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| ¿La rompemos? Como es religiosa. Un bloque de mármol es neutro. |
Llevo
días sin encontrar un momento para sentarme a escribir, y hoy que lo he
encontrado voy a hacerlo a propósito de una noticia de poca trascendencia
aparente pero muy significativa.
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El
Gobierno autonómico de Castilla-La Mancha ha decidido quitar las palabras
Navidad y Pascua en el calendario escolar del año que viene por tener
connotaciones religiosas, y poner en su lugar descanso trimestral o algo así que
resulta, según ellos, más neutro. Sinceramente,
estoy hasta las mismísimas narices, y más allá, de tanta estupidez fruto de la
ignorancia y los prejuicios. Hay que ser muy mentecato y superficial para
decidir estas majaderías. Majaderías que están provocando el efecto contrario
al deseado y deseable, dando fuerza a posturas contrarias, tan mentecatas y
superficiales como las primeras. Resultado
final: radicalización, división y enfrentamiento. No hay más que ver lo que
está pasando. Un
ignorante con prejuicios y con poder es letal para una sociedad. Y de estos,
hace tiempo, tenemos muchos. Veamos.
La cultura occidental, la nuestra, no se entiende, mal que le pese a quien le
pese, sin el cristianismo. Grecia, Roma y el cristianismo han hecho de nosotros
lo que somos hasta el punto de que la tan cacareada Declaración Universal de
Derechos Humanos está directamente inspirada en la ética cristiana. Y no
solo esto, faltaba más, la arquitectura, la pintura, la escultura, la música, la
literatura, la filosofía y el lenguaje están profundamente impregnados de
cristianismo. También la gastronomía, la topografía, las
costumbres y muchos más aspectos de nuestra vida cotidiana. El cómputo del
tiempo por ejemplo; estamos acabando el año 2025 después de Cristo. Y toda nuestra historia. El
problema que tienen estos señores es, aparte de la ignorancia y los prejuicios,
un resentimiento patológico hacia todo lo religioso que les impide ver esta
realidad. Y lo más importante, distinguir entre religión y fe. La
religión, en concreto el cristianismo, es un elemento clave de nuestra cultura y nuestra historia.
Eliminarla es una forma de harakiri cultural. Privar a las nuevas generaciones
de un conocimiento completo de la religión es hacerlos ignorantes, incultos,
con todo lo que eso significa. No olvidemos que la cultura es libertad y
proporciona felicidad y espíritu crítico. Otra
cosa es la fe. La fe es ante todo creer que Jesús es el Hijo de Dios, que murió
y resucitó, y que por eso mismo puedo establecer con Él una relación personal
que orienta y da sentido a mi vida. Una
catedral, la capilla Sixtina, la Piedad, el Requiem de Mozart, los poemas de Santa
Teresa, la filosofía de Kant, y muchísimas palabras y expresiones de nuestra
lengua, como Navidad y Pascua o adiós, son “elementos” religiosos que conforman
junto a otros, nuestra cultura. Y no hablemos de los potajes de cuaresma, la
cerveza de los monasterios, los nombres de pueblos, montañas y hasta países, y
tantas y tantas costumbres ligadas a las fechas clave del año litúrgico sin que
nos apercibamos de ello. Y conocer y disfrutar de este inmenso bagaje no
implica para nada tener fe, ser creyente. Por
esto mismo la religión, en nuestra cultura el cristianismo, debe ser protegida
y trasmitida como un bien cultural esencial, sin el cual no podríamos entender
nuestra propia cultura, no podríamos entendernos a nosotros mismos. Y es lo que ya nos está pasando. La fe
es otra cosa. El conocer la religión y su presencia, a menudo inadvertida, en
nuestra vida no implica tener fe. Tener fe sí nos lleva a conocer y practicar
la religión, pero eso es algo personal que a nadie se le puede imponer jamás. No
señores, no. No me confundan la gimnasia con la magnesia. ¡Qué atrevida es la
ignorancia! ¡Que cegadores los prejuicios! ¡Qué triste el resentimiento! |


