FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 23 de julio de 2017

Gracias por compartir conmigo vuestras experiencias.


Tienen las montañas algo que engancha, decíamos estos días pasados en Benasque. Y es cierto, enganchan de un modo más hondo de lo que parece. No a todos, desde luego, ni de la misma forma, pero a quien le “toca”…, queda tocado.
Estas últimas semanas he comprobado, una vez más, esto que acabo de decir. Por esto quiero compartir en estas líneas la alegría que esta comprobación me ha dado a medida que me llegaban las diferentes noticias.
Las del papá que descubrió las montañas siendo casi un niño y que llevó gozoso a su hijo mayor, el año pasado, a la Peña Mieytadére y este año al mayor y al pequeño al Salvaguardia  y ha compartido con ellos el esfuerzo del camino y la alegría de la cumbre. Y se da cuenta, feliz, de que se lo han pasado muy bien. Un papá cuyo encuentro con la montaña fue inesperadamente duro.
Las del papá que ya había llevado a su hijo al Taillon y este año lleva a su hija al Vallibierna. Un papá que descubrió la alta montaña algo tarde pero que se ha entregado a ella en cuerpo y alma y puede compartir ahora con su mujer y sus hijos la pasión por la altitud.
Las del papá que el trece de julio de hace 26 años, cayó al abismo en el Balaitus y, parado milagrosamente por una cornisa, esperó  hasta que llegué a él. Y allí, en la frontera de la vida, nos dimos la mano, y junto a otros amigos que esperaban anonadados en la antecima llegamos a la cumbre de la que tuvo que salir en helicóptero. Y siguió haciendo montaña en Pirineos y Alpes, y este año ha coronado el pico del Alba, cuyo nombre le ha dado a su hija.
Las del amigo que hacía más de treinta años que no iba a los Pirineos y se reencuentra con ellos en la cima del Casania, rodeado de nubes y de aquellas montañas de su adolescencia. Y se da cuenta que la plantita que creía ya marchita revive bajo el cielo azul profundo, sobre la cumbre, ante el horizonte inmenso.
Y es que es verdad que a quien le toca queda tocado. Por testimonios como estos y otros muchos que dan, que me dan, sus protagonistas, y por mi propia experiencia, tengo muy claro que la montaña es ante todo una vocación, una forma de vivir. Podemos reducirla a un deporte, con sus estadios, sus competiciones, sus marcas, sus trofeos y sus estrellas, pero siempre habrá gente que, sin despreciar lo que de bueno y sano tiene el deporte, dará el paso a esa otra dimensión. Y encontrará en ella el camino para entrar en lo más profundo de uno mismo y desde ahí, saltar al encuentro con el otro y a la trascendencia que apenas vislumbramos cuando nos erguimos, cansados y satisfechos, en la cima, en ese punto mínimo entre la tierra y el cielo.
Gracias a todos los que me hacéis partícipe de vuestra vida en la montaña. Los que con vuestro testimonio confirmáis cada día mi vocación. Gracias, porque vuestra alegría es la mía y el sentido que vuestras experiencias montañeras dan a vuestra vida, fortalece y alimenta la mía propia.
Gracias, amigos, compañeros de cordada.


El Balaitus.

El Salvaguardia.

El Vallibierna.

El Casania.

La Peña Mieytadere.

El Taillon.



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