FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

sábado, 29 de agosto de 2020

Todos estábamos donde debíamos estar.

Era muy temprano, recién salido el sol tras las montañas, cuando vi la manada de sarrios. En un primer momento, sin demasiada prisa, se alejaron de mí, pero pronto se pararon y mientras unos hacían sus cosas, otros me miraban. Yo seguí avanzando, parecían no tener intención de moverse, por lo que tendría que pasar entre ellos para seguir la ruta hacia las cimas a las que iba.

No es la primera vez que me pasa, y me gusta, me gusta mucho. Quizá sea porque iba solo, en silencio, andando y porque mi indumentaria, siempre en tonos muy discretos, no destaca en el entorno. Y ya sé que es un riesgo, pero es un riesgo que asumo a cambio de experiencias como esta.

Pero cuando ya estaba muy cerca de ellos un grito los espantó y en un santiamén desaparecieron por una vertiginosa ladera. Me contrarió un poco. Busqué al autor del grito y no vi a nadie por ninguna parte. Seguí ascendiendo y poco después descubrí quién había gritado.

Había sido un “grito profesional”. Un pastor, francés para más datos, estaba reuniendo a sus ovejas, dispersas por la montaña para bajarlas al valle. Se acerca el otoño y estaban más de 2700 metros.

Nos cruzamos, nos saludamos, y él siguió descendiendo con sus dos perros que le conducían el rebaño hacia pastos más bajos. Y yo seguí mi camino hacia la cima que se recortaba en un cielo perfectamente azul.

Y desapareció mi contrariedad, porque esa mañana todos estábamos donde debíamos estar. Los sarrios, las ovejas, el pastor con sus perros y yo mismo. Y el que me hubiera espantado a la manada entra dentro del equilibrio natural de la montaña. Equilibrio entre el pastor y el montañero; entre los perros, las ovejas y los sarrios. Un antiguo equilibrio que, elementos extraños, están rompiendo.










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