FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

miércoles, 30 de julio de 2025

Buen verano y hasta pronto.

Creo que debo una explicación a quienes amablemente me leen por el silencio en el blog desde el 18 de julio. Son las vacaciones blogueras que alargaré hasta el 1 de septiembre.

Y digo vacaciones, que no cansancio o falta de “inspiración”. Hay de hecho muchos y variados temas que esperan pacientemente a que me siente a escribir.

Ahora, silencio, observación y reflexión. Hoy mismo, andando por las Rodanas cuando aún no apretaba el calor, me rondaban un sinfín de ideas que poco a poco irán cristalizando en futuras entradas.

Así pues, buen verano y hasta pronto.


viernes, 18 de julio de 2025

Actualización fin de semana del 19-20 de julio de 2025.

Debería pedir disculpas por decir el domingo pasado que nos esperaba una semana de verano normal, pero eso es lo que decían los partes que consulto. Y desde luego no ha sido así. Tras una semana de calor, de nuevo excesivo, el fin de semana se presenta peor todavía. Mañana subirán un par de grados más situándose en 34 o 35, y el domingo con una entrada de poniente, superarán los 40.

¡Quién da más! Agobiante, excesivo, desatinado y sobre todo, muy, muy peligroso tanto para la salud como para los montes.

Una vez más, ¡odioso verano!


domingo, 13 de julio de 2025

Semana normalita de verano.

Semana de verano muy normalita. Sigue el levante flojo, y que siga, cielos despejados y temperaturas máximas de 31-32 y mínimas de 22-23.

Esta monotonía podría alterarla algún repunte del calor pasajero el viernes, y alguna tormentilla hacia el fin de semana.

Es lo que de momento se ve. Bien para entrar en la canícula el 15.


viernes, 11 de julio de 2025

Actualización fin de semana del 12-13 de julio de 2025.

Si se cumplen las previsiones este fin de semana va a tener dos caras bien distintas. Mañana, lluvias y tormentas y el domingo, soleado. Las temperaturas serán prácticamente iguales, máximas de 30-31 y mínimas de 22-23. El viento seguirá de levante, flojo, los dos días.

El único problema es que aunque estaremos en alerta naranja por lluvias, no veo que en ningún parte de los que consulto den cantidades importantes. Y eso, si hay mucho aparato eléctrico, es muy peligroso para el monte. ¡Ojalá llueva en abundancia, sin pasarse claro, y remoje todo bien!

domingo, 6 de julio de 2025

Verano casi normal.

Iniciamos mañana una semana de normalización de las temperaturas, lo cual se va a agradecer. No significa que no hará calor, pero no como el que venimos aguantando desde hace demasiado tiempo.

Las máximas se situarán entre 30 y 33 grados, pudiendo incluso bajar algo de los 30 el martes. Las mínimas, sin embargo no aflojarán, seguirán entre los 23 y los 25; noches pesadotas.

El cielo tendrá más nubosidad y algún día podría acercarse alguna tormenta que, en caso de traernos agua sería poca. Como la de ayer, mucho ruido pero solo 3 litros, aunque cerca de aquí sí llovió mucho. Y el viento sigue, y que siga, entrando de levante con algún rato de sureste, más o menos flojo.

Si tuviéramos que resumir todo esto en pocas palabras diríamos, verano casi normal si no fuera por las mínimas tan altas. Pero ¡claro! se han calentado tanto el mar, la tierra, las casas, que le cuesta mucho refrescar cuando se pone el sol. Y aún no hemos llegado a la canícula.


sábado, 5 de julio de 2025

Lo que habría que hacer que no se hará.


 

Es evidente que no estamos en el país de Alicia, ese de las Maravillas, por lo que es imposible dar soluciones a la lamentable situación de nuestras montañas sobre todo en verano, pero sí podemos proponerlas aunque no sirva para nada. Es una forma de desahogarse a fin de cuentas.

Lo primero que habría que hacer es moderar la publicidad. Es demencial seguir haciendo propaganda de Ordesa, por ejemplo, cuando está desde hace años absolutamente saturado. Y es de juzgado de guardia publicitar el Parque Natural Posets-Maladeta, como un rincón del Pirineo tranquilo y sin casi turismo, porque es lisa y llanamente mentira.

