FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 31 de agosto de 2021

La noche antes de volver al cole.


Quiero compartir un bonito poema de Gabriel Celaya, justo la noche de antes de que los profes, las “profas”, las seños, los seños… ¡los maestros! vuelvan a los colegios.

Importante y difícil es la tarea de educar, y más en los tiempos que corren, y no solo por la pandemia. Educar respetando siempre la dignidad y la libertad de los niños y jóvenes; sin manipular, sin intoxicar sus mentes, sin envenenar sus almas…

Para todos los que lo hacéis así, ahí va el poema.


Educar es lo mismo

que poner motor a una barca…

hay que medir, pesar, equilibrar…

…y poner todo en marcha.

 

Para eso, uno tiene que llevar en el alma

un poco de marino…

un poco de pirata…

un poco de poeta…

y un kilo y medio de paciencia concentrada.

 

Pero es consolador

soñar mientras uno trabaja,

que ese barco, ese niño

irá muy lejos por el agua.

 

Soñar que ese navío

llevará nuestra carga de palabras

hacia puertos distantes,

hacia islas lejanas.

 

Soñar que cuando un día

esté durmiendo nuestra propia barca,

en barcos nuevos seguirá

nuestra bandera enarbolada.

Sorprendente y significativo.


Hoy, último día del mes, quiero compartir algo que me resulta sorprendente y muy significativo. Hablo de las conocidas como intenciones del Papa, y para este mes de agosto era la siguiente:

Recemos por la Iglesia, para que reciba del Espíritu Santo la gracia y la fuerza para reformarse a la luz del Evangelio.

            Francisco dice que la Iglesia debe reformarse a la luz del Evangelio, y para eso necesita la fuerza y la gracia que sólo puede darle el Espíritu Santo. Y por eso nos pide que recemos.

            No quiero decir nada más; sólo os invito a que penséis en eso de reformarse a la luz del Evangelio con la ayuda del Espíritu Santo, de Dios mismo. Y lo dice el Papa. Ni más ni menos.

lunes, 30 de agosto de 2021

Una historia perruna.

Andaba yo este verano por uno de los valles altos de Bielsa, el de Pinarra concretamente, camino a una de las cimas de la zona que más me gusta. No había amanecido aún, y  con el frío y la luz incierta de esas horas, solo y en silencio, iba ganando altura por el sendero hacia el collado donde debía tomar la cresta para alcanzar la montaña del día.

El collado del que hablo es una estrecha brecha que da paso a la vertiente norte, la “belle France”. Y justo cuando lo franqueaba, unos ladridos me alertaron de que en los pastos próximos había un rebaño de ovejas. En efecto, dos mastines me habían visto y venían ladrando hacia mí.

Regresé raudo a la vertiente sur, de donde venía, esperando que con el aviso tuvieran suficiente. El problema era que por allí había un tramo, desconocido para mí, antes de llegar a la zona de trepa; siempre había ido por la vertiente norte, más fácil, pero dadas las circunstancias busqué cómo pasar por allí y lo logré, caminando con cuidado por una estrecha cornisa.

Y cuando me faltaba poco para alcanzar la chimenea por la que tenía que ascender, para mi sorpresa, vi como uno de los mastines había llegado al collado y venía hacia mí por la cornisa.

No era cuestión de echar a correr por allí, pues me habría alcanzado él a mí antes de que yo llegara a poder empezar a trepar; así que me quedé quietecito pensando, sea lo que Dios quiera, ¡qué le voy a hacer!

Pero la verdad es que no tuve demasiado tiempo de asustarme, porque pronto intuí que el animalito no tenía malas intenciones. Venía moviendo el rabo, calladito y sin correr, y en cuanto llegó a mí, acercó su enorme cabezota a mis piernas y empezó a hacerme carantoñas a las que yo respondí acariciándole el lomo, el cuello y la cabeza.

No hacía mucho que el sol iluminaba las montañas, y me vi a mí mismo, en aquella estrecha cornisa, con mi mochila y mi bastón, acariciando a un mastín mientras nacía un nuevo día. Me pareció una escena preciosa.

Relajado y contento por el desenlace de la historia, me despedí del amable chucho, capaz de enfrentarse a un oso o a una manada de lobos por defender a su rebaño, diciéndole en francés “allez, allez chuché; très heureux de te connaître”, pero él se quedó allí, viendo como alcanzaba la chimenea y empezaba a trepar por ella. Un momento después, ya desde la cresta, vi cómo volvía a su trabajo.

