Cuando
han pasado tan solo 21 días desde aquel terrible 29 de octubre, es la tormenta
política la que ahora nos azota. Poco importa lo demás que pronto pasará al
olvido de casi todos los que no han sufrido directamente, de un modo u otro,
las consecuencias de la catástrofe.
De
verdad que me resulta insufrible, por repugnante y deleznable, esta otra
tormenta que también arrasa, quitándonos la esperanza en un futuro donde la
justicia y la libertad sean las bases de la paz y del progreso. Donde la
honestidad y la verdad sean lo cotidiano.
Y
mientras soportamos esa lluvia de mentiras, zancadillas, insultos,
descalificaciones, chantajes, manipulaciones y demás basura, las víctimas,
ayudadas por voluntarios, el ejército, trabajadores, empresas y políticos honestos, que los hay, tratan
de reconstruir sus vidas como pueden y hasta donde pueden, porque hay cosas
que nunca se reconstruyen…
La
imagen de hace unos días, de dos senadores, uno del PP y otro del PSOE
abrazándose, es lo que esta sociedad herida necesita ahora, y no el espectáculo
triste y doloroso que los medios de comunicación, fieles cada uno a su amo y
señor hasta la vergüenza, nos sirven cada día.
Me
indigna y me entristece. Por eso me vinieron a la mente estas palabras de los
gozos del Cristo de los afligidos.
Míranos
con tierno amor,
Cristo
mío, Rey del Cielo.
Ribarroja
con fervor
te
pide luz y consuelo.
Luz
para que la indignación no acabe en ira. Consuelo para que la tristeza no sea
al final desesperanza.