensan como
ellos, que son paradójicamente tan “inclusivos”, entronca con la más negra
tradición de totalitarismo que bajo diversos nombres ha asolado a sociedades
enteras a lo largo de la historia.
Si
queréis leer el artículo íntegro de Carmen Posadas a continuación tenéis el
enlace. Y si queréis más, navegad por internet. Hay mucha polvareda.
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