Encuentro inesperado, un punto inquietante y con un final feliz.

Vertiente sur.

Vertiente norte.

La brecha.

El rebaño.

La montaña. Pic de Morioules de 2563 metros.

 


domingo, 29 de agosto de 2021

Parece que lloverá; parece.

¡Ojalá no tenga que decir eso de mi gozo en un pozo hacia el fin de semana! Parece que las previsiones de todos los modelos que consulto apuntan a lluvias hasta el jueves. Cantidad de precipitación y lugar, ni se sabe; el este de la península, “ahí es ná”.

Lo que sí parece claro es que las temperaturas se suavizarán no llegando a los 30, lo que es un alivio. Y los vientos seguirán de levante, otro alivio. Además, el sol no parece tener intención de castigarnos demasiado.

En cuanto al próximo fin de semana, me temo que volverá el verano, pero parece que lo hará de un modo humilde y tranquilito; es de agradecer.

Esto es lo que se ve hoy. Veremos en qué acaba la fiesta.


No estaba agostado.


Por fin, ahora sí, parece que voy a retomar el blog con normalidad; los altos riscos me han tenido ocupado, prácticamente, durante todo el verano. Y lo hago compartiendo la alegría que me produjo ayer por la tarde mi primera visita a los montes que tenemos cerca de casa, las montañas “Zerkadekasha”, podríamos llamarlas.

Este año no estaban agostadas. Los pinares, de un verde intenso y sano, se recortaban contra el cielo azul. El romero, esplendido, decoraba las laderas. Las higueras silvestres regalaban sus higos a quien quisiera cogerlos. Había charcos, y humedad en las umbrías…

No parecía que estuviéramos a finales de agosto excepto por el calor rotundo que me acompañó hasta el atardecer. Además, la perspectiva de una semana lluviosa me alegra más todavía, y me tranquiliza no poco.

Cierto es que hemos de lamentar el desastre de Azuébar, en la sierra de Espadán, que se ha llevado por delante unos parajes preciosos con algunos rincones idílicos que ya no podremos disfrutar. Por eso, por el miedo a desastres como este, me alegra más todavía que haya llovido y que vuelva a hacerlo pronto.

¡Y que pase pronto el verano! Aunque bien pensado el verano es, después de todo, inocente. Los culpables somos nosotros por no cuidar, como es debido, la naturaleza en la que vivimos y de la que formamos parte, aunque no caigamos en la cuenta de ello.

Pues eso, ¡que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva!...

domingo, 15 de agosto de 2021

Esta vez parece que sí. Semana normalita.

Esta vez sí. Parece que la próxima será una semana tranquila, de verano normalito. Las máximas rondando los 30, las mínimas por arriba de 20, pero no mucho; aunque el lunes aún apretará el calor. Y el viento soplará de levante con algunas oscilaciones.

Lluvias no se ven por ninguna parte; quizá alguna llovizna. Y los cielos, los típicos de verano con viento del mar, pesadotes y feúchos, pero en cualquier caso más deseables que los azules del poniente que tan peligroso es y tanto daño hace.

Y ojito con quejarse de la humedad que, aunque molesta, permite sobrellevar estos calores. Imaginad lo que hubiera sido esta ola de calor con poniente. No quiero ni pensarlo. O sea que a no ser que uno sea egocéntrico, antropocéntrico y egoistón de narices, y le importe un bledo la naturaleza, debe estar agradecido al ambiente “pringoso” de estos días, por muy agobiante que resulte.

Mi cima 3000.


El pasado 27 de julio fue un día muy especial para mí. La ascensión al Tozal de Igüerra, de 1956 metros, humilde montaña del valle de Gistaín, era mi ascensión 3000, contando solo las de Pirineos y Alpes, sin que ello suponga el más mínimo desprecio por las montañas valencianas que tanto estimo también y por las que hoy, con esta ola de calor, estoy preocupado.

Fue la primera el Puigmal, el 20 de julio de 1975, en un viaje familiar a Nuria. La subí con mi hermano sin saber muy bien a dónde iba. Tenía 19 años. Y no sé por qué, empecé a anotar escrupulosamente, primero a mano y luego ya en el ordenador, todas las que desde entonces fui ascendiendo, consignando la altura, la fecha, el tipo de ascensión (montaña, esquí, raquetas, escalada), y las personas con las que iba.