También habría que afrontar dos de las grandes amenazas que tienen ahora en general nuestras cordilleras y en particular los Pirineos. Las carreras de montaña y las BTT. Son actividades deportivas poco sostenibles por muy de moda que estén y mucha gente que atraigan. Un negocio que se desarrolla en las montañas pero es ajeno a ellas. Habría que reducir tanto la cantidad de carreras como el número de participantes en ellas, por el impacto que tienen sobre el medio por donde discurren, y por la vulgarización de este que ante el gran público suponen. Si van ellos corriendo y en zapatillas, ¿no puedo ir yo andando?

Y las BTT deberían circunscribirse a pistas y caminos, o itinerarios predeterminados, debidamente señalizados y con su pertinente mantenimiento, evitando los senderos en la medida de lo posible ya que los destruyen en muy poco tiempo. Y por supuesto, el circular por montaña, fuera incluso de sendero, y el helibike, deberían estar prohibidos y además perseguidos por la ley de un modo muy riguroso, pues el daño que hacen es incalculable.

Otra cuestión es que habría que distinguir al montañero, del deportista y del turista. Todos tienen derecho, pero cada uno va a actividades claramente distintas, con distintas exigencias. Hoy en día los montañeros y escaladores, son minoría. Pero existen, existimos. Deberían facilitarnos el acceso a la alta montaña y no forzarnos a horarios de turista o de deportista. Esto en Francia lo hacen muy bien. Aquí es una vergüenza. Si quieres iniciar una ascensión importante a las 4 o las 5 de la mañana, en muchos sitios te has de pagar un taxi. En el valle de Arán lo hacen particularmente mal; para ellos el montañero no existe. Está todo orientado exclusivamente al deportista y al turista. Triste e injusto desprecio a quienes dimos a conocer al mundo la existencia de estos valles y estas montañas.

Los accidentes deberían ser peritados de tal modo que si son consecuencia de una imprudencia, el accidentado se pague el rescate. Un esguince si vas en zapatillas por determinados terrenos, un golpe de calor, una hipotermia, un enriscamiento, un resbalón en un helero, una desorientación, la fatiga extrema, son casi siempre evitables si se va a la montaña como toca. Horarios racionales, no salir con calor a las 10 de la mañana monte arriba, por ejemplo. Material adecuado, calzado, bastones, gafas, filtro solar etc. Ropa adaptada a la excursión a realizar y la época del año. Conocimiento del terreno o buena utilización del mapa o del GPS. Agua y comida según esfuerzo previsto. Conocimiento de los partes meteorológicos. Ser conscientes de nuestras capacidades reales. Y sobre todo humildad. Saber renunciar, saber retroceder, aceptar no lograr el objetivo. Eso exige, y lo sé por experiencia, mucho más coraje que jugársela para ver quién puede más, la montaña o yo.

Porque a las malas, ella es quien tiene la última palabra. Ella es la fuerte, y nosotros los débiles. Si entramos en ella es porque nos deja entrar. Si llegamos al lago es porque nos deja llegar. Si hacemos cima, es porque nos ha dejado hacer cima.

Valdría para acabar decir respeta y serás respetado. Pero eso no va a ser así. Hay mucho dinero en juego, mezquinos intereses políticos, como siempre, y una profunda ignorancia de lo que es la montaña junto a una falta absoluta de respeto por el medio ambiente en general, por extraño que nos parezca.

Y un egoísmo esencial. Como el de aquel joven que bajaba a saltos por una ladera pedregosa tirando piedras a los que caminaban por el sendero que subía haciendo lazadas, y a la pregunta de ¿pero qué haces? ¿no ves que vas a matar a alguien? respondió, es que me divierto.

No hay más ni menos que hablar. Yo me divierto, lo demás, me importa un bledo.

Se ha perdido el respeto a la montaña.


 

Este verano ha empezado bravo con el asunto de los rescates en la montaña, y va a ir a más. La Guardia Civil trabaja sin descanso y los medios de comunicación se hacen eco de la situación todos los días.

Las causas de esto las tengo muy claritas hace ya tiempo, y por eso sé que no hay solución posible. Y sé también que cuando se decidan a darla lo harán de tal manera que pagarán justos por pecadores, como pasa siempre, lo que no será realmente solución.

Se ha perdido el respeto a la montaña, sería una frase que resumiría lo que está sucediendo, pero que no es operativa sin ir más allá y buscar qué es lo que ha hecho que se le pierda el respeto.

La masificación del turismo de montaña, provocada por una publicidad exagerada e innecesaria que impulsa a muchísima gente a ir sin saber a dónde va, ni a qué va, ni por qué va, es la primera causa.

