Ahí van cinco fotos hechas este pasado domingo por la
mañana. No hay trucos, ni filtros, ni manipulaciones. Era un día raro, con una
atmósfera revuelta y una luz extraña. Hacia fresco, casi frío.
Subí solo, envuelto en este ambiente, cuatro montañas
de una región impresionante de los Pirineos; la que hay entre el Anayet y el
mítico Midí d´Ossau, dos antiguos volcanes ya extinguidos.
Al fin, llegando a la última cima, la Corona de los Farallones,
se desencadenó una tormenta, y bajé hasta el coche, donde me esperaba Isabel, entre la lluvia, el viento,
los truenos y los relámpagos. Todo un espectáculo tan salvaje como hermoso.
Alguien, viendo las fotos y leyendo este breve relato
se preguntará si no me da miedo andar por esos montes, con ese cielo, solo…
No, no me da miedo. Me infunde respeto, sí, pero no
miedo. Hace ya muchos años descubrí que lo que de verdad me da miedo son las
personas, o mejor dicho, el daño infinito que las personas podemos hacernos
entre nosotros. Eso sí me da miedo.
Desde el Péne Mieytadère los macizos de Infiernos y Argualas. Abajo la silueta de la Peña Foratata. |
Desde la cima del Péne Mieytadère, al oeste, la inconfundible silueta del Midí d´Ossau iluminada a ratos por el sol. |
La redondeada cima de La Forqueta con el paisaje al norte. Destacan los Infiernos y Argualas. |
El Anayet y el Vértice Anayet desde el puerto de la Canal Roya. |
Las cumbres del macizo de Balaitus y Frondiellas ocultas en las nubes. Poco después llegó la tormenta. |
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