Hace
ya algún tiempo un buen amigo me brindó la posibilidad de entrar en política.
La verdad es que le agradecí el hecho de que me considerara útil para la
sociedad, y tuve fugazmente la tentación de aceptar.
No lo
hice, y el paso del tiempo me ha confirmado que la decisión que tomé era, en mi
caso, la acertada. Yo no podría jamás entrar en el juego político por varias
razones.
Una de
ellas es mi sentido de la ética. Para mí es importante que la conducta se
adecúe a unos principios morales en los que creo firmemente. Creo en valores
absolutos. Otra es mi forma de entender la autoridad y el poder; sólo los veo
legítimos si se ejercen como servicio. También es importante mi honda
desconfianza en las palabras; creo en los hechos. Así mismo creo que el político debería buscar
puntos de encuentro con sus “adversarios” para dejar de verlos como tal, y
acabar trabajando como colaboradores por el bien común. Y detesto lo que ha
venido a llamarse lo políticamente correcto; por ejemplo me niego a decir
ciudadanas y ciudadanos, alumnos y alumnas, compañeros y compañeras…
Por
otra parte, ese paradigma sobre el que gira la política, al menos en España, de
las derechas y las izquierdas, permanentemente enfrentadas, no puedo asumirlo
porque es falso, radicalmente falso. Además de nocivo para la vida política y
social hasta el punto de abocarnos a una suerte de bucle interminable que no nos
deja mirar hacia adelante y que condena a las nuevas generaciones a repetir los
tristes errores de las pasadas. Es como una maldición.
Por
todo esto y mucho más no puedo entrar en política. Sin embargo me reconozco
como “animal político”, por eso, desde fuera, la sufro, aunque no siempre en
silencio. Hablo y me desahogo cuando puedo y donde puedo.
Pero no, yo
no puedo entrar en ese avispero, mas admiro a quienes desde la honestidad y el
deseo de servir a los demás sí que se meten en él, como hizo mi amigo. Los
admiro y los respeto, pues pienso que les debe resultar muy difícil nadar por
esas aguas a las que yo no me decidí a lanzarme. Como máximo escribo de vez en
cuando en este blog, y lo confieso, no escribiendo muchas veces lo que
escribiría si me supiera en una sociedad realmente libre.
¿Y a
santo de qué viene esta entrada hoy? Vosotros veréis.
una pena por que la politca esta necesitada de personas con una gran etica Pero no es nuevo los mo mentos que vivimos ya se han vivido en otras epocas y se segiran
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