También hay quien sabe a qué va. A un polideportivo o a un parque de atracciones donde todo está permitido. Y el problema es que no lo es; ni una cosa ni la otra. Las BTT y las carreras están detrás de esto. La montaña, y más aún la alta montaña no son un polideportivo ni un parque de atracciones. A ver quién pone el cascabel a este gato.

Sucede también que ante tan desmedida afluencia de una mayoría no preparada para ir a la montaña, se prepara a la montaña para la gente. Pero las exigencias del terreno y el clima son lo que son; sin contar con las propias limitaciones a menudo distorsionadas. Todo esto supone para más de uno una auténtica trampa.

Porque, y es otra causa, vivimos en la época de ese eslogan ridículo y falso de que tú quieres, tú puedes. Esto es verdad solo a veces, y en la montaña también solo a veces. ¿Y cuando no es así?

Tampoco hay que olvidar la vanidad que está detrás de muchos accidentes. Ir al Aneto o al Monte Perdido para luego decir que he estado allí, porque suena muy bien. Eso no es hacer montaña ni ser montañero. Es pura tontería que puede ser además peligrosa.

Hubo una época, que afortunadamente viví, en que en la montaña solo había montañeses y montañeros. Y campamentos juveniles, no hay que olvidarlos. Los unos estaban en su tierra, los otros la habían descubierto y la amaban, y en los campamentos nos iniciábamos en ese amor los que no habíamos nacido allí.

Tampoco éramos demasiados, y para todos, la montaña era un mundo soberbio, salvaje, que nos infundía respeto y nos llenaba de admiración. Pero tristemente pasó lo que el ilustre pirineísta Henry Russell dijo que pasaría.

Cuando un rincón de la naturaleza se descubre, los Pirineos, primero se da a conocer. Cuando lo conocen demasiados, se vulgariza. Y cuando se vulgariza, se destruye. Y no solo la montaña, sino algunos de los que se acercan a ella. Porque si rompemos el ecosistema nos rompemos nosotros con él. Y es lo que está pasando.

¿Significa esto que no tiene todo el mundo derecho a disfrutar de las montañas como le plazca? ¿Cómo negar este derecho? No se puede negar, evidentemente, pero sí podríamos quedarnos en el conocimiento y evitar la vulgarización y por consiguiente la destrucción, evitando así además la mayoría de los accidentes.

En una próxima entrada expondré lo que pienso que se podría hacer si estuviéramos en el País de las Maravillas de Alicia.

viernes, 4 de julio de 2025

Actualización fin de semana del 5-6 de julio de 2025.

Pues no, el refrescamiento que se atisbaba al final de esta semana no va a darse, más bien al contrario, volverán a subir las temperaturas un par de grados tanto sábado como domingo, situándose en los 35 o 36 las máximas, y sin bajar de 24 las mínimas que se darán al amanecer y brevemente.

El viento sigue del este, más o menos flojo, con ratos de calma absoluta lo que junto a la humedad y el calor crearán un ambiente nada confortable, o sea asqueroso y desagradable.

El cielo tendrá algunas nubes pero mandará el sol, y la lluvia, en caso de venir, nos visitaría el sábado por la noche en forma de tormenta, pero no está muy claro que vaya a pasar, y que si pasa deje algo que valga la pena.

¡Pero que feo! ¡Pero qué verano más feo!


martes, 1 de julio de 2025

Una actividad insostenible, las BTT en senderos.

"Incluso la dinamita es benéfica cuando sirve para defender lo que debiera ser protegido o para destruir lo que destruye, en el caso de que el legislador demasiado débil, ciego o complaciente falta a su misión".

Este texto del libro, La montaña y el hombre, publicado en 1977, del escritor y montañero francés Georges  Sonnier, no es apología del terrorismo, aunque lo pueda parecer; expresa lo que él, como yo, y como otros muchos, sentimos cuando vemos, impotentes, como los atentados contra la naturaleza se suceden sin que nadie haga nada por detenerlos. 

Irrita, indigna, enfada. Y más aún hoy, casi cincuenta años después de que fueran escritas estas palabras, cuando la palabra sostenibilidad ni la oíamos, resulta vergonzoso que cuando más se habla de ella, continuemos impulsando y promocionando, incluso inventando actividades absolutamente insostenibles.

El cinismo y la incoherencia elevados a su máxima expresión.

