Cristina
de Arteaga, monja de la Orden de San Jerónimo, nacida en septiembre de 1902 en
Zarauz, fue también historiadora, escritora y poeta. Ahora estaría muy de moda
si no fuera porque fue monja…
Pero
eso es harina de otro costal. Hablo ahora de ella porque esta mañana he leído
un poema suyo que me parece precioso. Ya lo conocía, pero ya sabéis lo que pasa
con la literatura, sea oración o no; un mismo texto puede tener connotaciones
muy diferentes según el momento en que lo leamos.
Creo
que no hacen falta más preámbulos. Aquí lo tenéis.
Mis
ojos, mis pobres ojos
que
acaban de despertar
los
hiciste para ver,
no
sólo para llorar.
Haz
que sepa adivinar
entre
las sombras la luz,
que
nunca me ciegue el mal
ni
olvide que existes tú.
Que,
cuando llegue el dolor,
que yo
sé que llegará,
no se
me enturbie el amor,
ni se
me nuble la paz.
Sostén
ahora mi fe,
pues,
cuando llegue a tu hogar,
con
mis ojos te veré
y mi
llanto cesará. Amén
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