He
andado muchos caminos, como diría Antonio Machado y quizá por este, entre otros
motivos, los tengo en particular estima. Y ahora estoy asistiendo, desolado, a
un continuo proceso de destrucción de este patrimonio natural, histórico y
cultural tan poco apreciado por la inmensa mayoría.
Nadie
sale en su defensa. Ni autoridades, ni ecologistas, ni tan siquiera los clubs y
federaciones que agrupan a quienes los frecuentan. Y esto me sorprende y me indigna. ¿Por qué
nadie levanta la voz ante un daño tan claro e irreversible?
Hoy,
con una foto muy ilustrativa que hice el año pasado voy a volver a denunciar,
una vez más, a uno de los dos grandes enemigos de caminos y senderos; los
chuloputas y las chuloputos que andan corriendo por los montes a lo recto,
atajando a diestro y siniestro, para llegar antes no sé a dónde ni para
demostrar qué.
En la
foto, hecha en el valle de Benasque el año pasado, se ve un pequeño tramo del
sendero histórico que baja del Portillón a la Besurta y el refugio de la
Renclusa, en el itinerario al Aneto desde Luchón. Naturaleza, historia y
cultura se unen esta antiquísima ruta en proceso de destrucción.
Observad
el sendero que traza a la derecha de la foto una bonita curva y que ha
permanecido tal cual cientos de años. Los imbéciles de ahora, para ahorrarse esa
breve curvita cortan a lo recto. El resultado es el que veis. El atajo, al
seguir la línea de máxima pendiente facilita la erosión provocada por el agua
de la lluvia y el deshielo; y como además siguen transitándolo, el proceso se
acelera, rompiendo en pocos años sendero y la ladera. Fijaos en el firme del
sendero, tiene como he dicho cientos de años, y el de los dos atajos que tiene solo
unos pocos años. Creo que está claro.
Y esto
en un Parque Natural. ¿Alguien hace algo por evitarlo? Ya lo he dicho. Nadie.
Ni un miserable letrero advirtiendo que eso no se hace. Ni un indicio de
reparación de los daños ya causados. Nada de control ni vigilancia. Y repito,
en un Parque Natural.
Sucede
lo mismo en el Parque Nacional de Ordesa; en los caminos que salen del
Balneario de Panticosa, la mayoría irreconocibles; y aquí en Valencia, en los
senderos del Parque Natural de la sierra Calderona, por ejemplo. La lista sería
interminable.
Y el
otro gran enemigo es la plaga de las bicis de montaña de la que ya he hablado
muchas veces, plaga que va a más de un modo avasallador y descontrolado,
provocando en miles de kilómetros de senderos, daños irreparables.
Por estas
cosas y otras, cuando me hablan de sostenibilidad y de medio ambiente, me
entran ganas de decir y hacer cosas que no queda bien escribirlas en el blog.
Así solo peco de pensamiento, ni de palabra ni de obra.
Da la impresión que tanto el de la izquierda como el de la derecha son atajos que van al camino principal ...
ResponderEliminarEs una de las consecuencias de hacer atajos. No solo facilita la erosión, sino que confunde a la gente que no distingue bien el sendero del atajo. En la foto se ve el sendero (horizontal) bien trazado y sin piedras, mientras que el atajo (vertical) baja directo y está lleno de piedras.
EliminarYo ando en bici de montaña y solo falta que un inbecil me diga por donde puedo andar y a el no.
ResponderEliminarEn esta entrada hablo muy poco de los ciclistas, cuyo impacto en senderos y montes me preocupa. Pero tu anónimo, breve y contundente comentario me da pie a explicar detalladamente, cuando tenga tiempo, una vez más en el blog, por qué sí hay que regular, no prohibir, y urgentemente, esta actividad, ya masiva, de andar en bici por los montes. De hecho, tus palabras, y la actitud que se ve tras ellas me reafirma que el ciclismo de montaña, hoy en día, es un grave problema para el medio ambiente.
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