Hoy es una impresionante base de datos, en Access, que tiene la capacidad de encender la nostalgia por una parte, y las ganas de volver a aquellas tierras por otra, y además me facilita encontrar las miles de fotografías que he ido haciendo a lo largo de los años, pues están enlazadas a ella.

Subí con Isabel y nuestro amigo José Luis. La llegada a la cumbre, bajo un cielo gris y con viento frío, ante un panorama impresionante hacia los cuatro puntos cardinales, fue, como no podía ser menos, muy emotiva, como otros momentos que tuvo el día.

¿El sentimiento principal? La gratitud. A Isabel que me ha acompañado siempre, a veces hasta la cima, otras desde el valle; que nunca me ha quitado la libertad de ir y venir por los montes mostrándome así un inmenso respeto y una gran confianza; que incluso en los momentos duros y difíciles, que los ha habido, me ha animado e impulsado a permanecer fiel a mi vocación montañera.

A José Luis, y con él a tantos amigos con los que he sido, hemos sido felices en las montañas a lo largo del tiempo que he tardado en llegar a mi cima 3000. También a ellos les estoy profundamente agradecido. Por acompañarme, por entenderme, por respetarme, por perdonarme esos defectos que todos tenemos y que en la montaña suelen verse más claros.

A ellas, las montañas, que han sido para mí una lección de vida, una fiesta, un refugio, una filosofía, un lugar de reposo, de encuentro conmigo mismo, con los otros y con Dios.

Y a Dios mismo, que de una forma que nunca acabo de entender plenamente, pero que con el paso del tiempo veo cada día con más claridad, ha estado muy cerca de mí, mucho más de lo que puedo imaginar, en todas y cada una de las ascensiones, y en algunas de un modo que no sabría explicar… Si es cierto que las montañas son el lugar natural de encuentro del hombre con la divinidad en todas las culturas, puedo decir que eso en mi vida ha sido verdad. ¡Cuántas veces, en una cima, me han venido a la mente las palabras de Pedro en el monte Tabor! Señor, por qué no hacemos tres tiendas…

También recordé a todos aquellos con los que gocé en las montañas y no están ya entre nosotros. A mis padres, que me enseñaron a amar la naturaleza y me llevaron de niño a los Pirineos, que me dejaron deslumbrado. A esos amigos que ya hicieron su última ascensión…

Sí, fue un día muy especial, al que puso el broche de oro una entrañable eucaristía celebrada por José Luis en la iglesia de Bielsa, y unos dulces con velita de “cumplecimas” tras la cena en el hotel, con cava, como no podía ser menos.

Tres mil cimas. Toda una vida.


Comparto a continuación, no sin cierto rubor por lo halagadora, la “versión” de aquel día que nuestro amigo José Luis publicó en su blog Umbral de Zona.

Hoy he subido, acompañando a mis dos amigos, Isabel y Jesús, a la cima del tozal de Iguerra, en el valle de Gistain, y que hace la cumbre número tres mil que mi amigo Jesús ha alcanzado y que comenzó  siendo un adolescente. Su primera gran cima fue la del potente Puigmal que ascendió con su hermano desde el valle de Nuria y casi sin enterarse. Las ha sabido contabilizar desde el principio y una a una, y sólo cuenta las cumbres a las que ha subido en Pirineos o en Chamonix. No computa las muchas ascensiones que ha hecho en las montañas de la Comunidad Valenciana.

Ha elegido para llegar a ese número casi imposible para muchos de nosotros (acomodados más bien a nuestros sofás) una montaña de fácil acceso, pero magníficamente situada y la ha escogido en atención a nosotros, su esposa y yo, ahora ya nada expertos. La perspectiva que contemplábamos en su cumbre es soberbia: los macizos del Cotiella, -desnudos gigantes de roca caliza-, la lejana cara norte de la Peña Montañesa, el altivo macizo del Posets y los Eriste, el collado de la Cruz de Guardia, las vertiginosas paredes del Maristás y al fondo, todo el valle de Gistain con sus verdes laderas pobladas de bordas.

Mi amigo Jesús es toda una maquina preparada para andar en la montaña: su aspecto es de uno de esos “sherpas” del Himalaya, enjuto y todo músculo, y sus piernas parecen poseer un motorcito que automáticamente se echa a subir cuestas. Sin embargo, creo que lo que ha desarrollado más es su mente y su corazón: cada vez él mira más esta sociedad con clarividencia; sabe colocar sus ojos y sus oídos en lo que importa y su alma es más generosa y más abierta en la amistad: un gran tesoro del que disfrutamos todos su amigos.

sábado, 14 de agosto de 2021

Unos paneles interesantes.

