FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

viernes, 30 de noviembre de 2018

Tiempo de silencio...


Es cierto que últimamente escribo poco en el blog. Y eso me está pasando justo ahora que tengo más tiempo que he tenido nunca. Y es que, eso de escribir, no es cosa de tener más o menos tiempo. Es otra cosa.
Escribir es expresar con la intención de compartir lo expresado; normalmente, claro está. Y para expresar hay que tener algo que expresar que ha debido ser pensado previamente o vivido, o ambas cosas. Esto es escribir, al menos para mí.
Llevo un tiempo en que pienso y vivo, y vivo y pienso, y a ratos descanso. Y hablo, hablo mucho conmigo mismo, "converso con el hombre que siempre va conmigo, -quien habla solo espera hablar a Dios un día-, como dice Antonio Machado". Pero se me hace cuesta arriba expresar…
Tiempo pues de un cierto silencio, que tampoco viene mal de vez en cuando, a la espera de volver a coger el ritmo habitual que no sé muy bien cuando será.
De momento, en esta entrada, voy a compartir algunas de las fotos del atardecer de ayer desde la sierra de Chiva a donde subí en coche, ¡qué más hubiera querido que hacerlo andando!
Pero andando o en coche, en moto o en bici, a caballo o en burra, el frío, el silencio, la luz, la solemnidad mágica de la caída de la tarde y de la llegada de la noche ascendiendo hacia las cumbres, es igual de cautivadora. Y gocé del momento.














miércoles, 21 de noviembre de 2018

Balance del temporal.

La luna, hace un momento, desde la terraza de mi casa.


Pasado el último temporal de lluvias es hora de hacer balance. ¡Muy bien! Al menos por estas tierras muy bien. Es este el tercer mes consecutivo con más de 100 litros por metro cuadrado. En todos estos días hemos recogido 95 que sumado a lo que ya había llovido este mes llegamos a los 119,  y a un total anual acumulado de 613.
Tenemos que remontarnos al 2008 para encontrar otro año de más de 600 litros. Hacía pues tiempo que no llovía así, y eso es muy bueno. El monte lo proclama a los cuatro vientos.
Y si bien es cierto que hay quien acaba hartándose y agobiado de tanta cielo gris, de tanta agua, de tanta humedad, también es cierto que hay que reconocer que aunque nos fastidie planes, resulte incómodo y nos complique más o menos la existencia, es necesario y bueno que ocurra, porque el agua es vida para la naturaleza y nosotros, queramos o no, por muy urbanitas que seamos, a la postre dependemos de ella.
Ahora toca disfrutar de unos días del sol suave del otoño, de vientos más secos, de días de calma y ¿por qué no? de algún chaparroncillo que otro.
¿Y si al final, este año, llegáramos a los 700? Puede llover en diciembre. ¡Ya veremos! De momento, hoy, una hermosa luna se ha elevado sobre una tierra bien regada, viva y exuberante, y se reflejará brillante en charcas, arroyos y lagunas. ¡Qué bonito!

martes, 20 de noviembre de 2018

El perro sarnoso.




Hoy, Día universal del niño, quiero compartir una de las experiencias más impresionantes que he tenido con mis alumnos. Hace de esto muchos, muchos años, por eso puedo contarlo sin faltar el respeto a la privacidad de las personas.
Estábamos trabajando con Platero y yo en primero de secundaria. Leía yo en clase un capítulo, ellos escuchaban, y después tenían que hacer un ejercicio sobre el texto leído, algunos de los cuales compartíamos después.
El capítulo leído era el perro sarnoso, y hablaba de la muerte innecesaria de un pobre perro a manos de un guarda. El capítulo es impresionante, perfecto.

Venía, a veces, flaco y anhelante, a la casa del huerto. El pobre andaba siempre huido, acostumbrado a los gritos y a las pedreas. Los mismos perros le enseñaban los colmillos. Y se iba otra vez, en el sol del mediodía, lento y triste, monte abajo.
Aquella tarde llegó detrás de Diana. Cuando yo salía, el guarda, que en un arranque de mal corazón había sacado la escopeta, disparó contra él. No tuve tiempo de evitarlo. El mísero, con el tiro en las entrañas, giró vertiginosamente un momento, en un redondo aullido agudo y cayó muerto bajo una acacia.
Platero miraba al perro fijamente, erguida la cabeza. Diana, temerosa, andaba escondiéndose de uno en otro. El guarda, arrepentido quizá, daba largas razones no sabía a quién, indignándose sin poder, queriendo acallar su remordimiento. Un velo parecía enlutecer el sol; un velo grande, como el velo pequeñito que nubló el ojo sano del perro asesinado.
Abatidos por el viento del mar, los eucaliptos lloraban, más recientes cada vez hacia la tormenta, en el hondo silencio aplastante que la siesta tendía por el campo aún de oro, sobre el perro muerto.

