FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

martes, 14 de julio de 2020

En el pecado está la penitencia.



Dice un sabio refrán que en el pecado está la penitencia. Y es muy cierto. Tanto en el ámbito religioso como en el social y psicológico es cierto. Y casi siempre se nos olvida.
No hace falta un Dios que distribuya desgracias y dolores como penitencia por nuestros pecados, para así purificarnos. Ni que los papás o los profes inventen sibilinos castigos como represalia a las “maldades” de hijos o alumnos, para de este modo educarlos.
No. Ese no es el camino, porque, como he dicho, en el pecado está la penitencia. Es decir en todo aquello que hacemos mal está incluido el precio por haberlo hecho mal. Y esa es la penitencia. No hay más que no impedir que las consecuencias del pecado caigan sobre el pecador.
Porque el mal siempre tiene consecuencias, y esas consecuencias, tarde o pronto, caen sobre quien ha hecho el mal y muy a menudo se extienden sobre quienes no lo hicieron. Porque el mal  se reproduce y se propaga como un virus, y de eso ahora todos sabemos mucho. Y es de esto de lo que quería hablar en esta entrada.
Algunos de los principales rebrotes se han producido en las zonas agrícolas de Huesca y Lérida donde trabajan temporeros, a menudo sin contrato, y viviendo en condiciones muy precarias. Y eso está mal hecho. Eso es pecado, aunque haya quien no lo vea así. Y en ese pecado ha estado la penitencia.
Pero esto mismo está sucediendo a escala mundial. Es mucho más fácil luchar contra “el bicho” desde condiciones de vida sanas, pero hay millones de personas que no tienen esas condiciones, y en ellas crece más rápidamente ese mal que acaba extendiéndose por todas partes. En un mundo justo, donde todos tuvieran acceso a una vivienda digna, a la sanidad, a la educación, a la cultura, esta pandemia habría sido mucho más fácil de controlar y finalmente dominar. Pero esto es pura utopía.
Algún "iluminado" decía que todo esto es castigo de Dios a un mundo empecatado de pies a cabeza. No; ¡no tiene Dios otra cosa que hacer! Más bien pienso que en todo caso se ocupará de ayudarnos a sobrellevar la dura penitencia que, como consecuencia de haber creado un mundo injusto, estamos sufriendo.
De algún modo, todo esto que está sucediendo está dejando muy al aire nuestras vergüenzas, pero no hay que asustarse. Con una maraña de palabras tan altisonantes como huecas y muy políticamente correctas, volveremos a cubrirlas pudorosamente, envolviéndolas en vapores narcóticos en forma de homenajes y otras mandangas, para que todo, al fin, siga como estaba.
Y es que de verdad, en el pecado está la penitencia.

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