FRASES PARA PENSAR.

SE DARÁ TIEMPO AL TIEMPO,
QUE SUELE DAR DULCE SALIDA A MUCHAS AMARGAS DIFICULTADES.

Cervantes en el Quijote.

domingo, 16 de junio de 2024

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

En muchas ocasiones la naturaleza te da inesperadas y agradables sorpresas; también la naturaleza domesticada de un jardín o una terraza. Sorpresas que, para quien tenga los ojos bien abiertos, encierran en ocasiones mensajes que te llevan a interesantes reflexiones.

De una de estas sorpresas voy a hablar, y de la reflexión a la que me condujo.

Tenía en la terraza una planta crasa que creo que es la más vieja de todas las que hay en casa. La tenía en un rincón y no le prestaba ninguna atención. Es grandota y desgarbada, con hojas pequeñas y carnosas. Los gorriones gustan de posarse en sus ramas, que a veces rompen, por lo que a su alrededor siempre está sucio.

Muchas veces he tenido la tentación de tirarla, pero más por los pajarillos que por ella, la he mantenido allí, sin riego, ni abono, ni poda. Abandonada a su suerte. Arrinconada y olvidada ha estado durante años, como posadero de gorriones. Nada esperaba de una planta tan vieja, desgarbada y fea.

Hace unos días estaba sentado, leyendo cerca de ella, y como siempre ni la miraba, más atento a los rosales, los geranios, el olivo, la higuera llena ya de higos, las adelfas en flor, espléndidas, los limoneros cargados de frutos…

Me llegó un aroma dulce, suave y agradable que no identifiqué. Buscando su origen la descubrí. Estaba en su rincón cubierta de flores, envuelta en abejas, convertida en la más hermosa de todas las que tengo.

Marginada, ninguneada, olvidada en un rincón durante años, siendo además la más vieja de la casa, con la poca lluvia de estos días pasados, nunca la regaba, estalla en una fiesta de aroma y color convirtiéndose sin duda en la reina de la terraza.

Y yo que tantas veces estuve a punto de tirarla, que pasaba de ella, que ni la veía, y mira cómo me lo paga. ¡Qué regalo inesperado! ¡Qué lección de vida! Si las plantas escucharan nuestra voz le hubiera pedido perdón desde lo más hondo de mi mismo. Le hubiera dado las gracias por el regalo que supone, no solo su belleza, sino lo que su gesto significa. Y le hubiera dicho que aunque no vuelva a florecer nunca más, siempre tendrá un rincón en casa.

¡Cuántas veces hacemos esto que yo hice con ella con las personas que nos rodean! ¡Cuántas veces se nos olvida que “la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular!” Sal. 118.22.

Sí, así como desechamos a Jesús, seguimos desechando a nuestro alrededor, a modo de arquitectos, muchas piedrecitas que podrían ser piedra angular de hermosos edificios que nunca serán.

Ya veis la plantita, todo lo que me ha dicho desde su rinconcito en la terraza. ¿Cómo no voy a estarle agradecido por su belleza y por su mensaje?












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