FRASES PARA PENSAR.

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QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 9 de mayo de 2018

Nuestro curioso chovinismo meteorológico.



Escuchaba esta mañana en la radio una entrevista a un escritor irlandés que está estos días en Valencia, John Banville creo, y hacia el final, el entrevistador entró en un terreno al que soy especialmente sensible, el  clima.
Le dijo que si viviera aquí en Valencia, con esta luz y este buen clima que tenemos, sería capaz de escribir novela negra, que es lo suyo. El novelista le respondió que desde luego que no, que aquí se pasaría el día bebiendo sorbitos de vino y poco más. Y añadió además que a él, el clima de Irlanda le gusta y que no lo cambiaría por ningún otro. Me gusta que llueva en cualquier momento y esa luz plateada que hay allí, decía. Lo entendí perfectamente.
Y es que tenemos aquí en Valencia un chovinismo meteorológico muy curioso, consecuencia natural de estar muy contentos con nuestro clima. Chovinismo que yo no comparto en absoluto.
Cierto es que los meses de abril, parte de mayo y a veces octubre y noviembre, como más, son muy confortables, o suelen serlo; pero en los inviernos, los ponientes nos castigan sin compasión, como este pasado, mientras llueve y nieva por doquier, menos aquí, y los veranos, largos, largos, interminables, agobian hasta el límite, oscilando entre días insoportables de calor seco y días asfixiantes de calor húmedo.
La luz sí. Es la luz del Mediterráneo. Me gusta. Pero también me gusta la luz de la alta montaña, la luz gris que descubrí en Escocia, o la luz blanca de Bruselas, por ejemplo. ¿No es también hermosa la luz oscura que nos regalan las tormentas?
Por esto no entiendo que estemos tan contentos con un clima que, al menos hoy por hoy, deja bastante que desear. Pero bueno, el escritor respondió muy bien al periodista. Mi clima no lo cambio por ninguno, vino a decirle. Yo, el mío, sí lo cambiaría, porque por cuatro meses al año gratos, palmo arriba palmo abajo, hemos de pagar el precio de inviernos demasiado tibios, con poca agua y mucho viento, y de inacabables veranos poco menos que insoportables.
Chauvinismo meteorológico el nuestro que yo no comparto, aunque mejor sería para mí compartirlo, porque lo ideal es que uno esté adaptado al terruño en el que vive. Y yo, en lo referente al clima, no lo estoy en absoluto.

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