FRASES PARA PENSAR.

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QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 6 de mayo de 2018

Mamá, yo quiero ser de plata...



Hoy, Día de la Madre, quiero compartir este breve y hondo poema de Federico García Lorca. Leedlo, leedlo varias veces, sin prisa.

Mamá, yo quiero ser de plata.
Hijo, tendrás mucho frío.
Mamá, yo quiero ser de agua.
Hijo, tendrás mucho frío.
Mamá, bórdame en tu almohada.
¡Eso sí! ¡Ahora mismo!

Es muy sencillito, ¿verdad? Tan sencillito como bonito y profundo. Y muy fácil de aprender de memoria. Es un poemita de esos que lo puedes hacer tuyo para siempre.
Fijaos. En una conversación ciertamente absurda, el hijo le dice a su madre que quiere ser de plata, que quiere ser de agua. Y en ambos casos la madre responde que eso no, que tendrá frío. Y la plata es hermosa, el agua es hermosa, pero el hijo, su hijo, tendrá frío
Entonces, ante la respuesta de la madre, el hijo hace un quiebro. Ni plata, ni agua, un bordado en su almohada. Y entonces, la madre responde, "¡eso sí! ¡Ahora mismo!"
La cálida almohada de la madre. El rostro de la madre junto al hijo bordado en la almohada. El calor y el frío. Y la madre quiere el calor para su hijo. La cálida y confortable calidez del seno materno con la que  la madre querría envolver toda la vida del hijo.
Pero  el hijo debe salir a la intemperie, al frío de fuera, al agua y a la plata, aunque a la madre le duela. Es ley de vida, y ella lo sabe. Por eso, el poema es sólo un deseo, un lienzo pintado con trazos simples y vigorosos por el hijo que sabe que la madre desearía regalarle, para toda su vida, el calor en el que lo trajo al mundo.
Mas por amor, y esto no lo dice el poema, la madre aceptará que el hijo habrá de ser plata, habrá de ser agua, aunque ella sabe muy bien que tendrá frío. Y la madre, que quisiera con toda su alma tenerlo bordado sobre su almohada, sufrirá en silencio ese segundo parto, a menudo más doloroso que el primero, entregar su hijo a la vida.
Y sucedió que el poeta se hizo plata, se hizo agua, y tuvo frío. Y murió en el frío. Y la madre quedó en silencio..., sin su hijo.
Esto, que estoy convencido que sólo ellas puede entender cabalmente, es motivo, más que suficiente, para honrar a las madres, a las mamás, no sólo hoy, sino siempre, todos los días de nuestra vida.

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