Así como
las falleras mayores tienen corte de
honor, los imbéciles también. Es este un hecho bastante fácil de observar si
nos fijamos un poco. Y es importante hacerlo, para no acabar formando parte de
una de estas cortes de honor, porque si es digno y respetable formar parte de
la corte de honor de una fallera mayor, sobre todo si te gustan las fallas, es
bastante estúpido y ridículo entrar en la corte de honor de un imbécil.
Me contaban el
otro día unos amigos las andanzas de uno de estos imbéciles. Maleducado hasta
el extremo, prepotente, avasallador, ofensivo, indeseable, anda por el mundo
montando el numerito, dejando huella de su presencia por allá por donde pasa.
Triste espectáculo, triste rastro el suyo, triste ejemplo de nuestra tierra y
nuestra gente.
Pero no tiene
él toda la culpa, aunque tiene mucha. Si su corte de honor, ese montón de
amigachos, que no amigos, que le ríen
sus gracias y jalean sus desmanes, le pararan los pies, o al menos ignoraran sus
estúpidos e injustificables comportamientos, otro gallo cantaría. El imbécil
necesita espectadores para poder ser imbécil. Si no los tiene no es más que un
triste y pobre diablo.
Para no caer
en esto, hay que tenerlo claro, y “tener huevos”. Me contaban que un día habían
quedado para irse de viaje y se apuntó el "imbécil" o alguien lo invitó, no se, y uno de los que iban, cuando fue al lugar de
salida y vio que iba el susodicho, se volvió a su casa. Sí señor; con un par. Si
hubieran más como él, habrían menos imbéciles, y algunos de ellos hasta se
reconvertirían y se harían personas normales.
Y
así el mundo sería un poquito más habitable. Un poquito sólo. Pero mejor eso
que nada. Y de paso ayudaríamos a estos pobres idiotas que, después de todo, sólo
quieren que les hagamos caso pero, claro, han equivocado el camino para
conseguirlo.
El de naranja es el imbécil Mayor. Los de blanco su Corte de Honor. |
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