El ejercicio, en este capítulo, consistía en describir una situación de maltrato animal que ellos hubieran conocido. Escribieron todos,  después leyeron cinco o seis alumnos. No había tiempo para más. Al final del libro todos habrían leído la misma cantidad de veces; eso ya lo controlaba yo.
Uno de los chavalillos que leyó nos contó más o menos lo que a continuación voy a relatar.
"Tenemos en casa una perrita", y dijo su nombre. La describió con cariñosos adjetivos y contó cómo jugaba con ella y lo mucho que la quería. A continuación cambió el tono de la redacción y el silencio que había en clase, que lo había, se hizo hondo, muy hondo. Dijo algo así como, “mi padre, a veces, llega borracho a casa y entonces la toma con la perrita, y le pega, y le da patadas”. El chiquillo, con una serenidad impresionante, seguía leyendo. El silencio se hizo aún más hondo cuando continuó así, “un día se puso mi madre delante y le dijo, ya está bien, pégame a mí si te atreves. Entonces, mi padre, dio media vuelta y se fue. No lo he visto más”. Y acabó.
No se oía una mosca, y mis alumnos, sin saber muy bien dónde mirar ni qué hacer, esperaban algo de mí; algo que no se estudia en ningún sitio. El tiempo parecía parado, y yo me sabía en uno de los momentos cumbres de mi vida, no como profesor, como maestro.
Aquel niño, que había mostrado ante sus compañeros y ante mí la herida más honda de su corazón de once añitos, mantenía la mirada fija en su redacción, envuelto en el silencio de sus compañeros. No sé si lloraba.
Entonces le dije con toda el alma, con un nudo en la garganta, gracias, muchas gracias, y pronuncié su nombre con todo el cariño que pude. Y le di la palabra a otro compañero. Y continuó la clase.
Nunca olvidaré aquel momento. Recuerdo perfectamente el aula donde sucedió, y donde estaba sentado el chaval. Recuerdo el inmenso respeto con el que sus compañeros acogieron su dolor. Recuerdo la imperiosa necesidad que sentí de estar a la altura de la situación, no ya en ese momento, sino en el resto del curso, en el resto de mi vida como profe.
Por eso hoy quiero rendir homenaje con esta historia a todos los niños que, a lo largo de los años, han llenado mi vida con la suya, y de un modo muy especial, a todos los que sé que han sufrido y sufren porque los adultos con los que viven no están, ni de lejos, a su altura, a la altura de su dignidad.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Día de recuerdos y esperanza.



Hace hoy 63 años que abrí los ojos al mundo. Era el año 1955 y según mi madre, con quien he podido almorzar hoy, hacía mucho, mucho frío. ¡Qué bonito! Como bonito ha sido el regalo que la madre naturaleza me ha hecho hoy, un día gris, fresco  y tormentoso.
Sí, ha sido el regalo perfecto porque un día azul y tibio, de esos que en otoño curan el alma de casi todo, hubiese sido un regalo envenenado, pues no hubiera podido disfrutarlo como quiero.
Así ha estado mejor. En casa, junto al fuego, oyendo llover y pensando en lo bueno que es esto para los campos y los montes, para mis campos y mis montes…
Gracias pues por esta lluvia y estos truenos. Y gracias a todos los amigos que de distintas formas, unas más tecnológicas que otras, me han hecho llegar su felicitación, diciéndome así que se acuerdan de que existo y de que en su vida hay un trocito para mí, como en la mía lo hay para ellos, quizá más grande de lo que algunos se puedan imaginar.
Amigos presentes de mil formas, cada uno con la suya. Cielo gris, lluvia, el fuego encendido en el hogar. Recogimiento, recuerdos, esperanza…
Así es este 15 de noviembre para mí por el que le doy gracias a Dios, a mis padres por darme la vida, a Isabel por colmarla de sentido, a toda la gente que me quiere por darle calor, y a todos los que hoy, por el motivo que sea, se han acordado de mí, por eso, por acordarse.

