Aterrizo hoy en el pueblo con más de 30
grados y una humedad de esas que te hacen sentir la piel permanentemente pringosa.
Pero no me quejo, ¡faltaba más! Días y días de montañas y valles, casi siempre
solitarios, bajo el cielo azul, alguna tormenta despistada, pueblos pequeños,
tranquilidad, siempre buena compañía, ¿cómo me voy a quejar?
Además, desconexión total. Ni prensa, ni
radio ni tele. Huía de ellos, cuando los tenía a mano, como de la peste. Sólo
montaña. Meditación, contemplación compartida o en solitario. El 5 de agosto, bonita
celebración a los pies del Midí d´Ossau, de los 24 años de nuestra ascensión, Isabel y yo, juntos, a esa magnífica cumbre. (Ver entrada anterior).
Y hoy, viniendo por la autovía he
iniciado el aterrizaje escuchando un momento Radio 5, todo noticias. Sólo un momento. Y… ¡jo! Me ha dado ya
mucho material para nuevas entradas. Pero hoy no. Hoy aterricemos en paz con el
bonito recuerdo, muy vivo, de nuestros queridos Pirineos.
Amanece, y el sol ilumina la montaña. |
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