Fin de
semana feo y extremadamente peligroso, sobre todo la primera parte. Es la
combinación perfecta para un nuevo desastre. El panorama es desolador: el monte, seco hasta el límite de
la sequedad tras casi medio año sin llover casi nada, con poniente y calor sobre
todo el sábado, y puente.
Peor
imposible.
Porque
tradicionalmente, el puente de san Vicente saca al monte a muchísima gente, a
hacerse la “torraeta” o la “paelleta” pascueras. Y considerando que hay un
porcentaje de descerebrados superior al deseable, puede pasar cualquier cosa.
En
días como estos deseo haber nacido en la Antártida o al menos haber sido un playero recalcitrante y no conocer más monte que el que veo en la tele.
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