¡¡¡Gracias!!! Y que siga lloviendo.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Mundos irreales.


Jugueteando a ratos con photoshop creo mundos imposibles, irreales, que surgen de combinar imágenes reales, cotidianas, a menudo anodinas. La tecnología me abre unos horizontes donde los límites los pone mi propia creatividad.
Comparto seis de estos montajes que he encontrado reorganizando esas carpetas perdidas en el ordenador; perdidas al igual que esos escritos o fotos que pueden permanecer olvidados durante años en una mesa de despacho o en un armario, y aparecen un día en el que buscábamos otra cosa.


Alma.

Crepúsculo.

Glaciar.

Páramo.

Vida.

Vienen.

martes, 13 de noviembre de 2018

Receta. Manzanas a la romana.



Esta receta no es mía. La descubrí en un libro que me regaló Isabel, de nombre Recetas con historia, de Ángeles Díaz Simón. Si os gusta la cocina y la historia, como es mi caso, es una gozada “jugar” con él. Pero bueno, vamos a ello.

Ingredientes:

Manzanas.
Nueces.
Piñones.
Miel.
Pimienta negra molida.

Asaremos las manzanas al horno una media hora más o menos. Cuando ya están blanditas, las cubriremos con piñones y la nuez picadita. Dos o tres minutitos más de horno, las sacamos, las regamos con miel y las espolvoreamos con la pimienta. ¡Fácil! ¿no?
Es una receta típica romana. Era este uno de los postres preferidos por nuestros antepasados que nunca faltaba al final de un buen banquete. Nosotros podemos, como harían ellos, introducir variantes, como cambiar las nueces por avellanas o almendras, por ejemplo, o no echarle miel si no nos gusta o si no las queremos tan dulces.
Pero la idea está clara, ¿verdad? Pues a disfrutar este postre sano y clásico, muy clásico.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Carta abierta al señor alcalde de Valencia.



Señor alcalde:

No arrastres la silla, que bajo viven. Era esta una de las frases que recuerdo de cuando yo era pequeñito. Se trataba de pensar en los del segundo piso. Se trataba de respeto; de respeto a los demás.
Crecí con la convicción de que el respeto es esencial para vivir en sociedad, y siempre he intentado respetar a los demás aunque, en ocasiones, los demás no me hayan respetado. Y entonces me he defendido o me he ido, pero no he respondido con otra falta de respeto. Al menos es lo que he intentado.
Mire, señor alcalde, estaremos de acuerdo en que, en primera instancia, una bandera no es más que un trozo de tela de colores, pero usted sabe que es eso y mucho más, porque tiene categoría de símbolo. Y detrás de los símbolos siempre hay personas para las que esos símbolos son importantes, se identifican con ellos, les gustan incluso los aman, les resultan entrañables, tienen sentido en sus vidas…
Tenga usted claro que cuando ese humorista se sonó con la bandera española, no sólo estaba haciéndose propaganda gratuita, sino ofendiendo a miles y miles de personas. Sé que usted lo sabe; sabe que el objetivo del individuo con esa acción no es más que hacerse de notar para aumentar el número de espectadores, porque para él debe ser que la “pela es la pela” al margen de cualquier principio moral.
¡Bueno! Hay gente así, demasiada, gente a la que nadie le dijo nunca no arrastres la silla que bajo viven. Y ante eso poco podemos hacer. Pero usted no es cualquiera, como ese individuo, es el alcalde de la ciudad de Valencia, de todos los que viven en la ciudad de Valencia, y debe saber que a un buen número de sus vecinos, no sólo a los que militan o simpatizan con España 2000, les ha molestado en mayor o menor medida la estupidez del graciosillo y listillo de turno.
Y es lógico que se sientan molestos, porque la bandera española, establecida democráticamente por la Constitución, es el símbolo del país en el que viven y al que muy probablemente, cada uno a su manera, aman.
Por eso señor alcalde, ofrecer instalaciones municipales, que no son suyas, son de todos, para que el individuo en cuestión siga con su campaña de autopromoción, es una absoluta indecencia, pues agrava la ofensa y lo que es peor, le da cobertura institucional.
A usted, por lo que veo, nunca tampoco nadie le dijo no arrastres la silla que bajo viven. Le dirían, si los de abajo no son de tu cuerda, arrastra las sillas que quieras, cuantas más mejor, ¡que se jodan!
Ni es usted el alcalde de todos los valencianos, ni tiene usted un criterio moral suficientemente maduro que le permita distinguir entre respeto y libertad de expresión. A la vista está. Aunque, a decir verdad, eso le pasa a muchos de nuestros políticos.
Porque mire usted, no se puede amparar en la libertad de expresión el hecho de sonarse públicamente con la bandera española. Eso es, simple y llanamente, una falta de respeto, no a un objeto, sino  a todas las personas que sí respetan ese objeto, porque para ellos, y están en su derecho, significa algo. Para mí, sobre todo, significa democracia. Y si democráticamente se cambiara por otra, le tendría el mismo respeto, porque seguiría significando democracia y representando a mi país ante el mundo, como la que ahora tenemos.
Lamento su actuación, señor Ribó. No es ese el camino para llegar a buen puerto. Más bien es un camino que nos devuelve a puertos pasados. Porque, mire usted, con el tema del respeto, como con otros muchos, o jugamos todos, jugamos todos a respetarnos, o habrá quien quiera romper la baraja. Y por estas tierras ya hemos roto demasiadas barajas.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Ayer pasamos de los 500.



