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En la entrada de ayer hablé de las palabras
conmovedoras y tristemente proféticas que el 6 de enero de 1935, don Miguel de
Unamuno dirigió a todos los niños de España, por encargo y en nombre del
presidente de la II República ,
don Niceto Alcalá Zamora.
Estas palabras son historia. Se pronunciaron hace hoy
81 años, sin embargo, al iluminar con su luz nuestro presente, adquieren una actualidad pavorosa.
Ya lo he dicho muchas veces en este blog, es importante
conocer la historia para no repetirla. Y en estos momentos, necesario y
urgente.
No es casualidad que el Rey, en su mensaje de
Navidad, dijera casi al principio “…y esa historia, sin duda, debemos conocerla
y recordarla, porque nos ayuda a entender nuestro presente y orientar nuestro
futuro y nos permite también apreciar mejor nuestros aciertos y nuestros
errores…”
Sí, conocer la historia es siempre necesario,
importante y a veces urgente. ¿Y qué queréis que os diga? Yo, ahora, lo veo
urgente.
Por eso, os invito a que extendáis estas palabras de
Unamuno cuanto podáis. Compartid esta entrada o si lo preferís, copiad, pegad y
compartid el texto de don Miguel como un hallazgo vuestro, me da igual. Lo
importante no es quién lo transmite, sino lo transmitido. Que mucha gente
conozca lo que dijo Unamuno el día de Reyes de 1935. Y piense. Es que nos hace falta pensar.
Aquí lo tenéis. He puesto en negrita lo que más me ha
impresionado, lo que creo que está poniendo el dedo en la llaga de un modo
directo y rotundo. Leedlo con calma, merece la pena.
“Hoy, el día
en que se celebra en el mundo cristiano la Adoración del Niño Dios por los santos Magos
—llamados después Reyes— Melchor, Gaspar y Baltasar—fiesta que viene de abuelos
a abuelos y de nietos a nietos hace siglos—, venimos vuestros mayores —padres,
tíos y abuelos— a regalaros juguetes de toda clase —menos pistolas— para que aprendáis a jugar en paz en la
vida, a jugar en paz la vida. Y, sobre
todo, venimos a que nos perdonéis. A que nos perdonéis muchos pecados contra
vosotros y, sobre todo, el de que no siempre os dejemos jugar en paz…con
este agasajo, con esta fiesta queremos
ganar, más que vuestro agradecimiento, vuestro perdón. Perdón, niños de
España para vuestros mayores.”
“Son muchos
los padres que os mandan a la escuela para que no deis —dicen— guerra en casa,
para que los dejéis en paz. ¿En paz? La
guerra que dais jugando en casa ¡sí que es paz! La guerra condenada, la del demonio, es la que solemos daros nosotros,
los mayores. Hay quien se queja de que vosotros, los niños de verdad —no
esos chiquillos mal educados que juegan a la guerra civil—, ocupáis y tapáis la
calle con vuestros juegos…Mejor es que nos echéis de la calle…Y sois vosotros
los que tenéis que enseñarnos a jugar. A
jugar sin preocuparnos de ganar o perder el juego, sino a jugar bien. Bien y en
paz.”
“Os hemos dado mal ejemplo, muy mal ejemplo, y
estamos avergonzados de ello. No sé
si también arrepentidos. Nos figuramos que nuestros juegos son más serios que
los vuestros porque en los nuestros se matan los jugadores. Hay muchos de nosotros que quieren
enseñaros nuestros juegos. ¡ Decidles que no !…Decidles que las escuelas de
España deben ser las verdaderas Casas del Pueblo, y que no queréis que entren
en ellas nuestros malditos juegos de guerra civil.”
Y poniéndose después en lugar de un niño dice:
“Si queréis
que juguemos, que soseguemos vuestro remordimiento, renunciad a vuestros juegos de muerte. Y a vuestros juguetes de
destrucción. Y no nos enseñéis a
amenazarnos unos a otros. Enseñadnos
a vivir en paz de trabajo en casa y en la plaza pública. Que España sea una
casa de familia. Y entonces os perdonaremos.”
¡¡Feliz día de Reyes!!
NOTA: Creo que éste no es el texto íntegro de aquella
alocución. Lo estoy buscando, y si realmente no lo es, publicaré en el blog, en cuanto lo encuentre, el
texto completo.
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