Una
hora larga de noche cerrada, andando a la luz de la frontal, con una
temperatura ideal y silencio, me ha elevado, sobre el manto de luz donde
vivimos, hasta la cima.
Y allí
he esperado al sol que ha salido
regalándome un impresionante amanecer. A la hora de almorzar estaba en casa;
por estas tierras el calor no permite más. Aquí están algunas fotos.
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