Pues sí; ayer pasamos de los 500 litros. Cayeron 17 de un modo pausado, como debe ser, y eso hizo que en este año haya recogido, de momento, 515. Y eso es 30 litros por encima de la media de los últimos 19 años que es de 485 litros por metro cuadrado; y aún queda gran parte de noviembre y todo diciembre.
Esto es bueno, muy bueno, y se nota en el monte que está absolutamente espectacular, verde, exuberante. Se nota que hay agua, y el agua es vida. ¡Qué vivo está el monte este otoño!
En los breves paseos que puedo hacer esta temporada trato de dejarme inundar por esa vida. El cielo azul, a menudo gris; la tierra húmeda y mullida; los pinos, los tomillos, los romeros limpios y sanos; los caminos con charcos reflejando el cielo. Y si cierro los ojos, inspiro el aire fresco perfumado por los aromas de la tierra y de las plantas. Y todo esto envuelto en la luz de otoño, la luz más bella de todo el año.
Hace casi una década que no teníamos un año así. Si valoráis la naturaleza, si os gusta el monte, no os lo perdáis.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Pedrito, ¿ya tienes sitio para mï?



Me he resistido a hablar sobre el tema de la exhumación de los restos de Franco, pero no me aguanto más, hablaré. La detención del supuesto francotirador que iba a atentar contra Sánchez me ha llevado a ello.
Personalmente no le pegaría un tiro al nuevo inquilino de la Moncloa, pero sí le diría, con todo el respeto, que es un sinvergüenza y un torpe, entre otras lindezas. Y quede claro que lo digo en el sentido literal de estos adjetivos, no como insulto, aunque no niego que muchas veces me apetece mucho insultarle.
Sinvergüenza porque hay que tener muy poca vergüenza para seguir utilizando la herida de la Guerra Civil y sus consecuencias para comprar las voluntades de toda esa pobre gente que sigue viviendo en el resentimiento y el rencor, bien porque sufrieron en carne propia el horror, gente mayor; o bien porque han sido adoctrinados en el espíritu de la revancha, gente joven. Sabe el señor Sánchez que seguir hurgando en la herida le reporta pingües beneficios. Y esto es de ser un sinvergüenza. Sacar provecho del dolor ajeno no superado y de la triste transmisión de ese dolor a las nuevas generaciones.
Y torpe, porque además no lo hace bien. Porque levanta la liebre para no pegarle un tiro. Porque lo ha hecho y lo sigue haciendo tan mal, que no sabe muy bien qué diablos hacer con lo que quede del dictador, como tanto les gusta llamarle. Y la situación resulta patética, ridícula, hasta cómica. ¿Qué hacemos con el muerto 43 años después? Yo creo que algunas noches se le debe aparecer en sueños preguntándole, ¿Pedrito, ya tienes sitio para mí?
Visto desde fuera y sin apasionamientos, es esto la prueba más clara de la utilización partidista de la historia en beneficio de intereses muy miserables, pero con tanta torpeza que el resultado es que Franco está ahora más vivo que lo ha estado en muchos años.
Habría que recordarle al señor presidente un refrán: el mejor desprecio es no hacer aprecio.; y un versículo de la Biblia, aunque le dé repelús: dejad que los muertos entierren a sus muertos.
Sí señor Sánchez, sí; su preocupación y prisa por desenterrar a un muerto para volverlo a enterrar en otro sitio más acorde con su “infinita maldad” se vuelve contra usted. Por seguir hurgando con fruición en la vieja herida, por no saber qué hacer con las consecuencias de esa deleznable y malsana obsesión, usted está muerto para construir un país reconciliado definitivamente, como lo estuvo Franco.
En fin, acaben pronto con esta tragicomedia absurda y permítanos vivir sin Franco. Métaselo donde le quepa, con perdón, pero déjelo, de una puñetera vez,  en los libros de historia, que ella, entonces, lo juzgará. Y métase usted y su socio en ellos lo antes posible, sean pronto sólo historia, porque nos están robando el futuro. También a ustedes les juzgará.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Receta. Guisado rápido de muslos de pollo.

