FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

jueves, 23 de julio de 2020

¡Comamos conguitos!



Un servidor, sin vergüenza ni rebozo, iniciaría una campaña, si tuviera poder para ello, en favor de los conguitos y la empresa que hay detrás de tan conocido y simpático dulce.
Me quedé estupefacto cuando escuché por primera vez que eso de los conguitos era racismo. Tras la estupefacción vino el golpe de calor ocasionado por la rabia que me da descubrir que hay gente que piensa semejante sandez y además se atreve a hacer campaña de ello.
Entiendo que se tiene que ser muy, muy, muy, muy imbécil, superficial y ridículo para decir que llamar conguitos a los conguitos, es racismo. Y sí, los insulto, y con ganas y vehemencia, porque estoy ya muy harto de escuchar gilipolleces, que se exhiben y airean sin pudor alguno, ni respeto a nadie ni a nada, y tener que callar o responder siempre moderada y sesudamente.
Sí, decir eso es una imbecilidad, y quien lo piensa gilipollas. ¿Qué pasa? Hasta el moño estoy de oír tonterías, que a la postre no lo son, porque acaban calando y creando una sociedad tan políticamente correcta, tan mona en ella, tan edulcorada, que da nauseas.
El racismo es algo muy serio y muy grave, porque ha generado y genera sufrimiento a millones de personas; porque ha costado mucha sangre; porque la lucha por abolirlo ha sido una impresionante epopeya, de las más justas y dignas de la historia de la humanidad.
Y meter en esa formidable aventura que ha sido y es la lucha contra el racismo, el tema de los conguitos, es de mentecatos, de necios. Es un insulto y una falta de respeto a todos los que han dado su vida en esa lucha.
A los habitantes del Congo, ahora República Democrática del Congo, que son negros, no creo que les moleste que nos endulcemos en España con esas  bolitas llamadas conguitos; como no creo que a un gitano le moleste que comamos deliciosos brazos de gitano, sin ser antropófagos, ¡claro!, porque en ese caso sí le molestaría. Y he dicho negro ¡eh!, sin miedo. No veo racismo tampoco en llamar al negro, negro; al blanco, blanco; al moro, moro; al gitano, gitano, siempre que lo hagamos como constatación de una realidad y con absoluto respeto. La palabra es una herramienta; el que la utiliza es el responsable de cómo la utiliza, no la palabra en sí.
Volviendo al conguito. No tendría yo problema que en Holanda, por ejemplo, hubiera un pastelito de tomate y plátano, por eso de la bandera, al que llamaran españolito. No vería ofensa, ni asomo de racismo; y eso que no les caemos bien. Y mucho menos si está bueno y es deseado, como el conguito o el brazo de gitano.
¡Ya está bien de tonterías, por Dios! ¡Ya está bien! De verdad os lo, digo. Compremos conguitos, muchos. Inventemos recetas con conguitos. Aunque sólo sea por dignidad, y por el respeto debido a todos los que han luchado y luchan contra el racismo. Por respeto a todas las víctimas que esta triste manifestación de la miseria humana ha provocado a lo largo de la historia.
¡Comamos conguitos!

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