En un reciente viaje por el Pirineo francés nos encontramos con estos paneles que comparto a continuación, y que me parecieron muy interesantes. En realidad no dicen nada nuevo para los montañeros, pero sí pueden ser útiles para turistas, senderistas y “deportistas” que, a menudo por ignorancia o por prepotencia, (en esto de la prepotencia, estos últimos son especialistas), se meten en situaciones de mucho riesgo. ¡Que pregunten a la Guardia Civil de montaña si tengo razón o no!

En este primer panel habla de los dos grandes peligros de la montaña, accidentes y meteorología aparte, la deshidratación y la hipoglucemia. Ambos pueden tener consecuencias gravísimas, incluso la de perder la vida. Estar antes de empezar la excursión bien hidratado y bien alimentado es esencial, y mantener la hidratación adecuada y el aporte energético debido durante ella no menos importante. ¡Ojo con las “marranás hiperglucémicas” que ciclistas y corredores han puesto de moda y que son muy perjudiciales para la salud y engañosamente eficaces!


En el segundo nos habla de las condiciones previas para que todo salga bien. Estar preparado físicamente, y yo añadiría psicológicamente, eligiendo con humildad objetivos asequibles (las machadas están de sobra en la montaña); conocer el itinerario utilizando mapas, si se saben usar, o GPS; consultar la meteo, (cosa que mucha gente no hace) y llevar el equipo adecuado.

Respecto a la meteo estoy cansado de ver auténticas barbaridades, como salir a las 11 o las 12 , un día de calor, montaña arriba; o como pasó hace poco, irse a dormir a la cima del Aneto con previsión de tormentas; tuvo que ir la Guardia Civil a rescatarlos.

Destaco también las zapatillas, en rojo y tachadas, del panel. Por muy de moda que esté correr por los montes como si te persiguiera el mismísimo diablo, las zapatillas no son para hacer montaña; como máximo pueden usarse para senderos sencillos y poco más.


Y es que como le dijo hace ya mucho tiempo un Guardia Civil a un amigo, convertir la montaña en un polideportivo es un abuso y un error que provoca muchos disgustos y nos da mucha faena. Pero mueve dinero, ¡claro!


jueves, 12 de agosto de 2021

Buena y valiente decisión.


No parece que vayamos a tener la fiesta tan en paz como desearíamos, pues la ola de calor que no se veía muy clara el domingo pasado nos va a golpear con fuerza desde hoy hasta el fin de semana. No obstante aquí en Ribarroja no se va a notar mucho, aunque si en el interior de la Comunidad.

El gran peligro, calor aparte, son las tormentas secas que traen viento fuerte, muchos rayos y truenos y poca agua, y esto, para el monte y en esta época, es lo peor que puede pasar. Por eso apruebo y aplaudo la decisión del gobierno valenciano de blindar los montes prohibiendo todo tipo de actividad en ellos.

Me parece una decisión valiente y acertada, que espero que ayude a evitar una nueva catástrofe medioambiental, aunque quiero hacer cuatro puntualizaciones.

Primera. No es esta la primera vez que sufrimos una severa ola de calor. Las ha habido peores. Lo que va a suceder es que como los medios de comunicación han entrado a saco en el tema, el personal “tendrá más calor” que otras veces.

Segunda. Quizá no haría falta llegar tan lejos si la gestión de nuestros montes fuera la que debería ser. El abandono de gran parte de ellos es un hecho.

Tercera. Si se toma la decisión que se haga cumplir, utilizando a las fuerzas de seguridad disponibles para ello, ejército si fuera necesario. Prevenir es más barato y eficaz y menos peligroso.

Cuarta. Los periódicos hablan de prohibición de senderismo y acampadas. Muy bien, pero actualmente hay más gente en bici por los montes que andando. Quiero suponer que también estará prohibido el agresivo y dañino ciclismo de montaña. ¿Por qué no hablan de ello los periódicos?

Por lo demás, muy bien esta decisión que se toma por primera vez y que espero que abra las puertas a la posibilidad de tomarla cuando haga falta en el futuro, por ejemplo en “las ponentás”, pues a fin de cuentas esta ola de calor viene con levantes, lo cual es bueno dentro de lo malo.

Ojalá no pase nada y podamos volver a nuestro montes la semana próxima encontrándolos verdes.

Definitivamente, ¡aborrezco el verano!