Estoy hablando de la decisión del Gobierno Valenciano de abrir a las bicicletas de montaña los territorios protegidos desde hoy, 1 de julio, cuando lo que habría que hacer es regular el acceso de estos vehículos a cualquier entorno natural, prohibiendo explícitamente el tránsito por los senderos estén donde estén.

Las bicis de montaña, con o sin motor, rompen los senderos. Esto es un hecho evidente e irrefutable. No hay más que salir al monte y verlo. La rueda hace un surco que el agua agranda. En pocos años, un sendero centenario se convierte en una zanja difícilmente transitable.

Quien no quiere ver esto es el que solo piensa en su propia diversión o quien atisba dinero tras esta actividad en expansión explosiva. Ambos han presionado a los políticos que han cedido ante peñas, algunos ayuntamientos y la federación. A ninguno de ellos les importa un bledo el medio ambiente, mientras la palabra sostenibilidad la siguen utilizando con un cinismo hiriente.

Escuché los argumentos que dieron para el cambio de legislación. El primero, que las restricciones del acceso de las bicis al medio natural eran unas medidas sectarias. No lo entendí. No logré ver a qué secta se referían, porque los ecologistas, en esta historia, callan y miran a otra parte. Y si no son ellos, ¿Quién? el ku klux klan.

Luego se atrevieron a decir que el tránsito de estos vehículos debería hacerse sin perjudicar el entorno por el que discurren, lo cual es una solemne imbecilidad. Es como decir que puedo apuñalar al vecino siempre y cuando no le haga daño. Porque el problema es que las BTT rompen los senderos, siempre, y en poco tiempo. Y alteran el entorno por el que pasan. Erosión, ruidos, basura…

Podríamos, intentar al menos, con educación, evitar los ruidos, en el monte no se grita; la basura, no tires nada, llévate los envases vacíos; e incluso concienciar de que el que anda tiene prioridad absoluta en el sendero. Sí, esto se podría hacer, pero este no es el problema. El problema es la erosión y la alteración de los ecosistemas. Y la única forma de evitar esto es la prohibición de las BTT en todos los senderos.

Aquí tenemos un caso de legislador, ciego, débil y complaciente que sucumbe ante la presión brutal de los agentes de una actividad deportiva insostenible y en expansión en el medio natural. Y también vemos el silencio cómplice de quienes deberían alzar la voz en defensa de la naturaleza y en concreto de la montaña, ecologistas y federación, que prefieren no mancharse en este barro, ellos sabrán por qué.

Estoy seguro de que igual que la acampada libre se prohibió porque era del todo insostenible, el acceso de las BTT a los senderos y territorios protegidos también se prohibirá, pero para entonces se habrá hecho, mucho, muchísimo daño, en ocasiones irreversible.

Ni la dinamita, ni cruzar troncos o cuerdas, ni clavos en los senderos. Nunca la violencia ha servido para nada, como no sea para generar más violencia. A la violencia que para las montañas suponen las BTT fuera de pistas y caminos, no debemos responder con violencia, sino con la palabra, como estoy haciendo yo ahora. Y echándole imaginación al asunto. Quien crea que esto que he dicho es verdad, que levante la voz, donde sea, cuando sea. Callar es ser cómplice. Cuando hay agresor y agredido, el silencio es agresión. Nuestra dinamita ha de ser la palabra.

Y después de todo, cuando hablo de estas cosas que tanto me duelen, siempre llego a la misma conclusión. “que me quiten lo bailao”. Durante años gocé de unas montañas, allá y aquí, limpias y libres, solitarias; montañeses, montañeros, cazadores y poco más. Y las amé ya desde niño.

Por muy bien que vayan las cosas, al filo de los setenta, ya no me queda tanto tiempo de seguir gozándolas. Y sigo gozándolas, pues las conozco de tal manera que puedo pasarme jornadas enteras sin encontrarme con nadie en pleno mes de agosto. ¿Por qué entonces me duele tanto cuando veo una bici por un sendero, o una carrera de montaña masiva donde todos corren sin ver?

Porque duele que hagan daño a lo que amas, y por las generaciones venideras que nunca podrán disfrutar lo que yo pude y aún puedo disfrutar, casi como un furtivo.

La naturaleza y los que vienen detrás. Eso me duele.


Aquí veréis fotos de senderos rotos por las BTT.












            En estas fotos, algo peor. Cuando van a campo través empiezan como en la primera foto y acaban como en la segunda.



           Y para acabar la inevitable basura que también podría ser de corredores. Esto, con educación se podría controlar. Lo otro no.