A un
gallinero, lleno de gallinas histéricas por la presencia de un zorro que
presienten pero que no ven, y que ya se ha zampado a más de una, me recuerda en
este momento esta España nuestra.
Inexorable
se acerca el otoño, el inicio del curso escolar y la vuelta a la vida laboral
tras las vacaciones, y el “bicho” avanzando sin que nadie le pare los pies. Y
viendo lo sucedido en el verano, cuyos calores se supone que debían haberlo
debilitado, el futuro no puede ser más siniestro.
¿Cómo
reanudaremos el trabajo en empresas y oficinas con brotes por doquier? ¿Dónde
nos meteremos a los niños y jóvenes cuando empiecen a cerrar colegios, si los
abren, porque inevitablemente se convertirán en viveros del virus?
Y
muchas más preguntas sin respuesta podríamos hacernos, por supuesto. Y me
consta que todas estas preguntas nos las estamos haciendo todos, o casi todos.
Pues
bien. Quienes tenían que darnos, si no una respuesta, al menos un proyecto de
respuesta, parecen eso, un montón de gallinas cacareantes, picándose entre
ellas hasta desplumarse, encaramándose asustadas a cualquier sitio alto, y
pringándose, presas del terror, de sus propios excrementos.
La
sanidad por un lado; los jueces por otro; los políticos, a la greña entre ellos
y cada uno a su bola; empresarios y trabajadores ahogados por la incertidumbre;
el mundo educativo sin saber qué hacer, ni cómo, ni cuándo, y no solo en Madrid;
los padres al borde del ataque de nervios y “acojonaos” por la salud de los
chiquillos, por la suya propia, y porque no tienen ni idea de qué harán con sus
hijos cuando se los manden a casa…¿comérselos con patatas? La antropofagia
filial está prohibida.
Y esto
en todas las Comunidades Autónomas que ya no se dividen en históricas y no
históricas, porque ahora son todas histéricas. Ellas mismas no se aclaran y
entre ellas tampoco.
Y el
Gobierno Central “pasmao”, porque aparte de no saber qué hacer, si lo supiera,
no le dejarían hacerlo, por eso de las competencias y demás zarandajas del todo
inútiles y contraproducentes en estos momentos. Y de esto se darán cuenta más
tarde o más pronto, pero para entonces el derrumbe económico será mucho más
grande y habrá habido muchas más víctimas.
¡Ah!
Se me olvidaba. Y los medios de comunicación tratando la situación con el mayor
alarmismo posible, y con toques truculentos siempre que pueden, para alborotar
más aún el gallinero.
¡Ay
señor Sánchez! ¿No quería usted ser Presidente? Ale, pues ya lo es. Disfrútelo,
pero creo que le viene grande el asunto, aunque en su descargo hay que decir
que la ola viene alta.
¿Y aún nos extrañamos que España sea el país europeo que peor ha pasado el verano y en el que más mal van las cosas? A lo mejor es que como somos tan abiertos, tolerantes, inclusivos, ecológicos, democráticos, empáticos, simpáticos, chiripitiflaúticos y tontos del culo, el virus se ha enamorado de nosotros. ¡Quién sabe!
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