1.-CONOCER:
1.1 ¿Qué es realmente un niño?
2.-PREVENIR:
2.1 Desde la cuna.
3.-INTERVENIR:
3.1 Acuerdo total papá-mamá.
3.2 Control de la familia extensa.
3.3 Control de otros agentes educativos.
3.4 Coherencia en nosotros. Hacer lo que decimos.
3.5 Normas claras y concretas. Las precisas.
3.6 Hablar poco. “No comerle el coco”.
3.7 Ignorar conductas no deseadas. Reforzar las deseadas.
3.8 No mostrar que controla nuestro estado de ánimo.
3.9 No exigirle lo que no somos capaces de hacer nosotros.
3.10 Valorar si vale la pena “entrar en combate”.
Esto del
control de la familia extensa, abuelos, tíos, primos..., puede sonar un poco extraño, pero pienso que es
también necesario y muy importante.
Está claro que
cada familia es un mundo, y que las relaciones que se establecen entre las
personas de un determinado entorno familiar son muy complejas. Es por esto, por
lo que los padres deben saber quiénes, de qué manera y en qué medida, están
influyendo en los niños, y aprovechar estas influencias cuando son
beneficiosas, o limitarlas o incluso bloquearlas cuando son perjudiciales.
Y en ocasiones
sucederá que determinar si son beneficiosas o perjudiciales, no será fácil, y
entonces, como decíamos en el punto 3.1, habrá que hablar, dialogar y
consensuar en pareja.
De tener esto
en cuenta y tomárselo en serio, se pueden desprender interesantes conclusiones
que pueden, en muchos casos, hasta modificar los hábitos familiares.
Pero hoy en
día, no podemos hablar de este tema sin tratar la situación más frecuente que
en referencia a estas cuestiones se da en muchas familias. La necesidad de que
los niños estén con los abuelos cuando no están en el “cole”. Los papás llegan
siempre tarde o muy tarde, trabajan a turnos, viajan mucho, etc… Hay mil
causas, y muchas inevitables. Se encargan los abuelos, claro. ¿Qué pasa
entonces? Pues pueden pasar dos cosas. Y debemos fijarnos en qué pasa.
Primera. Que
nos guste cómo lo hacen y además estén en nuestra línea educativa. Muy bien.
Hay que agradecérselo. Entonces habrá que contar de verdad con ellos, pues son
agentes educativos en “primera línea de combate”. Hay que incluirlos en el
diálogo y el consenso.
Segunda. Que
no nos guste cómo educan, por el motivo que sea. Quizá porque no saben hacerlo
de otra manera o quizá porque no pueden. Pero no tenemos más remedio que
dejarlos con ellos, y si encima les ponemos condiciones…pues pueden mandarnos a
freír espárragos. ¡Qué mal lo tenemos entonces! Deberemos intentar llegar a
acuerdos mínimos, ceder todos un poco,
buscar a alguien que nos pueda ayudar. Siempre deberemos pensar en el
bien del niño.
Y en ambos
casos, nos guste o no cómo lo hacen, tengamos claro que no es su obligación.
Ellos ya educaron, ya cumplieron mejor o peor. Su derecho ahora, en tantos
casos negado, es disfrutar de los nietos, porque cuando papá y mamá están ahí,
actuando como tal, los abuelos pueden permitirse el lujo de hacerlo, de
disfrutar de nieto; de gozar de esa complicidad con él, que no tuvieron con el
hijo, no tocaba. Esa complicidad que les lleva a hacer esas pequeñas cosas que
quedan entre abuelos y nietos, y que les hacen felices.
Hoy hay
demasiados abuelos sin nieto y nietos sin abuelo aunque pasen el día juntos. Es
que nos lo hemos montado muy, pero que muy mal.
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