NOTA: Me trago el título de la anterior entrada.

domingo, 8 de agosto de 2021

Semana de verano normalito.

Una semanita de levantes con temperaturas al alza día tras día sin llegar a los 40 de ayer, pero alejándonos de los deliciosos 26 de hoy. Por lo demás, tranquilidad meteorológica, aunque mañana lunes podría lloviznar o asomarse alguna tormentuela, pero parece poco probable.

Ya firmaba yo para que el resto del verano fuera como esta semana que empieza; lejos de ponientes y con un día fresquito y gris de vez en cuando, porque el final de la estación puede traernos lluvias torrenciales o ponientes devastadores.

Esperemos que tales horrores no acontezcan y tengamos la fiesta en paz.


Una montaña humilde.


Es una montaña humilde, frecuentada por los sarrios, de poco más de 2000 metros, de esas que casi nadie sube nunca. Yo, quizá por eso, y porque su cima ofrece un espectáculo maravilloso, le tengo un cariño especial. Además tiene un secreto que no lo es para quien la conoce.

En lo más alto, y como contemplando el inmenso panorama, hay siempre, en verano, un puñadito de edelweiss. En las montañas que la rodean, más altas, ya no las hay; quizá las hubo en otros tiempos, siendo esta la prueba de que por allí no pasa nadie.

Sin nombre conocido, sin altura significativa, sin senderos de acceso, sin dificultades “motivadoras”, ignorada y despreciada, es para mí, siempre que ando por aquel valle, lugar de reposo y contemplación. Y si voy en verano, me gusta sentarme recostado en la mochila, junto a las flores de nieve, y allí dejarme envolver por la paz, el silencio, la soledad buscada y la belleza.

sábado, 7 de agosto de 2021

Tengo el embalse lleno.


Creo que no había tenido tan “abandonado” el blog desde que lo inicié, pero la causa no es mala sino más bien lo contrario, el no tener tiempo.

Y es que yo, para escribir, necesito tiempo, calma, ordenar las ideas, y este verano, aunque tengo muchos ratos de calma y las ideas bastante ordenaditas, no encuentro tiempo para sentarme ante el ordenador.

Alguien me dijo, y es muy de agradecer, que muy bien que descansara, pero que no lo dejara porque le sirve. Y a mí también, también me sirve, y por aquellos a los que les pueda servir para algo y por mí mismo, no llevo intención de dejarlo.

Lo que me está sucediendo es lo que le puede ocurrir a un embalse que cierra sus compuertas y al que sigue entrando agua. Se va llenando, llenando y llenando…Y abrimos compuertas o soltamos agua por algún aliviadero, (y nunca mejor dicho), para que no reviente.

Y eso es esta entrada, un aliviadero.

Tengo muchas cosas sobre las que escribir. Esbozo algunas de ellas a continuación en espera de poder desarrollarlas.

-Maravillosas ascensiones, sin ver a nadie en todo el día, en un Pirineo lleno de gente. Eso es posible.

-Encuentros al amanecer con sarrios, corzos, marmotas, águilas, buitres…

-Mi cima 3000, con Isabel y nuestro amigo José Luis. Cima humilde pero enormemente significativa. Día inolvidable.

-Desagradables espectáculos de abusos que amenazan gravemente el medio ambiente y ante los que las autoridades miran a otra parte.

-Casual encuentro con un individuo de esos que salen en la tele y al que me hubiera acercado, no para pedirle un autógrafo, sino para soltarle un sopapo.

-La experiencia de ser discriminado en un restaurante por ser español. Muy interesante.

-Una foto, vista por casualidad, del presidente del Gobierno en bañador mientas los médicos se han quedado sin vacaciones.

-Los continuos, ridículos y patéticos ataques al lenguaje, consecuencia directa de la incultura y el fanatismo.

-El mapa del COVID en Europa, con España en rojito. ¡Y es que somos los mejores!

-Gente justificando los excesos de la juventud porque "están perdido sus mejores años". Como si nadie más perdiera nada y fuera verdad eso de que "son sus mejores años".

-Hosteleros agobiados, cansados, asustados, poniendo al mal tiempo buena cara.

-La voz del papa Francisco, voy que clama, no en el desierto, sino en medio de una estruendosa algarabía irracional y vacía de sentido.

Y mucho más, muchísimo más. Tengo el embalse lleno, por eso escribo esto, para “aliviar” un poco. A ver si encuentro huecos para ir abriendo compuertas.

           Por cierto, este calor de hoy durará poco. A Dios gracias.