Vi por
casualidad cómo planeaba y se paraba en el jazminero del patio un pajarillo. Me
fijé y observé el motivo de la bonita acrobacia; otro pajarito estaba posado en
una rama un poco más abajo.
A
través de la ventana me dispuse a disfrutar del espectáculo que me ofrecía la
tarde gris y húmeda. Estuvieron un buen rato, moviéndose, abriendo y cerrando
las alas, mirando aquí y allá, hasta que juntos emprendieron de nuevo el vuelo.
Fue
bonito, y me trasladó a esos tiempos, ya pasados, en los que leía Cipi con mis
alumnos. También era bonito. Y recordé ese capítulo en el que Cipi se declara a
Gorrioncita. Recuerdo que les gustaba, y aunque siempre estaba el pobre
chiquillo que por hacerse el gracioso, o porque vivía en un entorno burdo, intentaba,
sin saberlo y sin quererlo, ensuciar el momento, la gran mayoría, ignorándolo,
apagaba el triste zarpazo de lo soez.
Gorrioncita
está acabando de curarse del tiro de escopeta que sufrió por culpa de Cipi que
le ha cuidado y atendido desde entonces. Transcribo el texto.
Una
vez le dijo:
-Si
quieres…,yo te acompañaré a verlos (los colores de las flores) cuando estés
curada, ¡pero si quieres!
-¡Qué
bueno eres! –exclamó la gorrioncilla-. No olvidaré lo que has hecho por mí ¡tú,
que eres el más hermoso y el más generoso de todos los pájaros!
-Entonces,
¿querrás?
-¡Claro
que querré!
-Y
luego, si quisieras…-continuó Cipi-, me gustaría jugar contigo alguna vez.
-¿Dices
alguna vez? ¡Contigo siempre querré jugar si te apetece! Sé un montón de juegos,
¿y tú?
-¡Yo
sólo sé hacer carreras!
Tras
esta respuesta Cipi se quedó un rato pensando y, de repente, armándose de
valor, declaró:
-¡Gorrioncita…!
¿Sabes? Creo que sería capaz de hacer otra cosa, si quieres…
-¿Un
juego?
-¡Más
bonito, más bonito!
-¿Más
bonito que un juego? ¿Qué?
-Juntos,
tú y yo… ¿Quieres que hagamos una casita de plumas? Vamos, ¡un nido! Uff, ¿no
comprendes?
La
gorrioncilla no contestó a estas palabras; se acercó a Cipi y con la punta del
pico le besó en la cabecita.
-¿Por
qué no? – exclamó riendo.
Y por
primera vez desde que estaba herida sintió felicidad en el corazón.
-¡Quiero
curarme! –gritó.
NOTA: Cipi es un librito del que ya he hablado en el blog y que he utilizado en clase durante muchos años. Mi "sucesora" continúa utilizándolo de modo muy satisfactorio, según me cuenta. Es de Mario Lodi y está publicado en varias editoriales.
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