FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 22 de agosto de 2020

Ayer hizo 33 años.

Ayer hizo 33 años que Isabel subió su primera cima pirenaica, el Aneto. Cuando hizo 27 años de aquella ascensión, publiqué en el blog una entrada que transcribo a continuación. Y del mismo modo que entonces celebramos con “la dignidad requerida” el acontecimiento, ayer también lo hicimos, con mucha nostalgia, sólo que en casa, que tampoco se está mal.

Hoy hace 27 años que Isabel subió el Aneto. Fue, prácticamente, su primera ascensión pirenaica; luego vinieron muchas más, Maladeta, Mulleres, Vignemale, Puigmal…, toda una vida en los Pirineos.

Íbamos Miguel Ángel, Isabel y yo. La ruta fue dura. Empezamos acampando en el valle de Remuñe, entonces se podía, para bajar al llano del Hospital y de allí subir a la Besurta, donde dejamos pasar una tormenta. Luego, por Barrancs, subimos al Salterillo donde hicimos vivac. Con las primeras luces del día 21 de agosto de 1987, partimos hacia el glaciar por el que llegamos al collado Coronas, a la antecima, y tras cruzar el Puente de Mahoma, a la cima. Después regresamos, por la misma ruta, a Remuñe, corriendo contra otra tormenta que avanzaba por el oeste. Llegamos a las tiendas justo a tiempo, agotados pero felices.

Luego vinieron varios días de mal tiempo que pasamos comiendo, durmiendo, viendo llover desde la tienda, junto al fuego…, solos, Isabel, Miguel Ángel y yo.

Fue una ascensión importante, no tanto porque fuera el Aneto, sino porque Isabel vio que ese mundo que desde siempre le había atraído fuertemente, el mundo de las montañas, no era algo lejano, inaccesible, tan solo literario, sino algo que podía ser real, algo que aquel día se hizo real para siempre.

A mí me cupo el honor de demostrarle esto. Que era posible llegar a ese punto, allá arriba en el cielo, que de un modo misterioso, a ella desde niña, igual que a mí, nos había atraído y nos sigue atrayendo.

Y hoy lo hemos celebrado en un lugar adecuado y con la dignidad requerida.

Subiendo a acampar en Remuñe.
Subiendo a Remuñe para acampar.

El idílico rincón donde acampamos.

El Aneto el día de la ascensión.

Amaneciendo camino de la cumbre.

Ya en el glaciar.

Y seguimos en el glaciar.

El hielo brilla al sol de la mañana. Se ve muy bien La Forcanada.

Grietas en el glaciar. Entonces aún había.

Nos acercamos al collado Coronas.

La cima.

Desde el Paso de Mahoma al norte.

Isabel en la cima.

Yo en la cima.

De regreso, la tienda en Remuñe.

Descansando junto al fuego.

Mal no comíamos.

Y cuando llovía, a la tienda.

A consultar mapas, la guía...

Y a mirar la linterna en el techo, mientras caías en un agradable sopor, oyendo la lluvia.

Y cuando paraba, a avivar el fuego y sentarse junto a él. Hacía frío.

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