Quiere ser un muslo de pollo.


Esta recetita permite preparar un plato sabroso, barato y fácil. Es ideal para cuando apetece un guiso y no se tiene tiempo o ganas de hacerlo.

Ingredientes para dos o tres personas:

Diez muslos de pollo.
Tres ramitas de apio con sus tallos.
Un bote pequeño de tomate triturado.
Un tetrabrik de medio litro de crema de setas.
Dos pastillas de caldo de carne.
Medio litro de vino blanco y medio de agua.
Cuatro o cinco hojas de laurel.
Una cucharada sopera de aceite de oliva.

Empezaremos por sofreír el apio cortado a trocitos. Cuando coja color añadiremos el tomate que dejaremos freír también. A continuación verteremos la crema de setas y el vino blanco, y removeremos bien la mezcla durante tres o cuatro minutos. Entonces pondremos los muslitos, el laurel y las pastillas de caldo. ¡Y ya está!
No nos quedará más que vigilar la cocción, que puede durar unos veinte minutos, removiendo con frecuencia ya que el guiso espesa pronto. Y este caldo espesito, casi crema, acompañará de maravilla a los muslitos y llamará a gritos al pan, pues está muy, pero que muy bueno.

lunes, 5 de noviembre de 2018

"...los árboles amarillos, seguros de verdecer..."



Me resulta confortable y acogedora esta tarde lluviosa y gris de otoño. Y siento cómo la misma agua que cae sobre la tierra y los montes cae sobre mí limpiándome de tanto polvo cogido en el camino. Y no puedo evitar volver una vez más a ese libro tan querido para mí, tan entrañable, Platero y yo, y buscar entre sus páginas, mil veces leídas, los ecos suaves del otoño. Y los encuentro.

Ya el sol, Platero, empieza a sentir pereza de salir de sus sábanas, y los labradores madrugan más que él. Es verdad que está desnudo y que hace fresco.
¡Cómo sopla el Norte! Mira, por el suelo, las ramitas caídas; es el viento tan agudo, tan derecho, que están todas paralelas, apuntadas al Sur.
El arado va, como una tosca arma de guerra, a la labor alegre de la paz, Platero; y en la ancha senda húmeda, los árboles amarillos, seguros de verdecer, alumbran, a un lado y otro, vivamente, como suaves hogueras de oro claro, nuestro rápido caminar.

Y me dejo envolver por ellos, por esos ecos, saboreando cada palabra, viendo con los ojos del alma, que son con los que mejor se ve, la belleza de la vida, el paso imparable del tiempo hacia un horizonte de esperanza: “los árboles amarillos, seguros de verdecer, alumbran a un lado y otro…”

viernes, 2 de noviembre de 2018

No te rindas.



Desde mis Pirineos me ha enviado mi hermano un fragmento de un poema atribuido a Mario Benedetti, aunque según dicen, no es suyo. Parece ser que no se conoce al autor. Pero da igual, está lleno de palabras que en ciertos momentos de la vida necesitamos creer las personas. Se titula No te rindas.

No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.

Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños

Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.